Me gusta la manera en que mira, me pone atención, me
escucha; no como el último imbécil con quien salí; que de tanto en tanto miraba
su blackberry para ver las últimas actualizaciones de los huevones que lo
gileaban (ok, eso no lo sé a ciencia cierta).
Sentaditos ahí mirando el mar, mientras comemos pollito. Rico.
Pero en nuestra conversa amena (mientras tú me comentas
de tu rol como enfermero y como yo voy haciendo malabares para llegar a fin de
mes con los pingües ingresos fruto de mi trabajo de años) se deja entrever un
pequeño e imperfecto detalle. Tú quieres algo serio y yo solo salir un rato y
distraerme.
¿Cómo decirte que lo último que espero es iniciar algo
ahora?
Por la ventana mientras vemos la oscuridad del mar y esa cruz lejana y
luminosa que nos vigila a la distancia, me quedo pensando por un momento que
puedes ser tú...
...Ese hombre indicado que uno espera toda la vida, y que al
parecer todos están buscando menos yo.
No quiero relaciones absorbentes, ni
vernos cada noche, ni las llamadas de Te quiero, ni los mensajitos cariñosos,
ni las horas de skype calentonas.
Ahora no quiero nada. No tengo ganas de nada. Con esta apatía reciente por iniciar algo, con
esta mezcolanza de sentimientos encontrados me veo en la penosa tarea de
decirte que no soy lo que buscas.
Me arrancas un ‘Quizás’, uno que tiene sabor a pue’ que
si, pue’ que no.
En tus ensortijados cabellos y sonrisa franca se puede
ver tu belleza, en tu conversación lacónica pero interesante tu inteligencia,
en tu mirada se adivina tu alma buena… y yo, lo último que quiero es corromper
todo eso.
Te regalo alguno de los stickers del blog y mi tarjeta de
presentación te parece graciosa. Tú me sacas un regalito. Mi sorpresa aumenta y
descubro al abrirlo que es un pequeño Bumblebee.
-Es para tu colección- me lo dices sonriendo.
Me encanta. Te lo digo. Me enterneces.
Todo queda en quizás y una bonita amistad. No quiero nada
más. No quiero malograr nada ahora. No quiero mentirte con un ‘intentemos’.
La noche es fría, ya estoy mejor de mi garganta, me sonríes, me abrazas,
tomas un taxi para Barranco, y me quedo mirando mi nuevo juguetito.
Si hubieras
llegado en otro momento serias mi chico ideal.