Mi primer acercamiento a los JRPG fue en 1994 cuando acudí a una tienda de videojuegos en Valencia y vi un título llamado Phantasy Star que pude adquirir a cambio de otro juego –creo recordar que fue Forgotten Worlds– y 1000 pesetas, para los jóvenes unos seis euros. Conocía este juego gracias al mítico catálogo de juegos de Master System, y en él sólo aparecía el nombre y la heroína en pantalla. No había leído absolutamente nada en las revistas de entonces, pues era un juego anterior al lanzamiento de la Hobby Consolas, pero me prometía viajes en el espacio y, sobre todo, aventuras. Así que, como chaval de 14 años que era, no había nada que me apeteciese más que meterme una aventura espacial entre pecho y espalda. Y más con una chica como protagonista.
Al poco de poner el juego en marcha, y tras una escena de vídeo donde muere tu hermano y juras venganza, comienzas a pasear por la ciudad, y sales fuera de ella. Al avanzar unos pasos te ataca una mosca. La derrotas. Si sigues avanzando –como hice yo la primera vez que jugué–, es muy posible que te vuelva a asaltar unos pasos más tarde otro insecto, y como tengas la mala suerte de que sea un escorpión lo mas normal es que te mate y tengas que volver a empezar. Así que la estrategia es acabar con un enemigo, volver a donde te curan, y guardar. Así hasta que subes algo de nivel, ganas unas mesetas, te equipas, y ya puedes jugar normal. Y el juego ya discurre con una normalidad poco común para aquellos tiempos desde ese momento, especialmente cuando empiezas a incorporar miembros en el equipo y van progresando cada poco tiempo.
Estas sensaciones recuperé al enfrentarme al casi «remake» del clásico y –terrorífico–, Hyperdimension Neptunia de Playstation 3. Y digo clásico porque a raíz de este juego no sólo ha aparecido una saga, con sus spin-offs correspondientes, sino que también ha llegado una serie de animación, y esta saga ha sido capaz de llegar a donde el título SEGAGAGA no pudo: a ser el referente filochino de las metareferencias videojueguiles. Por suerte tras los arreglos que añadió Keiji Inafune a la secuela, y que se han mantenido en Hyperdimension Neptunia Victory, la versión para Playstation Vita lo tiene todo para ser un JRPG de lo más recomendable.
Pero con todo, tiene un inicio bastante duro. Neptune (que viene a representar esa semi Saturn que no llegó a lanzar SEGA pero de la que hay varios prototipos) ha sufrido un ataque por parte del resto de las consolas (Playstation, Wii y Xbox) que le ha dejado amnésica. Por desgracia, ese no es el mayor problema que asola Gameindustry, sino que ahora la piratería es una verdadera amenaza, que iremos viendo como avanza poco a poco.
Para poder avanzar en el juego Neptune y sus amigas –todos los personajes del juego son chicas– entrarán en diferentes escenarios hasta arriba de enemigos, que por suerte podremos esquivar o atacar a nuestro antojo sin quedar a merced de encuentros aleatorios. Las primeras horas son muy duras, y aunque hay una gran cantidad de posibilidades de mejora de nuestros personajes, nos encontraremos que el mejor camino es derrotar a una gran cantidad de enemigos, salir de la pantalla, recuperar nuestra vida, guardar, y volver a empezar -lo que se conoce como «grindear» en el argot del género. Y eso que, como he dicho, la profundidad del juego es bastante notable. Por un lado, podemos comprar objetos y equiparnos con diferentes armas y armaduras. Neptune –y las otras «diosas»– tienen un modo especial que les permite ser más poderosas, y este modo tiene sus propias partes. Podemos grabar nuestros cd’s –o disquettes, cassetes, hds…– y con ellos mejorar nuestro personaje. También crear distintas combinaciones entre las que se incluye un ataque especial que se realizará una vez se haya derrotado a una cantidad de enemigos por nivel. Y además, durante el juego nos iremos encontrando con «planes» que nos permiten desde cambiar las reglas del juego a hacer aparecer objetos especiales una vez hayamos recogido los materiales necesarios.
Pero todo eso, realmente, lo empezaremos a disfrutar en el momento en que ya tenemos más de una diosa a nuestra disposición, algo que llega con la partida bien avanzada. Hasta entonces se sufre y se disfruta, porque el juego es divertido y su sistema de combate no es para nada aburrido, pero si, como hemos dicho antes, resulta algo exigente con la paciencia del jugador. Aparte de este detalle, nos encontramos con un juego realmente recomendable. Su historia y personajes, si bien caen un poco en el fanservice, el bishojo o el rollito moe, son realmente entrañables, simpáticos y bien construidos. Vamos, en seguida se diferencian las personalidades de cada una de ellas, e incluso podemos usarlas para la batalla ya que tiene un sistema de mejora de relaciones que, si bien necesita de incluso más «grindeado» que el juego en sí, incrementa las opciones de combate.
Por lo demás, queda poco que contar. Su desarrollo ocupa alrededor de 50 horas, incluye muchísimas referencias al mundo del videojuego –especialmente al japonés, pero gracias a Lady Vert algo del americano también–, presenta un apartado gráfico más que digno para Playstation Vita, alguna canción memorable, y un universo que ya sabemos que va a continuar en sus dos secuelas.
No se vosotros, pero este año creo que es el mejor juego de este estilo que podremos jugar, tanto en Vita, como en el resto de plataformas. Aunque a veces sea duro, y tal vez no sea para todos los públicos. Si podéis, disfrutadlo.