Al otro día por la mañana, laura se preparo para irse con don Javier. Decidió no decirle a su marido donde iba, solo le aviso que esa noche no regresaría a la casa sino hasta el otro día por orden de don Javier, y pedro lo acepto, resignado y acostumbrado a eso.
Salieron los dos de casa de laura y ya en el coche del viejo, el le dijo:
Mi tío es una persona un poco difícil de tratar, pero si le encuentras pronto el modo, veras que es muy buena gente, tratalo bien y haz todo lo que el te diga, no quiero tener ni una sola queja de el, ¿me entendiste?
Si don Javier, puede confiar en que no tendrá ninguna queja de mí –respondió laura sobandole la verga al viejo por encima del pantalón.
Más te vale que así sea porque mi tío es una persona muy importante para mí. Su casa no es muy grande pero es bonita y no habrá nadie mas que el, de manera que puedes estar tranquila para esforzarte por agradarlo todo lo que puedas y mañana por la mañana te espero en la oficina.
Si mi señor, tratare a su tío como si fuera mi dueño, usted no se preocupe y mañana lo veré a usted, pero aun no me ha dicho como se llama su tío.
Mi tío se llama Luis, pero tu debes llamarlo don Luis, y tratarlo con mucho respeto como la persona mayor que es.
Llegaron a la casa del tío que estaba ubicada en una zona residencial y de la que don Javier tenía llave, y efectivamente era una casa pequeña pero bonita y bien arreglada. Entraron a la sala, que era acogedora y decorada con buen gusto, y lo primero que vio laura fue al viejo sentado en la sala, era verdaderamente un anciano, delgado y aparentemente alto de estatura, la cara casi totalmente cubierta de arrugas y los dedos de sus manos esqueléticos y largos, la cabeza poblada de cabello blanco, y usaba unos lentes oscuros.
Ya llegamos tío –dijo don Javier- viene conmigo laura, que es la mujer de quien te platique, viene a quedarse esta noche contigo si es que tu quieres.
El anciano solamente asintió con la cabeza.
De acuerdo –volvió a decir don Javier- pues entonces los dejo solos, hasta luego tío.
Cualquiera que tuviera un poco mas de malicia que laura, se hubiese dado cuenta que el anciano ejercía una evidente autoridad sobre don Javier, y que este lo respetaba o quizás le temía, o quizás las dos cosas. Y el viejo dio media vuelta saliendo de la casa y dejando a laura sin saber que hacer, solamente se quedo parada en medio de la sala esperando que el anciano tomara la iniciativa y le dijera algo.
Acércate mujer, no me tengas miedo –dijo el anciano con una voz fuerte y decidida que no iba de acuerdo con su aspecto, se notaba que era un hombre acostumbrado a mandar y a que le obedecieran.
No es eso don Luis –contesto laura tímidamente y en voz baja- solamente estaba esperando que usted me dijera algo.
Laura noto que el anciano no tenia dientes, ni uno solo, quizás usara dentadura postiza, pero en esos momentos no la traía puesta. El anciano se levanto y camino hasta una silla alta que esta junto al bar y se sentó en ella.
No te extrañe que me mueva con tanta libertad a pesar de ser ciego, es solamente que tengo treinta años de vivir en esta casa y la conozco al derecho y al revés, ven y sirve dos vasos de refresco del bar y parate junto a mi ¿tu tomas?
No don Luis, pero si usted quiere me tomare una copita.
No, no quiero que tomes.
Laura hizo lo que le ordenaron y después de servir los refrescos se paro junto al anciano, esta la tomo de las manos y se las comenzó a acariciar y acto seguido pasó a la cara diciéndole:
Para los que somos ciegos, la mejor forma de conocer a las personas es tocándolas y hablando con ellas.
Laura sintió un poco raro de sentir las huesudas manos del anciano tocándole poco a poco la cara la cara y no dejándole ni un milímetro por recorrer con las yemas de los dedos.
¿Como dices que te llamas? –pregunto el anciano.
Me llamo laura don Luis, pero usted puede llamarme como quiera –contesto laura y estuvo a punto de decirle que podía llamarla puta o perra, pero no lo hizo.
Muy bien, te llamare laurita ¿esta bien?
Como usted quiera don Luis.
El anciano siguió tocándole la cara, pasando por su nariz, sus ojos, sus mejillas, su frente, su boca, su mentón, sus orejas, y al terminar con su cara, paso a su cuello que también recorrió milímetro a milímetro, luego bajo las manos a sus hombros tropezando con el vestido de ella quien rápidamente le pregunto:
¿Quiere que me quite el vestido don Luis?
Si laurita, quitatelo –contesto el anciano con la voz ya no tan dura como antes.
Laura se quito el vestido quedando totalmente desnuda y se acerco nuevamente al anciano, este quitándose los lentes que traía puestos, la tomo por los hombros y le dijo:
Laurita, tengo ganas de darte un beso en la boca ¿me permites?
Claro que si don Luis.
¿no te da asco mi boca sin dientes?
No, como cree don Luis –contesto laura, aunque ella misma no sabia como iba a reaccionar cuando el anciano la besara con su desdentada boca, lo que si sabia, era que la inverosímil situación de estar desnuda ante un anciano que podía ser su abuelo o quizás su bisabuelo, la estaba calentando, y que este la estuviera tocando con sus huesudas y arrugadas manos también le alborotaba la hormona y para terminar de aumentar su calentura, estaba el hecho de que el anciano fuera ciego.
Don Luis la acerco a su cara y le dio un pequeño beso, primero con la boca cerrada y apenas como rozando sus labios, y después ya la beso con la boca abierta y metiendo su lengua en la de ella. Laura reacciono positivamente y correspondió al beso metiendo también ella su lengua en la boca de el quien la mordió suavemente despertando en laura sensaciones que nunca había sentido al sentir sobre su lengua las encías del anciano.
Don Luis termino con el beso y prosiguió con su análisis dactilar sobre el cuerpo de laura.
Ahora quiero que me platiques sobre ti –dijo el anciano mientras bajaba de los hombros a los brazos de laura- que edad tienes, que haces, que te gusta hacer, en fin lo que tu quieras decirme.
Pues tengo 22 años don Luis, soy huérfana y no tengo parientes, soy casada aunque mi esposo esta enfermo y se encuentra paralítico, trabajo para don Javier que se ha portado muy bien conmigo, me gusta pasear y escuchar música, me gusta ayudar a la gente siempre que puedo, y me gustaría algún día seguir estudiando para terminar una carrera profesional, o en su defecto poner un negocio para ganarme la vida.
Eso me parece muy bien, ojala y que puedas hacerlo.
El anciano pasó de los brazos de ella a sus pechos, los toco, los sopeso, los amaso y los recorrió por completo, se metió un pezón a la boca y lo chupo con gusto y después se metió el otro saboreándolo como si fuera un bebe amamantándose y tardándose un buen rato en esta labor, luego paso a su espalda y a su cintura.
Eres verdaderamente muy hermosa laurita –dijo el anciano- tienes los pechos mas hermosos y mas dulces que he probado.
Favor que usted me hace don Luis.
Ningún favor, mis dedos nunca se equivocan, para mi son como mis ojos, y ellos me están diciendo que eres una mujer muy bella.
Que amable es usted don Luis.
Ahora mejor pasemos al sillón para seguir con la inspección de tu adorable anatomía, recuéstate boca arriba.
Laura estaba desconcertada y complacida, no había esperado que el anciano fuera tan amable y que le fuera a decir cosas tan bonitas, claro que esto era solo el principio y no se debería de confiar mucho pues quien sabe lo que viniera después y debería de estar preparada para todo. Fue hacia el sillón y se recostó quitándose también los zapatos. Don Luis se hinco junto a ella a la altura de sus pies y comenzó a tocar suavemente los mismos, los acariciaba con las dos manos, recorría la palma desde el talón hasta los dedos subiendo después hasta los tobillos y en un momento dado acerco su cara y los beso metiéndose los dedos a la boca y chupandolos.
Nunca nadie le había chupado los pies a laura (solamente ella había chupado los apestosos pies de don Javier) y sintió una sensación hermosa, cerro los ojos y gozo del momento. El anciano siguió con sus pantorrillas y sus rodillas, y luego paso a los muslos en donde se entretuvo un buen rato recorriéndolos completos, y al fin llego a la panochita de laura.
Primero acaricio los sedosos vellos y luego metió la mano por en medio, laura instintivamente abrió las piernas para dejarle libertad de inspección al anciano, este le metió dos dedos en la panocha recorriéndosela toda y a la vez acariciándole el clítoris haciendo que ella gimiera levemente y se retorciera un poco sobre el sillón, y después de un rato, el anciano le pidió que se volteara y laura obedeció, y el le comenzó a pasar las manos sobre las nalgas acariciándolas y dándoles un rico masaje que laura agradeció parando un poco su culo, y por ultimo el le toco el culo sobandoselo con un dedo y después metiéndoselo poco a poco mientras le besaba las nalgas.
Laura ya se encontraba caliente y lo único que deseaba era una buena verga en su panocha y en su culo, pero todavía faltaba ver si al anciano se le paraba la verga lo suficiente para poder metérsela a ella como su cuerpo lo estaba exigiendo. Don Luis le saco el dedo del culo y le pidió que se sentara, sentandose a su vez junto a ella y pasándole un brazo por los hombros mientras con la otra mano le acariciaba las chiches.
Eres una hermosa mujer Laurita, de hecho eres la mujer más hermosa de todas las que yo he conocido, y creo que además de hermosa eres buena, y eso también me gusta.
Es usted muy amable al decirme eso don Luis –contesto laura sin saber que mas decir.
Quiero que te sientas a gusto conmigo, de manera que si necesitas o quieres algo, solo dímelo y yo te consentiré.
Esta bien don Luis –comento laura sin saber exactamente a que se refería el.
Bueno, pues ahora ha llegado el momento decisivo, me voy a desnudar, pero se que no soy un hombre que pueda gustarle a las mujeres, en realidad soy un anciano, por lo que después de verme quiero que me digas honestamente si quieres quedarte conmigo, y ten en cuenta que yo se reconocer en la voz cuando una persona miente.
Si don Luis, seré honesta con usted.
Y el anciano se levanto, se paro frente a ella y comenzó a quitarse la ropa, y cuando termino se quedo quieto sin hablar, como dejando que ella calibrara lo que estaba viendo y tomara su decisión.
Y lauro lo calibro, efectivamente era un hombre anciano y a pesar de lo delgado, las carnes se le colgaban, dejando entrever sus huesos, definitivamente no era un hombre que le pudiera gustar a una mujer joven como ella, pero había un detalle que hizo que ella abriera los ojos desmesuradamente, y era la enorme verga del anciano, laura nunca pensó que pudiera existir una verga como esa, a pesar de no estar en completa erección, ya media mas de veinte centímetros según los cálculos de laura, y también era exageradamente gorda, solamente la alta estatura de don Luis le evitaba a laura el pensar que estaba frente a un fenómeno. Laura pensó que junto a esta verga, el pito de don Javier no pasaba de ser un minúsculo colgajo.
¿Y bien? –pregunto don Luis- después de verme desnudo estas en completa libertad de irte si lo deseas.
No quiero irme don Luis, quiero quedarme con usted, pues yo no veo en los hombres solamente la belleza corporal, sino también la belleza del alma y siento que usted es un hombre bello por dentro, y si me gusta su belleza interior, también me gusta su belleza exterior –contesto laura ladinamente pero con tanta seguridad en su voz, que hizo que el anciano sonriera complacido por lo que oía.
Confió en tus palabras laurita.
Si señor, -dijo laura y tímidamente agrego- ¿me permitiría usted tocarlo?
Puedes hacerlo laurita.
Y laura se levanto y parándose frente a el, le comenzó a tocar los brazos, y el pecho, y la cintura, y las caderas, teniendo cuidado de no tacarle la verga, luego se sentó nuevamente y le acaricio los muslos y las rodillas. El anciano y arrugado cuerpo de don Luis ejercía una rara atracción sobre ella, no era normal que le gustara y que quisiera acariciarlo, pero algo en su interior la hacia desearlo hasta con desesperación, ella no lo comprendía pero no era tonta y si entendía que en eso mucho tenia que ver el tamaño de la verga del anciano, pues si esta hubiera sido una cosita diminuta como ella esperaba, quizás no le hubiera gustado tanto. Y le siguió acariciando las piernas hasta que el adelanto la pelvis como invitándola a tocar también la verga.
Y ella la toco, la agarro con las dos manos y no alcanzaba a cubrir ni la mitad del enorme pito que seguía creciendo con su contacto, ella lo comenzó a mover lentamente como masturbándolo, y el pito seguía creciendo, hasta que alcanzo su total erección y se convirtió en algo semejante al tolete de un policía. Laura sentía el calor subírsele a las mejillas mientras continuaba acariciando la verga del anciano.
Ay don Luis –comento laura- mucho me temo que su enorme vergota no va a caber en mi panochita, la tiene usted demasiado grande.
Claro que si va a caber –comento el anciano- lo haremos con mucho cuidado y te la meteré solamente hasta donde tú aguantes.
Esta bien don Luis.
El anciano se sentó en el sillón junto a laura, sin que esta soltara la verga. En realidad ella estaba fascinada con el pitote de don Luis y ya estaba ansiosa por metérselo por cualquiera de sus hoyos, no importaba que le hiciera daño, ella tiene que sentirla dentro, y si no se abalanzo a metérsela fue solamente por lo que fuera a pensar el anciano de ella, y no quería apresurar las cosas, sino dejar que el lo hiciera cuando quisiera, pero si se atrevió a decirle:
Don Luis, ¿seria usted tan amable de permitirme besarle su vergota?
Besala todo lo que quieras hermosa laurita.
Laura se inclino hacia el y le dio repetidos besos a la verga del anciano, inclusive trato de metérsela en la boca pero le fue imposible, ni siquiera el glande le cabía completo en la boca, así que solamente se conformo con besarla y lamerla como si fuera un dulce.
Déjame acostarme en el sillón –dijo el anciano- y me pones tu panochita en la boca.
Si don Luis –dijo laura levantándose para que el se acostara y luego subiéndose en el con su frente hacia la verga.
No, así no, ponte de frente a mí.
Por favor don Luis –se atrevió a decir laura exponiéndose a contradecirlo y hacerlo enojar pues no sabia como iba a reaccionar el- déjeme poder besarle su vergota mientras usted me chupa mi panochita, no me quite el gusto de tener su pitote junto a mi boca.
Quizás fue la forma en como lo dijo laura, pero el viejo no se enojo, antes al contrario se sonrió y le permitió hacerlo como ella quería. Esa intuición femenina que tienen las mujeres para hacer y decir las cosas, y que hacen que los hombres siempre quieran complacerlas. Y se estuvieron dando gusto por un buen rato, don Luis era un experto para mamar panochas y tenia la lengua mas larga que laura hubiera conocido y se la metía en su panochita como si fuera un pequeño pito cogiendosela, y esto hizo que laura tuviera dos esplendorosos orgasmos que gozo como nunca.
Al terminar, se levantaron y el anciano le pidió a laura que se sentara sobre la verga y se la metiera hasta donde la aguantara.
Ay don Luis –dijo laura- creo que su vergota va a dañar mi panochita, pero me la voy a meter, no solo por darle gusto a usted sino por que en verdad la deseo, deseo sentirla dentro de mi cuerpo.
No te preocupes mucho laurita, si sientes que te daña, la sacaremos.
Ella se preparo y se sentó a horcajadas sobre el anciano guiando la verga con su mano para metérsela poco a poco, le costo un poco de trabajo pero logro meterse la cabeza y luego la fue resbalando poco a poco hasta meterse la mitad del garrote y entonces sintió que ya no le cabria ni un centímetro mas, y comenzó a moverse jadeando y hablando.
Que gran verga la su ya don Luis, solo esta a la mitad y ya me llena por completo, siento que me va a romper la panocha, que verga, que verga, que caliente me pone su pitote.
¿Quieres que te la saque laurita? –pregunto el anciano.
No don Luis, no me la saque por favor, esta riquísima su verga, déme una buena cogida, rompame la panocha.
Y así estuvieron por un poco más de media hora. Laura se la hundió un poco mas a pesar del dolor que sentía, pues el placer era mucho mayor, ya había perdido las cuentas de los orgasmos que había tenido y seguía gozando con el gran tolete, se abrazaba al anciano y lo besaba en la boca con una pasión como nunca antes la había tenido, le metía la lengua en la boca y le lamía las encías con deleite, le restregaba las chiches en la cara y trataba de metérselas completas en su boca para que el las mamara todas, hasta que llego el momento en que estuvo a punto de desmayarse por el placer sentido, vio estrellitas a su alrededor y solamente se abrazo al cuello del anciano para no caerse. Este noto el desvanecimiento de ella y la sostuvo diciéndole:
Mejor te la voy a sacar cariñito, pues no quiero hacerte daño.
No don Luis –grito ella sobreponiéndose un poco- no me la saque, cojame hasta que me muera, pero no me la saque.
De cualquier forma, ya estoy por venirme.
Si don Luis, vengase en mi panochita, inúndemela toda con su leche, quiero sentir su venida en lo mas hondo de mi ser.
Y el anciano se vino entre jadeos. En cuanto termino de venirse, la verga comenzó a perder vigor pero sin desinflamarse por completo. Laura se saco la verga y se sentó junto a el completamente desfallecida por el placer experimentado, y así estuvieron los dos sentados lánguidamente por unos minutos como reponiendo las fuerzas.
Laura fue la primera en reaccionar, se abrazo al anciano y besándolo en la boca le dijo:
Que hermoso es usted don Luis, me ha dado la mejor cogida de mi vida, es usted el hombre más hombre que he conocido.
Que bueno que te haya gustado laurita preciosa, pues te confesare que yo tenía miedo de no gustarte y que te fueras a quedar conmigo por obligación, pero noto que en realidad has actuado con gusto.
Claro que si mi precioso señor –contesto laura sin dejar de besar la desdentada boca del anciano- me ha gustado muchísimo y siempre que usted quiera cogerme yo estaré para servirle. Y ahora si me permita usted don Luis, debo de ir al baño a orinar, ¿quiere usted indicarme donde esta?
Espera un poco –dijo el viejo tomándola de un brazo- hay algunas cosas que a mi me gustan y que si tu quisieras hacérmelas me harías muy feliz, no son cosas comunes, por lo que si no quieres o no te gustan pues yo lo entenderé y no las haremos.
Ay mi señor precioso –dijo laura sensualmente y volviendo a prenderse de su boca y agarrandole la verga con una mano- usted es mi amo y yo haré cualquier cosa que usted quiera, no importa de lo que se trate, lo único que yo quiero es darle gusto a mi hombre.
Que linda eres laurita –dijo el anciano, y entre apenado e indeciso comenzó a decirle lo que quería- es que ¿sabes?, a mi me gusta tomarme los orines de la mujer, y me gustaría mucho tomarme los tuyos, pero repito, esto será si tu quieres porque no quiero forzarte a nada.
Que bueno es usted don Luis, claro que si quiero, en realidad nunca lo he hecho, pero si a usted le gusta, con mucho gusto lo voy a hacer.
Que linda reinita –dijo don Luis abrazando a laura- creo que me he sacado la lotería contigo, mira, sobre la mesita que esta en el rincón hay una toalla grande, tráela y ponla aquí en el suelo junto al sillón.
Laura fue por la toalla y la puso sobre la alfombra, el se levanto y se acostó boca arriba sobre la alfombra y con la cabeza sobre la toalla y le dijo a laura.
Ahora corazoncito, ponte en cuclillas sobre mi cara y orinate en mi boca, y si no le atinas bien no te preocupes pues también me gusta sentirla sobre mi cara.
Laura hizo lo que le pedían, se acuclillo sobre la cara del anciano y le soltó un fuerte chorro de orines sobre la boca, desviándolo después a propósito sobre su nariz y sus ojos y sonriendo con su travesura a la vez que sentía un placer nunca sentido, pues en realidad ella nunca se había meado en la boca de nadie, y le había gustado hacerlo. Cuando ella termino, don Luis la jalo hacia el para limpiarle su panocha con la boca y laura se lo agradeció mentalmente pues en realidad estaba adolorida de su panochita por efectos de la cogida sufrida con la enorme vergota de don Luis.
Así estuvieron por quince minutos y después se levantaron, don Luis se limpio la cara con la toalla y se sentó en el sillón.
- Si tienes hambre laurita, en la cocina hay varias cosa de comer, si quieres puedes prepararte algo.
- ¿Usted tiene hambre don Luis? –pregunto laura- porque me gustaría que me acompañara a comer.
- Si laurita, ve a la cocina y yo te alcanzo.
Laura fue a la cocina y comenzó a preparar unos huevos con jamón para los dos, y unos minutos después entro don Luis, se dirigió a donde estaba ella y la abrazo por detrás repegandole su denuda verga en las nalgas y agarrandole las chiches. Laura pensó que el anciano tenia mucho sentido de la percepción para saber donde estaban las personas, comenzó a mover su culo y se pego a el lo mas que pudo para que la agarrara a gusto. Y cuando termino de guisar, le dijo que ya estaba lista la comida, el se sentó y ella sirvió para los dos y también se sentó junto a el.
Comieron tranquilamente y al terminar, ella le agarro la verga al anciano sobandosela con las dos manos. Don Luis se dejo hacer gozando del momento mientras le sobaba los pechos a laura.
- ¿Te puedo pedir un favor laurita?
- Si don Luis pidame lo que quiera.
- Lo que quiero es que tomes mucha agua para que te puedas orinar en mi boca todas las más veces posibles, ¿quieres?
- Si don Luis.
Y laura procedió a servirse agua tomándose varios vasos. Y luego de un rato se levantaron y fueron al sillón y ella se sentó en las piernas de el y lo beso apasionadamente en la desdentada boca, metiéndole su lengua lo mas que podía para que el la mordiera con gusto.
- ¿Quieres ver un rato la televisión laurita? –pregunto el anciano.
- ¿Cuál televisión? –contesto laura, ya que efectivamente no se notaba ninguna televisión a la vista y esto le había parecido a ella muy natural puesto que el dueño de la casa era ciego.
- Sobre la mesita de centro hay un control remoto, tómalo y pulsa el botón de encendido hacia la pared de enfrente.
Laura lo hizo, y de inmediato se corrió una cortina de tela que estaba sobre la pared, dejando ver una enorme televisión la cual también se encendió automáticamente.
- Ah caray –dijo laura- pues si hay una bonita televisión, ¿y usted para…?
- Ya se que me vas a decir que para que la quiero si no la puedo ver, pero si la puedo oír y es lo que hago de vez en cuando, mira siéntate en el sillón y pon el programa que quieras y yo mientras me entretendré con tu panochita ¿quieres?
- Si don Luis –contesto laura sentándose en la orilla del sofá y abriendo las piernas para que don Luis sentado sobre la alfombra pudiera comerle su panocha.
Don Luis comenzó a lamer y a morder suavemente la panochita de laura, pasando después a su culo y alternándolos posteriormente, y luego beso y mordió también sus piernas y tobillos hasta llegar a sus pies los que también se metió a la boca para chupar los dedos y las plantas de los mismos, y así estuvieron por varias horas. Laura ya estaba totalmente caliente y ya deseaba volver a sentir la verga del anciano en su panocha, además de que ya quería mear, y se lo dijo al anciano.
- Ya tengo ganas de orinar don Luis, ¿quiere usted acostarse en el piso?
- Si mi amorcito, pásame la toalla por favor.
Don Luis se acostó en la alfombra extendiendo la toalla bajo se cabeza y laura se puso en cuclillas sobre su cara igual que la vez anterior, e igual le echo un fuerte chorro de meados sobre la boca que el anciano bebió con sed, y los últimos chorros los echo sobre sus ojos y su nariz.
- Perdóneme don Luis que no le puedo atinar bien a su boca –dijo laura levantándose.
- No te preocupes laurita –contesto el anciano mientras se limpiaba la cara con la toalla- tu puedes orinarte en toda mi cara si quieres.
- Esta bien don Luis.
Ya había anochecido cuando el anciano dijo que ya quería acostarse y laura lo siguió a la recamara, amplia, sobria y lujosamente amueblada, con una enorme cama que era casi del doble de tamaño que una cama matrimonial normal. Don Luis se acostó desnudo boca arriba y laura a su lado, agarrandole la verga que ya se encontraba totalmente parada y besándolo en la boca con gusto.
- ¿Quiere usted meterme su vergota de nuevo don Luis?
- Si laurita, siéntate sobre mi para que te metas tu sola la verga hasta donde aguantes.
- Si don Luis.
Y laura se trepo sobre el anciano y se acomodo la cabezota del pito en su panocha para después dejarse caer poco a poco hasta tener metida la mitad del garrote de don Luis, luego se comenzó a mover sobre la verga y se recostó sobre el viejo para besarlo, su placer era intenso, el enorme pito la llenaba por completo y tuvo otro orgasmo a la vez que le decía al anciano sin dejar de besarlo en la boca:
- Que lindo pitote tiene usted don Luis, es la verga más hermosa que me han metido, me llena toda mi panochita y siento que me la va a desfondar.
- Esta verga es toda para ti laurita –contesto el anciano- para tu panocha.
Luego cambiaron de posiciones con laura abajo, y luego la puso de lado, y luego la puso de a perrito, y así estuvieron por mas de dos horas, y laura tuvo dos orgasmos mas antes de que el anciano se viniera dentro de ella.
Laura quedo tendida sobre la cama, feliz por la cogida recibida, y cuando vio el anciano se iba a levantar lo tomo por el brazo y le pregunto:
- ¿A donde va don Luis? Si necesita algo yo se lo traigo.
- Voy por la toalla para limpiarme la verga.
- De ninguna manera don Luis, para eso estoy yo aquí, para limpiarle la verga cuando usted termine de cogerme.
Laura se hinco sobre la cama, tomo la enorme reata en sus manos y procedió a lamerla, la limpio desde los huevos hasta la cabeza pasándole repetidas veces la lengua por todos lados, y cuando termino, dijo:
- Ya esta bien limpia don Luis.
- Gracias laurita, ahora vamos a dormirnos, pero antes te voy a decir dos cosas, primera, si por la noche sientes ganas de orinar, por favor me despiertas para que lo hagas en mi boca, y segunda, tu duérmete tranquila, si por la noche sientes que te beso alguna parte de tu cuerpo, no es que quiera yo coger, pues no creo que se me vuelva a parar la verga antes de una semana, entonces es que simplemente siento ganas de besarte y tocarte pero tu puedes seguir durmiendo tranquilamente, ¿de acuerdo?
- Si don Luis, como usted quiera.
Y laura no tardo en quedarse dormida boca abajo, y tampoco tardo en sentir que el anciano le abría las nalgas y metía la boca y la lengua hasta su culo y se lo chupaba. Laura tomo un cojin y lo puso bajo su abdomen para que se le parara más el culo, y luego solo lanzo un suspiro de satisfacción y dejo que el anciano siguiera en su faena mientras ella dormía. Paso un buen rato cuando laura volvió a despertar y sintió que el anciano seguía en lo mismo con su culito, y entonces sintió deseos de orinar, y le dijo al anciano:
- Tengo ganas de mear don Luis, ¿le doy la toalla?
- Si laurita –contesto don Luis bajándose en seguida de la cama y tirandose boca arriba en la alfombra.
Laura regreso con la toalla, se la dio al anciano y procedió a orinarse en su cara, cuando termino, el viejo le limpio la panocha con la lengua y luego se limpio la cara. Laura se levanto y se subió a la cama acostándose boca arriba y quedándose dormida casi de inmediato mientras el anciano se hincaba y le chupaba la panocha suavemente. Ya casi amanecía cuando laura despertó de nuevo y el anciano estaba chupandole y lamiéndole los dedos de los pies, laura solo lo vio un momento y se volvió a dormir, despertando cuando ya eran mas de las ocho de la mañana, y don Luis seguía entretenido con sus pies.
- ¿pues que no durmió usted don Luis? –pregunto laura al anciano.
- No laurita, pero no te preocupes por eso –contesto el anciano- ya tendré tiempo de dormir cuando me muera, pero ahora no voy a desperdiciar este tiempo que te tengo aquí, ¿no quieres orinar laurita?
- Si don Luis.
Y repitieron la misma operario de orinada en la boca que ya habían practicado con anterioridad. Cuando terminaron, laura se puso su vestido y de despidió del anciano.
- Ya me retiro don Luis si a usted no se le ofrece otra cosa –dijo laura sentándose junto a el en la cama, besándolo y sobandole la verga.
- Esta bien laurita, pero te espero el próximo miércoles, ¿vendrás?
- Claro que si don Luis, de ninguna manera me perdería otra cogida con esta vergota –contesto laura apretando la verga e inclinandose para darle un beso.
- De acuerdo, te espero el próximo miércoles.
Don Luis la acompaño hasta la puerta y ella se fue.
Salieron los dos de casa de laura y ya en el coche del viejo, el le dijo:
Mi tío es una persona un poco difícil de tratar, pero si le encuentras pronto el modo, veras que es muy buena gente, tratalo bien y haz todo lo que el te diga, no quiero tener ni una sola queja de el, ¿me entendiste?
Si don Javier, puede confiar en que no tendrá ninguna queja de mí –respondió laura sobandole la verga al viejo por encima del pantalón.
Más te vale que así sea porque mi tío es una persona muy importante para mí. Su casa no es muy grande pero es bonita y no habrá nadie mas que el, de manera que puedes estar tranquila para esforzarte por agradarlo todo lo que puedas y mañana por la mañana te espero en la oficina.
Si mi señor, tratare a su tío como si fuera mi dueño, usted no se preocupe y mañana lo veré a usted, pero aun no me ha dicho como se llama su tío.
Mi tío se llama Luis, pero tu debes llamarlo don Luis, y tratarlo con mucho respeto como la persona mayor que es.
Llegaron a la casa del tío que estaba ubicada en una zona residencial y de la que don Javier tenía llave, y efectivamente era una casa pequeña pero bonita y bien arreglada. Entraron a la sala, que era acogedora y decorada con buen gusto, y lo primero que vio laura fue al viejo sentado en la sala, era verdaderamente un anciano, delgado y aparentemente alto de estatura, la cara casi totalmente cubierta de arrugas y los dedos de sus manos esqueléticos y largos, la cabeza poblada de cabello blanco, y usaba unos lentes oscuros.
Ya llegamos tío –dijo don Javier- viene conmigo laura, que es la mujer de quien te platique, viene a quedarse esta noche contigo si es que tu quieres.
El anciano solamente asintió con la cabeza.
De acuerdo –volvió a decir don Javier- pues entonces los dejo solos, hasta luego tío.
Cualquiera que tuviera un poco mas de malicia que laura, se hubiese dado cuenta que el anciano ejercía una evidente autoridad sobre don Javier, y que este lo respetaba o quizás le temía, o quizás las dos cosas. Y el viejo dio media vuelta saliendo de la casa y dejando a laura sin saber que hacer, solamente se quedo parada en medio de la sala esperando que el anciano tomara la iniciativa y le dijera algo.
Acércate mujer, no me tengas miedo –dijo el anciano con una voz fuerte y decidida que no iba de acuerdo con su aspecto, se notaba que era un hombre acostumbrado a mandar y a que le obedecieran.
No es eso don Luis –contesto laura tímidamente y en voz baja- solamente estaba esperando que usted me dijera algo.
Laura noto que el anciano no tenia dientes, ni uno solo, quizás usara dentadura postiza, pero en esos momentos no la traía puesta. El anciano se levanto y camino hasta una silla alta que esta junto al bar y se sentó en ella.
No te extrañe que me mueva con tanta libertad a pesar de ser ciego, es solamente que tengo treinta años de vivir en esta casa y la conozco al derecho y al revés, ven y sirve dos vasos de refresco del bar y parate junto a mi ¿tu tomas?
No don Luis, pero si usted quiere me tomare una copita.
No, no quiero que tomes.
Laura hizo lo que le ordenaron y después de servir los refrescos se paro junto al anciano, esta la tomo de las manos y se las comenzó a acariciar y acto seguido pasó a la cara diciéndole:
Para los que somos ciegos, la mejor forma de conocer a las personas es tocándolas y hablando con ellas.
Laura sintió un poco raro de sentir las huesudas manos del anciano tocándole poco a poco la cara la cara y no dejándole ni un milímetro por recorrer con las yemas de los dedos.
¿Como dices que te llamas? –pregunto el anciano.
Me llamo laura don Luis, pero usted puede llamarme como quiera –contesto laura y estuvo a punto de decirle que podía llamarla puta o perra, pero no lo hizo.
Muy bien, te llamare laurita ¿esta bien?
Como usted quiera don Luis.
El anciano siguió tocándole la cara, pasando por su nariz, sus ojos, sus mejillas, su frente, su boca, su mentón, sus orejas, y al terminar con su cara, paso a su cuello que también recorrió milímetro a milímetro, luego bajo las manos a sus hombros tropezando con el vestido de ella quien rápidamente le pregunto:
¿Quiere que me quite el vestido don Luis?
Si laurita, quitatelo –contesto el anciano con la voz ya no tan dura como antes.
Laura se quito el vestido quedando totalmente desnuda y se acerco nuevamente al anciano, este quitándose los lentes que traía puestos, la tomo por los hombros y le dijo:
Laurita, tengo ganas de darte un beso en la boca ¿me permites?
Claro que si don Luis.
¿no te da asco mi boca sin dientes?
No, como cree don Luis –contesto laura, aunque ella misma no sabia como iba a reaccionar cuando el anciano la besara con su desdentada boca, lo que si sabia, era que la inverosímil situación de estar desnuda ante un anciano que podía ser su abuelo o quizás su bisabuelo, la estaba calentando, y que este la estuviera tocando con sus huesudas y arrugadas manos también le alborotaba la hormona y para terminar de aumentar su calentura, estaba el hecho de que el anciano fuera ciego.
Don Luis la acerco a su cara y le dio un pequeño beso, primero con la boca cerrada y apenas como rozando sus labios, y después ya la beso con la boca abierta y metiendo su lengua en la de ella. Laura reacciono positivamente y correspondió al beso metiendo también ella su lengua en la boca de el quien la mordió suavemente despertando en laura sensaciones que nunca había sentido al sentir sobre su lengua las encías del anciano.
Don Luis termino con el beso y prosiguió con su análisis dactilar sobre el cuerpo de laura.
Ahora quiero que me platiques sobre ti –dijo el anciano mientras bajaba de los hombros a los brazos de laura- que edad tienes, que haces, que te gusta hacer, en fin lo que tu quieras decirme.
Pues tengo 22 años don Luis, soy huérfana y no tengo parientes, soy casada aunque mi esposo esta enfermo y se encuentra paralítico, trabajo para don Javier que se ha portado muy bien conmigo, me gusta pasear y escuchar música, me gusta ayudar a la gente siempre que puedo, y me gustaría algún día seguir estudiando para terminar una carrera profesional, o en su defecto poner un negocio para ganarme la vida.
Eso me parece muy bien, ojala y que puedas hacerlo.
El anciano pasó de los brazos de ella a sus pechos, los toco, los sopeso, los amaso y los recorrió por completo, se metió un pezón a la boca y lo chupo con gusto y después se metió el otro saboreándolo como si fuera un bebe amamantándose y tardándose un buen rato en esta labor, luego paso a su espalda y a su cintura.
Eres verdaderamente muy hermosa laurita –dijo el anciano- tienes los pechos mas hermosos y mas dulces que he probado.
Favor que usted me hace don Luis.
Ningún favor, mis dedos nunca se equivocan, para mi son como mis ojos, y ellos me están diciendo que eres una mujer muy bella.
Que amable es usted don Luis.
Ahora mejor pasemos al sillón para seguir con la inspección de tu adorable anatomía, recuéstate boca arriba.
Laura estaba desconcertada y complacida, no había esperado que el anciano fuera tan amable y que le fuera a decir cosas tan bonitas, claro que esto era solo el principio y no se debería de confiar mucho pues quien sabe lo que viniera después y debería de estar preparada para todo. Fue hacia el sillón y se recostó quitándose también los zapatos. Don Luis se hinco junto a ella a la altura de sus pies y comenzó a tocar suavemente los mismos, los acariciaba con las dos manos, recorría la palma desde el talón hasta los dedos subiendo después hasta los tobillos y en un momento dado acerco su cara y los beso metiéndose los dedos a la boca y chupandolos.
Nunca nadie le había chupado los pies a laura (solamente ella había chupado los apestosos pies de don Javier) y sintió una sensación hermosa, cerro los ojos y gozo del momento. El anciano siguió con sus pantorrillas y sus rodillas, y luego paso a los muslos en donde se entretuvo un buen rato recorriéndolos completos, y al fin llego a la panochita de laura.
Primero acaricio los sedosos vellos y luego metió la mano por en medio, laura instintivamente abrió las piernas para dejarle libertad de inspección al anciano, este le metió dos dedos en la panocha recorriéndosela toda y a la vez acariciándole el clítoris haciendo que ella gimiera levemente y se retorciera un poco sobre el sillón, y después de un rato, el anciano le pidió que se volteara y laura obedeció, y el le comenzó a pasar las manos sobre las nalgas acariciándolas y dándoles un rico masaje que laura agradeció parando un poco su culo, y por ultimo el le toco el culo sobandoselo con un dedo y después metiéndoselo poco a poco mientras le besaba las nalgas.
Laura ya se encontraba caliente y lo único que deseaba era una buena verga en su panocha y en su culo, pero todavía faltaba ver si al anciano se le paraba la verga lo suficiente para poder metérsela a ella como su cuerpo lo estaba exigiendo. Don Luis le saco el dedo del culo y le pidió que se sentara, sentandose a su vez junto a ella y pasándole un brazo por los hombros mientras con la otra mano le acariciaba las chiches.
Eres una hermosa mujer Laurita, de hecho eres la mujer más hermosa de todas las que yo he conocido, y creo que además de hermosa eres buena, y eso también me gusta.
Es usted muy amable al decirme eso don Luis –contesto laura sin saber que mas decir.
Quiero que te sientas a gusto conmigo, de manera que si necesitas o quieres algo, solo dímelo y yo te consentiré.
Esta bien don Luis –comento laura sin saber exactamente a que se refería el.
Bueno, pues ahora ha llegado el momento decisivo, me voy a desnudar, pero se que no soy un hombre que pueda gustarle a las mujeres, en realidad soy un anciano, por lo que después de verme quiero que me digas honestamente si quieres quedarte conmigo, y ten en cuenta que yo se reconocer en la voz cuando una persona miente.
Si don Luis, seré honesta con usted.
Y el anciano se levanto, se paro frente a ella y comenzó a quitarse la ropa, y cuando termino se quedo quieto sin hablar, como dejando que ella calibrara lo que estaba viendo y tomara su decisión.
Y lauro lo calibro, efectivamente era un hombre anciano y a pesar de lo delgado, las carnes se le colgaban, dejando entrever sus huesos, definitivamente no era un hombre que le pudiera gustar a una mujer joven como ella, pero había un detalle que hizo que ella abriera los ojos desmesuradamente, y era la enorme verga del anciano, laura nunca pensó que pudiera existir una verga como esa, a pesar de no estar en completa erección, ya media mas de veinte centímetros según los cálculos de laura, y también era exageradamente gorda, solamente la alta estatura de don Luis le evitaba a laura el pensar que estaba frente a un fenómeno. Laura pensó que junto a esta verga, el pito de don Javier no pasaba de ser un minúsculo colgajo.
¿Y bien? –pregunto don Luis- después de verme desnudo estas en completa libertad de irte si lo deseas.
No quiero irme don Luis, quiero quedarme con usted, pues yo no veo en los hombres solamente la belleza corporal, sino también la belleza del alma y siento que usted es un hombre bello por dentro, y si me gusta su belleza interior, también me gusta su belleza exterior –contesto laura ladinamente pero con tanta seguridad en su voz, que hizo que el anciano sonriera complacido por lo que oía.
Confió en tus palabras laurita.
Si señor, -dijo laura y tímidamente agrego- ¿me permitiría usted tocarlo?
Puedes hacerlo laurita.
Y laura se levanto y parándose frente a el, le comenzó a tocar los brazos, y el pecho, y la cintura, y las caderas, teniendo cuidado de no tacarle la verga, luego se sentó nuevamente y le acaricio los muslos y las rodillas. El anciano y arrugado cuerpo de don Luis ejercía una rara atracción sobre ella, no era normal que le gustara y que quisiera acariciarlo, pero algo en su interior la hacia desearlo hasta con desesperación, ella no lo comprendía pero no era tonta y si entendía que en eso mucho tenia que ver el tamaño de la verga del anciano, pues si esta hubiera sido una cosita diminuta como ella esperaba, quizás no le hubiera gustado tanto. Y le siguió acariciando las piernas hasta que el adelanto la pelvis como invitándola a tocar también la verga.
Y ella la toco, la agarro con las dos manos y no alcanzaba a cubrir ni la mitad del enorme pito que seguía creciendo con su contacto, ella lo comenzó a mover lentamente como masturbándolo, y el pito seguía creciendo, hasta que alcanzo su total erección y se convirtió en algo semejante al tolete de un policía. Laura sentía el calor subírsele a las mejillas mientras continuaba acariciando la verga del anciano.
Ay don Luis –comento laura- mucho me temo que su enorme vergota no va a caber en mi panochita, la tiene usted demasiado grande.
Claro que si va a caber –comento el anciano- lo haremos con mucho cuidado y te la meteré solamente hasta donde tú aguantes.
Esta bien don Luis.
El anciano se sentó en el sillón junto a laura, sin que esta soltara la verga. En realidad ella estaba fascinada con el pitote de don Luis y ya estaba ansiosa por metérselo por cualquiera de sus hoyos, no importaba que le hiciera daño, ella tiene que sentirla dentro, y si no se abalanzo a metérsela fue solamente por lo que fuera a pensar el anciano de ella, y no quería apresurar las cosas, sino dejar que el lo hiciera cuando quisiera, pero si se atrevió a decirle:
Don Luis, ¿seria usted tan amable de permitirme besarle su vergota?
Besala todo lo que quieras hermosa laurita.
Laura se inclino hacia el y le dio repetidos besos a la verga del anciano, inclusive trato de metérsela en la boca pero le fue imposible, ni siquiera el glande le cabía completo en la boca, así que solamente se conformo con besarla y lamerla como si fuera un dulce.
Déjame acostarme en el sillón –dijo el anciano- y me pones tu panochita en la boca.
Si don Luis –dijo laura levantándose para que el se acostara y luego subiéndose en el con su frente hacia la verga.
No, así no, ponte de frente a mí.
Por favor don Luis –se atrevió a decir laura exponiéndose a contradecirlo y hacerlo enojar pues no sabia como iba a reaccionar el- déjeme poder besarle su vergota mientras usted me chupa mi panochita, no me quite el gusto de tener su pitote junto a mi boca.
Quizás fue la forma en como lo dijo laura, pero el viejo no se enojo, antes al contrario se sonrió y le permitió hacerlo como ella quería. Esa intuición femenina que tienen las mujeres para hacer y decir las cosas, y que hacen que los hombres siempre quieran complacerlas. Y se estuvieron dando gusto por un buen rato, don Luis era un experto para mamar panochas y tenia la lengua mas larga que laura hubiera conocido y se la metía en su panochita como si fuera un pequeño pito cogiendosela, y esto hizo que laura tuviera dos esplendorosos orgasmos que gozo como nunca.
Al terminar, se levantaron y el anciano le pidió a laura que se sentara sobre la verga y se la metiera hasta donde la aguantara.
Ay don Luis –dijo laura- creo que su vergota va a dañar mi panochita, pero me la voy a meter, no solo por darle gusto a usted sino por que en verdad la deseo, deseo sentirla dentro de mi cuerpo.
No te preocupes mucho laurita, si sientes que te daña, la sacaremos.
Ella se preparo y se sentó a horcajadas sobre el anciano guiando la verga con su mano para metérsela poco a poco, le costo un poco de trabajo pero logro meterse la cabeza y luego la fue resbalando poco a poco hasta meterse la mitad del garrote y entonces sintió que ya no le cabria ni un centímetro mas, y comenzó a moverse jadeando y hablando.
Que gran verga la su ya don Luis, solo esta a la mitad y ya me llena por completo, siento que me va a romper la panocha, que verga, que verga, que caliente me pone su pitote.
¿Quieres que te la saque laurita? –pregunto el anciano.
No don Luis, no me la saque por favor, esta riquísima su verga, déme una buena cogida, rompame la panocha.
Y así estuvieron por un poco más de media hora. Laura se la hundió un poco mas a pesar del dolor que sentía, pues el placer era mucho mayor, ya había perdido las cuentas de los orgasmos que había tenido y seguía gozando con el gran tolete, se abrazaba al anciano y lo besaba en la boca con una pasión como nunca antes la había tenido, le metía la lengua en la boca y le lamía las encías con deleite, le restregaba las chiches en la cara y trataba de metérselas completas en su boca para que el las mamara todas, hasta que llego el momento en que estuvo a punto de desmayarse por el placer sentido, vio estrellitas a su alrededor y solamente se abrazo al cuello del anciano para no caerse. Este noto el desvanecimiento de ella y la sostuvo diciéndole:
Mejor te la voy a sacar cariñito, pues no quiero hacerte daño.
No don Luis –grito ella sobreponiéndose un poco- no me la saque, cojame hasta que me muera, pero no me la saque.
De cualquier forma, ya estoy por venirme.
Si don Luis, vengase en mi panochita, inúndemela toda con su leche, quiero sentir su venida en lo mas hondo de mi ser.
Y el anciano se vino entre jadeos. En cuanto termino de venirse, la verga comenzó a perder vigor pero sin desinflamarse por completo. Laura se saco la verga y se sentó junto a el completamente desfallecida por el placer experimentado, y así estuvieron los dos sentados lánguidamente por unos minutos como reponiendo las fuerzas.
Laura fue la primera en reaccionar, se abrazo al anciano y besándolo en la boca le dijo:
Que hermoso es usted don Luis, me ha dado la mejor cogida de mi vida, es usted el hombre más hombre que he conocido.
Que bueno que te haya gustado laurita preciosa, pues te confesare que yo tenía miedo de no gustarte y que te fueras a quedar conmigo por obligación, pero noto que en realidad has actuado con gusto.
Claro que si mi precioso señor –contesto laura sin dejar de besar la desdentada boca del anciano- me ha gustado muchísimo y siempre que usted quiera cogerme yo estaré para servirle. Y ahora si me permita usted don Luis, debo de ir al baño a orinar, ¿quiere usted indicarme donde esta?
Espera un poco –dijo el viejo tomándola de un brazo- hay algunas cosas que a mi me gustan y que si tu quisieras hacérmelas me harías muy feliz, no son cosas comunes, por lo que si no quieres o no te gustan pues yo lo entenderé y no las haremos.
Ay mi señor precioso –dijo laura sensualmente y volviendo a prenderse de su boca y agarrandole la verga con una mano- usted es mi amo y yo haré cualquier cosa que usted quiera, no importa de lo que se trate, lo único que yo quiero es darle gusto a mi hombre.
Que linda eres laurita –dijo el anciano, y entre apenado e indeciso comenzó a decirle lo que quería- es que ¿sabes?, a mi me gusta tomarme los orines de la mujer, y me gustaría mucho tomarme los tuyos, pero repito, esto será si tu quieres porque no quiero forzarte a nada.
Que bueno es usted don Luis, claro que si quiero, en realidad nunca lo he hecho, pero si a usted le gusta, con mucho gusto lo voy a hacer.
Que linda reinita –dijo don Luis abrazando a laura- creo que me he sacado la lotería contigo, mira, sobre la mesita que esta en el rincón hay una toalla grande, tráela y ponla aquí en el suelo junto al sillón.
Laura fue por la toalla y la puso sobre la alfombra, el se levanto y se acostó boca arriba sobre la alfombra y con la cabeza sobre la toalla y le dijo a laura.
Ahora corazoncito, ponte en cuclillas sobre mi cara y orinate en mi boca, y si no le atinas bien no te preocupes pues también me gusta sentirla sobre mi cara.
Laura hizo lo que le pedían, se acuclillo sobre la cara del anciano y le soltó un fuerte chorro de orines sobre la boca, desviándolo después a propósito sobre su nariz y sus ojos y sonriendo con su travesura a la vez que sentía un placer nunca sentido, pues en realidad ella nunca se había meado en la boca de nadie, y le había gustado hacerlo. Cuando ella termino, don Luis la jalo hacia el para limpiarle su panocha con la boca y laura se lo agradeció mentalmente pues en realidad estaba adolorida de su panochita por efectos de la cogida sufrida con la enorme vergota de don Luis.
Así estuvieron por quince minutos y después se levantaron, don Luis se limpio la cara con la toalla y se sentó en el sillón.
- Si tienes hambre laurita, en la cocina hay varias cosa de comer, si quieres puedes prepararte algo.
- ¿Usted tiene hambre don Luis? –pregunto laura- porque me gustaría que me acompañara a comer.
- Si laurita, ve a la cocina y yo te alcanzo.
Laura fue a la cocina y comenzó a preparar unos huevos con jamón para los dos, y unos minutos después entro don Luis, se dirigió a donde estaba ella y la abrazo por detrás repegandole su denuda verga en las nalgas y agarrandole las chiches. Laura pensó que el anciano tenia mucho sentido de la percepción para saber donde estaban las personas, comenzó a mover su culo y se pego a el lo mas que pudo para que la agarrara a gusto. Y cuando termino de guisar, le dijo que ya estaba lista la comida, el se sentó y ella sirvió para los dos y también se sentó junto a el.
Comieron tranquilamente y al terminar, ella le agarro la verga al anciano sobandosela con las dos manos. Don Luis se dejo hacer gozando del momento mientras le sobaba los pechos a laura.
- ¿Te puedo pedir un favor laurita?
- Si don Luis pidame lo que quiera.
- Lo que quiero es que tomes mucha agua para que te puedas orinar en mi boca todas las más veces posibles, ¿quieres?
- Si don Luis.
Y laura procedió a servirse agua tomándose varios vasos. Y luego de un rato se levantaron y fueron al sillón y ella se sentó en las piernas de el y lo beso apasionadamente en la desdentada boca, metiéndole su lengua lo mas que podía para que el la mordiera con gusto.
- ¿Quieres ver un rato la televisión laurita? –pregunto el anciano.
- ¿Cuál televisión? –contesto laura, ya que efectivamente no se notaba ninguna televisión a la vista y esto le había parecido a ella muy natural puesto que el dueño de la casa era ciego.
- Sobre la mesita de centro hay un control remoto, tómalo y pulsa el botón de encendido hacia la pared de enfrente.
Laura lo hizo, y de inmediato se corrió una cortina de tela que estaba sobre la pared, dejando ver una enorme televisión la cual también se encendió automáticamente.
- Ah caray –dijo laura- pues si hay una bonita televisión, ¿y usted para…?
- Ya se que me vas a decir que para que la quiero si no la puedo ver, pero si la puedo oír y es lo que hago de vez en cuando, mira siéntate en el sillón y pon el programa que quieras y yo mientras me entretendré con tu panochita ¿quieres?
- Si don Luis –contesto laura sentándose en la orilla del sofá y abriendo las piernas para que don Luis sentado sobre la alfombra pudiera comerle su panocha.
Don Luis comenzó a lamer y a morder suavemente la panochita de laura, pasando después a su culo y alternándolos posteriormente, y luego beso y mordió también sus piernas y tobillos hasta llegar a sus pies los que también se metió a la boca para chupar los dedos y las plantas de los mismos, y así estuvieron por varias horas. Laura ya estaba totalmente caliente y ya deseaba volver a sentir la verga del anciano en su panocha, además de que ya quería mear, y se lo dijo al anciano.
- Ya tengo ganas de orinar don Luis, ¿quiere usted acostarse en el piso?
- Si mi amorcito, pásame la toalla por favor.
Don Luis se acostó en la alfombra extendiendo la toalla bajo se cabeza y laura se puso en cuclillas sobre su cara igual que la vez anterior, e igual le echo un fuerte chorro de meados sobre la boca que el anciano bebió con sed, y los últimos chorros los echo sobre sus ojos y su nariz.
- Perdóneme don Luis que no le puedo atinar bien a su boca –dijo laura levantándose.
- No te preocupes laurita –contesto el anciano mientras se limpiaba la cara con la toalla- tu puedes orinarte en toda mi cara si quieres.
- Esta bien don Luis.
Ya había anochecido cuando el anciano dijo que ya quería acostarse y laura lo siguió a la recamara, amplia, sobria y lujosamente amueblada, con una enorme cama que era casi del doble de tamaño que una cama matrimonial normal. Don Luis se acostó desnudo boca arriba y laura a su lado, agarrandole la verga que ya se encontraba totalmente parada y besándolo en la boca con gusto.
- ¿Quiere usted meterme su vergota de nuevo don Luis?
- Si laurita, siéntate sobre mi para que te metas tu sola la verga hasta donde aguantes.
- Si don Luis.
Y laura se trepo sobre el anciano y se acomodo la cabezota del pito en su panocha para después dejarse caer poco a poco hasta tener metida la mitad del garrote de don Luis, luego se comenzó a mover sobre la verga y se recostó sobre el viejo para besarlo, su placer era intenso, el enorme pito la llenaba por completo y tuvo otro orgasmo a la vez que le decía al anciano sin dejar de besarlo en la boca:
- Que lindo pitote tiene usted don Luis, es la verga más hermosa que me han metido, me llena toda mi panochita y siento que me la va a desfondar.
- Esta verga es toda para ti laurita –contesto el anciano- para tu panocha.
Luego cambiaron de posiciones con laura abajo, y luego la puso de lado, y luego la puso de a perrito, y así estuvieron por mas de dos horas, y laura tuvo dos orgasmos mas antes de que el anciano se viniera dentro de ella.
Laura quedo tendida sobre la cama, feliz por la cogida recibida, y cuando vio el anciano se iba a levantar lo tomo por el brazo y le pregunto:
- ¿A donde va don Luis? Si necesita algo yo se lo traigo.
- Voy por la toalla para limpiarme la verga.
- De ninguna manera don Luis, para eso estoy yo aquí, para limpiarle la verga cuando usted termine de cogerme.
Laura se hinco sobre la cama, tomo la enorme reata en sus manos y procedió a lamerla, la limpio desde los huevos hasta la cabeza pasándole repetidas veces la lengua por todos lados, y cuando termino, dijo:
- Ya esta bien limpia don Luis.
- Gracias laurita, ahora vamos a dormirnos, pero antes te voy a decir dos cosas, primera, si por la noche sientes ganas de orinar, por favor me despiertas para que lo hagas en mi boca, y segunda, tu duérmete tranquila, si por la noche sientes que te beso alguna parte de tu cuerpo, no es que quiera yo coger, pues no creo que se me vuelva a parar la verga antes de una semana, entonces es que simplemente siento ganas de besarte y tocarte pero tu puedes seguir durmiendo tranquilamente, ¿de acuerdo?
- Si don Luis, como usted quiera.
Y laura no tardo en quedarse dormida boca abajo, y tampoco tardo en sentir que el anciano le abría las nalgas y metía la boca y la lengua hasta su culo y se lo chupaba. Laura tomo un cojin y lo puso bajo su abdomen para que se le parara más el culo, y luego solo lanzo un suspiro de satisfacción y dejo que el anciano siguiera en su faena mientras ella dormía. Paso un buen rato cuando laura volvió a despertar y sintió que el anciano seguía en lo mismo con su culito, y entonces sintió deseos de orinar, y le dijo al anciano:
- Tengo ganas de mear don Luis, ¿le doy la toalla?
- Si laurita –contesto don Luis bajándose en seguida de la cama y tirandose boca arriba en la alfombra.
Laura regreso con la toalla, se la dio al anciano y procedió a orinarse en su cara, cuando termino, el viejo le limpio la panocha con la lengua y luego se limpio la cara. Laura se levanto y se subió a la cama acostándose boca arriba y quedándose dormida casi de inmediato mientras el anciano se hincaba y le chupaba la panocha suavemente. Ya casi amanecía cuando laura despertó de nuevo y el anciano estaba chupandole y lamiéndole los dedos de los pies, laura solo lo vio un momento y se volvió a dormir, despertando cuando ya eran mas de las ocho de la mañana, y don Luis seguía entretenido con sus pies.
- ¿pues que no durmió usted don Luis? –pregunto laura al anciano.
- No laurita, pero no te preocupes por eso –contesto el anciano- ya tendré tiempo de dormir cuando me muera, pero ahora no voy a desperdiciar este tiempo que te tengo aquí, ¿no quieres orinar laurita?
- Si don Luis.
Y repitieron la misma operario de orinada en la boca que ya habían practicado con anterioridad. Cuando terminaron, laura se puso su vestido y de despidió del anciano.
- Ya me retiro don Luis si a usted no se le ofrece otra cosa –dijo laura sentándose junto a el en la cama, besándolo y sobandole la verga.
- Esta bien laurita, pero te espero el próximo miércoles, ¿vendrás?
- Claro que si don Luis, de ninguna manera me perdería otra cogida con esta vergota –contesto laura apretando la verga e inclinandose para darle un beso.
- De acuerdo, te espero el próximo miércoles.
Don Luis la acompaño hasta la puerta y ella se fue.
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