Llegaba cansado de un viaje a Europa y destruido por ciertos acontecimientos emocionales que marcaron mi presente. Llegue a Ezeiza un sábado a la mañana y tenía un mensaje en el contestador de mi amiga Susana que había venido de Comodoro a instalarse en la gran urbe con sus dos hijos.
Todavía existía el supermercado Ahúchan en la zona de Avellaneda, pase a buscarla con el auto y con sus hijos fuimos al salón de juego y comidas de dicho shopping.
Entre la custodia del juego de los chicos y nuestras miradas se suponía que estábamos en otro tiempo y en otro contexto.
Luego de almorzar me sugirió llevar a los chicos a la casa de su Madre por San Telmo y dar una vuelta.
Así lo hicimos. Salimos y me largue derecho a un hotel alojamiento. Sin reproches ni dificultades queríamos eso.
Debo Describir a Susana, era menuda, no digamos gorda pero si esas petisas fornidas y muy bella de cara.
Yo soy de una altura fuera de la media normal así que solo necesitábamos una horizontal para equilibrar esas diferencias.
Vi darme su espalda y presentar su cola para que la penetre de atrás. Con sus manos arrimo la pija a su vagina y esta se deslizo por su interior empapado.
Veía sus manos apretar las sabanas y el placer que le daban mis embestidas. No puedo calcular cuántos orgasmos hubo tenido, pero si estaba claro que yo podía contenerme y disfrutar la leche que le iba a dar cuando estuviera todo en su clima máximo.
Su erotismo era furioso para mi frágil deseo, la sentía gemir, estremecerse, gritar, mientras con su concha recorría el tronco de mi pija penetrada.
Aligero el peso de mi deseo al sacarla y llevarla derecho a la virola de su ano. Empapados de flujo y miel, la pija fue hasta el fondo de su culo sin prisa y sin pausa. Todo adentro.
Estaba seguro de que ese espasmo del culo me iba a hacer acabar. Creo que ella lo presintió.
Se irguió y me puso de espaldas, atrapo la pija con sus manos y la hundió en su boca, cosa que hasta ese momento no había experimentado.
Era realmente una garganta profunda y la totalidad de mi pija estaba dentro de su boca, sutilmente retenida, comprimida por los movimientos de su lengua que, sinceramente, me invitaban a acabar.
Abrí los ojos y pude ver su rostro y su mirada clavada como invitándome a darle ese toque en ese lugar y en ese momento.
Hundió su cabeza sobre mi vientre y sentí esa presión en el tronco de mi pija aplastada suavemente por su paladar y eyacule. Pude ver sus ojos brillar, pude ver su alegría interna de haber colmado esas expectativas que ansiaba, pude ver que ni una gota de semen escapo de su boca.
Susana fue una parte importante de esa época de mi vida. No puedo negar que me hacía feliz y me hizo revalorizar a aquellas mujeres que les gusta el semen como símbolo de su poder.
Todavía existía el supermercado Ahúchan en la zona de Avellaneda, pase a buscarla con el auto y con sus hijos fuimos al salón de juego y comidas de dicho shopping.
Entre la custodia del juego de los chicos y nuestras miradas se suponía que estábamos en otro tiempo y en otro contexto.
Luego de almorzar me sugirió llevar a los chicos a la casa de su Madre por San Telmo y dar una vuelta.
Así lo hicimos. Salimos y me largue derecho a un hotel alojamiento. Sin reproches ni dificultades queríamos eso.
Debo Describir a Susana, era menuda, no digamos gorda pero si esas petisas fornidas y muy bella de cara.
Yo soy de una altura fuera de la media normal así que solo necesitábamos una horizontal para equilibrar esas diferencias.
Vi darme su espalda y presentar su cola para que la penetre de atrás. Con sus manos arrimo la pija a su vagina y esta se deslizo por su interior empapado.
Veía sus manos apretar las sabanas y el placer que le daban mis embestidas. No puedo calcular cuántos orgasmos hubo tenido, pero si estaba claro que yo podía contenerme y disfrutar la leche que le iba a dar cuando estuviera todo en su clima máximo.
Su erotismo era furioso para mi frágil deseo, la sentía gemir, estremecerse, gritar, mientras con su concha recorría el tronco de mi pija penetrada.
Aligero el peso de mi deseo al sacarla y llevarla derecho a la virola de su ano. Empapados de flujo y miel, la pija fue hasta el fondo de su culo sin prisa y sin pausa. Todo adentro.
Estaba seguro de que ese espasmo del culo me iba a hacer acabar. Creo que ella lo presintió.
Se irguió y me puso de espaldas, atrapo la pija con sus manos y la hundió en su boca, cosa que hasta ese momento no había experimentado.
Era realmente una garganta profunda y la totalidad de mi pija estaba dentro de su boca, sutilmente retenida, comprimida por los movimientos de su lengua que, sinceramente, me invitaban a acabar.
Abrí los ojos y pude ver su rostro y su mirada clavada como invitándome a darle ese toque en ese lugar y en ese momento.
Hundió su cabeza sobre mi vientre y sentí esa presión en el tronco de mi pija aplastada suavemente por su paladar y eyacule. Pude ver sus ojos brillar, pude ver su alegría interna de haber colmado esas expectativas que ansiaba, pude ver que ni una gota de semen escapo de su boca.
Susana fue una parte importante de esa época de mi vida. No puedo negar que me hacía feliz y me hizo revalorizar a aquellas mujeres que les gusta el semen como símbolo de su poder.
1 comentarios - De los noventa.