Bueno, esta es la primera parte de lo que fueron los días más angustiantes, geniales, extremadamente sexuales y apasionados de mi vida.
Para nadie es un secreto estas tres cosas: que las mujeres siempre soñamos con el día de nuestra boda, que preparar todo lo concerniente a esta celebración es agotador y que en la mayoría de los casos siempre estamos "de a toque" (quiere decir que estamos muy sensibles).
Siempre soñé que el día de mi boda iba a llegar virgen (JAJAJAJAJA), que iba a ser en la iglesia que siempre quise, la que pasan por la televisión en las novelas, que iba a llegar con un súper traje de novia y que todo mis invitados se iban a quedar atónitos con mi llegada. Me ocupé de que todo lo que imaginé fuera así, justo como lo soñé exceptuando la parte de la virginidad, porque esa la perdí hace un buen tiempo, y de qué manera.
Es difícil ir a trabajar con toda esa carga encima de responsabilidad y de tareas pendientes, mis compañeras me ayudaron mucho, todos estuvieron conmigo en esa gran lucha y tarea de organizar mi boda, exceptuando a Fernando: mi jefe inmediato. Siempre presionándonos para que todo en el trabajo fuera como una sinfonía perfecta y sin errores, ahora más cuando hay un alboroto repentino en la oficina. Desde que entré a trabajar en esa corporación; hace ya bastante tiempo, noté que hubo una química especial entre él y yo, que no se dio porque está casado y yo con eso no me quise meter, una familia es algo sagrado para mí (aunque esta regla tiene sus excepciones).
Todo estuvo en mi mente delimitado perfectamente, me estresé, estresé a Paulo, nos estresamos juntos... hasta que faltaba una semana exacta para nuestro matrimonio.
Enamorada y deslumbrada por demás con mi amado, dejé de dar el 100% en el trabajo y esto lógicamente incomodó mucho a mi jefe. Ese día me pidió expresamente que me quedara a trabajar hasta tarde para así compensar mi falta de atención de los últimos días. Sabía que alguna treta tenía en mente ya que para que él me pidiera que me quedara trabajando, con lo estricto que es con el horario de entrada y salida de sus empleados. A decir verdad, Fernando es una "rata" (dícese de una persona difícil de carácter y con malos sentimientos) pero humano y condescendiente a veces. Por eso me extrañé con esa petición.
Eran como las 6 de la tarde y ya todos se habían ido en ese piso del edificio, quedaban los vigilantes, mantenimiento y Fernando y yo. De pronto entra a mi oficina y sucede esta extraña situación:
- Hola mmm... Jenny (creo que quiso decir "Hola mami";)
*Hola Fernando, tranquilo, si es por el ajuste en los documentos que me enviaste, ya estoy trabajando en eso.
-Sí era para eso, mira que ahora con tu... matrimonio... estás muy dispersa en tu trabajo.
*Lo sé, por eso acepté quedarme aquí hasta más tardecito. ¿Querías algo más?
-No, por ahora no, aunque necesito que me avises cuando te retires.
*Ok, te aviso.
Aunque parece una conversación cotidiana, entre palabras sentí que jadeaba o que estaba dudoso. Terminé de hacer mi trabajo, aproveché para llamar a la floristería, a la persona encargada de hacer las tarjetas de invitación y otras cosas referentes a la ceremonia. Mientras llamaba, escuché unas respiraciones rápidas, cortas. Cuando subo la mirada veo la puerta entreabierta de mi oficina y una sombra. Decidí seguir hablando por teléfono, porque esperé mucho para que me atendieran en la agencia de viajes. Creí que era el vigilante, que iban a robar la empresa o algo así, salí sigilosamente... pero cuál es mi sorpresa que en el marco de la puerta habían restos de semen. Inmediatamente pensé en Fernando, pero era el vigilante, que aprovechó la soledad de la oficina para pegarse una paja viendo porno en su televisor. Regresé con el asunto de mi boda, ya que precisamente me quedé ahí para llamar sin límites a la agencia de festejos y por qué no, llamar a mi prometido Paulo, quien aguardaba por mí en casa.
Hice mi trabajo, arreglé cuentas con los preparativos de mi boda y hasta me dio tiempo de ser voyeurista, mirando al vigilante de la oficina manoseándose su palo una y otra vez.
Decidí irme, pensando qué decirle a Fernando del por qué me habia tardado tanto en ajustar los libros contables de la empresa. Cuando ya tenía "el show" montado, fui a la oficina de Fernando. Tenía la puerta entreabierta también, mi cartera que se estaba cayendo y el peso del maletín de trabajo desplazaron mi atención cuando presencié que él se estaba pajeando nada más y nada menos que con una foto grupal en la fiesta de fin de año de la empresa en el 2010, donde, no es por ser vanidosa, salí muy bien.
Un portazo lo hizo moverse de lugar y quedó con la foto y con su imponente palo erguido bajo el escritorio.
*Ya me voy Fernando, ¿qué haces?
-Na... nada, ya revisando tu trabajo.
*Bueno, me voy entonces, nos vemos mañana.
En ese momento percibí que quiso decirme algo pero se calló. Camino a tomar el ascensor escucho: -Jenny, ven un momento por favor.
*Voy.
Pobre vigilante, lo hicimos sobresaltar. Recuerdo su cara pálida mientras regresaba a la oficina de Fernando, estaba tan concentrado en su "trabajo"...
-Jenny, hay un error en esta cuenta, al hacer el inventario pasaste por alto agregar la cuenta de los salarios para los trabajadores indirectos.
Es de hacer notar que en mi trabajo soy muy competente, revisé 3 veces ese balance en especial.
-Acércate, para que enmiendes ese error.
*La verdad es que ahora no puedo, en mi casa me espera Paulo y...
En ese momento se levantó de su silla y quedó expuesto ante mí su miembro, aún erecto. Entré lentamente a la oficina y él cerró la puerta tras de mí.
*Esto no es correcto Fernando, me voy a casar, ya tengo mi vida hecha, no es justo para tí ni para mí
-Sabes que te he deseado desde un primer momento. No te niegues a la posibilidad de postergar tu boda y de experimentar algo nuevo.
*No es mi pensado, me da corte pensar en Paulo...
Se acercó, estábamos frente a frente, a milímetros de besarnos...
-Sólo no pienses en él, piensa en que ésta puede ser la mejor noche de tu vida.
Me besó y correspondí a su beso, al principio tierno pero luego desenfrenado y desesperado. Acariciaba lentamente su viril miembro, como si fuera un objeto frágil que debía ser tratado con supremo cuidado.
Me desabroché la camisa, subí mi falda y quedé a merced de las manos de Fernando quien estrujaba mis senos, tocaba mi rajita, acariciaba mis piernas, me besaba. Parecía un niño con un montón de juguetes nuevos por explorar.
Hizo a un lado mi tanga y comenzó a tocar mi botón preciado que me hace subir a los cielos y descender al abismo en cuestión de segundos, ya para ese momento estaba completamente húmeda y lista para la acción. Tratamos de ser lo más cautelosos, pues había un vigilante afuera que podía darse cuenta de nuestra faena y alarmar a los demás pisos.
Apartó del escritorio hojas, libros, carpetas y cualquier cosa que entorpeciera nuestro encuentro. Bajó completamente su pantalón y cuidadosamente introdujo su pene en mi vagina, la cual estaba lista para ser bombeada por ese miembro. Puedo decir que no era muy grande, así como el de Paulo, pero era muy ancho, mucho. Al principio dolió al meterlo por primera vez
*Duele, duele, duele... ay, ay...
- ¿Duele mucho?
*Un poco, pero sigue, poquito a poco, por favor, es muy grande, no reo que lo puedas meter completo...
Estas palabras le envalentonaron más, y se introdujo, poco a poco en mí. Cuando estuvo toda dentro sentí que estaba en otra dimensión, perdí la noción de mí...
*Dale, dale, dale, dale más, más, más... Mételo más.....
-Hmmm, sí, sí,... Tómalo, cómetelo enterito...
Debió ser por la calentura del momento, le pedí que me diera por detrás. Ni a Paulo entregué mi culo, pero quería sentir un palo verdadero dentro de mí, siempre lo hice con consoladores bien pequeños ara irme adaptando.
-Sí, ¿lo quieres por detrás?
*Sí, sí, da.. dale por detrás... hmmmm
Me puse en cuatro en el piso y él me lubricó con su saliva, poco a poco se fue metiendo...
-¿Sigo?
*Sí, métela toda, todita...
Sentí mucho dolor, pero él compensaba acariciándome el clítoris de una manera tan erótica y sensual que me iban a hacer correr tarde o temprano. Siguió manoseándome hasta que se dio cuenta que estaba por correrme y justo segundos antes de un solo tirón (o bueno, empujón) se metió completo en mi desvirgado culito. Sentí dolor y placer al mismo tiempo, es algo inexplicable...
-Jenny, estoy... a punto...
*Haz... lo dentro, dentro, por favoooor....
Acabamos juntos y la cantidad de leche que sacó de su palo fue demasiada. Terminamos acostados en la alfombra de su oficina, llena de su lechita, de mi sudor, de nuestros jugos, llena de deseo, de lujuria y tensión, de secreto y de acción, llena de infidelidad...
Fue una noche memorable. Mientras me reponía me besaba tan tiernamente, que por un momento lo vi como mi amante, como un hombre que estaría a mi disposición para mis tiempos de ocio y para muchas cosas más.
Me vestí y nos despedimos con un beso largo y con una buena carga de pasión. Un hasta mañana que podría ser un hasta siempre.
Para nadie es un secreto estas tres cosas: que las mujeres siempre soñamos con el día de nuestra boda, que preparar todo lo concerniente a esta celebración es agotador y que en la mayoría de los casos siempre estamos "de a toque" (quiere decir que estamos muy sensibles).
Siempre soñé que el día de mi boda iba a llegar virgen (JAJAJAJAJA), que iba a ser en la iglesia que siempre quise, la que pasan por la televisión en las novelas, que iba a llegar con un súper traje de novia y que todo mis invitados se iban a quedar atónitos con mi llegada. Me ocupé de que todo lo que imaginé fuera así, justo como lo soñé exceptuando la parte de la virginidad, porque esa la perdí hace un buen tiempo, y de qué manera.
Es difícil ir a trabajar con toda esa carga encima de responsabilidad y de tareas pendientes, mis compañeras me ayudaron mucho, todos estuvieron conmigo en esa gran lucha y tarea de organizar mi boda, exceptuando a Fernando: mi jefe inmediato. Siempre presionándonos para que todo en el trabajo fuera como una sinfonía perfecta y sin errores, ahora más cuando hay un alboroto repentino en la oficina. Desde que entré a trabajar en esa corporación; hace ya bastante tiempo, noté que hubo una química especial entre él y yo, que no se dio porque está casado y yo con eso no me quise meter, una familia es algo sagrado para mí (aunque esta regla tiene sus excepciones).
Todo estuvo en mi mente delimitado perfectamente, me estresé, estresé a Paulo, nos estresamos juntos... hasta que faltaba una semana exacta para nuestro matrimonio.
Enamorada y deslumbrada por demás con mi amado, dejé de dar el 100% en el trabajo y esto lógicamente incomodó mucho a mi jefe. Ese día me pidió expresamente que me quedara a trabajar hasta tarde para así compensar mi falta de atención de los últimos días. Sabía que alguna treta tenía en mente ya que para que él me pidiera que me quedara trabajando, con lo estricto que es con el horario de entrada y salida de sus empleados. A decir verdad, Fernando es una "rata" (dícese de una persona difícil de carácter y con malos sentimientos) pero humano y condescendiente a veces. Por eso me extrañé con esa petición.
Eran como las 6 de la tarde y ya todos se habían ido en ese piso del edificio, quedaban los vigilantes, mantenimiento y Fernando y yo. De pronto entra a mi oficina y sucede esta extraña situación:
- Hola mmm... Jenny (creo que quiso decir "Hola mami";)
*Hola Fernando, tranquilo, si es por el ajuste en los documentos que me enviaste, ya estoy trabajando en eso.
-Sí era para eso, mira que ahora con tu... matrimonio... estás muy dispersa en tu trabajo.
*Lo sé, por eso acepté quedarme aquí hasta más tardecito. ¿Querías algo más?
-No, por ahora no, aunque necesito que me avises cuando te retires.
*Ok, te aviso.
Aunque parece una conversación cotidiana, entre palabras sentí que jadeaba o que estaba dudoso. Terminé de hacer mi trabajo, aproveché para llamar a la floristería, a la persona encargada de hacer las tarjetas de invitación y otras cosas referentes a la ceremonia. Mientras llamaba, escuché unas respiraciones rápidas, cortas. Cuando subo la mirada veo la puerta entreabierta de mi oficina y una sombra. Decidí seguir hablando por teléfono, porque esperé mucho para que me atendieran en la agencia de viajes. Creí que era el vigilante, que iban a robar la empresa o algo así, salí sigilosamente... pero cuál es mi sorpresa que en el marco de la puerta habían restos de semen. Inmediatamente pensé en Fernando, pero era el vigilante, que aprovechó la soledad de la oficina para pegarse una paja viendo porno en su televisor. Regresé con el asunto de mi boda, ya que precisamente me quedé ahí para llamar sin límites a la agencia de festejos y por qué no, llamar a mi prometido Paulo, quien aguardaba por mí en casa.
Hice mi trabajo, arreglé cuentas con los preparativos de mi boda y hasta me dio tiempo de ser voyeurista, mirando al vigilante de la oficina manoseándose su palo una y otra vez.
Decidí irme, pensando qué decirle a Fernando del por qué me habia tardado tanto en ajustar los libros contables de la empresa. Cuando ya tenía "el show" montado, fui a la oficina de Fernando. Tenía la puerta entreabierta también, mi cartera que se estaba cayendo y el peso del maletín de trabajo desplazaron mi atención cuando presencié que él se estaba pajeando nada más y nada menos que con una foto grupal en la fiesta de fin de año de la empresa en el 2010, donde, no es por ser vanidosa, salí muy bien.
Un portazo lo hizo moverse de lugar y quedó con la foto y con su imponente palo erguido bajo el escritorio.
*Ya me voy Fernando, ¿qué haces?
-Na... nada, ya revisando tu trabajo.
*Bueno, me voy entonces, nos vemos mañana.
En ese momento percibí que quiso decirme algo pero se calló. Camino a tomar el ascensor escucho: -Jenny, ven un momento por favor.
*Voy.
Pobre vigilante, lo hicimos sobresaltar. Recuerdo su cara pálida mientras regresaba a la oficina de Fernando, estaba tan concentrado en su "trabajo"...
-Jenny, hay un error en esta cuenta, al hacer el inventario pasaste por alto agregar la cuenta de los salarios para los trabajadores indirectos.
Es de hacer notar que en mi trabajo soy muy competente, revisé 3 veces ese balance en especial.
-Acércate, para que enmiendes ese error.
*La verdad es que ahora no puedo, en mi casa me espera Paulo y...
En ese momento se levantó de su silla y quedó expuesto ante mí su miembro, aún erecto. Entré lentamente a la oficina y él cerró la puerta tras de mí.
*Esto no es correcto Fernando, me voy a casar, ya tengo mi vida hecha, no es justo para tí ni para mí
-Sabes que te he deseado desde un primer momento. No te niegues a la posibilidad de postergar tu boda y de experimentar algo nuevo.
*No es mi pensado, me da corte pensar en Paulo...
Se acercó, estábamos frente a frente, a milímetros de besarnos...
-Sólo no pienses en él, piensa en que ésta puede ser la mejor noche de tu vida.
Me besó y correspondí a su beso, al principio tierno pero luego desenfrenado y desesperado. Acariciaba lentamente su viril miembro, como si fuera un objeto frágil que debía ser tratado con supremo cuidado.
Me desabroché la camisa, subí mi falda y quedé a merced de las manos de Fernando quien estrujaba mis senos, tocaba mi rajita, acariciaba mis piernas, me besaba. Parecía un niño con un montón de juguetes nuevos por explorar.
Hizo a un lado mi tanga y comenzó a tocar mi botón preciado que me hace subir a los cielos y descender al abismo en cuestión de segundos, ya para ese momento estaba completamente húmeda y lista para la acción. Tratamos de ser lo más cautelosos, pues había un vigilante afuera que podía darse cuenta de nuestra faena y alarmar a los demás pisos.
Apartó del escritorio hojas, libros, carpetas y cualquier cosa que entorpeciera nuestro encuentro. Bajó completamente su pantalón y cuidadosamente introdujo su pene en mi vagina, la cual estaba lista para ser bombeada por ese miembro. Puedo decir que no era muy grande, así como el de Paulo, pero era muy ancho, mucho. Al principio dolió al meterlo por primera vez
*Duele, duele, duele... ay, ay...
- ¿Duele mucho?
*Un poco, pero sigue, poquito a poco, por favor, es muy grande, no reo que lo puedas meter completo...
Estas palabras le envalentonaron más, y se introdujo, poco a poco en mí. Cuando estuvo toda dentro sentí que estaba en otra dimensión, perdí la noción de mí...
*Dale, dale, dale, dale más, más, más... Mételo más.....
-Hmmm, sí, sí,... Tómalo, cómetelo enterito...
Debió ser por la calentura del momento, le pedí que me diera por detrás. Ni a Paulo entregué mi culo, pero quería sentir un palo verdadero dentro de mí, siempre lo hice con consoladores bien pequeños ara irme adaptando.
-Sí, ¿lo quieres por detrás?
*Sí, sí, da.. dale por detrás... hmmmm
Me puse en cuatro en el piso y él me lubricó con su saliva, poco a poco se fue metiendo...
-¿Sigo?
*Sí, métela toda, todita...
Sentí mucho dolor, pero él compensaba acariciándome el clítoris de una manera tan erótica y sensual que me iban a hacer correr tarde o temprano. Siguió manoseándome hasta que se dio cuenta que estaba por correrme y justo segundos antes de un solo tirón (o bueno, empujón) se metió completo en mi desvirgado culito. Sentí dolor y placer al mismo tiempo, es algo inexplicable...
-Jenny, estoy... a punto...
*Haz... lo dentro, dentro, por favoooor....
Acabamos juntos y la cantidad de leche que sacó de su palo fue demasiada. Terminamos acostados en la alfombra de su oficina, llena de su lechita, de mi sudor, de nuestros jugos, llena de deseo, de lujuria y tensión, de secreto y de acción, llena de infidelidad...
Fue una noche memorable. Mientras me reponía me besaba tan tiernamente, que por un momento lo vi como mi amante, como un hombre que estaría a mi disposición para mis tiempos de ocio y para muchas cosas más.
Me vestí y nos despedimos con un beso largo y con una buena carga de pasión. Un hasta mañana que podría ser un hasta siempre.
2 comentarios - La Boda (I)