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13.9.10

Buscar trabajo "activamente"

Ayer por la tarde tuvimos encuentro familiar por el cumpleaños de mi abuela. Como suele ocurrir, la sección fumadora, encerrada en la cocina, se enzarzó en el típico debate de actualidad nacional, en este caso el 29-S. Yo me mostré predispuesta incluso a buscar un trabajo de aquí al 29-S sólo para poder hacer huelga (creo que si le intento explicar al INEM que renuncio a la parte proporcional de subsidio la liaría parda y no me pagarían nunca más, y no está el horno para bollos). Sin embargo, dado que la familia de mi padre se compone, en general, de autoempleadores y de emprendedores con una mala suerte que ronda lo épico, obviamente las posturas acaban por enfrentarse. Que no digo yo que no entienda su punto de vista, pero es que las medidas tampoco pueden hablar de "empresas" y quedarse tan anchas, como si fuese la misma circunstancia la del dueño de un taller de tres empleados que la de la ejecutiva de un banco con sucursales en medio mundo. Que la solución no es buscar puntos intermedios entre trabajadores y empresas, porque es absolutamente imposible conciliar puntos de vista tan extremos y al final no satisfacemos a nadie. Que ya que "segmentamos" para todo, que vemos nichos de mercado en todas partes, y que el marketing se aplica a casi cualquier cosa que se mueva, ¿por qué no segmentar las condiciones en función del tamaño de la empresa?

Al final, en este país el tejido empresarial se compone en su inmensa mayoría de PYMEs, para las que determinadas inversiones y compromisos son inviables y acaban por venirse abajo (lo cual es una pena porque muchas de ellas muestran más voluntad innovadora que todos los departamentos de I+D de las empresas grandes), mientras los responsables de grandes empresas se aprovechan de medidas pensadas para pequeños empresarios y se acogen a cualquier cosa con tal de no poner ni medio céntimo de más.

Todo esto viene a que me han llamado, por fin, para hacer una entrevista de trabajo. Atención a la situación: entrevista + 50 minutos de prueba de nivel de inglés para conseguir un contrato de tres meses con una ETT (y luego, dios proveerá) cobrando 16.000€ brutos/año, supongo que en 14 pagas como suele hacer esta ETT en concreto (es decir: menos de 850€ netos/mes), en un puesto definible como deputaporrastrojos: tú te lo guisas, tú te lo comes, multitarea, polivalente, bla, bla, bla.

Ahora mismo, el Estado se está metiendo en un déficit del que a saber cómo se sale, pero aun así, me pagan 120€ más por ser "demandante de empleo activa", es decir, acordarme de sellar mi tarjeta de demandante cada tres meses (y si se puede por Internet, mejor), no renunciar a un curso que nunca me han ofrecido, y avisarles cuando la oferta de trabajo que me han mandado, la única en un año, está ofreciendo un salario inferior al mínimo interprofesional.

Yo entiendo todo eso de la oferta y la demanda, el libre mercado y demás reglas pseudomatemáticas que rodean al capitalismo, y, honestamente, no creo que haya que estar en contra del capitalismo en general, sino más bien de los excesos que se hacen en su nombre. Entiendo que si hay 4 millones de parados, las condiciones de trabajo empeoren. Pero no entiendo, bajo ningún concepto, que unas condiciones laborales puedan ser inferiores a la situación de desempleo, porque no tiene el menor sentido. Porque entonces esto ya no es economía, es un SimCity venido a menos. Porque luego nos quejamos cuando la fuerza de trabajo no tiene compromiso: luego, pedimos becarios acostumbrados a trabajar bajo presión, auxiliares administrativos con iniciativa y creatividad. Pedimos que la gente sea responsable sin mover medio dedo para otorgarles un cargo de responsabilidad; que tomen decisiones sin pagar el precio que corresponde por ello.

Seguramente todos conocemos empresas cuyos organigramas cuentan con un par de cajitas de "becario" por departamento. Se basan en la reducción de costes en lugar de en incrementar el valor añadido. Todo esto, eso sí, empaquetado con lazo, con campañas publicitarias impresionantes (últimamente tengo la sensación de que el sector creativo se mueve a una velocidad tal que es imposible seguirlo desde fuera), con unas políticas de "gestión del talento" del copón. Con horario flexible y con dress-code informal.

No se trata de eso. Como decía ayer mi Tía del Buen Karma, "si uno no tiene un espacio donde desarrollarse, lo demás no es viable". Alquileres que se llevan el 80% de los sueldos. El IPC subiendo como si el paro hubiese bajado sustancialmente. No, señores. Luego no vayan a conferencias en Oslo sobre empleo y cohesión social y vuelvan diciendo que para ser europeos hay que pagar más impuestos, porque ni podemos pagar más impuestos ni podemos reactivar el consumo, porque no tenemos con qué.

Vamos a ver si dejamos de empezar la casa por el tejado, alguna vez, para variar.

2.10.09

Finally, I did it

Pues claro que sí. Poquito a poco, respirando hondo, con mis pimientos, mis cebollas, mis tomates, mis melocotones, mis plátanos, y las zanahorias y el apio de los bebés.

Mi madre, como es como es (ella hace buena la frase del Chico Escritor de "a la gente hay que quererla como es, o no quererla en absoluto": a ratos se la quiere como es, a ratos no se la quiere en absoluto), me pregunta por pescados y carnes. Yo indico simplemente que no me gusta la comida con aspecto de cadáver y sigo celebrando mi pequeño triunfo.

Para quien no entendiera una de las entradas anteriores: desde que el mundo es mundo, a mí me dan miedo los sitios donde se vende comida; pero, muy especialmente, los mercados. Un miedo absurdo pero muy poderoso, de los de llorar y ahogarse y pensar que el pinchazo en el pecho es la muerte, y de luces dando vueltas y volviéndose blancas.

Así que me da igual que no me gusten los puestos donde exhiben bebés (conejos, entiéndase) despellejados como cabecera del muestrario. El hecho de volver del mercado con una bolsa que pesa, y hacerlo sola, es un triunfo tan mayestático como cualquier otro reto que uno pueda tardar diez años en conseguir.

Y sigo regulera, y preocupada, y un poco asfixiada por el maldito pie y mi poca libertad de movimientos, y puede que siga llorando con Bruno (el del anuncio de Pedigree que no puedo enlazar porque la versión argentina me hace gracia y la española no está en YouTube), pero da igual: it's Friday, i'm in love (he aquí el objeto, y mi premio post-mercado).


26.9.09

Desensibilización sistemática

Como toda una persona mayor. Yo sola, y casi sin pensarlo. Entré en el mercado, superé las vísceras de la puerta contigua, me planté frente al verdulero. Le pedí un manojo de zanahorias. Me miró raro. Y me mantuve. Basta de pensar si las zanahorias se piden por unidades o por peso y cuándo pesan seis raciones para conejo de zanahorias. Quiero un manojo, y punto.
Me dijo que lo cogiese, lo cogí, lo pagué, salí del mercado, y seguía sin sufrir un ataque de ansiedad. De acuerdo que podría haber aprovechado para comprar todo lo que quería, y no sólo las zanahorias. Pero, oigan. Poquito a poco.