Fran llega a casa de sus padres con la intención de cenar con ellos pero no dio el aviso y han salido. Solo se encuentra con sus hermanas: Laura y la pequeña Cristina. A sus 26 años es un chico adulto pero cuando se junta con su hermana vuelven las riñas infantiles y las peleas tontas.
-Laura, cambia de canal va?-
-!Nooo!, yo estaba primero-
-Quita tonta, que hacen fútbol hoy-
-!!Noo!!, te aguantas, además, ya no tienes derechos en esta casa, !eres un desertor!-
Fran dejó la casa hace ya más de un año pero aún viene de cuando en cuando a cenar con la familia. Hoy ha venido sin avisar y sus padres ya tenían planes: han salido con unos amigos. Solo ha encontrado a sus hermanas mirando la tele. Tendrá que picar algo luego, cuando llegue a su piso en el centro. Cristina está muerta de sueño medio dormida en el sofá. Tiene 4 años solo. Laura sigue dando guerra aferrada al mando sin querer salir de MTV, pero Fran no está dispuesto a renunciar a las semifinales de su equipo con tanta facilidad.
-!Laura vaaa!, vete a tu cuarto a mirar esa tontería- con tono exigente.
-!Tú no me mandas a mi cuarto idiota!!Hago lo que quiero!!!estoy en mi casa!!-
Cristina abre los ojos con cada exclamación pero no logra sostener sus párpado ni la dirección de su mirada más de un instante. Ese acolchado sofá blanco parece absorberle la conciencia. La sala es de lo más elegante, todo combina bien: los muebles de madera, las cortinas color marfil, el parquet... un verdadero hogar bien-estante y civilizado.
Fran ha cesado en su empeño y busca otro camino; recuerda que hace no tantos años conseguía todo lo que quería de ella solo con darle un masaje: era su debilidad. Al fin y al cabo a ella no le importa mucho lo que está viendo, solo ocurre que es competitiva y quiere vengarse porque la abandonó y se fue. Le tiene rabia. Su hermano mayor era su héroe, quien la defendía a capa y espada contra cualquiera que la molestara, el que lo sabía todo de todo, el confidente y socio frente a la tiranía paternal. Laura, en plena adolescencia se vio desprovista de algo que consideraba fundamental en su vida y Fran se fue a vivir con esa zorra mañosa con cara de caballo.
-Venga, no te pongas así, si cambias de canal luego te doy un masaje, ¿te parece?-
-Si claro, y yo me lo creo. Luego dirás que estás cansado y que te vas- desconfiada.
-Que nooo, te daré un masaje en la espalda bien largo- insiste Fran.
-¿Como de largo?, eso es muy relativo, ¿tanto como el partido?- con tono expectante.
-!El partido son 90 minutos guapa!- indignado.
-Pues entonces hacemos esto: mientras me das el masaje ponemos el partido, en cuanto pares cambio- Creyéndose una gran negociadora.
Fran levanta una ceja y piensa: "eso es un decir, en cuando haya puesto el fútbol ya no costará mantener el canal de un modo u otro". Se presta a las condiciones de la chica asintiendo con la cabeza. Ella sonríe y abandona el sofá jovialmente para tumbarse boca abajo sobre la tupida alfombra blanca, frente a la tele. Se quita el jersey de cuello gigante y asimétrico y agarra bien el mando para tener su custodia garantizada. Pone tv4 donde dan el encuentro. Fran suspira sintiéndose un calzonazos. ¿Cómo puede dejarse mandar así por una cría de 19 años?. !Nada!. Ya logrará hacerse con el mando. El balón hace ya un rato que rueda sobre el césped pero el marcador aún es de empate a 0. Intenta distinguir los titulares cuando:
-!Tron! como te despistes cambio de canal ¿eh?- llena de impaciencia.
Fran empieza a ejercer su magia sobre su hermana. Sus dedos empiezan a presionar puntos clave en la musculatura del cuello y hombros. Laura lleva una camiseta de tirantes que no representa un impedimento para la tarea que se está llevando a cabo. El partido no acaba de cobrar mucho interés porque los dos equipos están nerviosos y especulan con el resultado.
-Más fuerte- Susurra Laura con un tono notablemente adormecido.
Fran está sentado de rodillas sobre el culo de ella. Intensifica sus movimientos haciendo uso de sus grandes y poderosas manos fruto del trabajo duro que desempeña cada día en la fábrica. La mirada hipnótica de él sigue el valón como si de la mirada de un gato hacia una mosca se tratara pero algo deshace esa conexión. Los sutiles gemidos de su hermana le transmiten algo de inquietud. Piensa en alguna broma punzante a propósito de ello que la humille un poco pero no se le viene nada lo suficientemente ocurrente. !Una ocasión! qué lástima, esa era buena. Su atención no tarda en caer otra vez presa de los juveniles gemidos de su hermana ahora más notorios. Fran se siente abochornado por el erotismo que desprenden pero no tarda en superar ese estatus empujado por una curiosidad morbosa y empieza a imprimir más fuerza a sus movimientos para comprobar si el gozo de Laura se expresa con jadeos más irreverentes. No tarda en comprobar que sí, quizás no tanto en su volumen pero sí en la respiración. Nota como su miembro empieza a adquirir virilidad. Se empieza a sentir descolocado justo cuando la razón llama a la puerta de su conciencia y le hace un pase rápido de diapositivas mentales que ilustran un puñado de recuerdos de alto contenido fraternal entre ambos. Cuando cree que está recobrando de nuevo su sitio en el contexto algo rompe su trayectoria. Laura, tras un "espera" cortante, libera a sus hombros de los tirantes y ágilmente rebaja la altura de su camiseta hasta el final de la espalda dejándola al descubierto. Recobra su posición acomodada afianzándola con un "ahora" suspirado. Ahora sí siente que tiene que decir algo. Ella sabe bien lo que está haciendo y quiere demostrarse a sí misma que puede mandar en este juego inmoral. De todos modos aún se siente arropada por la decencia escudándose en la confianza entre hermanos. Fran está en blanco, no sabe que tono usar ni cómo abordar la situación. Resta unos instantes paralizado hasta que un "vaaa!!" lleno de impaciencia le hace retomar el masaje. El tacto despejado de toda la espalda desvela la desnudez de un torso muy femenino. Sus masajes desgobernados por una mente abstraída han empezado a adquirir una sutileza más propia de caricias. Laura está delgada, pero en la zona baja de la cintura, Fran nota una cierta carnosidad preámbulo de un culo generoso enfundado en unos pequeños pantalones de pijama rosa de Minnie Mouse. Los genes de la familia la han premiado con una piel canela de lo más hermosa. El partido se ha ido desvaneciendo y la temperatura se eleva poco a poco.
-¿Qué te pasa?¿te has quedado sin fuerza tan pronto?- susurra con tono de burla.
-Laura, el partido es muy largo...- protestando.
-Da igual, así también me gusta, mmmmmm- cerrando los ojos.
Se siente reconciliada con él porque de algún modo, más allá de su propia conciencia o de sus razonamientos, ese contacto cálido, suave y amoroso cura las heridas que su hermano le hizo cuando la abandonó.
Fran duda: "¿es posible que todo esté en su cabeza?¿es posible que ella no haya reparado en lo erótico de sus gemidos, ni en lo confuso que resulta la media desnudez de una chica tan bella frente a su propio hermano?. Laura nunca intentaría seducirle y menos aun con su hermana pequeña durmiendo justo al lado. Quizás no hay nada extraño sobre esa alfombra." Rompiendo de nuevo los esquemas de su hermano, ella mira al sofá lateral e inclina el cuerpo como si estuviera vestida.
-Fran, pásame el móvil, está ahí- y lo señala dejando ver gran parte de una de sus tetas.
Él, sintiéndose fuera del ángulo de visión de Laura observa esa redondez solo un instante para luego obedecer con urgencia gateando, pero en el camino nota la indiscreción que albergan sus pantalones: no son tejanos, son de una tela fina y no dan la cobertura que requeriría la situación, además: usa bóxers anchos y eso no ayuda en modo alguno al disimulo. Recupera su posición y tras un "toma" le entrega el móvil a la chica rezando para que ella no se haya dado cuenta. Ella sonríe mientras enciende la pantalla. Los motivos de esa sonrisa escapan a su conocimiento pero Fran se teme lo peor. Efectivamente, ella se ha percatado del bulto. De hecho: no le interesaba para nada el móvil; solo es una maniobra que ha urdido para seguir jugando con ventaja. El prosigue su cometido manual mientras ella se apoya con los codos en la alfombra tecleando un mensaje que no enviará. Parece que la compostura de su pose es razonable pero en la vitrina de debajo del televisor, Fran ve reflejados los pechos de su hermana, no con la claridad de un espejo pero sí con cierta nitidez. Preso de su propia lujuria empieza a masajearla con fuerza solo para ver como se menean sus tetas. Ella deja caer el móvil entre sus dedos mientras vuelve a gemir con un tono que no parece propia de ella: habiéndola escuchado cuando grita parece imposible que esa voz de pito pueda resultar tan sexy en el contexto adecuado.
-Ooh Fran, que manos tienes... es increíble- risueña.
-Sí, vale hermana, pero ahora a la media parte descanso ¿vale?-
Se siente contrariado al pronunciar esas palabras pero ciertamente: ese asunto no puede ir a más. Laura se ha puesto realmente cachonda al sentir su desnudez vapuleada por esas fuertes manos que casi le desmontan la espalda. Empieza a dudar sobre que límites ponerle a ese duelo dado que su calentura empieza a nublar su buen juicio. Para sentirse vencedora necesita profundizar en su descaro y desarmar a su rival. Empieza a tramar su próximo movimiento:
-A la segunda parte te hago yo uno vale?- dice animosa -tengo un aceite corporal-
A Fran se le pone mirada perdida y decide no oponerse mientras sigue usando las manos con la chica ya tumbada completamente de nuevo con los ojos cerrados. De pronto el árbitro señala el final de la primera parte. El ajeno silbido parece ser la señal para que Laura reaccione saliendo abruptamente de su adormilamiento. Se quita de encima a su hermano como si de una mosca cojonera se tratara con un "quita" molesto. Una vez en pié se sube la camiseta sin ningún cuidado por esconder sus preciosas tetas adolescentes en el proceso. Fran, atónito unos momentos por esa visión, vuelve en sí y aprovecha el receso para coger en brazos a Cristina y llevarla a su habitación. Ella ni si quiera se despierta y sigue emitiendo esos pequeños ronquidos enternecedores. Una vez en su cama la mira con amor y le dice en voz baja: "No estés buena"
La inflamación localizada que nublaba sus pensamientos ha desaparecido y ahora siente que todo ha vuelto a la normalidad. Nota sus pensamientos más templados y razonables. Se tumba boca abajo delante de la tele sorprendiéndose del tacto fantasioso de esa alfombra: ya podían haberla comprado años atrás para que él mismo hubiera podido disfrutarla: es como estar en una nube. Se hubiera pasado la niñez ahí tumbado, con lo vago que era...
Laura está tardando. El director técnico de su equipo valora muy positivamente el resultado provisional en campo contrario pero no lanza campanas al vuelo. Los anuncios desactivan su interés televisivo y el rostro enfadado de Olga aparece súbitamente en su pensamiento. El intenta tranquilizar su conciencia diciéndose a sí mismo: "no ha sido nada, solo un momento de confusión". No le puede comentar nada a su novia. Aunque no tienen secretos el uno para el otro: que tu hermana te ponga la polla dura no es algo que tu novia pueda encajar fácilmente. Ni él puede. Sus pensamientos se mezclan y se vuelven absurdos: es tarde. Abre la puerta de su piso sigilosamente. Las luces están apagadas. Olga está durmiendo sin nada puesto en la habitación, se despierta en cuando Fran se mete en la cama. El siente su propia desnudez aunque no recuerda haberse quitado la ropa. Está palote y sin mediar palabra empieza a follársela por detrás. Todo es confuso. Ella le está dando la espalda cuando de pronto le interrumpe con un "espera" cortante. Le señala a un lado y le dice: "pásame el móvil, está ahí". Fran reconoce sobresaltado la voz de su hermana y se da cuenta que es con ella con quien está follando. Siente su mirada seductora a través de su pelo despeinado cuando ella gira la cabeza. Todo ocurre muy deprisa y el susto del sueño se ve multiplicado por el despertar repentino que le provoca Laura al sentarse encima de él sin ningún cuidado. Su voz confusa y mística se vuelve clara y terrenal, la oscuridad se vuelve luz, y el silbido arbitral da comienzo a la segunda parte del encuentro.
-No me lo puedo creer... !! te habías dormido!!- chillona.
-¿Qué? no. ¿Qué dices?- aún desorientado.
-Ahora mismo pongo la MTV- con tono bajo pero vengativo.
-!No Laura! que ya ha empezado- con repentino interés en la pantalla.
Los dos buscan el mando al mismo tiempo pero está vez Fran es más rápido.
Las tornas han cambiado: él continua boca abajo mientras ella se prepara para darle el masaje prometido. Al sentir sus manos debajo de la ropa Fran se sobresalta.
-!Que haces Laura!- con sorpresa.
-!Tío!, ¿tú qué crees?¿quieres que te ponga el aceite encima de la tela?- atónita.
Se da cuenta de lo absurdo de su propia reacción y calla sumisamente mientras colabora para deshacerse de esa prenda.
-¿Esa camiseta que te has puesto... es mía?- pregunta él.
-Ajá, te has dado cuenta. Me la pongo para dormir- con un tono muy suave.
-Te va enorme- Dice con desprecio mientras se acomoda.
Fran intenta conservar un tono enfurruñado de hermano mayor, pero dentro de su mente revolotean las tetas de su hermana vagamente contenidas dentro de una prenda tan inadecuada, una camiseta de tirantes muy vieja y dada de sí.
-Me va genial para dormir en verano- dice Laura mientras esparce el aceite por su espalda.
Fran va muy a menudo al gimnasio desde antes de dejar el hogar paterno y es muy deportista. Tiene una espalda ancha y musculosa. Las manitas de Laura parecen empequeñecerse más aun sobre tal contexto cárnico. Él intenta fingir que no le importa lo que le hace su hermana mostrándose indiferente, pero lo cierto es que si hace unos minutos se sentía en una nube llamada alfombra, ahora que tiene las caricias de un ángel montado sobre él siente que está en el paraíso. Los minutos se dilatan sostenidos por un cómodo silencio levemente mancillado por la narración del partido. Ella no se cansa de recorrer cada milímetro de la piel de su hermano y en determinados instantes siente que sus dedos andan por el borde del abismo de lo inapropiado. Fran está tumbado como si se le hubieran acabado las fuerzas haciendo flexiones y Laura ha terminado la trayectoria paralela de sus manos bajando por esos musculosos brazos. Entrelaza sus dedos con los de él, solo por un momento, solo a modo de rebote para volver sobre sus propios pasos a los hombros de Fran y untarse las manos de nuevo con el aceite. Todo el ciclo empieza a repetirse. En un momento dado ella rompe la calma con una pregunta inesperada:
-¿Como van?- con curiosidad.
-0-0- responde él sin mucha convicción.
-Y ¿porqué en el marcador pone 2-1?- extrañada.
Fran se mantiene inmóvil pero su mente se agita buscando una respuesta creíble.
-Porque eso es el resultado del partido de ida- con un suspiro lleno de calma.
Laura mantiene un breve silencio mientras sigue con el masaje hasta que le dispara un "mentiroso" susurrado.
-Tú que sabrás tonta- molesto.
-¿Soy tonta?- Con musicalidad exagerada.
-Sii, tonta, bajita, fea y molestona- con cierta impaciencia por terminar esa conversación y seguir disfrutando de el masaje.
-Fran- dice ella después de otra pausa meditativa.
-¿Qué?- precedido por un suspiro que busca paciencia.
-¿Tu me ves fea?- pregunta tímida y apenada.
Fran no responde hasta que una sacudida exigente le sonsaca unas palabras.
-... claro que no tonta, eres preciosa, ya lo sabes- cediendo ante la obviedad.
-¿Soy más guapa que tu novia?- le susurra al oído en tono juguetón.
Fran vuelve a guardar silencio pero esta vez, ni las repetidas sacudidas de su hermana le obligan a pronunciar una sola palabra. Ella no renuncia a su técnica y apoya un pie en el suelo para poder agitar con más fuerza el cuerpo suelto y relajado de su hermano que ni siquiera pestañea. Aún sin frustrarse le hace una especie de llave de judo consiguiendo ponerlo boca arriba y se sienta otra vez en su cadera entre risas unilaterales. El choque de sus miradas les otorga una repentina inmovilidad solo empañada por las respiraciones aceleradas de la chica. Por un segundo Fran reconoce esa mirada despeinada que lo había derretido en su breve sueño anterior. La magia del momento se rompe en cuando ella dice:
-ippon seoivictoriosa.
-!eso no es un ipponmolesto.
-!No soy tonta!, lo que yo no me peleo en el gimnasio como tu- desafiante.
-Yo no me peleo, yo hago combates- vocalizando exageradamente.
-"yo no me peleo, yo hago combates"- repite ella en tono tonto de burla.
Fran replica con unas intensas cosquillas que le arrancan una carcajada a su hermana, Ella le golpea con fuerza para defenderse. Agitados por tanto juego, los pechos de Laura se contonean asomándose por todos los espacios que esa decaída camiseta les concede. Ella tiene su pelo en la cara y él siente su mirada libidinosa libre de supervisión. Aprovecha para intensificar su lucha para poder ver más pero un duro golpe en la cara detiene el duelo.
-!Hay! perdona Fran, ha sido sin querer- argumenta ella tapándose la boca.
-Ufff- replica el cogiéndose la nariz con el ceño fruncido.
-Déjame ver- se interesa Laura.
-No, quita, no me toques- contesta molesto.
-Vamos Fran, ha sido sin querer- suplicando perdón.
Él se mira las manos para comprobar si hay sangre, pero no la hay. Ella sonríe y dice:
-¿También eres tan quejica en tus combates?- mordiéndose la lengua.
El no responde pero la mira con una sonrisa a medio camino entre la alegría y el desprecio. Laura mira al techo y levanta los brazos, para apartarse el pelo de la cara. La camiseta le va tan grande que el cuello no alcanza a cubrir sus tetas y tal cometido es relegado a unos incapaces tirantes negros. Sus curiosos pezones se asoman de nuevo. El dolor del golpe remite y eso permite a Fran percatarse del desbordante flujo sanguíneo que conspira en su bajo-vientre para hacerse notar. Laura parece no darse cuenta aún, agarra el pote de nuevo y untándose las manos de aceite se prepara para proseguir anunciándose con un "ahora por delante" muy decidido. Al sentir las manos viscosas de su hermana en sus potentes pectorales Fran se da cuenta que ha llegado al punto de no retorno.
Aunque se niega rotundamente a tomar la iniciativa, el creciente entusiasmo de su miembro pronto será demasiado notorio. Una voz en su interior le implora que detenga aquello y se vaya antes de que sea demasiado tarde pero este mensaje se desintegra absorbido por una arrolladora lujuria incestuosa. Laura recorre todo su torso amasando sus músculos como si estuviera haciendo pan y sigue moviendo todo su cuerpo para alcanzar todas las zonas. Está tan caliente que ya no logra pensar con claridad y se siente arrastrada por un torrente lascivo hacia un acto del todo indecente. Un silencio cargado de sentido reina sobre esos momentos. Instintivamente, Fran levanta su culo y hace varios gestos para bajarse los pantalones. Laura se inclina empujada hacia adelante y mientras intenta mantener el equilibrio dice riendo.
-¿qué haces?- en voz baja.
El tarda un poco a contestar disimulando con un "nada", pero en breve, la chica nota como la polla dura de su hermano se restriega contra ella con la única frontera de una fina camiseta vieja. Un solo gesto aparentemente aleatorio le basta a Laura para subirla por la cintura y evidenciar que no lleva ninguna otra prenda. No para de balancear todo su cuerpo con la escusa de seguir realizando el masaje y hace rodar sus nalgas encima del pene enrojecido de Fran. El resta aún con cierta parálisis y atónito por las circunstancias no es capaz de ejercer más que unas leves caricias en los muslos de su hermana. Laura cada vez respira más ansiosa y sus movimientos se intensifican. Por un instante se detiene y le pregunta:
-¿Te gusta por delante?- de modo insinuante.
Fran no sabe a qué se refiere: si al masaje o al sexo, pero se percata que la respuesta es igual en los dos casos:
-Me gusta por delante y por detrás- Aún como si estuviera en una partida de póker.
Laura sonríe y tras un placentero suspiro dice:
-A mí también me gusta por delante- mientras se saca la camiseta.
Le mira juguetonamente y susurra:
-yo también quiero- haciendo morritos.
La estampa de su propia hermana completamente desnuda encima de él detona sus emociones más intensas y primarias. Ella se está untando con el aceite corporal alumbrada tenuemente por una lámpara a contra-luz. Fran no puede esperar y le manosea los pechos con fuerza. Laura expresa su gozo sintiendo que domina completamente a su hermano mayor por primera vez en su vida. Lo posee a todos los niveles. La polla de Fran está en un estado crítico, parece estar a punto de estallar; ella casi no puede asimilar el tamaño de ese trabuco al sujetarlo y siente la imperiosa necesidad de metérselo dentro. Mientras procede, lo alienta con un juvenil gemido de dolor. El nota su pene arropado por la humedad ardiente de su hermana. Poco a poco ella abandona su quietud inicial para darle un lento y largo recorrido a sus bajas pasiones. A cada repetición Laura está a punto de desprenderse de la larga polla de Fran para volver a entrarla entera hasta el fondo. La siente muy a dentro. Se muerde el labio mientras le mira a los ojos. El parece concentrado. Sin dejar de recorrerla con sus manos imprime empuje en cada embestida.
-Fóllame Fran... fóllame- con un tono suave pero enérgico.
Él no dice nada y siente esa plegaria descontextualizada en los labios de su hermana pequeña, pero eso, lejos de ser un obstáculo, aun eleva más si cabe su desenfrenada calentura. Cualquier razonamiento ha sido desterrado. Fran no recuerda haber disfrutado nunca tanto en su vida. Sin querer rompe su silencio para expresar su gozo sorprendiéndose a sí mismo. Laura aún se siente más poderosa al notar que ha roto la frialdad de su hermano y se desinhibe todavía más. Follan cada vez más enérgicamente y chocan entre sí. La suma de esos sonidos con sus propios gemidos rompe la calma hogareña de la noche.
-Síí, sííí, mmmm, así Fran, así- con una buena bocanada de oxigeno entre silabas.
-Oh, ooooh, ooh- más simplón.
Laura ondula su cuerpo como una serpiente pronunciando aun más sus curvas. Su exhuberante pelo ondea como si de una bandera se tratara mientras los dos se funden emitiendo leves destellos con sus cuerpos aún aceitosos. La plástica de sus movimientos roza una coreografía artística que se alimenta con la tensión sexual acumulada durante largos masajes. Laura se estremece aún sin haber llegado al orgasmo. El tiempo se ha convertido en una dimensión huidiza: segundos, minutos, horas... En medio del ajetreo, ella mira por la ventana y ve las luces de la ciudad colina abajo: se siente tan aventajada al resto de la humanidad que se sabe afortunada de encontrarse en un estadio sensorial superior. Se miran fijamente a los ojos durante unos instantes sin dejar de jadear profundamente. Fran traga saliva pero ya no tiene ninguna duda sobre lo que está haciendo. Siente que se aproxima lo inevitable, la cuenta atrás ha empezado y no tardará en eyacular. Laura está coronando la cumbre de sus sentidos y explota por dentro con la mirada perdida, expresándose con unas convulsiones pélvicas arrítmicas que rompen la continuidad de su ardiente cabalgada. Tras una breve pausa ella desenfunda y Fran se queda colgado. Su orgasmo se debate entre estallar triunfalmente o mantener el anonimato. Laura, viendo la expresión desencajada de su hermano, se da prisa en coger la vieja camiseta y dejarla encima de su poya húmeda y colapsada. Sin mediar palabra le mete la lengua en la boca mientras le besa y sin despegarse de él empieza a morderle los labios. El estaba en un plano existencial casi comatoso atrapado entre el sí y el no, pero ese beso cálido y baboso acaba de empujarle hacia la luz. El grifo revienta y el torrente lácteo emerge a gran presión. Le acompaña un estallido eufórico del público en el estadio que celebran un gol decisivo. El placer del chico parece potenciado aún más por esa intriga final. Intenta contener todo el flujo en la camiseta con sus dos manos sin dejar de besar a su hermana cada vez con más suavidad. Ella le coge la cabeza con las dos manos y le agarra del pelo. Le sigue besando sin escatimar en saliva y aliento de modo totalmente despreocupado. Su melena hace un poco de cosquillas en el rostro y el pecho de Fran. Ella de pronto se ríe y dice:
-Perdóname pero es que me da mucho asco- con el habla casi incomprensible.
-¿qué te da asco qué?- aun volviendo en sí.
-Ya sabes, las salpicaduras- con tono pícaro.
Se quedan mirando con ternura sin mediar palabra durante un minuto entero hasta que él dice:
-No se lo digas a papá- bajando la mirada.
-No se lo digas tú a tu novia- dice ella previa sonrisa.
Continuará...
-Laura, cambia de canal va?-
-!Nooo!, yo estaba primero-
-Quita tonta, que hacen fútbol hoy-
-!!Noo!!, te aguantas, además, ya no tienes derechos en esta casa, !eres un desertor!-
Fran dejó la casa hace ya más de un año pero aún viene de cuando en cuando a cenar con la familia. Hoy ha venido sin avisar y sus padres ya tenían planes: han salido con unos amigos. Solo ha encontrado a sus hermanas mirando la tele. Tendrá que picar algo luego, cuando llegue a su piso en el centro. Cristina está muerta de sueño medio dormida en el sofá. Tiene 4 años solo. Laura sigue dando guerra aferrada al mando sin querer salir de MTV, pero Fran no está dispuesto a renunciar a las semifinales de su equipo con tanta facilidad.
-!Laura vaaa!, vete a tu cuarto a mirar esa tontería- con tono exigente.
-!Tú no me mandas a mi cuarto idiota!!Hago lo que quiero!!!estoy en mi casa!!-
Cristina abre los ojos con cada exclamación pero no logra sostener sus párpado ni la dirección de su mirada más de un instante. Ese acolchado sofá blanco parece absorberle la conciencia. La sala es de lo más elegante, todo combina bien: los muebles de madera, las cortinas color marfil, el parquet... un verdadero hogar bien-estante y civilizado.
Fran ha cesado en su empeño y busca otro camino; recuerda que hace no tantos años conseguía todo lo que quería de ella solo con darle un masaje: era su debilidad. Al fin y al cabo a ella no le importa mucho lo que está viendo, solo ocurre que es competitiva y quiere vengarse porque la abandonó y se fue. Le tiene rabia. Su hermano mayor era su héroe, quien la defendía a capa y espada contra cualquiera que la molestara, el que lo sabía todo de todo, el confidente y socio frente a la tiranía paternal. Laura, en plena adolescencia se vio desprovista de algo que consideraba fundamental en su vida y Fran se fue a vivir con esa zorra mañosa con cara de caballo.
-Venga, no te pongas así, si cambias de canal luego te doy un masaje, ¿te parece?-
-Si claro, y yo me lo creo. Luego dirás que estás cansado y que te vas- desconfiada.
-Que nooo, te daré un masaje en la espalda bien largo- insiste Fran.
-¿Como de largo?, eso es muy relativo, ¿tanto como el partido?- con tono expectante.
-!El partido son 90 minutos guapa!- indignado.
-Pues entonces hacemos esto: mientras me das el masaje ponemos el partido, en cuanto pares cambio- Creyéndose una gran negociadora.
Fran levanta una ceja y piensa: "eso es un decir, en cuando haya puesto el fútbol ya no costará mantener el canal de un modo u otro". Se presta a las condiciones de la chica asintiendo con la cabeza. Ella sonríe y abandona el sofá jovialmente para tumbarse boca abajo sobre la tupida alfombra blanca, frente a la tele. Se quita el jersey de cuello gigante y asimétrico y agarra bien el mando para tener su custodia garantizada. Pone tv4 donde dan el encuentro. Fran suspira sintiéndose un calzonazos. ¿Cómo puede dejarse mandar así por una cría de 19 años?. !Nada!. Ya logrará hacerse con el mando. El balón hace ya un rato que rueda sobre el césped pero el marcador aún es de empate a 0. Intenta distinguir los titulares cuando:
-!Tron! como te despistes cambio de canal ¿eh?- llena de impaciencia.
Fran empieza a ejercer su magia sobre su hermana. Sus dedos empiezan a presionar puntos clave en la musculatura del cuello y hombros. Laura lleva una camiseta de tirantes que no representa un impedimento para la tarea que se está llevando a cabo. El partido no acaba de cobrar mucho interés porque los dos equipos están nerviosos y especulan con el resultado.
-Más fuerte- Susurra Laura con un tono notablemente adormecido.
Fran está sentado de rodillas sobre el culo de ella. Intensifica sus movimientos haciendo uso de sus grandes y poderosas manos fruto del trabajo duro que desempeña cada día en la fábrica. La mirada hipnótica de él sigue el valón como si de la mirada de un gato hacia una mosca se tratara pero algo deshace esa conexión. Los sutiles gemidos de su hermana le transmiten algo de inquietud. Piensa en alguna broma punzante a propósito de ello que la humille un poco pero no se le viene nada lo suficientemente ocurrente. !Una ocasión! qué lástima, esa era buena. Su atención no tarda en caer otra vez presa de los juveniles gemidos de su hermana ahora más notorios. Fran se siente abochornado por el erotismo que desprenden pero no tarda en superar ese estatus empujado por una curiosidad morbosa y empieza a imprimir más fuerza a sus movimientos para comprobar si el gozo de Laura se expresa con jadeos más irreverentes. No tarda en comprobar que sí, quizás no tanto en su volumen pero sí en la respiración. Nota como su miembro empieza a adquirir virilidad. Se empieza a sentir descolocado justo cuando la razón llama a la puerta de su conciencia y le hace un pase rápido de diapositivas mentales que ilustran un puñado de recuerdos de alto contenido fraternal entre ambos. Cuando cree que está recobrando de nuevo su sitio en el contexto algo rompe su trayectoria. Laura, tras un "espera" cortante, libera a sus hombros de los tirantes y ágilmente rebaja la altura de su camiseta hasta el final de la espalda dejándola al descubierto. Recobra su posición acomodada afianzándola con un "ahora" suspirado. Ahora sí siente que tiene que decir algo. Ella sabe bien lo que está haciendo y quiere demostrarse a sí misma que puede mandar en este juego inmoral. De todos modos aún se siente arropada por la decencia escudándose en la confianza entre hermanos. Fran está en blanco, no sabe que tono usar ni cómo abordar la situación. Resta unos instantes paralizado hasta que un "vaaa!!" lleno de impaciencia le hace retomar el masaje. El tacto despejado de toda la espalda desvela la desnudez de un torso muy femenino. Sus masajes desgobernados por una mente abstraída han empezado a adquirir una sutileza más propia de caricias. Laura está delgada, pero en la zona baja de la cintura, Fran nota una cierta carnosidad preámbulo de un culo generoso enfundado en unos pequeños pantalones de pijama rosa de Minnie Mouse. Los genes de la familia la han premiado con una piel canela de lo más hermosa. El partido se ha ido desvaneciendo y la temperatura se eleva poco a poco.
-¿Qué te pasa?¿te has quedado sin fuerza tan pronto?- susurra con tono de burla.
-Laura, el partido es muy largo...- protestando.
-Da igual, así también me gusta, mmmmmm- cerrando los ojos.
Se siente reconciliada con él porque de algún modo, más allá de su propia conciencia o de sus razonamientos, ese contacto cálido, suave y amoroso cura las heridas que su hermano le hizo cuando la abandonó.
Fran duda: "¿es posible que todo esté en su cabeza?¿es posible que ella no haya reparado en lo erótico de sus gemidos, ni en lo confuso que resulta la media desnudez de una chica tan bella frente a su propio hermano?. Laura nunca intentaría seducirle y menos aun con su hermana pequeña durmiendo justo al lado. Quizás no hay nada extraño sobre esa alfombra." Rompiendo de nuevo los esquemas de su hermano, ella mira al sofá lateral e inclina el cuerpo como si estuviera vestida.
-Fran, pásame el móvil, está ahí- y lo señala dejando ver gran parte de una de sus tetas.
Él, sintiéndose fuera del ángulo de visión de Laura observa esa redondez solo un instante para luego obedecer con urgencia gateando, pero en el camino nota la indiscreción que albergan sus pantalones: no son tejanos, son de una tela fina y no dan la cobertura que requeriría la situación, además: usa bóxers anchos y eso no ayuda en modo alguno al disimulo. Recupera su posición y tras un "toma" le entrega el móvil a la chica rezando para que ella no se haya dado cuenta. Ella sonríe mientras enciende la pantalla. Los motivos de esa sonrisa escapan a su conocimiento pero Fran se teme lo peor. Efectivamente, ella se ha percatado del bulto. De hecho: no le interesaba para nada el móvil; solo es una maniobra que ha urdido para seguir jugando con ventaja. El prosigue su cometido manual mientras ella se apoya con los codos en la alfombra tecleando un mensaje que no enviará. Parece que la compostura de su pose es razonable pero en la vitrina de debajo del televisor, Fran ve reflejados los pechos de su hermana, no con la claridad de un espejo pero sí con cierta nitidez. Preso de su propia lujuria empieza a masajearla con fuerza solo para ver como se menean sus tetas. Ella deja caer el móvil entre sus dedos mientras vuelve a gemir con un tono que no parece propia de ella: habiéndola escuchado cuando grita parece imposible que esa voz de pito pueda resultar tan sexy en el contexto adecuado.
-Ooh Fran, que manos tienes... es increíble- risueña.
-Sí, vale hermana, pero ahora a la media parte descanso ¿vale?-
Se siente contrariado al pronunciar esas palabras pero ciertamente: ese asunto no puede ir a más. Laura se ha puesto realmente cachonda al sentir su desnudez vapuleada por esas fuertes manos que casi le desmontan la espalda. Empieza a dudar sobre que límites ponerle a ese duelo dado que su calentura empieza a nublar su buen juicio. Para sentirse vencedora necesita profundizar en su descaro y desarmar a su rival. Empieza a tramar su próximo movimiento:
-A la segunda parte te hago yo uno vale?- dice animosa -tengo un aceite corporal-
A Fran se le pone mirada perdida y decide no oponerse mientras sigue usando las manos con la chica ya tumbada completamente de nuevo con los ojos cerrados. De pronto el árbitro señala el final de la primera parte. El ajeno silbido parece ser la señal para que Laura reaccione saliendo abruptamente de su adormilamiento. Se quita de encima a su hermano como si de una mosca cojonera se tratara con un "quita" molesto. Una vez en pié se sube la camiseta sin ningún cuidado por esconder sus preciosas tetas adolescentes en el proceso. Fran, atónito unos momentos por esa visión, vuelve en sí y aprovecha el receso para coger en brazos a Cristina y llevarla a su habitación. Ella ni si quiera se despierta y sigue emitiendo esos pequeños ronquidos enternecedores. Una vez en su cama la mira con amor y le dice en voz baja: "No estés buena"
La inflamación localizada que nublaba sus pensamientos ha desaparecido y ahora siente que todo ha vuelto a la normalidad. Nota sus pensamientos más templados y razonables. Se tumba boca abajo delante de la tele sorprendiéndose del tacto fantasioso de esa alfombra: ya podían haberla comprado años atrás para que él mismo hubiera podido disfrutarla: es como estar en una nube. Se hubiera pasado la niñez ahí tumbado, con lo vago que era...
Laura está tardando. El director técnico de su equipo valora muy positivamente el resultado provisional en campo contrario pero no lanza campanas al vuelo. Los anuncios desactivan su interés televisivo y el rostro enfadado de Olga aparece súbitamente en su pensamiento. El intenta tranquilizar su conciencia diciéndose a sí mismo: "no ha sido nada, solo un momento de confusión". No le puede comentar nada a su novia. Aunque no tienen secretos el uno para el otro: que tu hermana te ponga la polla dura no es algo que tu novia pueda encajar fácilmente. Ni él puede. Sus pensamientos se mezclan y se vuelven absurdos: es tarde. Abre la puerta de su piso sigilosamente. Las luces están apagadas. Olga está durmiendo sin nada puesto en la habitación, se despierta en cuando Fran se mete en la cama. El siente su propia desnudez aunque no recuerda haberse quitado la ropa. Está palote y sin mediar palabra empieza a follársela por detrás. Todo es confuso. Ella le está dando la espalda cuando de pronto le interrumpe con un "espera" cortante. Le señala a un lado y le dice: "pásame el móvil, está ahí". Fran reconoce sobresaltado la voz de su hermana y se da cuenta que es con ella con quien está follando. Siente su mirada seductora a través de su pelo despeinado cuando ella gira la cabeza. Todo ocurre muy deprisa y el susto del sueño se ve multiplicado por el despertar repentino que le provoca Laura al sentarse encima de él sin ningún cuidado. Su voz confusa y mística se vuelve clara y terrenal, la oscuridad se vuelve luz, y el silbido arbitral da comienzo a la segunda parte del encuentro.
-No me lo puedo creer... !! te habías dormido!!- chillona.
-¿Qué? no. ¿Qué dices?- aún desorientado.
-Ahora mismo pongo la MTV- con tono bajo pero vengativo.
-!No Laura! que ya ha empezado- con repentino interés en la pantalla.
Los dos buscan el mando al mismo tiempo pero está vez Fran es más rápido.
Las tornas han cambiado: él continua boca abajo mientras ella se prepara para darle el masaje prometido. Al sentir sus manos debajo de la ropa Fran se sobresalta.
-!Que haces Laura!- con sorpresa.
-!Tío!, ¿tú qué crees?¿quieres que te ponga el aceite encima de la tela?- atónita.
Se da cuenta de lo absurdo de su propia reacción y calla sumisamente mientras colabora para deshacerse de esa prenda.
-¿Esa camiseta que te has puesto... es mía?- pregunta él.
-Ajá, te has dado cuenta. Me la pongo para dormir- con un tono muy suave.
-Te va enorme- Dice con desprecio mientras se acomoda.
Fran intenta conservar un tono enfurruñado de hermano mayor, pero dentro de su mente revolotean las tetas de su hermana vagamente contenidas dentro de una prenda tan inadecuada, una camiseta de tirantes muy vieja y dada de sí.
-Me va genial para dormir en verano- dice Laura mientras esparce el aceite por su espalda.
Fran va muy a menudo al gimnasio desde antes de dejar el hogar paterno y es muy deportista. Tiene una espalda ancha y musculosa. Las manitas de Laura parecen empequeñecerse más aun sobre tal contexto cárnico. Él intenta fingir que no le importa lo que le hace su hermana mostrándose indiferente, pero lo cierto es que si hace unos minutos se sentía en una nube llamada alfombra, ahora que tiene las caricias de un ángel montado sobre él siente que está en el paraíso. Los minutos se dilatan sostenidos por un cómodo silencio levemente mancillado por la narración del partido. Ella no se cansa de recorrer cada milímetro de la piel de su hermano y en determinados instantes siente que sus dedos andan por el borde del abismo de lo inapropiado. Fran está tumbado como si se le hubieran acabado las fuerzas haciendo flexiones y Laura ha terminado la trayectoria paralela de sus manos bajando por esos musculosos brazos. Entrelaza sus dedos con los de él, solo por un momento, solo a modo de rebote para volver sobre sus propios pasos a los hombros de Fran y untarse las manos de nuevo con el aceite. Todo el ciclo empieza a repetirse. En un momento dado ella rompe la calma con una pregunta inesperada:
-¿Como van?- con curiosidad.
-0-0- responde él sin mucha convicción.
-Y ¿porqué en el marcador pone 2-1?- extrañada.
Fran se mantiene inmóvil pero su mente se agita buscando una respuesta creíble.
-Porque eso es el resultado del partido de ida- con un suspiro lleno de calma.
Laura mantiene un breve silencio mientras sigue con el masaje hasta que le dispara un "mentiroso" susurrado.
-Tú que sabrás tonta- molesto.
-¿Soy tonta?- Con musicalidad exagerada.
-Sii, tonta, bajita, fea y molestona- con cierta impaciencia por terminar esa conversación y seguir disfrutando de el masaje.
-Fran- dice ella después de otra pausa meditativa.
-¿Qué?- precedido por un suspiro que busca paciencia.
-¿Tu me ves fea?- pregunta tímida y apenada.
Fran no responde hasta que una sacudida exigente le sonsaca unas palabras.
-... claro que no tonta, eres preciosa, ya lo sabes- cediendo ante la obviedad.
-¿Soy más guapa que tu novia?- le susurra al oído en tono juguetón.
Fran vuelve a guardar silencio pero esta vez, ni las repetidas sacudidas de su hermana le obligan a pronunciar una sola palabra. Ella no renuncia a su técnica y apoya un pie en el suelo para poder agitar con más fuerza el cuerpo suelto y relajado de su hermano que ni siquiera pestañea. Aún sin frustrarse le hace una especie de llave de judo consiguiendo ponerlo boca arriba y se sienta otra vez en su cadera entre risas unilaterales. El choque de sus miradas les otorga una repentina inmovilidad solo empañada por las respiraciones aceleradas de la chica. Por un segundo Fran reconoce esa mirada despeinada que lo había derretido en su breve sueño anterior. La magia del momento se rompe en cuando ella dice:
-ippon seoivictoriosa.
-!eso no es un ipponmolesto.
-!No soy tonta!, lo que yo no me peleo en el gimnasio como tu- desafiante.
-Yo no me peleo, yo hago combates- vocalizando exageradamente.
-"yo no me peleo, yo hago combates"- repite ella en tono tonto de burla.
Fran replica con unas intensas cosquillas que le arrancan una carcajada a su hermana, Ella le golpea con fuerza para defenderse. Agitados por tanto juego, los pechos de Laura se contonean asomándose por todos los espacios que esa decaída camiseta les concede. Ella tiene su pelo en la cara y él siente su mirada libidinosa libre de supervisión. Aprovecha para intensificar su lucha para poder ver más pero un duro golpe en la cara detiene el duelo.
-!Hay! perdona Fran, ha sido sin querer- argumenta ella tapándose la boca.
-Ufff- replica el cogiéndose la nariz con el ceño fruncido.
-Déjame ver- se interesa Laura.
-No, quita, no me toques- contesta molesto.
-Vamos Fran, ha sido sin querer- suplicando perdón.
Él se mira las manos para comprobar si hay sangre, pero no la hay. Ella sonríe y dice:
-¿También eres tan quejica en tus combates?- mordiéndose la lengua.
El no responde pero la mira con una sonrisa a medio camino entre la alegría y el desprecio. Laura mira al techo y levanta los brazos, para apartarse el pelo de la cara. La camiseta le va tan grande que el cuello no alcanza a cubrir sus tetas y tal cometido es relegado a unos incapaces tirantes negros. Sus curiosos pezones se asoman de nuevo. El dolor del golpe remite y eso permite a Fran percatarse del desbordante flujo sanguíneo que conspira en su bajo-vientre para hacerse notar. Laura parece no darse cuenta aún, agarra el pote de nuevo y untándose las manos de aceite se prepara para proseguir anunciándose con un "ahora por delante" muy decidido. Al sentir las manos viscosas de su hermana en sus potentes pectorales Fran se da cuenta que ha llegado al punto de no retorno.
Aunque se niega rotundamente a tomar la iniciativa, el creciente entusiasmo de su miembro pronto será demasiado notorio. Una voz en su interior le implora que detenga aquello y se vaya antes de que sea demasiado tarde pero este mensaje se desintegra absorbido por una arrolladora lujuria incestuosa. Laura recorre todo su torso amasando sus músculos como si estuviera haciendo pan y sigue moviendo todo su cuerpo para alcanzar todas las zonas. Está tan caliente que ya no logra pensar con claridad y se siente arrastrada por un torrente lascivo hacia un acto del todo indecente. Un silencio cargado de sentido reina sobre esos momentos. Instintivamente, Fran levanta su culo y hace varios gestos para bajarse los pantalones. Laura se inclina empujada hacia adelante y mientras intenta mantener el equilibrio dice riendo.
-¿qué haces?- en voz baja.
El tarda un poco a contestar disimulando con un "nada", pero en breve, la chica nota como la polla dura de su hermano se restriega contra ella con la única frontera de una fina camiseta vieja. Un solo gesto aparentemente aleatorio le basta a Laura para subirla por la cintura y evidenciar que no lleva ninguna otra prenda. No para de balancear todo su cuerpo con la escusa de seguir realizando el masaje y hace rodar sus nalgas encima del pene enrojecido de Fran. El resta aún con cierta parálisis y atónito por las circunstancias no es capaz de ejercer más que unas leves caricias en los muslos de su hermana. Laura cada vez respira más ansiosa y sus movimientos se intensifican. Por un instante se detiene y le pregunta:
-¿Te gusta por delante?- de modo insinuante.
Fran no sabe a qué se refiere: si al masaje o al sexo, pero se percata que la respuesta es igual en los dos casos:
-Me gusta por delante y por detrás- Aún como si estuviera en una partida de póker.
Laura sonríe y tras un placentero suspiro dice:
-A mí también me gusta por delante- mientras se saca la camiseta.
Le mira juguetonamente y susurra:
-yo también quiero- haciendo morritos.
La estampa de su propia hermana completamente desnuda encima de él detona sus emociones más intensas y primarias. Ella se está untando con el aceite corporal alumbrada tenuemente por una lámpara a contra-luz. Fran no puede esperar y le manosea los pechos con fuerza. Laura expresa su gozo sintiendo que domina completamente a su hermano mayor por primera vez en su vida. Lo posee a todos los niveles. La polla de Fran está en un estado crítico, parece estar a punto de estallar; ella casi no puede asimilar el tamaño de ese trabuco al sujetarlo y siente la imperiosa necesidad de metérselo dentro. Mientras procede, lo alienta con un juvenil gemido de dolor. El nota su pene arropado por la humedad ardiente de su hermana. Poco a poco ella abandona su quietud inicial para darle un lento y largo recorrido a sus bajas pasiones. A cada repetición Laura está a punto de desprenderse de la larga polla de Fran para volver a entrarla entera hasta el fondo. La siente muy a dentro. Se muerde el labio mientras le mira a los ojos. El parece concentrado. Sin dejar de recorrerla con sus manos imprime empuje en cada embestida.
-Fóllame Fran... fóllame- con un tono suave pero enérgico.
Él no dice nada y siente esa plegaria descontextualizada en los labios de su hermana pequeña, pero eso, lejos de ser un obstáculo, aun eleva más si cabe su desenfrenada calentura. Cualquier razonamiento ha sido desterrado. Fran no recuerda haber disfrutado nunca tanto en su vida. Sin querer rompe su silencio para expresar su gozo sorprendiéndose a sí mismo. Laura aún se siente más poderosa al notar que ha roto la frialdad de su hermano y se desinhibe todavía más. Follan cada vez más enérgicamente y chocan entre sí. La suma de esos sonidos con sus propios gemidos rompe la calma hogareña de la noche.
-Síí, sííí, mmmm, así Fran, así- con una buena bocanada de oxigeno entre silabas.
-Oh, ooooh, ooh- más simplón.
Laura ondula su cuerpo como una serpiente pronunciando aun más sus curvas. Su exhuberante pelo ondea como si de una bandera se tratara mientras los dos se funden emitiendo leves destellos con sus cuerpos aún aceitosos. La plástica de sus movimientos roza una coreografía artística que se alimenta con la tensión sexual acumulada durante largos masajes. Laura se estremece aún sin haber llegado al orgasmo. El tiempo se ha convertido en una dimensión huidiza: segundos, minutos, horas... En medio del ajetreo, ella mira por la ventana y ve las luces de la ciudad colina abajo: se siente tan aventajada al resto de la humanidad que se sabe afortunada de encontrarse en un estadio sensorial superior. Se miran fijamente a los ojos durante unos instantes sin dejar de jadear profundamente. Fran traga saliva pero ya no tiene ninguna duda sobre lo que está haciendo. Siente que se aproxima lo inevitable, la cuenta atrás ha empezado y no tardará en eyacular. Laura está coronando la cumbre de sus sentidos y explota por dentro con la mirada perdida, expresándose con unas convulsiones pélvicas arrítmicas que rompen la continuidad de su ardiente cabalgada. Tras una breve pausa ella desenfunda y Fran se queda colgado. Su orgasmo se debate entre estallar triunfalmente o mantener el anonimato. Laura, viendo la expresión desencajada de su hermano, se da prisa en coger la vieja camiseta y dejarla encima de su poya húmeda y colapsada. Sin mediar palabra le mete la lengua en la boca mientras le besa y sin despegarse de él empieza a morderle los labios. El estaba en un plano existencial casi comatoso atrapado entre el sí y el no, pero ese beso cálido y baboso acaba de empujarle hacia la luz. El grifo revienta y el torrente lácteo emerge a gran presión. Le acompaña un estallido eufórico del público en el estadio que celebran un gol decisivo. El placer del chico parece potenciado aún más por esa intriga final. Intenta contener todo el flujo en la camiseta con sus dos manos sin dejar de besar a su hermana cada vez con más suavidad. Ella le coge la cabeza con las dos manos y le agarra del pelo. Le sigue besando sin escatimar en saliva y aliento de modo totalmente despreocupado. Su melena hace un poco de cosquillas en el rostro y el pecho de Fran. Ella de pronto se ríe y dice:
-Perdóname pero es que me da mucho asco- con el habla casi incomprensible.
-¿qué te da asco qué?- aun volviendo en sí.
-Ya sabes, las salpicaduras- con tono pícaro.
Se quedan mirando con ternura sin mediar palabra durante un minuto entero hasta que él dice:
-No se lo digas a papá- bajando la mirada.
-No se lo digas tú a tu novia- dice ella previa sonrisa.
Continuará...
6 comentarios - Juego de hermanos (Parte 1)