De mi infancia recuerdo como disfrutaba el paso de las estaciones... era algo mágico y especial, que sugeria que hasta lo previsible puedia ser sorprendente.
El otoño marcaba el principio del año, con el comienzo de las clases, todo era nuevo y exitante. El barrio se llenaba de hojas secas y el devenir curjiente de mis pasos de niña, no pasaban aun de las guillerminas numero 30.
Mas tarde llegaba el sol brillante de invierno y el viento helado pegando sobre nuestras caras cuando volviamos de la escuela, cruzando sola la calle, como gesto absoluto de independencia y autonomia.
Pero tambien, mi infancia era el día de la primavera, el pic-nic , la vianda que preparaba mamá y que siempre era mas rica que la ajena. Si por un minuto pudiera volver a subir mi bicicleta turquesa... a mis patines... a los trazos torcidos de la rayuela en la vereda. Porque con la primavera, los dias se volvian mas largos, y todo era invadido por el olor al pasto recien cortado, o a la deliciosa tierra mojada tras la tormenta.
Y luego, el infinito verano, con su soledad de chicharras , la pelopincho y las siestas .
Aca estoy con mi muñeca Susana al año.
Con el Topo Gigio y los Malvones de mamá.
A los 4 años con mi cartita tejida crochet.
Una nena grande egresada del jardin.Jaja.
Agradezco a mi familia por lo feliz que fui en mi niñez, a mis padres, por la contencion, los limites, las palabras lindas, a mis hermanos, por las siestas eternas, que disfrutabamos tanto ( no dormiamos por supuesto) por las vacaciones, por la libertad de mi barrio.
Nos pasamos nuestra infancia jugando a "ser grandes" y ahora que lo somos cuanto deseamos volver a ser niños...
Hoy estamos invitados a la "Fiesta de enlaces "