Despierto por la mañana debido al sonido de mi alarma, dando señal de lo inevitable, que ha comenzado una nueva semana. Todo este fin de semana fue una locura, pasé de ser un don nadie, a tener a mi madre y mi hermana como mis perras gracias a un poder que nunca supe que tenía.
Escucho como mi madre llama a desayunar, bajo y me siento a comer en la mesa. Mi progenitora me recibe diciendo —Buenos días, Nico—, a lo que respondo de la misma manera —Buenos días, madre—. Está vestida incluso más indecente que ayer, con un short que no llega a cubrir ni la mitad de su grande y pálido trasero, un top holgado que casi deja ver sus pezones. Mi padre está sentado en la mesa, en la punta, como siempre; mi madre se sienta a su lado.
Mi hermana baja después de unos minutos, cuando nosotros ya empezamos a comer, sentándose al frente de mí. Bajó vestida con ropa que ya se podría considerar hasta lencería: un sostén de gran escote muy pequeño y semitransparente, junto a una minifalda de la misma tela que el sostén y que deja en evidencia todo su trasero, bajo ella unas bragas pequeñas de color negro.
—Me gustó esa salchicha que me diste anoche—, dice mi madre en doble sentido, con cierta picardía, sin intención de realmente ocultar el significado real de lo que quiso decir; —Si quieres esta noche te doy más— contesto, con una gran sonrisa. Mi padre nos ve a los dos y tiene una pequeña sonrisa en su cara, no parece molestarle para nada nuestra conversación, todo lo contrario.
—Hermanito, deberías compartir esa salchicha también conmigo, ¿podríamos comer ella y yo juntas?— exclama mi hermana sádicamente. En respuesta suelto —Claro que sí, hay para todas, solo necesitan pedir y les daré—. Nuestro padre nos mira, con la misma cara que miró a mi madre y a mí, una ligera sonrisa demostrando que le gusta la situación.
Cuando termino de comer, me baño y me arreglo para ir a clases. Saliendo de la casa veo la forma en la que mi hermana saldrá a la universidad, vestida con un short de tela tipo jean, un top pegado oscuro y unos tacones altos; me excita pensar en cuantos querrán cogerla y no saben que su hombre ya está en casa... y es su propio hermano. Sale de la casa y posteriormente lo hago yo, para dirigirme hacia mi instituto.
Casi llegando a este, al ver cómo los demás entran poco a poco, me doy cuenta de la cantidad de posibilidades que hay aquí. Montón de profesoras que podría tener para mí, un montón de chicas de toda clase. Entro justo cuando suena la campana, así que entro directamente a clases.
Ya dentro, lo primero que veo es a mi profesora, una milf muy bien cuidada. Ojos azules, rubia natural, cintura de avispa, caderas anchas y tetas grandes. Una mujer que seguramente en su juventud pudo ser modelo. Me doy cuenta de cuál debe ser mi siguiente objetivo, esta profesora ya le había tenido ganas desde hace mucho tiempo, todos en realidad; para muchos esta profesora fue su primer amor, pero ahora es mi oportunidad.
—Hola, profesora. Quisiera hablar con usted, tengo un problema con una actividad— le digo terminada la clase. —Por supuesto, Nicolás. Espera a que todos se vayan entonces y te explico—. La sala al quedar vacía, cierro la puerta con seguro; —¿Para qué le pones seguro a la puer...— antes de que pueda terminar su frase, la hipnotizo. —Profesora, usted es una mujer todavía joven. De ahora en adelante usted hará todo lo que yo le ordene, además le gustará ser humillada, le causará excitación. Actuará como una puta para mí— afirmo mientras ella está hipnotizada. —Seguro, de ahora en adelante seré tu puta personal, haré lo que quieras—.
La libero de la hipnosis, todavía no tocan la campana para la siguiente clase, por lo que aprovecho y apenas segundos después de liberarla, le ordeno que me deje ver sus senos —Profesora, debería quitarse un poco de ropa para que pueda verle las tetas, seguramente tiene un buen par ahí—. Lejos de enojarse, acata mi orden —¿Quieres ver mis senos? De acuerdo, míralos querido—.
Son perfectos, tamaño ejemplar, grandes pero sin ser excesivo, con pezones hermosamente rosas combinados perfectos con el azul de sus ojos. Yo no me abstengo en absoluto y voy directamente a lamer ese gran par de melones. Ella no se enoja, todo lo contrario, escucho sus gemidos. —Deberíamos ir a un lugar con más privacidad— propongo. —Si quieres vamos al baño de profesores cuando suene la campana, puedo saltarme la siguiente clase diciendo que estoy mal— replica. —De acuerdo, vamos—
En la sala de profesores como la campana sonó ya hace unos minutos, no hay nadie. Entramos al baño de profesores, cerramos la puerta con seguro y empezamos a besarnos. Siento todo su olor, todo su aroma de mujer, la calidez de su lengua tocando la mía. Ella me baja los pantalones, le da una buena lamida con esa húmeda y cálida lengua, para después apoyarse sobre el inodoro e implorar —Por favor, métela ya—. Yo, ni corto ni perezoso, lo hago.
Siento toda la calidez de su vagina, de principio a fin tocando mi pene, llegando hasta el fondo de ella. Al entrar ella gime fuertemente, seguido después por movimientos bruscos míos que la motivan a seguir haciéndolo. Intensos minutos pasan, ambos disfrutando del momento; siento que voy a acabar y saco mi pene, —Ponte de rodillas— le ordeno, acabando por todo su rostro. —No te lo limpies, quiero verte así el resto del día, hasta que se seque sobre tu rostro—.
Al terminar, acomodo mi ropa y regreso a clases. Unas clases después me toca de nuevo con la profesora, la cual veo con unas manchas blancas secas en la cara, muestra de que obedeció mi orden. En este momento me doy cuenta de lo peligroso que es que nos puedan descubrir, por lo que salgo de clase sin pedir permiso ni nada e ir directamente a la oficina de la directora.
Es una señora que debe rondar la mitad de sus 50 años, está bien conservada, un gran par de ubres y un trasero grande, pero no vine con ella para eso (no por ahora). Ella me pregunta que para qué estoy en su oficina y el porqué entré sin avisar, yo la hipnotizo y comienzo mi discurso —Directora, quiero ser directo. Me estoy cogiendo a la profesora Jasmine, así que quiero que por nada que haga en este lugar me puedan hacer algo, o sea, que hagan la vista gorda siempre conmigo. Además, aprovechando, quiero que ponga en el sistema que todo de mí es perfecto, notas, asistencia, etc. Usted por su parte será mi esclava, me llamará amo y ser sumisa ante mí le excitará—.
La libero de la hipnosis, ella se queda aturdida durante unos segundos e inmediatamente al verme dice —Buenas tardes, amo—. Le respondo con —Buenas, mi pequeña perra esclava. Entonces, ¿qué opinas que me coja a la profesora Jasmine? ¿Hay algún problema—. —Ninguno, amo. Puede cogerse a quien quiera de este lugar, me haré cargo de que nadie le diga nada—. Pregunto por mis notas —¿Y qué tal mis notas?—, —Voy a poner en el sistema que todas sus notas son perfectas, junto con su asistencia, no se preocupe. Usted puede hacer lo que quiera, amo—.
Satisfecho con sus respuestas, me voy a mi casa saliendo antes de la hora de salida sabiendo que nadie me puede decir nada. Al llegar a casa, veo que mi padre sigue en el trabajo, mi madre está preparando la cena y mi hermana acababa de llegar. —Ya llegué— digo con voz fuerte. Mi hermana contesta desde su habitación saludando, así que voy para allá determinado a divertirme con ella. Sin tocar entro, viendo que está desnuda precisamente tocándose mientras ve un vídeo porno que yo llegué a escuchar incluso antes de entrar a su habitación.
Saco mi pene y ella empieza a chuparlo, mientras sigue tocándose viendo su video porno. Al estar yo erecto, quito su computadora y me pongo sobre ella con intención de cogerla, haciéndolo sin dudar. Pasan unos minutos en los que le doy fuertemente sin miedo a que nadie nos escuche, la cama rechinando y ella gimiendo como perra en celo, con mi madre cocinando en el piso de abajo probablemente escuchándonos. Después de un rato me corro dentro de ella.
—Hasta luego, hermanita— digo terminado nuestro momento mientras salgo de su habitación. Voy a la cocina donde está mi madre, a la cual antes de decirle nada le doy una nalgada, libera un ligero gemido y se voltea con una sonrisa. —¿Qué estás cocinando?— le pregunto. —Lasaña. Quise consentirte hoy— responde con una sonrisa. En lo que hablo con mi madre escucho la puerta de la casa anunciando la llegada de mi padre, momento donde además se escucha la alarma del celular de mi madre precipitando que la lasaña está hecha.
Después de sacarla del horno, la deja enfriar un rato en lo que coloca la mesa. Cuando veo que nos va a llamar a comer le propongo una idea, que se desnude mientras cenamos, a lo cual ella acepta encantada. Posteriormente voy con mi hermana y le propongo lo mismo a lo cual reacciona igual que mi madre.
Nos sentamos a comer y están las dos desnudas, yo esta vez estoy sentado en la punta de la mesa, robándole el puesto a mi progenitor. Él cuando llega, no dice nada y se sienta en otra parte de la mesa. Ahora tengo a mi madre y a mi hermana sentada cada una a mi lado. Mientras cenamos ellas me van masturbando debajo de la mesa. Mi padre no dice nada, pero parece gustarle, porque sé que el sabe lo que estamos haciendo ya que veo movimiento de su mano debajo de la mesa.
Cuando terminamos, les propongo ir a la cama, con mi padre presente y sin ningún pudor de decirlo. Ellas aceptan, a lo cual nos dirigimos a la habitación de mi madre, nos colocamos en la cama donde duerme con su marido. Ya estamos todos desnudos, así que empiezo a manosear a ambas, sus vaginas que ya están húmedas por todo el acto anterior de cenar desnudas frente a mi padre.
Yo ordeno a mi hermana a ponerse en cuatro frente a mi madre, ella acata y entonces empieza a lamerle la vagina. Por mi parte penetro a mi hermana, vamos aumentando lentamente. Mi padre entra de la nada a la habitación, pero lejos de parar yo intensifíco mis movimientos, viendo que mi hermana hace lo mismo con mi madre. En un momento paro y mando a mi madre a cambiar con mi hermana. Veo que mi padre en este momento se sacó el pene y se está masturbando frente a la puerta mientras nos observa.
Ahora estoy teniendo sexo con mi madre frente a su marido, mi padre, el cual se está masturbando excitado por la situación de ver a su pareja tener sexo con su hijo. Yo siento la humedad en la vagina de la mujer que me dió la vida, que está lamiendo a su vez la de su hija. El cuarto se impregna de un fuerte olor, además de inundarse de los sonidos que genera el sexo apasionado. Pasa un largo rato, en el que cuando siento que voy a correrme me detengo y les ordeno que se pongan de rodillas, corriéndome sobre sus caras.
Veo que mi padre cuando nosotros terminamos acabó, porque ya no está erecto, sin embargo no veo manchas así que supongo que evitó acabar en el piso. Al terminar de tener sexo, nos acostamos sobre la cama de mis padres los tres, mi hermana, mi madre y yo en el medio. Antes de quedarme dormido veo que mi padre sale apagando la luz, supongo que yéndose a dormir en el sillón.
Este relato a pesar de no ser el más largo que he hecho, ha sido uno de los que más me ha costado hacer, no sé la razón pero le puse más empeño de lo normal. Agradecería que dejen sus puntos, recuerdo que es lo que me motiva a seguir haciendo relatos y específicamente lo que determina si sigo con una saga o no. Muchas gracias a todos por leer.
Escucho como mi madre llama a desayunar, bajo y me siento a comer en la mesa. Mi progenitora me recibe diciendo —Buenos días, Nico—, a lo que respondo de la misma manera —Buenos días, madre—. Está vestida incluso más indecente que ayer, con un short que no llega a cubrir ni la mitad de su grande y pálido trasero, un top holgado que casi deja ver sus pezones. Mi padre está sentado en la mesa, en la punta, como siempre; mi madre se sienta a su lado.
Mi hermana baja después de unos minutos, cuando nosotros ya empezamos a comer, sentándose al frente de mí. Bajó vestida con ropa que ya se podría considerar hasta lencería: un sostén de gran escote muy pequeño y semitransparente, junto a una minifalda de la misma tela que el sostén y que deja en evidencia todo su trasero, bajo ella unas bragas pequeñas de color negro.
—Me gustó esa salchicha que me diste anoche—, dice mi madre en doble sentido, con cierta picardía, sin intención de realmente ocultar el significado real de lo que quiso decir; —Si quieres esta noche te doy más— contesto, con una gran sonrisa. Mi padre nos ve a los dos y tiene una pequeña sonrisa en su cara, no parece molestarle para nada nuestra conversación, todo lo contrario.
—Hermanito, deberías compartir esa salchicha también conmigo, ¿podríamos comer ella y yo juntas?— exclama mi hermana sádicamente. En respuesta suelto —Claro que sí, hay para todas, solo necesitan pedir y les daré—. Nuestro padre nos mira, con la misma cara que miró a mi madre y a mí, una ligera sonrisa demostrando que le gusta la situación.
Cuando termino de comer, me baño y me arreglo para ir a clases. Saliendo de la casa veo la forma en la que mi hermana saldrá a la universidad, vestida con un short de tela tipo jean, un top pegado oscuro y unos tacones altos; me excita pensar en cuantos querrán cogerla y no saben que su hombre ya está en casa... y es su propio hermano. Sale de la casa y posteriormente lo hago yo, para dirigirme hacia mi instituto.
Casi llegando a este, al ver cómo los demás entran poco a poco, me doy cuenta de la cantidad de posibilidades que hay aquí. Montón de profesoras que podría tener para mí, un montón de chicas de toda clase. Entro justo cuando suena la campana, así que entro directamente a clases.
Ya dentro, lo primero que veo es a mi profesora, una milf muy bien cuidada. Ojos azules, rubia natural, cintura de avispa, caderas anchas y tetas grandes. Una mujer que seguramente en su juventud pudo ser modelo. Me doy cuenta de cuál debe ser mi siguiente objetivo, esta profesora ya le había tenido ganas desde hace mucho tiempo, todos en realidad; para muchos esta profesora fue su primer amor, pero ahora es mi oportunidad.
—Hola, profesora. Quisiera hablar con usted, tengo un problema con una actividad— le digo terminada la clase. —Por supuesto, Nicolás. Espera a que todos se vayan entonces y te explico—. La sala al quedar vacía, cierro la puerta con seguro; —¿Para qué le pones seguro a la puer...— antes de que pueda terminar su frase, la hipnotizo. —Profesora, usted es una mujer todavía joven. De ahora en adelante usted hará todo lo que yo le ordene, además le gustará ser humillada, le causará excitación. Actuará como una puta para mí— afirmo mientras ella está hipnotizada. —Seguro, de ahora en adelante seré tu puta personal, haré lo que quieras—.
La libero de la hipnosis, todavía no tocan la campana para la siguiente clase, por lo que aprovecho y apenas segundos después de liberarla, le ordeno que me deje ver sus senos —Profesora, debería quitarse un poco de ropa para que pueda verle las tetas, seguramente tiene un buen par ahí—. Lejos de enojarse, acata mi orden —¿Quieres ver mis senos? De acuerdo, míralos querido—.
Son perfectos, tamaño ejemplar, grandes pero sin ser excesivo, con pezones hermosamente rosas combinados perfectos con el azul de sus ojos. Yo no me abstengo en absoluto y voy directamente a lamer ese gran par de melones. Ella no se enoja, todo lo contrario, escucho sus gemidos. —Deberíamos ir a un lugar con más privacidad— propongo. —Si quieres vamos al baño de profesores cuando suene la campana, puedo saltarme la siguiente clase diciendo que estoy mal— replica. —De acuerdo, vamos—
En la sala de profesores como la campana sonó ya hace unos minutos, no hay nadie. Entramos al baño de profesores, cerramos la puerta con seguro y empezamos a besarnos. Siento todo su olor, todo su aroma de mujer, la calidez de su lengua tocando la mía. Ella me baja los pantalones, le da una buena lamida con esa húmeda y cálida lengua, para después apoyarse sobre el inodoro e implorar —Por favor, métela ya—. Yo, ni corto ni perezoso, lo hago.
Siento toda la calidez de su vagina, de principio a fin tocando mi pene, llegando hasta el fondo de ella. Al entrar ella gime fuertemente, seguido después por movimientos bruscos míos que la motivan a seguir haciéndolo. Intensos minutos pasan, ambos disfrutando del momento; siento que voy a acabar y saco mi pene, —Ponte de rodillas— le ordeno, acabando por todo su rostro. —No te lo limpies, quiero verte así el resto del día, hasta que se seque sobre tu rostro—.
Al terminar, acomodo mi ropa y regreso a clases. Unas clases después me toca de nuevo con la profesora, la cual veo con unas manchas blancas secas en la cara, muestra de que obedeció mi orden. En este momento me doy cuenta de lo peligroso que es que nos puedan descubrir, por lo que salgo de clase sin pedir permiso ni nada e ir directamente a la oficina de la directora.
Es una señora que debe rondar la mitad de sus 50 años, está bien conservada, un gran par de ubres y un trasero grande, pero no vine con ella para eso (no por ahora). Ella me pregunta que para qué estoy en su oficina y el porqué entré sin avisar, yo la hipnotizo y comienzo mi discurso —Directora, quiero ser directo. Me estoy cogiendo a la profesora Jasmine, así que quiero que por nada que haga en este lugar me puedan hacer algo, o sea, que hagan la vista gorda siempre conmigo. Además, aprovechando, quiero que ponga en el sistema que todo de mí es perfecto, notas, asistencia, etc. Usted por su parte será mi esclava, me llamará amo y ser sumisa ante mí le excitará—.
La libero de la hipnosis, ella se queda aturdida durante unos segundos e inmediatamente al verme dice —Buenas tardes, amo—. Le respondo con —Buenas, mi pequeña perra esclava. Entonces, ¿qué opinas que me coja a la profesora Jasmine? ¿Hay algún problema—. —Ninguno, amo. Puede cogerse a quien quiera de este lugar, me haré cargo de que nadie le diga nada—. Pregunto por mis notas —¿Y qué tal mis notas?—, —Voy a poner en el sistema que todas sus notas son perfectas, junto con su asistencia, no se preocupe. Usted puede hacer lo que quiera, amo—.
Satisfecho con sus respuestas, me voy a mi casa saliendo antes de la hora de salida sabiendo que nadie me puede decir nada. Al llegar a casa, veo que mi padre sigue en el trabajo, mi madre está preparando la cena y mi hermana acababa de llegar. —Ya llegué— digo con voz fuerte. Mi hermana contesta desde su habitación saludando, así que voy para allá determinado a divertirme con ella. Sin tocar entro, viendo que está desnuda precisamente tocándose mientras ve un vídeo porno que yo llegué a escuchar incluso antes de entrar a su habitación.
Saco mi pene y ella empieza a chuparlo, mientras sigue tocándose viendo su video porno. Al estar yo erecto, quito su computadora y me pongo sobre ella con intención de cogerla, haciéndolo sin dudar. Pasan unos minutos en los que le doy fuertemente sin miedo a que nadie nos escuche, la cama rechinando y ella gimiendo como perra en celo, con mi madre cocinando en el piso de abajo probablemente escuchándonos. Después de un rato me corro dentro de ella.
—Hasta luego, hermanita— digo terminado nuestro momento mientras salgo de su habitación. Voy a la cocina donde está mi madre, a la cual antes de decirle nada le doy una nalgada, libera un ligero gemido y se voltea con una sonrisa. —¿Qué estás cocinando?— le pregunto. —Lasaña. Quise consentirte hoy— responde con una sonrisa. En lo que hablo con mi madre escucho la puerta de la casa anunciando la llegada de mi padre, momento donde además se escucha la alarma del celular de mi madre precipitando que la lasaña está hecha.
Después de sacarla del horno, la deja enfriar un rato en lo que coloca la mesa. Cuando veo que nos va a llamar a comer le propongo una idea, que se desnude mientras cenamos, a lo cual ella acepta encantada. Posteriormente voy con mi hermana y le propongo lo mismo a lo cual reacciona igual que mi madre.
Nos sentamos a comer y están las dos desnudas, yo esta vez estoy sentado en la punta de la mesa, robándole el puesto a mi progenitor. Él cuando llega, no dice nada y se sienta en otra parte de la mesa. Ahora tengo a mi madre y a mi hermana sentada cada una a mi lado. Mientras cenamos ellas me van masturbando debajo de la mesa. Mi padre no dice nada, pero parece gustarle, porque sé que el sabe lo que estamos haciendo ya que veo movimiento de su mano debajo de la mesa.
Cuando terminamos, les propongo ir a la cama, con mi padre presente y sin ningún pudor de decirlo. Ellas aceptan, a lo cual nos dirigimos a la habitación de mi madre, nos colocamos en la cama donde duerme con su marido. Ya estamos todos desnudos, así que empiezo a manosear a ambas, sus vaginas que ya están húmedas por todo el acto anterior de cenar desnudas frente a mi padre.
Yo ordeno a mi hermana a ponerse en cuatro frente a mi madre, ella acata y entonces empieza a lamerle la vagina. Por mi parte penetro a mi hermana, vamos aumentando lentamente. Mi padre entra de la nada a la habitación, pero lejos de parar yo intensifíco mis movimientos, viendo que mi hermana hace lo mismo con mi madre. En un momento paro y mando a mi madre a cambiar con mi hermana. Veo que mi padre en este momento se sacó el pene y se está masturbando frente a la puerta mientras nos observa.
Ahora estoy teniendo sexo con mi madre frente a su marido, mi padre, el cual se está masturbando excitado por la situación de ver a su pareja tener sexo con su hijo. Yo siento la humedad en la vagina de la mujer que me dió la vida, que está lamiendo a su vez la de su hija. El cuarto se impregna de un fuerte olor, además de inundarse de los sonidos que genera el sexo apasionado. Pasa un largo rato, en el que cuando siento que voy a correrme me detengo y les ordeno que se pongan de rodillas, corriéndome sobre sus caras.
Veo que mi padre cuando nosotros terminamos acabó, porque ya no está erecto, sin embargo no veo manchas así que supongo que evitó acabar en el piso. Al terminar de tener sexo, nos acostamos sobre la cama de mis padres los tres, mi hermana, mi madre y yo en el medio. Antes de quedarme dormido veo que mi padre sale apagando la luz, supongo que yéndose a dormir en el sillón.
Este relato a pesar de no ser el más largo que he hecho, ha sido uno de los que más me ha costado hacer, no sé la razón pero le puse más empeño de lo normal. Agradecería que dejen sus puntos, recuerdo que es lo que me motiva a seguir haciendo relatos y específicamente lo que determina si sigo con una saga o no. Muchas gracias a todos por leer.
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