Quiero ir a comer con tus viejos. Quiero que te pongas el vestido que te indiqué y que entres con esa sonrisa inocente que a todos engaña. Mientras los saludas, yo voy a estar pensando en lo que llevas puesto debajo. Sabes bien que no será solo ropa interior. Te quiero con el plug anal que te ordené ponerte. No tienes elección.
Cuando estés sirviendo la mesa, voy a aprovechar. Me voy a acercar por detrás, y mientras levanto discretamente la tela de tu vestido, mis dedos van a encontrar tus nalgas. Quiero sentirlas bajo mis manos, acariciarlas, apretarlas y confirmar que te pusiste el plug. Lo toco, lo siento, y me excita saber que lo has tenido dentro todo este tiempo, esperando por mí, recordándote lo que te espera más tarde.
Regresas y te sientas a mi lado, obediente como siempre. No quiero que estés lejos, te quiero aquí, donde pueda controlarte. Mientras converso con tu viejo, mi mano se posa en tu pierna, como si fuera un gesto casual, pero tú sabes lo que viene. Mis dedos comienzan a deslizarse hacia arriba, recorriendo tu muslo. Subo lento, acariciando tu piel, disfrutando del poder que tengo sobre ti. Cuando llego a tu concha, ya puedo sentir lo húmeda que estás. Lo noto en la forma en que te tensas, en cómo aprietas las piernas. Quiero que abras las piernas sin hacer escándalo, que te sometas a lo que te hago, obediente a mis deseos. Mis dedos se van a hundir en tu concha lentamente, explorándote mientras seguimos conversando con tus viejos como si nada pasara. Tú, mientras tanto, estás luchando por mantener el control, por no dejar escapar un gemido. Quiero que sientas esa tensión, el riesgo de que alguien pueda notarlo. Eso es lo que te excita, ¿verdad?
Cuando tu vieja pregunte si quiero postre, mi respuesta será clara. "No, gracias, el postre lo voy a comer en casa." Quiero que entiendas lo que significa: tu culo es el postre. Lo que ellos no saben es que vas a servirme tu cuerpo cuando estemos solos, y yo voy a disfrutar cada segundo.
El camino de regreso es un juego de tensión y excitación. Sabes lo que te espera en cuanto crucemos la puerta de casa. Apenas llegamos, te ordeno que te pongas en cuatro sobre la cama. Y lo haces sin dudar, sin que te lo tenga que repetir. Levantas el vestido, exponiendo tu culo, y el plug que has llevado todo el día. Lo saco despacio, disfrutando cada segundo. Te quiero abierta, lista para mí. Y sin dudarlo, te penetro con fuerza. Mi pija entra profundamente en tu culo, y los gemidos comienzan a escaparse de tu boca. No puedes contenerlos. Sé que estás sintiendo cada centímetro, sé que te duele y te llena al mismo tiempo, pero no me interesa escuchar excusas. No tienes derecho a quejarte. Si vas a hablar, será para decirme si quieres más fuerte. Más suave nunca será una opción para ti.
Aumento el ritmo, te follo con más intensidad, cada embestida haciendo que tus gemidos sean más fuertes. Quiero que lo sientas, quiero que entiendas quién tiene el control. No me detendré hasta que me corra dentro de ti, hasta que sientas mi semen llenando tu culo.
Pero no hemos terminado. Me limpiarás la pija como te corresponde. Te arrodillas frente a mí, y mientras lo haces, te recuerdo: "¿Recuerdas lo que les prometí a tus viejos? Que siempre te voy a tener bien alimentada." Y ahora, mientras tragas lo que te doy, entiendes perfectamente lo que eso significa.
Cuando estés sirviendo la mesa, voy a aprovechar. Me voy a acercar por detrás, y mientras levanto discretamente la tela de tu vestido, mis dedos van a encontrar tus nalgas. Quiero sentirlas bajo mis manos, acariciarlas, apretarlas y confirmar que te pusiste el plug. Lo toco, lo siento, y me excita saber que lo has tenido dentro todo este tiempo, esperando por mí, recordándote lo que te espera más tarde.
Regresas y te sientas a mi lado, obediente como siempre. No quiero que estés lejos, te quiero aquí, donde pueda controlarte. Mientras converso con tu viejo, mi mano se posa en tu pierna, como si fuera un gesto casual, pero tú sabes lo que viene. Mis dedos comienzan a deslizarse hacia arriba, recorriendo tu muslo. Subo lento, acariciando tu piel, disfrutando del poder que tengo sobre ti. Cuando llego a tu concha, ya puedo sentir lo húmeda que estás. Lo noto en la forma en que te tensas, en cómo aprietas las piernas. Quiero que abras las piernas sin hacer escándalo, que te sometas a lo que te hago, obediente a mis deseos. Mis dedos se van a hundir en tu concha lentamente, explorándote mientras seguimos conversando con tus viejos como si nada pasara. Tú, mientras tanto, estás luchando por mantener el control, por no dejar escapar un gemido. Quiero que sientas esa tensión, el riesgo de que alguien pueda notarlo. Eso es lo que te excita, ¿verdad?
Cuando tu vieja pregunte si quiero postre, mi respuesta será clara. "No, gracias, el postre lo voy a comer en casa." Quiero que entiendas lo que significa: tu culo es el postre. Lo que ellos no saben es que vas a servirme tu cuerpo cuando estemos solos, y yo voy a disfrutar cada segundo.
El camino de regreso es un juego de tensión y excitación. Sabes lo que te espera en cuanto crucemos la puerta de casa. Apenas llegamos, te ordeno que te pongas en cuatro sobre la cama. Y lo haces sin dudar, sin que te lo tenga que repetir. Levantas el vestido, exponiendo tu culo, y el plug que has llevado todo el día. Lo saco despacio, disfrutando cada segundo. Te quiero abierta, lista para mí. Y sin dudarlo, te penetro con fuerza. Mi pija entra profundamente en tu culo, y los gemidos comienzan a escaparse de tu boca. No puedes contenerlos. Sé que estás sintiendo cada centímetro, sé que te duele y te llena al mismo tiempo, pero no me interesa escuchar excusas. No tienes derecho a quejarte. Si vas a hablar, será para decirme si quieres más fuerte. Más suave nunca será una opción para ti.
Aumento el ritmo, te follo con más intensidad, cada embestida haciendo que tus gemidos sean más fuertes. Quiero que lo sientas, quiero que entiendas quién tiene el control. No me detendré hasta que me corra dentro de ti, hasta que sientas mi semen llenando tu culo.
Pero no hemos terminado. Me limpiarás la pija como te corresponde. Te arrodillas frente a mí, y mientras lo haces, te recuerdo: "¿Recuerdas lo que les prometí a tus viejos? Que siempre te voy a tener bien alimentada." Y ahora, mientras tragas lo que te doy, entiendes perfectamente lo que eso significa.
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