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La puta madre con el puto amo (2) La merienda

((( Gracias a @ParejaF por sus fotos para ilustrar el relato)))
Gracias por los mensajes, puntos y comentarios en mis posteos.
Aquí les dejo el capítulo anterior de ésta historia:
(I) La ducha

***♪ terzo atto ♪***
***♫ introduzione ♫***

De muy joven supe que mi debilidad eran las casadas, a las que sus cornudos maridos no podían satisfacer, por lo que ellos mismos me ruegan que sea yo quien las haga gozar al extremo con mí pija descomunal y mis morbosas ideas.

Entendí que es mi responsabilidad liberar a las mujer de la angustia de vivir una vida sexual de insatisfacción, fingiendo orgasmos que sus parejas no pueden provocar.

Junto a mis amigos espiamos mientras se bañaba María, la madre de nuestro amigo Luismi, por un agujero que Fernando, su esposo y papá de Luismi, nos enseñó. Desde ese instante supe que sea como sea, esa puta reprimida sería mía y llevé adelante un perverso plan para lograrlo.


***♫ aria colorare ♫***

Al día siguiente volví solo a la casa de Luismi, casi a la hora de comer, con la excusa que había olvidado mis llaves. Fernando me hace entrar al tiempo que le dice a su mujer que iba a comprar el diario y se fue corriendo.
María me acompaña hasta la habitación de su hijo y cuando quedamos solos con Luismi le confieso con tono serio:

-Yo: mira Luismi, no he perdido las llaves, vine para hablarte de algo importante.

-Luismi: qué onda.

Yo: te lo voy a decir sin anestesia, ayer cuando te fuiste a sacar al perro con tu viejo, estuvimos espiando a tu vieja mientras se duchaba por un agujero que tu viejo hizo en la puerta del baño.


Nunca se me va a borrar de mí memoria la cara del boludo de Luismi en ese momento. Era una mezcla entre sorpresa y rabia. Estaba apunto de echarse a llorar.

-Luismi: ¡no es verdad!

-Yo: si, si lo es. Tu vieja está buenísima y lo sabes tan bien como yo.

-Luismi: pero es mi mamá, esto no está bien. ¿Porque me lo contas?


Era crucial en mí perverso plan convencer a mí amigo para avanzar con su madre. Insistí presionando y ver hasta dónde podría llegar.

-Yo: no me digas que no te habías fijado alguna vez en lo buena que está tu mamá, en esas tetas enormes y ese culo de infarto. En esa boquita sensual que cualquiera desearía devorar.

-Luismi: bueno si, pero es mi madre.

-Yo: creía que eras un hombre. Si nos ayudas a verla más veces... serias mi mejor amigo.


Lo había puesto entre la espada y la pared. Sabía que podría quedar fuera del grupo si se negaba y la pasaría muy mal en el colegio. Pero a la vez, me conocía lo suficiente para saber que cuando me encapricho con una hembra no paro hasta tenerla. Eso lo atormentaba y lo volvía loco de rabia. Pero el miedo le ganó.

-Luismi: ¡está bien! ¿que tengo que hacer?

-Yo: todavía no lo se, mañana vendremos después del colegio y lo pensamos. Solo quería saber si estás con nosotros como yo suponía.


El puto amo entraba en acción.

***♫ aria agitata ♫***

La tarde siguiente, cómo en casi todas las tardes, a la salida del colegio fuimos el grupo a merendar a casa de Luismi.

Noté otra vez esa actitud de Fernando. Por un momento sospechaba que sabía lo que habíamos hecho. Intuía que nada fue casualidad. Como si fuese su plan en el que nosotros actuábamos como sus peones, sus perversos peones.

Fernando estaba notablemente nervioso. Empezó a hablarnos de los partidos de fútbol del día anterior y otras tantas pelotudeces que no recuerdo ahora. En una de esas charlas a las que nadie atendía, metió su mano en un bolsillo y sacó un frasco de somnífero. Al parecer era de esos somníferos que utiliza Fernando en su veterinaria cuando tiene que hacer alguna operación menor a un animal y no necesita anestesiarlo.

-Fernando: ¡qué descuido! Me traje esto de la veterinaria por error. No vayan a tocarlo que es un somnífero muy potente que utilizo para los animales. Con un dedo de este líquido podría dormir a un elefante.

-Yo: no se preocupe señor, que ninguno de nosotros lo tocaremos.


María le grito desde la cocina.

-María: ¿ya estas de vuelta Fernando?

-Fernando: Si es que hoy había poco trabajo. Por cierto tengo un congreso el sábado que viene en la capital. Me iré por la mañana y volveré pasado.


Los chicos me miraron sonriendo. No lo podían ocultar. Sabían que yo no dejaría pasar ésta gran oportunidad.

-Fernando: María por que no le preparas a estos hombrecitos algo de merienda.

-María: ya los esperaba con un bizcochuelo casero de esos que les encanta. Ahora lo llevo junto al mate cocido.

-Fernando: voy a darme una ducha que debo oler a gato cantidad.

***♫ aria da capo ♫***

Apenas salió Fernando me abalance sobre el frasco que rápidamente guardé en mí bolsillo. Luismi se puso pálido y movía lentamente la cabeza de un lado al otro mientras me miraba espantado. Movía los labios para insultarme en silencio y pedirme que no lo hiciera. Parecía sacado de una película de terror. Obviamente no le hice caso y con un gesto le indiqué a Juan que lo calme de un codazo.

María trajo la merienda que devoramos ansiosos por irnos al cuarto de Luismi con el botín.
Una vez en su habitación, Nacho cerró con llave la puerta mientra yo buscaba dónde guardar ese tesoro que aceleraba mi perverso plan. Luismi estaba inmovil.

-Yo: tu viejo es idiota hermano, otra vez nos dejo a tu vieja en bandeja.


Casi susurraba, como en un trance, mientras mantenía mi concentración en trasvasar la mitad del frasco de somnífero en uno de perfume vacío intentando no desperdiciar ni una sola gota.

-Luismi: no jodas Raúl, no hables así de mi papá.

-Yo: Lo que quiero decir es que el sábado, cuando tu viejo se vaya, dormiremos a tu vieja con esto y la ponemos en pelotas.

-Luismi: ¿no le pasara nada?

-Juan: no seas maricón, le echaremos solo un poco. Las personas son como los animales, le hará el mismo efecto.

-Luismi: no se...

-Yo: ¡mierda! te acuerdas lo que hablamos ayer o no.

-Luismi: está bien, pero solo la desnudaremos.

-Yo: claro, claro, no te preocupes. Andá y dejá el frasco de tu viejo exactamente en el mismo lugar donde lo dejó en la mesa.


María estaba en la cocina y Luismi salió como un rayo de su cuarto, dejó el frasco casi vacío del somnífero de su padre y volvió corriendo sigilosamente.

****♪ quarto atto ♪****
****♫ aria cantabile ♫****

Los días pasaron y el dichoso sábado llegó. Fernando ya se había ido de viaje a su conferencia (o eso es lo que todos pensábamos) y como todos los días, fuimos a merendar a casa de Luismi.

-María: ¡hola como están!

-Yo: bien, pero venimos con un calor tremendo, hace un día de verano a full.

-María: ¿quieren que le traiga algo fresco?

-Yo: eso sería estupendo.

-Luismi: mamá tomate un jugo con nosotros.

-María: ok, voy a prepararlos.


Cuando ya estábamos todos sentados

-Nacho: ¿no tendrá un analgésico señora?, es que me duele un poco la cabeza.

-María: creo que si, voy a ver.


En ese momento saqué el frasco de mi mochila y volqué todo su contenido en el jugo de María. Quería asegurarme que se quedaría bien dormida.

Llegó con el analgésico para Nacho y nos tomamos los jugos. Todos mirábamos a María y cómo se vaciaba su vaso. Yo veía las caras de todos, era un poema. Mientras que Juan, Tincho y Nacho me cruzaban miradas cómplices con cara de ansiedad, Luismi me miraba con cara de súplica sabiendo que no había marcha atrás y esperando el peor desenlace. En tanto que María se veía super relajada disfrutando de su jugo refrescante.
Al rato:

-María: disculpen chicos, estoy muy cansada. Me voy a tomar una siesta, por favor no hagan mucho ruido.


Dicho esto se levantó y casi apoyándose en la paredes pudo llegar a su habitación cerrando la puerta de un portazo. Era evidente el efecto, casi instantáneo, pero ante la insistencia de chicos tuve que ponerme firme y hacerlos esperar unos quince minutos antes de ir por ella.

****♫ recitativo secco ♫****

Pasados esos minutos que se hicieron eternos, agarré mi mochila y encaramos hacia el dormitorio de los padres de Luismi.

-Luismi: ey Raúl ¿qué llevas en la mochila?

-Yo: ya vas a ver, no te impaciente. Golpéa la puerta a ver si contesta.


María no contestaba y al abrir lentamente la puerta vimos que estaba profundamente dormida. Había caído vencida, de espalda sobre la cama y estaba vestida. Luismi entró solo, se acercó a su madre y la tocó en el hombro. María no reaccionó, Luismi empezó a moverla con más fuerza, pero nada.

-Yo: perfecto, vamos chicos.

-Luismi: ¿no estará muerta, no?

-Tincho: no digas boludeces, no ves que respira.

-Luismi: dale Raúl, mostrame lo que hay en la mochila.

****♫ aria da capo ♫****

Todos hicieron una ronda sobre mi mientras abría mi mochila para sacar la cámara digital de vídeo de mi viejo. La encendí y se la dí a Nacho para que grabara todo.
Luismi estaba inmóvil, de pie al lado de la cama. Sin saber qué decir ni qué hacer, quedó petrificado como una estatua viviente junto a su madre desmayada. La miraba directo a sus ojos cerrados como pidiéndole perdón por lo que hacía, o mejor dicho, lo que no hacía, y aceptar que su amigo lo incite a tan grave falta a la moral.
Me acerqué a María como felino que acecha a su presa y empecé a desnudarla despacio. Los chicos no podían creer que me animara a tanto pero mi fama no se hacía sola. Me miraban nerviosos y se miraban entre ellos, incrédulos de lo que estaba pasando. No sabía distinguir entre la realidad y la fantasía. Pero yo estaba bien conciente de cada uno de mis movimientos. Todo iba acorde a mi plan.

-Yo: vaya bombacha de abuela que tiene tu vieja.

-Luismi: no son de vieja, es que las tangas y esas cosas son de puta.

-Juan: tu madre si que es una puta. Ahora veras.


Diciendo ésto y a mi señal, se acercó a la cama y le quitó el corpiño al mismo tiempo que yo la bombacha. Ahí estábamos al fín, los cinco alrededor de una cama, con una mujer casada en el medio, desnuda y despatarrada, ofreciéndonos la mejor visión que hasta entonces nunca hubiésemos tenido.

La puta madre con el puto amo (2) La merienda

-Yo: ¡dale, graba todo!


Le decía a Nacho mientras empecé a apartar los pelos de la concha de la madre de mi amigo. Disfrutaba cada segundo y veía a los demás, incluido Luismi, cómo se les caía la baba y se hinchaban sus bultos.

Cuando fui a meterle un dedo por la concha a María, Luismi protesto porque el trato era solo mirar. Pero lo ignoré por completo, sonriéndole mientras sentía el calor húmedo de su madre.

Le dije a Nacho que dejara la cámara sobre una mesa apuntando hacia la cama y todos se acercaron al banquete. Tincho y Nacho se apoderaron de una teta cada uno y, ante mi gesto de aprobación, se lanzaron desesperados sobre ellas. Las chupaban y apretaban como si les fuera la vida en ello. Juan se puso a mi lado esperando mi guiño de ojo. Cuando le dí la señal, aparté la mano y empezó a chuparle desaforadamente la concha a María.

Luismi seguía inmóvil, siendo espectador privilegiado en primer plano de tan erótica escena. Pero su madre era la protagonista y eso lo tenía en una batalla moral interna entre sus deseo oscuros y su educación cristiana. Solo miraba sin saber qué hacer.

Los pezones de María estaban duros apuntando al techo ya que Tincho y Nacho se habían cansado de chuparlos y habían empezado a mordisquearlos. Ella respiraba agitadamente y su entrepierna estaba encharcada. Seguro que su marido nunca la había visto así de excitada.

Saqué de la mochila un vibrador gigante pero no más grande que mi pija (en otra oportunidad le cuento la historia de ése chiche) y un frasco de vaselina. Tenía que prepararla bien por lo que introduje dos dedos llenos de vaselina en su concha, luego también embadurné el vibrador, lo puse a la entrada de su cueva empujando poco a poco. Los chicos se habían bajado los pantalones y estaban pajeándose, sus pijas no eran muy grandes pero seguro eran mayores que la de Fernando.

Mientras dejo encendido el aparato vibrando dentro de su madre, saco a Luismi de su trance y le ordeno:.

-Yo: ¡dale Luismi hacete una paja como todos!

-Luismi: no es lo que hablamos, ésto no está bien, se están zarpando.

-Yo: no digas boludeces, es tu oportunidad, está lista. Mirá cómo tiene mojada la concha la puta de tu vieja. Seguro que el maricón de tu viejo nunca se la ha cogido así. Si no te vas a pajear agarrá el vibrador y cuidá que no se salga que yo si voy a hacerlo.

-Luismi: acaben rápido.

-Yo: ¡AQUÍ ESTÁ EL PUTO AMO NENA!


Todos rieron menos Luismi que estaba serio y en silencio, pero mantuvo el vibrador en su madre haciéndome caso.

Me monté sobre el abdomen de María y con mi pija a punto de estallar, empecé a hacerme un paja con sus gigantes tetas que brillaban llenas de las babas de Nacho y Tincho.

amigos

Los chicos estaban pajeándose alrededor de la cama disfrutando el espectáculo y Luismi le metía un vibrador por la concha a su propia madre. La escena era como sacada de una porno.

Fui el primero en acabar lanzando tres chorros abundantes y espesos que cayeron uno directo en un ojo, en los labios y el último cayó en las tetas de María. Los chicos esperaron a que yo terminara y, luego de bajarme de encima de María, dejé que se descargaran los tres. Cada cual escogió a su gusto dónde hacerlo. Tincho y Juan acabaron en la cara, Nacho eligió sus tetas. Luismi seguía metiendo y sacando el vibrador, solo que ahora parecía que lo hacía con saña.

Verla mi con su cara y sus tetas cubiertas de leche mientras su hijo le metía vibrador rabioso por la concha me llenó de lujuria. Los chicos iban a limpiarla cuando decidí levar al máximo la situación. Busqué la cámara que seguía grabando en la mesa para filmar de cerca el trabajo que hacía Luismi, el cuerpo de María reacción y su hijo entró en pánico:

-Luismi: ¡se esta meando!

-Yo: no, está acabando como cerda. Vengan a ver chicos. Un auténtico squirt.

-Juan: ¡les dije que era una puta!

-Nacho: si, está convulsionando de gusto la muy zorra.

-Luismi: vámonos, que se va a despertar.

María gemía y bufaba mientras expulsaba sus jugos como una fuente en un orgasmo tan intenso e interminable que dejaba empapada todas sus sábanas. Le ordené a Luismi que sacara el virador para filmar bien de cerca la tremenda corrida de su madre. Los chicos estaban apoyados en los temblorosos muslos de María y jugaban a atrapar en el aire los chorros con sus lenguas. Luismi seguía en modo zombie. La cámara de mi viejo quedó toda mojada y pegajosa.

En dieciséis años de matrimonio seguro que su marido no había conseguido hacerla gemir y acabar tan brutalmente como lo habíamos logrado hacerle su hijo y sus amigos.

Al rato, cuando María se calmó, sonreía dormida con cara de satisfacción. Seguro que habrá creído que fue un sueño erótico, algo prohibido por sus convicciones, pero que la dejó colmada de placer.

Les indiqué a los chicos que era momento de ordenar todo. Le limpiaron el semen de la cara y de las tetas, la vestimos entre todos otra vez, con un secador de pelo Luismi trató de secar las sábanas, juntamos nuestras cosas y nos fuimos al cuarto de Luismi dejando la puerta cerrada.

-Yo: ¡tremenda merienda!

-Nacho: ¡si todo salió de puta madre!

-Luismi: ¡mierda! ¡qué hemos hecho! ¡nos fuimos a la mierda Raúl! ¿y si mamá se da cuenta de algo?

-Juan: ya salió el maricón poniendo peros.

-Luismi: claro a ustedes le da igual, pero si nos descubre soy yo el que se caga la vida.

-Yo: no va a pasar nada ¡cállense de una puta vez!

-Tincho: la teníamos toda para nosotros, podríamos haberla cogido como se nos dé la gana.

-Luismi: ¡qué dices hijo de puta!

-Yo: ey, basta ya. Ahora veamos el vídeo. Seguro que tenemos más oportunidades como ésta.


Todos se calmaron. Nos quedamos viendo nuestro porno casero hasta que se hizo de noche y nos fuimos.

Antes de irme quedamos con Luismi que el lunes me contaría todo en clases, cada detalle desde que despierte su madre, su reacción, cómo la vió su padre de regreso a su casa, todo, para ver si seguía todo normal, y de ser así, daríamos el siguiente paso de mi plan.

*****♫ interludio ♫*****

Continuará…

1 comentarios - La puta madre con el puto amo (2) La merienda

Ziwl
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