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Compendio III
(Nota de Marco: Estimado lector, hace mucho tiempo he tenido el deseo de contar esta historia. No tiene contenido erótico y es bastante larga, aunque fue la forma que logré que mi buen amigo Nelson pasara a ser parte de mi equipo, removiéndolo de una relación tóxica. Espero que sea de su agrado e interés.)
Hace mucho tiempo atrás, mencioné que mi primer puesto aquí en Australia consistió en trabajar en una faena minera a unos 120 km al oeste de Broken Hill y unos 350 km al noroeste de Adelaide. En ese tiempo, Marisol y yo estábamos recién casados viviendo en Adelaide y mis gemelas estaban gestándose en el vientre de mi amado ruiseñor.
El clima era horrorosamente cálido, ya que estábamos ubicados en una zona desértica, montañosa y remota, con unos cuantos poblados esparcidos a los alrededores, aunque la compañía nos mantenía cómodos en casas prefabricadas con las suficientes comodidades para atender y entretener al personal durante nuestros extensos turnos de siete por siete.
Al ser una veta nueva y presentar varios problemas para la puesta en marcha, gran parte del personal deambulaba sin funciones fijas de un lugar a otro, sin nada concreto que hacer. En este ambiente llegué yo, proviniendo de un país del tercer mundo para tomar las riendas como jefe de faena de extracción.
Como podrán imaginar, fui recibido con bastante escepticismo, puesto que fui el único hablante del español asignado a un cargo importante, por lo que ni siquiera tenía el respeto del personal bajo mi mando en esos tiempos. La única excepción fue Nelson, quien trabajaba en el área de planificación.
Si pudiese describir a Nelson, sería la imagen de un “Gigante gentil”: No es particularmente demasiado alto (debe medir alrededor de 1.86- 1.90 m de altura), con un cuerpo grueso que no es gordo, ni tampoco demasiado musculoso. En esos tiempos, tenía una actitud calmada y era bastante receptivo. Nos volvimos amigos relativamente rápido, puesto que los 2 compartimos un entusiasmo genuino por la ingeniería, resultándole muy refrescante mi curiosidad innata ante cualquier proceso minero y mi mentalidad “creativa y fuera de la caja” le ayudaba ocasionalmente a resolver problemas o bien, le entregaba inspiración para resolverlos. Incluso, fue uno de los primeros que me dio su apoyo al enterarse de mi relación con Hannah.
Pero en esos tiempos, mi amigo salía con una mujer llamada Scarlett. La mayoría de sus compañeros de departamento se burlaban de Nelson sobre su novia, considerándola un peligro debido a su naturaleza posesiva, materialista, controladora y traicionera. A diferencia del resto, yo le prestaba a Nelson un oído amistoso, escuchando sus quejas sin causar prejuicios.
Durante uno de nuestros turnos, Nelson nos anunció que había hecho una reserva para un crucero de 2 meses en el Caribe junto a Scarlett, una inversión financiera significativa planeada con 4 meses de antelación. Mientras que el resto del personal lo seguía molestando sobre su relación sentimental, aun así, estaban contentos por Nelson.
Sin embargo, cuando el turno de la supuesta partida de Nelson llegó, me sorprendí al ver a mi buen amigo todavía trabajando. El resto del personal molestó a Nelson, acusándolo que la mentira del viaje fue bastante graciosa, con mi amigo aceptándolo sin protestar. Cuando yo se lo pregunté en privado, Nelson me reveló que Scarlett había no solo cancelado la reservación de mi amigo y su boleto de vuelo, sino que había mejorado su propia reservación, permitiéndole volar en primera clase al Caribe y pasar 4 meses en el crucero.
Impactado por esta revelación, compartí la realidad con mi equipo, quienes ya confiaban en mí como su jefe. Mis hombres, tipos con familia y responsables, sugerían cobrar venganza contra Scarlett por lo que le había hecho a nuestro amigo. Algunos propusieron sobrepasar la línea de crédito de las tarjetas de Scarlett para ocasionarle un estrés financiero, pero dado que era Nelson quien pagaba sus tarjetas, les indiqué que esto terminaría perjudicándole a él.
Durante el tiempo que pasé en faena, mi necesidad de cobrar represalias permaneció en mi mente. Sabía que Nelson era un tipo sincero y honesto que rara vez se quejaba, por lo que mantuve su nombre en mi mente incluso cuando después fui trasladado a Melbourne.
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Pasaron los años. Estaba trabajando ya para Sonia y el incidente con Maddie acababa de ocurrir. Bajo las condiciones que le di a Edith, mi CEO, era que empezaría a trabajar desde casa encontrando personal que me reemplazara en la oficina. Gloria, mi secretaria, fue mi primera elección.
•Parece una buena elección. – comentó Sonia al leer el currículo de Nelson.
-Sí. – le respondí, un tanto inquieto. - Él cumple con los requerimientos. Lo que me preocupa es Scarlett, su pareja. Ella puede ser un problema.
La oficina de Sonia es espaciosa y elegante, pero su diseño se enfoca en eficiencia en lugar de opulencia. Tiene unos amplios ventanales que la bañan con luz natural, con un par de sofás y una mesa de centro para reuniones con clientes, pero tiene un escritorio moderno y robusto con una computadora de última generación. Las paredes tienen algunos estantes con libros y unas cuantas obras de arte moderno, dando a la oficina un ambiente profesional, pero agradable.
Sonia me miró extrañada.
•¿Scarlett? ¿Por qué ella sería un problema, si estamos contratando a Nelson?
-Scarlett es manipuladora, materialista y traicionera. Podría traernos dramas innecesarios y complicaciones, especialmente en eventos corporativos. A diferencia de mi ruiseñor, que es elegante, sensata y fiel, Scarlett es todo lo contrario. Me preocupa el caos potencial que podría traer si se mezcla con la administración o se involucra en la vida laboral de Nelson. - señalé, mirándole serio.
Sonia me miró molesta, cruzando sus brazos.
•Entonces, ¿Para qué me propusiste su nombre en primer lugar si no estás seguro de él?
-Porque Nelson tiene talento y tiene gran potencial. Pero Scarlett… es una bomba de tiempo. Me preocupa que cause problemas.
-¿Y qué quieres hacer, Marco? – me preguntó, ajustándose los lentes como acostumbra a hacerlo cuando analiza la situación. – Es obvio que tienes a Nelson entre las cejas para que forme parte de tu equipo, pero este problema con Scarlett parece molestarte.
-Es que no estoy seguro. – le respondí inquieto, pero sincero. – Mi intuición me dice que Nelson es la decisión correcta.
Sonia sonrió, echándose para atrás divertida.
•¿Tu intuición, dices? – comentó en tono burlón. – Bien, ya sé para dónde vamos entonces. Gracias a eso, soy tu jefa, a pesar de que tú y yo sabemos que puedes hacer mi trabajo igual de bien.
-Bueno, tú eres la que tiene paciencia para lidiar con gerentes y personas arrogantes. – Le respondí.
•Sí, tienes razón. – admitió satisfecha. – Entonces, ¿Cuál es tu plan?
Me senté mejor, en vista que tenía su atención.
-Déjame averiguar más sobre la situación de Nelson. Quizás haya una manera de separarlo de Scarlett sin causar problemas.
•Está bien. Confío en tu intuición, Marco. Asegúrate bien. Pero ten cuidado, porque puede explotarnos en la cara si sale mal.
-De acuerdo. Empezaré a hacer investigaciones discretas.
•Bien. Mantenme al día. - comentó, cerrando la reunión. - ¿Marco?
-¿Sí?
•Saldremos adelante. Siempre te las arreglas.
-Gracias, Sonia. Te lo agradezco.
Y me puse en contacto con mi amigo. Físicamente, se veía más avejentado y cansado. Vivían en Mildura, hacia el sur de Broken Hill. Luego de ponernos al día, me sorprendí al ver que mi amigo permanecía en la misma faena minera en su mismo cargo, siendo que acá es más frecuente la posibilidad de reubicarse en otro yacimiento.
-¿Qué tal estado tu vida? ¿Cómo van las cosas en casa? – pregunté más cordial.
Mi amigo suspiró…
>Todo bien. – respondió no muy convencido. – Solo que Scarlett pasa más tiempo con Erik…
Le miré extrañado.
-¿Erik? ¿Quién es él? – pregunté confundido.
Los ojos de Nelson se veían desolados.
>¿No te lo dije? – preguntó, tratando de esbozar una sonrisa. – Cuando Scarlett volvió del crucero, vino con Erik. Le conoció en Jamaica y según ella, fue una especie de guía espiritual, enseñándole nuevas experiencias. Cuando volvió, me explicó que necesitaba ayuda y ella le estaba brindando un apoyo, ¿Me entiendes?
Honestamente, me dolió ver a mi amigo así. Era claro que, para ella, mi amigo era un estorbo y le interesaba solamente su dinero. Nelson nunca me diría que ya no dormían juntos y que el tal Erik había tomado su lugar en la relación, dado que el viaje en sí tomó lugar 4 años antes.
-¿Y trabajan? – pregunté, intuyendo ya la respuesta.
Mi amigo sonrió dolido…
>Sabes bien que no. – me respondió. – Scarlett dice que con el dinero que gano es suficiente y que ella es una dueña de casa. Erik, en cambio, le ayuda.
-¡Amigo, no puedes seguir viviendo así! ¡Esto te está matando! Dime algo, Nelson, ¿Todavía la amas?
La voz de mi amigo se quebró y sus ojos se humedecieron.
>No, Marco. Ya no la amo. – confesó dolido. – Pero ¿Qué puedo hacer? Ella lo controla todo: nuestras finanzas, la casa, las compras. Me siento atrapado.
En esos momentos, apretaba mis dientes con furia, impotente ante la situación. Mi amigo era ahora la sombra del tipo que conocí y aunque quería tirarle el salvavidas, sabía lo que eso conllevaría.
-Amigo, te llamaba porque quiero ofrecerte un puesto de trabajo acá en Melbourne. Es una excelente oportunidad para ti y pienso que eres perfecto para el cargo. – le ofrecí, notando cómo sus ojos se ilusionaban ante la oportunidad. – Pero tu situación con Scarlett y Erik… es un riesgo.
Me sentí terrible al ver cómo le arrebataba las esperanzas de su rostro lánguido, pasando a la resignación.
>¡No te preocupes, Marco! ¡Te entiendo! – comentó, mirando el piso derrotado.
Pero ver a mi amigo así no iba conmigo. No quería llenarle de ilusiones y robárselas.
-¡No, amigo! ¡No es eso! – insistí con firmeza, aunque complicado. - ¡No te rindas, amigo! ¿Quieres dejarles? ¿Confías en mí?
Mi amigo alzó la mirada, esperanzado. La chispa de mi antiguo aliado todavía brillaba.
>¡Sí, me gustaría! – respondió con más convicción. – Pero ¿Cómo? ¿Cómo puedo salir de este problema?
Le sonreí como solía hacer en faena…
-¡Déjamelo a mí, amigo! – respondí más confiado. – Tengo experiencia en este tipo de situaciones y ten confianza en mí. No me daré por vencido. Te sacaré de ahí y te traeré conmigo.
Mi amigo no se esperaba mi respuesta. Pero luego de haber comprado la casa de mi avaro, abusivo e infiel suegro gracias a artimañas, estaba empezando a fraguar una estrategia para lograrlo.
Mi amigo no pudo contener las lágrimas…
>¡Gracias, Marco! ¡No sé qué habría hecho sin ti! - me dijo agradecido.
-¡Tranquilo, amigo! ¡Todo saldrá bien!
Y luego de volver a encontrarme con Sonia, empezamos a organizar un plan en papel.
Mi primera prioridad era que debíamos contactar a una agencia de detectives para averiguar sobre Scarlett. Era necesario obtener información de sus finanzas, hábitos y cualquier tipo de cosa que pudiésemos emplear.
Sonia, más práctica, concordó que además necesitábamos asegurar las finanzas de Nelson. Si Scarlett estaba manejando su dinero, necesitábamos quitárselo de sus manos, por lo que urdimos generar una nueva cuenta bancaria para mi amigo, una que ella no estuviese al tanto.
Pero nuestro mayor problema seguía siendo Scarlett. Necesitábamos lidiar con ella. Y fue en esos momentos que, como siempre glamorosa, Sonia se ajustó los lentes…
•Quizás, es el momento de pedirle ayuda a Elena. – sugirió, sonriendo con malicia.
Me sorprendía la astucia y creatividad de Sonia. Elena, la pareja de Sonia, había trabajado en el área de bienes raíces un tiempo y podría actuar como un agente. Me comentó que, si bien la minera de por si proporciona los acomodamientos para sus empleados, podíamos engañar a Scarlett, tentándola con una mejor oferta. De esta manera, podríamos incluso tomar parte de sus ahorros, que probablemente Scarlett tenía ocultos.
A los detectives, les llamó la atención mi caso. ¿Por qué un extranjero, viviendo en otra ciudad, le interesaba saber los secretos de una mujer que no conocía?
A medida que les fui contando sobre mi amistad con Nelson y nuestra estrategia, los detectives empezaron a sonreír maravillados e intrigados. Incluso me pidieron una sesión adicional en compañía de Sonia, para corroborar la veracidad de mis afirmaciones.
Cuál sería nuestra sorpresa que, para la siguiente reunión, además de los detectives, se nos unió un abogado. Sonia y yo nos miramos preocupados, pero los detectives nos dijeron que era “un consultor legal externo”, quien mantendría la confidencialidad de nuestra operación.
Lo que no sabíamos y que tanto este individuo como los detectives nos informarían, era el talón de Aquiles en la relación de Scarlett: que ella y Nelson nunca se casaron.
El abogado nos explicó que, gracias a esto, si bien lo que buscábamos hacer bordeaba los extremos de la legalidad, habría sido mucho más difícil de realizar de haber estado casados. Ese acuerdo legal, el cual, por estos lados, se convierte frecuentemente en un yugo difícil de llevar cuando termina en divorcio, recompensando muchas veces al transgresor en lugar del afectado. Afortunadamente, no nos presentaba un problema.
El abogado nos informó de los recursos legales con los que podíamos ampararnos, las posibles acciones que podía tomar Scarlett y los factores mitigantes a nuestro favor. Sin embargo, dada la discreción con la que la agencia trabajaba, las posibilidades que pudiésemos dejar evidencia incriminadora eran bastante bajas, aconsejándonos “extraoficialmente” que prosiguiéramos con nuestra operación.
Los detectives, entonces, me ofrecieron satisfechos un descuento en sus servicios, netamente para cubrir el uso de equipamiento, dado que nunca antes habían intentado “rescatar” a los afectados por la infidelidad. Me resultaba curioso cómo nos unía la idea de conspirar contra una mala mujer.
Pero, así y todo, Sonia me encomendó que convenciera personalmente a Elena, dada nuestra tensa relación.
Cuando vivíamos en nuestro país y tanto Elena, Sonia y yo éramos meros funcionarios, Elena era la secretaria de los jefes.
Resulta molesto admitirlo ahora, pero en ese entonces, Elena era la puta de nuestros jefes. La molestia se debe a que, hoy en día, Elena se ha reivindicado.
A sus 39 años, Elena se mantiene bastante bien. Es un poco más alta que mi ruiseñor, con 1.73 de altura. Se tiñe el cabello rubio, dejándose un peinado bouffant que la hace ver como una esposa americana de los años 50. Su figura, sin embargo, sigue siendo llamativa: pechos pujantes y llamativos, una cola deliciosa y su nariz menuda le da un cierto aire arábico y refinado, parecido a Maya.
Sin embargo, estos eventos transcurrieron 4 años atrás, por lo que a sus 35 años, cuesta decir si era más o menos atractiva a lo que es ahora.
Esa tarde, nos encontramos en un café cerca de la casa de Sonia. La atmosfera era relajada, con algunos clientes conversando. Cuando llegué, la encontré sentada en un rincón, bebiendo una tasa de café. Vestía una musculosa blanca y unos pantalones deportivos azules, que destacaban bastante su figura.
-Hola, Elena. Gracias por juntarte conmigo.
oHola, Marco. Sonia me dijo que querías hablar conmigo en persona. ¿Qué es lo que pasa? – preguntó mirándome un poco aprehensiva.
Sonreí dolido, sabiendo que Sonia no le había dijo nada…
-Sí, tenía mis reservas. Sé que no te caigo bien.
Me miró y soltó un suspiro, levantando una ceja.
oNo es que me desagrades, Marco…- comentó desganada. – Tú sabes… mis experiencias anteriores con ejecutivos no han sido las mejores. Además, me molesta un poco lo cercanos que tú y Sonia son.
Le miré sorprendido.
-¿Te causo celos? ¿En serio?
oSí, Marco, me causas celos. – Comentó molesta. – Eres un tipo encantador y atractivo, Marco. Y me cuesta entender cómo ustedes pueden ser tan amigos sin haber sexo entremedio. Sonia es hermosa, sexy… magnética.
-Bueno, sí. – le reconocí avergonzado. – Pero también, tú sabes que Sonia es increíblemente autosuficiente… y aunque ese aspecto puede ser atractivo para algunos, no es lo que yo busco. Sonia no me necesita de esa manera.
o¿Qué? ¿Me estás diciendo que es demasiado independiente para ti? – me preguntó molesta.
-En cierta forma, sí. La admiro mucho, pero esa admiración no se traduce en sentimientos románticos… y sí, no te niego que coquetea conmigo. Pero la veo como una buena amiga. Sé que te cuesta creerme.
Se cruzó de brazos y me miró molesta.
o¿Qué quieres que diga? Tienes razón. No puedo creer que ustedes tengan una amistad tan pura e inocente, sin que haya sexo de por medio. Además, esa actitud tuya tan caballeresca… si te soy sincera, me resulta molesta.
-No sé qué puedo decirte, Elena. – traté de defenderme. – Pero una de las razones por la que Marisol me fascina es porque tiene sus propios problemas y necesidades. Ayudarla y apoyarla me hace sentir útil.
Y ahí pareció encontrar paz en mis comentarios…
oEntonces, ¿No te atrae la fortaleza de Sonia?
-Para nada. – respondí sincero. – Pero si realmente te preocupa mi relación con Sonia, tu participación en este plan limitará considerablemente mis interacciones con ella. La veré solamente una vez a la semana. Lo único que te pido es que me ayudes a que podamos contratar a Nelson como mi reemplazo, para poder trabajar desde mi casa.
oPero ¿Qué ganas tú con que contraten a Nelson? No te entiendo. – me preguntó intrigada.
Le sonreí sincero…
-Tú sabes que me gusta devolver la amabilidad a mis amigos. Nelson necesita esto y es mi manera para ayudarle.
Me miró de una manera extraña, pero pude convencerla…
o¡Dios! ¡Puedo ver por qué a Sonia le gustas tanto! – comentó en un tono entre coqueto y ofuscado. - ¡Está bien! ¡Acepto! Pero no me hagas arrepentirme.
-Gracias, Elena. Te prometo que valdrá la pena.
Y teniendo todas las fichas en su lugar, era tiempo de dar paso a nuestra operación.
Estábamos a contrarreloj. Tengan en consideración que era la 2nda semana de noviembre del 2019. Por efecto de contratos y del arriendo de propiedad, nuestra idea con Sonia era completar la operación antes del año nuevo.
El primer paso fue conseguir un poder legal firmado por Nelson que me autorizaba temporalmente mover sus finanzas. Gracias a eso, pude transferir temporalmente los ahorros de mi amigo, los cuales había guardado en una cuenta aparte y que no había podido mover ante el riesgo que Scarlett los encontrase y los robara. El traspaso lo realicé a una cuenta bancaria nueva, que mi amigo no conocía ni tenía acceso.
Luego de esto, contacto a Nelson y a Scarlett a través de Zoom y puedo conocerla de forma virtual. Scarlett era físicamente despampanante y seductora. A pesar de que estábamos viéndonos en línea, trataba de coquetearme a través de la pantalla, incomodando a mi amigo. Aun así, les expliqué a ambos sobre la oferta laboral, la cual venía con un generoso aumento de salario y la posibilidad de que se mudaran a uno de los vecindarios más lujosos de Melbourne. Luego de escuchar sobre el dinero y la vida potencialmente glamorosa que podrían alcanzar, Scarlett fue tentada por el prospecto y presionó a Nelson para que tomase el cargo. Satisfecho al ver que su codicia la está guiando, les informé que Sonia se pondría en contacto con ellos para discutir sobre el tema más a fondo.
Fue en este momento en donde la agencia de detectives me envió el informe final sobre el caso. Resultó ser que Sonia tenía razón y Scarlett había ahorrado una cantidad substancial de dinero, la cual mi amigo ignoraba. Pero, por otro lado, también descubrieron que Scarlett no solamente le era infiel a Nelson con Erik, sino que también con otros amantes.
Los detectives me informaron que nos seguirían monitoreando para asegurarse que no huiría con los ahorros de Nelson, listos para reportarme ante las autoridades si traicionaba su confianza. Pero adicionalmente, vigilarían a Scarlett para asegurarse que no pudiera rastrearme una vez que el engaño estuviera listo. Era un balance delicado, semejante a un acuerdo de destrucción mutua que nos mantendría a todos bajo control.
Mientras tanto, Elena estuvo elaborando un folleto semejante a los de una empresa de bienes raíces local bastante convincente, empleando fotos de la casa que tuvimos en Adelaide, el departamento que teníamos en Melbourne, la casa de Sonia y el nuevo hogar que me había conseguido Maddie a las afueras de la ciudad. Pero al conocer el monto de los fondos secretos de Scarlett y habiendo dejado una cantidad ínfima en la cuenta de ahorro compartida, sugerí a Elena fijase los valores del pago de la reserva a un monto similar a sus ahorros para la casa de Sonia y mi departamento, intuyendo que, por su codicia, escogería uno de esos dos como su posible morada.
De manera simultánea, Sonia se pone en contacto con Nelson y Scarlett, detallando aun más las responsabilidades de Nelson, las cuales conllevan viajes de negocio fuera de la ciudad a diferentes yacimientos mineros, así como también asistir a galas de negocios elegantes con inversionistas, proveedores de servicio y ejecutivos de alto rango, idea que termina deslumbrando a Scarlett.
Es entonces que me vuelvo a poner en contacto con mi amigo, informándole que la cantidad de dinero que Nelson me proveyó no ha sido suficiente para asegurar el pago de la reserva. Convincentemente, Nelson me respondió que ese era todo el dinero que disponía (aunque yo había movido previamente una gran parte de sus ahorros desde sus cuentas personal y compartidas), poniendo a Nelson en una posición financiera donde no puede aceptar la oferta laboral. Esto indignó terriblemente a Scarlett, al ver que su oportunidad dorada se escapaba de sus manos, obligándola a apoyar a Nelson con sus propios ahorros. Aunque no estaba muy contenta, les informé que la agente de bienes raíces se pondría en contacto con ellos para administrar el acuerdo.
Ese día, Elena se veía despampanante y seductora. La combinación de su elegante vestido y su actitud profesional era propia de una agente de bienes raíces real.
Acomodamos la sala de conferencias de nuestra compañía minera para la reunión a través de zoom. Tras cerrar el trato de forma convincente, Scarlett escogió la casa con la reserva más cara (la cuál resultó ser la casa de Sonia), en donde Elena le facilitó una cuenta bancaria para hacer el depósito.
Una vez que la transacción fue hecha, moví el dinero a la cuenta donde mantenía los ahorros de Nelson y cerré la cuenta entregada por Elena.
Es entonces que me pongo en contacto una vez más con mi amigo, informándole que lo necesitamos en Melbourne antes de navidad para organizar los últimos detalles del proyecto y ubicarlo en su nuevo hogar. Nelson me informó que esto era una buena noticia, dado que el arriendo de su departamento expiraba justo después del año nuevo, algo que me hizo sonreír.
Le envié entonces el boleto del vuelo a mi amigo, mintiéndole a Scarlett que le enviaría el suyo más tarde en la semana. Por lo que me contaría después mi buen amigo, esos días estaba particularmente tensa, puesto que tendría que pagar el boleto de Erik por sí misma.
Una vez que mi amigo abandona el espacio aéreo de Mildura, cancelé todas sus tarjetas de crédito y moví todos los ahorros de las cuentas compartidas a la cuenta nueva de Nelson. A partir de entonces, todos salvo yo bloquearon los contactos de Scarlett.
La semana pasó y mientras Scarlett trató de ponerse en contacto con Nelson sin mucha suerte, intentó ubicar a todas las personas con las que había hablado, llegando finalmente conmigo.
Es aquí en donde le revelé que esta fue mi venganza atrasada por lo que Scarlett hizo con mi amigo con sus boletos para el crucero años atrás. Le dije que el puesto que le ofrecía Nelson era real, pero nunca habíamos considerado que Scarlett formara parte de ello.
Scarlett intentó vanamente amenazarme con que me denunciaría a las autoridades por fraude, a lo que respondí que, si lo hacía, expondría las fotos que los detectives encontraron de sus infidelidades en las redes sociales y tendría entonces que lidiar con Erik. Además, dado que ella nunca se casó con mi amigo, no había razón para otorgarle una pensión o ayuda financiera y que el mismo Nelson me había admitido que ya no quería vivir más con ella y con Erik. Finalmente, le informé que ella disponía hasta el fin de año para encontrar un nuevo lugar para vivir y que Nelson había decidido que ella podía quedarse con los muebles de su antiguo hogar.
Como podrán imaginar, las fiestas fueron bastante alegres ese año. Fue aquí, en mi fiesta de despedida, en donde aproveché de presentar a mi amigo a mi antigua secretaria, Gloria. Una vez más, Oscar, su pareja, había tenido un largo turno en el hospital, por lo que no pudo asistir a la reunión. No sabría decirles si fue ahí donde congeniaron o si fue meses después, en plena pandemia, pero el hecho era que hacían varios meses que Gloria y yo no habíamos intimado y Oscar era un amante promedio, por lo que no fue mucho para que ellos “empezaran a quedarse trabajando hasta tarde” en la privacidad de mi antigua oficina.
Pero en mi casa, me cuestionaba mi actuar, al contemplar el sobre con las imágenes incriminadoras de Scarlett que los detectives me habían enviado. Mi ruiseñor notó mi expresión preocupada y me sinceré con ella al respecto, preguntándole si acaso creía que obré bien. Mi amada, siempre comprensiva, me dijo que si bien lo que hice fue traicionero y tal vez ilegal, tenía razón, porque Scarlett era una mala mujer.
Al ver que los contenidos del sobre me afligían tanto, Marisol decidió tomarlo de mis manos y mandarlos por encomienda a la dirección de Scarlett, argumentando maliciosamente que presentaban un peligro si nuestras niñas la encontraban en nuestro hogar.
De esta manera, se aseguraría que Scarlett empezaría un año nuevo bastante intenso…
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