Salimos.
A pasear, caminar, conversar. O por lo menos esa era la
idea. El centro comercial estaba más o menos vacío como siempre a esa hora,
algunas tiendas recién abrían, el cine estaba aún cerrado.
El chiquillo me miraba con una sonrisa boba de esas que
se dan cuando te interesa alguien… y yo, bueno yo también sonreía, la compañía siempre
es buena.
Entramos a mirar unos polos, se acercó un vendedor y me
dijo: -¿Está buscando algo para su hijo?
Yo me puse rojo y el empezó a reír. Maldito seas- pensé.
-En realidad algo para mí, aunque mejor prefiero una
camisa- dije esquivándolo.
Una vez afuera me dijo: -papá me compras una gaseosa,
jajajaja
-idiota- le contesté y ambos reímos.
Nos sentamos a comer un helado y le explique claramente
que no tenía intención de tener nada con él. El me miro, comprendió, mientras
se distraía con mi folder de “los vengadores”.
Es inevitable pensar que soy un hombre adulto de más de
30 años, ni yo me la creo, él puede ser mi hijo, mi hijo, ese con el que
fantaseo y que debe tener 17 años ya.
Por qué si no lo sabes siempre suelo fantasear que tengo
un hijo de 17 años, si es que no hubiera pasado lo que paso (y que conté en
este post) hoy día seria padre de un adolescente, yo quisiera que el fuera
chinito, flaquito y otaku, que le guste Super junior o Perfume, que quiera
aprender coreano o japonés en vez de inglés y claro que sea gay o por lo menos
bisexual; o en todo caso heterosexual, alto, larguirucho, y que sea videoblogger.
Yo sé que tu no entiendes mis deseos de paternidad, no lo
he explicado en el blog, quizás lo haga más adelante. Pero mi instinto paternal
me juega malas pasadas, y no puedo evitar sentir algo de cariño cuando un
adolescente se siente atraído hacia mí. Pero en este caso, no.
No porque no me guste, supongo que de aquí a 4 años
estará muy bueno (¡sus abdominales por Dios!) sino que no lo veo como él a mí.
Me da ternura,
quiero engreírlo, abrazarlo, jugar con él, pero no más.
¿Él que verá en mí? No lo sé.
Hay historias en las que siempre he escuchado en que los jóvenes
tratan de aprovecharse de gays mayores, pero este no, ha pagado su china desde
el barrio hasta el Mall y nunca ha insinuado nada (o por lo menos todavía no XD).
Además yo sigo con un lio sentimental, no neguemos eso,
sumado a que este niño precioso es hermano menor de un chico con el que ya tuve
un affaire y del que escribí en este post.
Nos regresamos caminando con nuestras Pepsi heladas, conversando,
y antes de despedirse me da una carta. Cuando ya lo voy a abrir, me dice que
no, que roche, ábrelo en tu casa.
Al llegar a casa luego de bañarme me tiro en mi cama, y
abro su carta:
Yo era como una mascota, no me veías de otra forma, pero
yo sabía que tú eras para mi.
Ya son años, y paso, y mi hermano se fue, y nunca más te
vi.
Y a veces te recordaba. A veces no. Pero verte otra vez,
y fue que todo volvió.
Sé que no ya, pero yo quiero que si. Pero si estás
leyendo esto es porque sospecho que ya me dijiste no. Y sé que eres mayor (o yo
muy menor) pero no me importa. Te quiero decir que te quiero, aunque solo sea
como amigos que podamos ser. O no ser. Quiero que sepas que no importa que yo
tendré 18 algún día y que te buscaré otra vez. O tal vez no, pero ahora,
ahorita creo que quisiera tener 18 y que por lo menos haya la oportunidad de
que me vieras no como un niño sino como otra cosa pues.
Esperaré que estés listo para mi.
KL