Hace un par de años, el estudio catalán Undercoders tuvo a bien publicar un juego basado en uno de esos vídeos que, uno no sabe bien por qué, se pone de moda en internet. Ola k ase, juega o k ase? empezó como un «homenaje» al famoso meme de Internet, uno del que incluso el «rapero» Lory Money hizo un videoclip, y acabó siendo un endless runner desenfadado donde casi todos los memes habidos y por haber de la red de redes tenían cabida. Al fin y al cabo es una seña de identidad de este estudio el aprovechar temas de actualidad para pasarlos por un filtro humorístico y ofrecer entretenimiento a costa de la actualidad, y ahí están Angry Ramos o Sad Ronaldo para demostrarlo.
De todas formas, pese a su simpatía, Ola ke ase, juega o ke ase? es un juego bastante mediocre, que no aporta nada que no sea humorístico al concurrido género. Tal vez por eso, en el momento de diseñar su secuela, se haya optado por continuar en el género dividiéndolo en escenarios y añadiéndole una trama.
¡Nos han robado las burguers!
Ola k ase vive tranquila en Miracle World, jugando a juegos retro y comiendo hamburguesas. Su vida es feliz y no hay nada que la perturbe, al menos hasta que llega un malvado hotdog alienígena y roba todas las burguers. Evidentemente, nuestra llama favorita no se quedará quieta, y recorrerá todo el mundo con tal de recuperar sus adoradas burguers.
A partir de este momento se inicia una trama llena de referencias a memes, chistes, juegos clásicos de la era de los 8 bits y apariciones estelares del mejor vendedor de videojuegos del planeta. Pese a su simpleza y su locura autoconsciente, el simple hecho de tener un hilo conductor sube el interés a avanzar en la partida, pero no es la trama lo interesante del juego.
Niveles con aroma añejo
El punto fuerte de Retrola k ase in Miracle World es un buen diseño de niveles. Basándose en la época de los 8 y 16 bits, se abandona la aleatoriedad de la precuela para presentarnos breves escenarios con la dificultad medida al milímetro.
Como ocurría con ciertos plataformas de las viejas consolas de Sega y Nintendo, un salto a destiempo o un error de cálculo, acaba con tu personaje criando malvas, y en este caso concreto, al no poder controlar la velocidad de avance —no olvidemos que sigue siendo un runner para mayor comodidad jugable en móviles—, cobra aún más importancia el ritmo y cálculo de los saltos, más cuando empezamos a tener a nuestra disposición una serie de vehículos que variarán la velocidad y el arco del salto de nuestro personaje.
Afortunadamente tendremos una herramienta correctiva a nuestra disposición, pues si Ola k ase come hamburguesas en su recorrido ganará un escupitajo de destrucción masiva que acabará con todo lo que se nos ponga por delante. Éste poder nos da un cierto margen de maniobra aunque presenta algún defecto de colisiones al no acabar con enemigos voladores si el personaje no está a la altura adecuada, o con los enemigos terrestres si la llama no tiene los pies en el suelo pese a que el disparo les alcance.
Para que este buen y exigente diseño de niveles funcione se requiere un buen control, y Retrola k ase in Miracle World, como he comentado anteriormente, abraza su lado runner para que el usuario del teléfono táctil sólo deba preocuparse de dos grandes botones que harán la función de salto y disparo. El control es cómodo y responde muy bien en la mayoría de ocasiones, si bien el botón de salto ha dado algún error de respuesta en momentos en los que había que hacer un uso intensivo del mismo.
Además, tras una serie de escenarios, se nos presentan luchas contra jefes de final de mundo. Estos combates pondrán a prueba nuestros reflejos en un combate de piedra-papel-tijera-lagarto-spock donde primará pulsar el botón correcto en el momento adecuado hasta que la barra de vida de nuestro enemigo quede vacía. Un cambio de tercio que sorprende al principio y homenajea con cariño al título de Master System del cual toma prestado el mundo (y las hamburguesas de sus versiones occidentales).
Amor al medio
Para completar el conjunto, Retrola ke ase in Miracle World es una muestra de la absoluta adoración de Undercoders a la época de los 8 y 16 bits. Desde su aspecto pixelado, pasando por esas melodías hechas con un sintetizador que emula el chip de sonido de la vieja NES, y terminando por esa innumerable cantidad de referencias y homenajes que pueblan el juego desde prácticamente la pantalla de inicio a juegos clásicos de las consolas de Sega y Nintendo.
Hay películas que son concebidas como una carta de amor al cine, y, en cierto modo, Retrola k ase in Miracle World viene a ser lo mismo con los videojuegos. Es cierto que no deja de ser un runner para pasar un rato, con un buen diseño de niveles y divertido, en absoluto una obra maestra, pero no por ello el mensaje tiene menos fuerza. Además, tiene un precio irresistible: es gratis, y sólo por ello ya merece la pena coger vuestro iphone o ipad y bajar el juego para dar unos cuantos saltos con nuestra llama comedora de hamburguesas.