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18.2.10

Acercándome. No sé a dónde. Pero más cerca.

Sigo horarios aleatorios, consigo levantarme a las 9 para luego no poder escapar de una siesta de nada menos que tres horazas. Me paso la siesta discutiendo con el Rey del Laboratorio sobre la ética hacker, porque últimamente parece que si no discuto con sociólogos en sueños es como si no durmiera (bien, para variar, discutir sobre algo que he leído. ¿Simmel? ¿En serio?). Me levanto de la siesta desubicada, como suele ocurrir. Miro el calendario como si fuera un reloj. Vuelvo a contar mentalmente las horas. No, no me dan.

En realidad, sí me dan. Esta mañana he hecho una de esas cortocircuitadas por las que voy y me leo del tirón tres de los libros que llevo para leerme un mes (o dos, incluso). Elijo cosas al azar, me enamoro de Hinamen. Me enamoro tanto de Hinamen que hago un parón lleno de cafeína para seguir soñando despierta: Stanford, Berkeley. Imagino cómo serán todas esas cartas que mandaré la semana próxima.

Y es que soy una rebelde. Según me dice el Psicólogo que no hay prisa, y que no debo emigrar por las razones equivocadas, empiezo a ver el futuro aún más brillante, más apetecible. Como un escaparate de pastelería en una película de posguerra. Qué más da si las razones son equivocadas. Casi todas las cosas bonitas que me han pasado han sido consecuencia de razones equivocadas en origen. Y de decir que no voy a hacerlas, también. Soy un caso.

Un caso y una maldita drama queen. Mis mensajes se quedan cuatro horas sin contestar y me vuelvo loca. Empiezo a mirar horarios de trenes. Mando mensajes melodramáticos sobre el fin de la vida tal y como la conocíamos. Dice el Psicólogo: estar en el sitio en el que realmente estemos, hacer lo que estemos haciendo, ser conscientes y disfrutarlo. Todo un plan. Ya empezaremos mañana, si acaso.

Mañana (mañana, de viernes 19) va a ser un gran día. Se acabó esperar la cita con la doctora con cara cínica de yaséquemevasamandaralpsiquiatra alternada con la preocupación por una posible operación a 25 de marzo. Se acabó contar horas. Se acabó escribir páginas y páginas y páginas y páginas, copiar y pegar, citar autores, y cansarme de mi propia voz y de los temas que antes me volvían loca de interés, se acabaron los trabajos que se van de las manos, se acabaron las mutaciones, se acabaron el vocabulario semiótico, el espacio disfórico, la tematización, la polarización, la condensación, y todos sus amigos.

El findesemana será espectacular, y luego, veremos. De momento sólo aspiro a cerrar definitivamente un documento de Word y recibir un mensaje de yaestoyaquí. No debería ser mucho pedir.

8.2.10

Cuando El Becario se pone extremadamente brillante

Dice nuestro amigo: "Hoy quizás llegue una carta con buenas noticias sobre dinero. Las relaciones cálidas e inspiradoras con los demás no solo te harán feliz hoy; te inspirarán para ser creativa de alguna manera. Tus amistades te demostrarán todo su apoyo en tus esfuerzos, y esto te estimulará para concretar tus logros. Escribir es una gran promesa para ti. Ocúpate y diviértete."

Y el caso es que hoy ha llegado la tarjeta regalo (30€ para comprar en el Corte Inglés. Es una maldita lástima que El Corte Inglés cuide tan poco su librería). Que he convertido mi culebrón en un relato con notas al pie para el trabajo de Espacio Público (y la ilusión que hace poner en una nota al pie "Lamentablemente, el conductor de un camión se aseguró de que Barthes no estuviera en aquel bar, por lo que X estaba desamparado ante las limitaciones de su lenguaje", no lo sabe nadie). Que la Chica India, ante tamaña evidencia, me permitió no irme a la cama. Que la Chica Rubia es tan majísima que me ha hecho tres perdidas, una por hora, para que esta mañana no me quedase estrepitosamente dormida y perdiera toda oportunidad de imprimir el hasta-ahora-mejor-trabajo-para-el-máster.

El Becario tiene truco, y algún día lo descubriremos.

7.2.10

-ismos...

Hay veces en que te apetece ponerle monumentos a la gente. Como cuando oigo a Mi Ex decir "mira, yo esta noche dormiría contigo". Por Dios, tendríamos que ser todos así. Esa chica no sabe la suerte que tiene de tratar con alguien que dice las cosas tal como son, sin preocuparse por neologismos, eufemismos, y demás.

O como cuando leo Fragmentos de un discurso amoroso, de Barthes; y es que empiezo a pensar que este tío no tiene libros malos. A cambio, ha arruinado el aspecto kamikaze de mi trabajo; ahora, incluso Cuando X encontró a Y parece pertinente en relación con el temario. Nada es perfecto, I guess.

He perdido un espíritu kamikaze a cambio de una base teórica, exactamente igual que he perdido cuatro años de relación a cambio de dos abrazos y muchas, muchas ganas de retomarla.

Y vale la pena.

1.2.10

Terror in the mind of the little orange man

Llevamos semanas jugando con el calendario. Los lunes son los nuevos jueves, los martes son los nuevos viernes... antes o después, los jueves tenían que ser los nuevos lunes, los viernes los nuevos domingos, y así.

El findesemana me ha sido vilmente arrebatado por mi antes defendida inconsciencia permanente. Ha sido un fenómeno la mar de curioso, este de preparar mi examen de mañana.

El viernes era un examen facilón. Ni siquiera un examen; como dice el profesor, "el experimento de venir todos a escribir un ensayo sobre el mismo tema a la vez". Desde mi exceso de autoconfianza, el mayor problema que tenía el experimento en cuestión era que había que escribir un ensayo A MANO. Mi letra manuscrita es una especie de expresión demoníaca de la parte de mi carácter que menos me gusta. Hoy Mi Media Infancia hablaba de grafología en su blog. A mí la grafología me parece una "ciencia" peligrosa porque, si la sigo, podemos concluir que soy una persona insegura, retorcida, complicada, encerrada en sí misma, obsesionada con el sexo, con serios problemas de relación materno-filial y una autoimagen a medio construir. Es decir: lo mismo que dicen tres años de terapia, pero en barato y sin recetas mágicas.

Con esto se pueden hacer una idea de lo que puede ser leer un examen mío. Una tortura que, afortunadamente, suele tener pocas páginas.

Leí el programa, y me quedé satisfecha con la frase de que se valoraría especialmente la capacidad de síntesis y argumentación. Voy bien de ambas cosas, así que a volar.

De pronto, me dio por caer en la cuenta de que el famoso ensayo síncrono y copresente tenía un problema adicional. El título nos lo da él. El título que él puso como ejemplo en clase era algo así como "La creación de la identidad en el contexto de la post-secularización".

Oh, mierda.

Como comentaba con Blue, hace años que no hago un examen. Terminé la carrera en febrero, pero he pasado tres años maravillosos en un centro de estudios que cree en la evaluación continua. Con lo que mi hábito de estudio se resume en: documentación-asimilación-creaciónorientadaalapráctica. Ya no sé estudiar para un examen. Ya no sé cómo reacciona uno cuando le hacen una pregunta y le pidan que demuestre lo que ha aprendido.

Y por eso, yo me había quedado tan ancha con mi estupenda asimilación de aquello de "Del individuo a la masa", que era la parte que me molaba. Pero creer que la importancia de los temas es proporcional al interés que sientes por ellos no tiene sentido en la única asignatura que no impone trabajos de "tema, formato y extensión libres pero razonables". Al intentar componer una visión global del programa, resulta que me había quedado en el 40% del temario. Ataque de pánico #1.

Esa noche, soñé que discutía con alguien sobre Sloterdijk. Nada nuevo, eso de discutir sobre autores en sueños. Un poco preocupante despertarse preguntándose quién será ese Sloterdijk. Un mucho preocupante descubrir que es uno de los autores de ese 40% que daba por asimilado. Ataque de pánico #2, con consiguiente cancelación del plan de peli, palomitas, y apoyo moral al convaleciente Chico Escritor. Afortunadamente, el Chico del Entusiasmo da grandes consejos. Entre otros, el de "lo primero que tienes que hacer ahora es tranquilizarte".

Entonces, sucedió un milagro. Una cosa así de pequeña me transportó a una dimensión espaciotemporal con textura de algodón de azúcar y olor a piruleta de corazón con regaliz rojo. Después de eso, una maratón de siete horas de estudio se hace sin que la sonrisa desaparezca de la boca. Perdonen el momento patrocinado, pero, francamente, merece la pena.

Eso sí: los milagros no duran para siempre. Hoy, tercer día del monotemático "Identidades y Creencias", he hecho dos descubrimientos. El primero, que si hubiese leído desde el principio el artículo de mi profesor que tuvo a bien dejarnos en copistería, me habría ahorrado muchas de esas siete horas. Todas las de localizar documentación accesible sobre la postura de Habermas, para empezar. Ganas de gritar. Se me congela el grito con el segundo descubrimiento.

¿Siempre he tenido todas estas fotocopias de esta asignatura en casa?

Tengo unas ganas enormes de abofetearme. He leído toneladas de libros, artículos, páginas, este cuatrimestre. ¿Cómo narices es posible que no se me haya ocurrido leerme unas fotocopias para la única asignatura de la que tengo examen?

Así que aquí estamos. A 15 horas y media del comienzo del experimento, reafirmándonos en que estudiar la religión en España es traicionar la mirada cosmopolita en un ejercicio de nacionalismo metodológico, porque si lo decimos así en vez de "el último tema se lo va a mirar su puta madre", parece que hemos aprendido algo.

En realidad, creo que he aprendido algo sobre todos estos temas. Al menos, confío en ello. Lo que desde luego he aprendido, es cómo no preparar un examen.

Así que, con los deberes hechos, aunque sea de aquella manera, me voy a dormir con El restaurante del fin del mundo, que es lo único bueno que ha pasado este findesemana, a soñar despierta con que mañana los lunes vuelvan a ser los nuevos viernes y la vida se parezca más a algo que yo sepa controlar.

30.1.10

El maravilloso mundo de la creación colectiva

Que un trabajo tuyo sea capaz de sorprenderte es una sensación maravillosa. Hoy se ha hecho bueno todo eso que estoy leyendo últimamente sobre la creación compartida de conocimiento.

La Chica Mariposa explicaba el otro día en su cumple que parte del problema era que los trabajos no dejaban de mutar. Yo, en cierto sentido, me sentí identificada (dos de mis trabajos tienen relaciones raras entre sí, últimamente), pero no sabía hasta hoy de qué estábamos hablando, en realidad. Y me parece cualquier cosa menos un problema.

Cuando la Chica Mariposa está cerca, los trabajos aburridos y llenos de preguntas y faltos de bibliografía que apetezca leer y que se pueda citar (o una cosa, o la otra, todo el rato) se transforman en una especie de "ficción antropológica" que permite a la Chica Asturias sacar todo su conocimiento del mundo teen y a mí escribir cosas que no escribía desde hace diez años.

Nos reímos como niñas, y encima queda incluso bien.

Nos ha llevado 3 créditos de los de antes, echando cuentas, y me duelen músculos que no sabía que vivían en mi espalda, vale. Pero ha merecido la pena, claro que sí. El trabajo 4/10 es un hito.

Espero mantener este entusiasmo hasta el examen del lunes.

Gracias por todo, reinas :)

28.1.10

Sobre los hombros

Miércoles por la mañana. No les recomiendo en absoluto una sesión de psicoterapia con cerocomatrés de horas de sueño, porque las frases parecen excesivamente largas, todo el rato, y una no tiene nada claro qué leches está diciendo. Probablemente, sandeces. E incluso mentiras.

Pero, eso sí, como dice mi madre, "tú educa, que algo queda". Y el caso es que de alguna manera, me entero de lo que el pobre señor que tengo enfrente me está contando. Porque llego a casa absolutamente incoherente, balbuceando definiciones larguísimas porque no sé decir "la Divina Comedia", y riéndome de prácticamente todo, vivo o muerto, sobre la faz de la tierra. Debo de estar muy divertida, porque Blue no quiere que me vaya a dormir, y yo me entretengo. Yo tampoco quiero irme a dormir. Y entonces, lo suelto, en pleno ataque de autoconocimiento: "Cuando me despierte, me voy a sentir tan culpable..."

Blue se asombra. A cuento de qué, sentirse culpable. Gran pregunta, esa. La de siempre. La de por qué narices en mi cabeza todas y cada una de las cosas que digo o hago deberían haber sido al revés.

Porque me despierto de la siesta, y no, no me siento culpable. Hasta me cruzo mails hablando de tildes y de sonrisas. Me pongo a trabajar, y aunque no termino, avanzo. Voy tachando cositas que hacer, lo cual está bien. Aunque sean sólo capítulos de algo sin terminar, está bien.

Pero debía de ser que había dormido poco. Muy poco. Porque cuando me levanto por la mañana para encontrarme con que la web del Servicio de Empleo de la Comunidad de Madrid sigue sin funcionar, pienso que irme al paro a perder esa mañana en la que tenía que terminar el cuarto trabajo es un justo castigo a mi maldita inconsciencia.

Luego resulta que en el paro casi no hay cola, que me da tiempo a pasar por casa y enlazar todas las partes que aparentemente no tenían coherencia interna, y me voy a comer (¡comer!) con la Rubia, y lo pasamos bien hablando de para qué sirven las grandes putadas que nos pasan y del agobio generalizado. Vamos a la biblioteca y saco otro montón de libros. Aplaudimos al Señor de las Curiosas Iniciales cuando acaba su clase, porque, sí, es genial haberle conocido, y sí, espero pasar muchas veces a que termine de contarnos todo eso interesante que no dio tiempo a ver. Nos toca en la sustitución de hoy una profesora que odiará a los publicistas, puede, pero que es absolutamente fantástica, y que hace que tenga sentido que nos manden el texto de Buck-Morss.

Pero llego a casa y sigo viendo señales y preguntándome cómo puedo tener tan claro que he hecho algo mal sin saber qué es.

22.1.10

Our libido needs an illusion...

Usually, people read the lesson of Freudian psychoanalysis as if the secret meaning of everything is sexuality. But this is not what Freud wants to say. I think Freud wants to say the exact opposite. It's not that everything is a metaphor for sexuality, that whatever we are doing, we are always thinking about that. The Freudian question is, but what are we thinking when we are doing that?

If I may be a little bit impertinent and relate to an unfortunate experience, probably known to most of us, how it happens that while one is engaged in sexual activity, all of a sudden one feels stupid. One loses contact with it. As if, "My God, what am I doing here, doing these stupid repetitive movements?" And so on and so on.

Nothing changes in reality, in these strange moments where I, as it were, disconnect. It's just that I lose the fantasmatic support. In sexuality, it's never only me and my partner, or more partners, whatever you are doing. It's always... There has to be always some fantasmatic element. There has to be some third imagined element which enables me to engage in sexuality.

(...)

Why does our libido need the virtual universe of fantasies? Why can't we simply enjoy it directly, a sexual partner and so on? That's the fundamental question. Why do we need this virtual supplement?

Our libido needs an illusion in order to sustain itself.

(Slavoj Zizek - The pervert's guide to cinema)

14.1.10

Reniego de Peirce

El mitólogo vive la acción revolucionaria sólo por procuración: de ahí el carácter de prestado que tiene su función, ese algo de un tanto rígido y un tanto aplicado, de confuso y de ex­cesivamente simplificado que marca toda conducta inte­lectual que se funda abiertamente en lo político (las literaturas "no comprometidas" son infinitamente más "elegantes"; encuentran su lugar adecuado en el meta-lenguaje).
(...)
El mitólogo está condenado a vivir una sociabilidad teórica; en el mejor de los casos, ser social, para él, es ser verdadero: su mayor sentido social reside en su mayor moralidad. Su relación con el mundo es de índole sarcástica.
(...)
La cópula tiene aquí un sentido exhaustivo: para ese hombre hay una noche subjetiva de la historia en la que el futuro se vuelve esencia, destrucción esencial del pasado.

(Barthes - Mitologías)

Lamentándolo profundamente, contra un señor así todo el rigor y la honestidad teórica del mundo no tienen nada que hacer.

17.12.09

"Vamos, valiente... Salta por la ventana"

He tomado una resolución. Como socióloga probablemente no seré nunca nada por encima de mediocre. Como semiótica, me quedaré bastante por debajo de eso, porque en realidad creo que no me termina de convencer como enfoque. Pero la publicidad se me daba bien, o eso creo. Así que me voy a crear una marca personal. Y como ya desde la primera clase hubo quien dijo: "he identificado a la voz disonante"; como mis compañeros todavía no tienen claro si soy una feminazi o un machista encerrado en un cuerpo de mujer; como cada vez que hablo me salgo por la tangente; como una de mis profesoras dijo: "retiro eso de que estás mentalmente sana", he decidido que lo que mi público reconoce es la polemización. Sobre nada, eso es lo de menos. Juguemos a Gorgias.

Así que acabo de terminar mi primer trabajo kamikaze. A pesar de que esta mañana me sentía bastante más razonable que ayer, al final creo que no he sido suficientemente sensata y que las modificaciones que he añadido no dejan de ser retoques estéticos; y que sigue siendo una barbaridad de comentario. Por otra parte, es una barbaridad de comentario a un anuncio aberrante, así que es probable que no sea del todo incoherente...

Y de pronto me siento fuerte y como he descubierto recientemente que lo que yo pensaba que era el Ensayo sobre el don sólo comprende las 22 primeras páginas, me acabo de descargar nada menos que un facsímil de la edición original en francés. Igual, hasta me la leo. Total, todo es ponerse, eso es lo que hemos aprendido, ¿no? Quién nos iba a decir a nosotros que íbamos a dar a Beck por sabido antes de que llegase navidaz. Y sin embargo, lo hemos hecho.

Así que claro que podemos: con los tres trabajos súbitos que hay que hacer para la asignatura de la mujer que nos dio sólo tres clases, con la presentación de proyectos de investigación sin saber en qué consiste exactamente un proyecto de investigación, y con lo que haga falta. Como en el examen de conducir, cerraremos los ojos y veremos dónde se pone el coche, y esperaremos fervientemente no haber agotado toda la suerte que nos tocaba en el curso 2002-2003.

1.11.09

Empollona multidimensional

Quienquiera que tuvo la fantástica idea de ilegalizar el katovit no pensó en Bolonia.

Llegas a clase por primera vez y tus preocupaciones son si se habrá mantenido el precio de la cerveza (no), comerte una tostada grasienta para merendar ("la plancha está apagada"), si tendrás suficientes vaqueros ahora que no piensas ponerte otra cosa hasta junio (claramente tengo de menos, pero eso no se arreglará hasta las rebajas), y si sentarte en la segunda fila te condicionará y tus nuevos amigos serán unos seres extraños venidos de otro planeta (puede ser, pero por encantadores, más que otra cosa).

Luego sales de clase llorando porque eres una imbécil y tienen que venir el Chico Cósmico, tus suegros, tus padres, y el carnet de biblioteca de la Chica India a recordarte que tú siempre has querido ser Cortocircuito y que el hábito hace al bibliófago, pero eso lleva un poco más de tiempo.

El segundo día, una señora muy simpática y entrañable por su enorme parecido con mi cuñada en los meses pre-Sobrino, te explica lo que está pasando: Bolonia multiplica el número de horas de cada crédito, suponiendo un número de 15 horas por crédito de trabajo que haces por tu cuenta y riesgo, fuera de clase.

Ya, pues qué bien.

Sigo sin un carnet propio de la biblioteca (aunque estoy francamente enamorada de la Biblioteca Central de la Comunidad de Madrid), y con muchos vicios adquiridos de mi fugaz vida feliz como parada (véase todo juego de granjas de Facebook, como botón de muestra). Tengo un trabajo sin el que no puedo pagar el máster, y tengo una casa claramente dominada por una especie superior de apariencia pelusil. Tengo una coneja a la que hay que obligar a hacer ejercicio y medicar una vez al día por burra que se ponga.

Y tengo seis libros sobre la mesa, de los cuales cuatro deberían estar leídos mañana por la tarde.

Desde que empezó el máster, he leído Qué es la globalización, Ideas y creencias, La sociedad red, El poder de la identidad, Un mundo desbocado, El advenimiento de la sociedad postindustrial, El orden del discurso y La semiosfera I y aun así tengo la sensación de haberme metamorfoseado en conejo de Alicia y llegar tarde a todas partes.

Tengo una agenda construida de piezas de lego de compromiso que implican que haga montones de fines de semana que no tengo hueco para la improvisación. Y eso sí que me saca de mis casillas.

Lo que no tengo, parece ser, es el cambio de chip que uno debería tener cuando hace un máster. Dicen por ahí que debería estar recluida y haciéndome exponencialmente más sabia por fracciones de media hora, pero el caso es que yo lo que pienso es en la noche de la pegatina del Independance, en la cantidad de llamadas perdidas, en gente que ha desaparecido a la que quiero buscar, en proyectos vitales que sonaban genial hace tres semanas del tipo de producir cortometrajes, en resolver mis problemas de licencia con Adobe, en mi novela sin título, en ordenar cajones, en leer narrativa en vez de ensayo.

He cambiado como institución en mi bolso mi libreta de cosasquequierohacer por mi nueva libreta de apuntesparaunatesiskamikaze. Y el caso es que si no estuviera tan convencida de probar mi teoría, no habría pasado horas leyendo un blog de una persona a la que acabo de conocer y de la que ahora conozco su lista de objetivos de 2009 y su Hitlist de su último cumpleaños (o al revés). Y que esa persona mola mucho y que en realidad me interesan más mis compañeros que mis lecturas. Y aprender portugués y hasta pasar unos días en Somosaguas. Y leer a Bataille, que no cuenta ni sale en ningún programa, pero que hace que al Chico Que Creí El Chico Morado le salgan chiribitas por los ojos.

Decisión novísima: voy a combinar las dos libretas. Y voy a apuntar en la que realmente mola que necesito muchos apodos; porque tengo intención de hacer muchos amigos, de tomar muchas cañas en Argumosa, de descubrir cuántos puntos de vista pueden llevarte a la misma clase, de debatir sobre la quiebra de la política en España y el papel de la mujer en la sociedad brasileña. Alrededor de unas tapas, y no de una pizarra.
Quiero aprendérmelos a todos.

Ea.