Mostrando entradas con la etiqueta Valente. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Valente. Mostrar todas las entradas

30 agosto 2013

Hace cinco años se suicidó nuestro escritor favorito (o una aproximación a nuestra historia a través de David Foster Wallace).


Hace cinco septiembres se suicidó nuestro escritor favorito, aunque aún yo no sabía que aquel hombre robusto, difícil y colgado sería nuestro escritor favorito, de hecho, ni siquiera lo es, pero desde septiembre de 2008 hasta la fecha su nombre estuvo (y perdón por lo cursi de la frase) tan presente en nuestras vidas como la misma palabra amor.

Nuestra primera cita (documentada, más o menos, entre las páginas 115 y 122 de Fresy cool) tuvo lugar justo veinte días después de que David Foster Wallace decidiera ahorcarse. Así, cuando al fin nos encontramos (y después de haber cruzado unos cuantos emails y llamadas formales de Alcalá de Henares a Puerta de Toledo) una de las primeras cosas que me dijiste fue: ¡Qué pena lo de Wallace!, y yo: ¿qué pena lo de quién? Por aquel entonces mi altar literario estaba conformado por una lista de poetas que probablemente tú detestabas: José Ángel Valente, Charles Bukowski, Catulo, etc. Cuando mencionaste el nombre de David Foster Wallace yo jamás lo había escuchado, y cuando continuaste hablando de su fantástica prosa, de sus magníficas y ideas y de su gran importancia, yo no hice otra cosa que aburrirme (y avergonzarme), pues apenas me interesaba todo aquello que me contabas durante nuestro primer y extraño encuentro en el centro de Madriz.

Era octubre de 2008, yo aún tenía 17 años y muchos pájaros en la cabeza, y sin embargo la curiosidad me picó. La curiosidad por ti, y la curiosidad por David Foster Wallace. Comenzamos entonces a quedar cada semana. Comenzamos a enamorarnos (un poquito) el uno del el otro. Comenzamos a leer lo que el otro leía. Y comenzó a apasionarme lo que a ti te apasionaba... pero tuvimos que esperar a febrero o marzo de 2009 hasta que yo me atreviera a leer a aquel autor. DFW me daba mucho miedo porque sabía que comprender su prosa me resultaría complicado. Tú hablabas y hablabas y hablabas de él (e incluso tu narrativa, con la que más o menos por aquel entonces empezaste a jugar, se parecía muchísimo a todo lo que de DFW me contabas) y yo no quería ser menos. Me atreví primero con La niña del pelo raro y Extinción (me fliparon porque eran distintos a todo lo que había leído hasta la fecha). Con el tiempo lo demás. Lo que ya sabes. Lo que he ido contando en este blog a través de unos 64 post que ahora selecciono, te recuerdo y celebro:

  1. La primera vez que hablé de él y dije que me abrumaba. Leer a DFW era como tener una hiperglucemia, de ahí la referencia a sus Delitos! (Aquí)
  2. Cuando estaba triste, me hacía fotos en el baño y recuperaba sus citas más tremendas. (Aquí)
  3. Me obsesioné con el “rostro expresivo”, marca que luego aparecería tantas veces en el blog, en mis poemas e incluso en Exhumación (Aquí)
  4. El verano en Retamar, durante el cual casi termino La broma infinita de una sentada. Era horrible llevarse ese libro a la playa. (Aquí)
  5. Te compré Oblivion en Munich. (Aquí)
  6. Cuando te agradecí todas las nuevas lecturas que me habías enseñado (Aquí)
  7. “Toda mi vida he sido un fraude”, esa frase de DFW que te tatuaste en aquella tarde maravillosa de tinta y sangre (Aquí)
  8. Una montaña entera con sus libros, si los juntásemos a los que ahora guardamos, sería el doble de alta. ¡Tenemos hasta tres ejemplares de La broma infinita! (Aquí)
  9. Empecé a trabajar en Random House Mondadori también durante un septiembre (hace ya dos años de eso) y me traje este librazo de la oficina. Tú ya lo habías leído en inglés. (Aquí)
  10. También te hice una entrevista, y charlamos sobre él (Aquí)
  11. Hice un chiste con “La escoba” de su sistema (Aquí)
  12. Su nombre apareció en La tumba del marinero. Y le otorgué un cáncer. (Aquí)
Por todas estas cosas me da mucha rabia cuando dices que ya no te gusta David Foster Wallace, o que ya estás cansado de él. Porque sin sus libros no seríamos lo que somos. Porque sin él la historia sería distinta... no sé. Es posible que exagere. De hecho ayer me reí mucho cuando por la noche, en la cama, yo leía la biografía de DFW que Debate acaba de editar (Todas las historias de amor son historias de fantasmas, de DT Max) y tú apareciste en la habitación con tres poemarios de Lorca, Rilke y Catulo. Hace cinco años habrías sido tú el pesado de la biografía y yo la pesada de los poetas clásicos. Hace cinco años, cuando a él le quedaban pocos días para acabar con su vida, y a nosotros un mes para conocernos. Casualidades así me hacen muy feliz y hasta me dan miedo. Pero qué te voy a contar si todas las historias de amor son...

En fin.

Qué cosas. 

13 julio 2012

"La muerte es fea...", descubriendo a Birgitta Trotzig.



Poesía que es un Yo y que es una Sociedad. Poesía que es una crítica a ese Yo, a esa Sociedad. Descubrí esta poesía, la de Birgitta Trotzig gracias a la recomendación de mis amigos Ruth Llana y Enrique Morales hace unos meses en Baeza. Acababa de leer algunos de mis textos de Los estómagos a propósito de los animales y el vegetarianismo y entonces Enrique me dijo mira este poema. Había en ese poema un Yo y una Sociedad. Un Yo y un Mundo... pues ese Mundo que la poeta Trotzig retrata es el que cruelmente habitamos y nos habita. Trotzig es brutal sin ser desagradable. Política, poesía, sangre, luz... todo envuelto de una tensión que en ocasiones me recuerda al Valente más desgarrador e incluso -y perdonad si me equivoco, pero podría dar resultado para describirla- a un cruce entre Ingeborg Bachmann, Chantal Maillard  (en sus diarios) y Gotfried Benn... algo así. Tengo que continuar leyéndola y sé que seguiré sacando cosas buenas de su lectura. Gracias,  Enrique, Ruth, y muchas. 

03 julio 2012

Valente Revival: mi lugar en el mundo.


Publicado hoy en El Cultural


Pisé el desértico mar del Cabo de Gata a los tres años. Mis padres me arrastraron hasta allí en lo que fueron sus primeras vacaciones como adultos, o padres, o lo que quiera que fueran en aquel 1994. Siete horas de tren hasta Almería, otra de autobús hasta el Cabo y huelga de basuras en aquel pueblo aún diminuto y (siempre) feucho. Bueno, todo pasó. El horror pasó. Lo feo pasó porque, cuentan mis padres, allí estaba ese mar, al final de todo, ese poniente inmenso, sólo horizonte, para no volver a querer mirar hacia atrás. Se enamoraron y desde 1996 no han dejado las tierras almerienses. Crearon allí su nido, también mi nido, con el Cabo como paraíso.
En aquel tiempo, durante los noventa, yo aún no era consciente de que por esas mismas tierras rondaba el poeta al que más tarde admiraría tanto: José Ángel Valente. Cuentan mis padres que a los siete años me llevaron a un recital suyo y que el poeta pasó un buen rato hablando de las maravillas del Cabo de Gata, de su parque natural y de su puesta de sol. “La puesta de sol del Cabo de Gata es la herida de Dios”, un poco cursi, en principio, esta metáfora, pero certera, porque si he de elegir un lugar y un instante precisos en este planeta, me quedo con el Cabo de Gata hacia las nueve de la noche y en verano, y con ese cielo magnífico y una cerveza del bar El Cabo, y las olas y el mar ahí, sí, ahí y el cielo ahí, sí, ahí... y no sé si será la herida de Dios lo que veo ante mí, o la herida de José Ángel Valente, llena de sal... y que ahora tanto echo de menos.


03 octubre 2011

Yo no he nacido para compartir el odio, sino el amor.

La maldición en las entrañas de las aves: la imposibilidad del sacrificio.
(J. A. Valente, sobre Antígona, 1965)

No te equivoques, lector, no es un diario, es un manual de literatura. Un feroz manual de filosofía, tiempo y poesía.
No te equivoques, lector. No es anónimo el diario:
se trata de una trayectoria,
un método o un latido. La fórmula del poeta único.
No te equivoques.
Mi corazón es más frío que el tuyo.

30 agosto 2011

(3x1) Última entrega: entrevista a Marina Ramón-Borja, Odile L'Autremonde y Raúl E. Narbón.

Betty Blue
Llega la última entrega de las entrevistas a jóvenes autores a propósito de Tenían veinte años y estaban locos (La Bella Varsovia, 2011), que tiene fecha de salida el 26 de septiembre, es decir YA. Han sido unas semanas divertidas y amenas en las que hemos podido conocer los secretos, miedos y rarezas de algunos de los autores más jóvenes del panorama literario español. No tenía previsto acabar en la octava entrega, pero hay tres autores que no han querido o podido estar con nosotros en estas entrevistas o conversaciones de 3x1. Sin embargo, aquí están Marina Ramón-Borja (Almería), Odile L'Autremonde (Madrid) y Raúl E. Narbón (Valencia). Marina ha sido bloguera durante mucho tiempo. Su blog era un diario magnífico de poesía, citas y fotografías potentes. Ha publicado en varias antologías y revistas y ha recitado en algunos festivales. Es autora de una plaquette y es pintora y bailarina. Odile es estudiante de filología, activista del 15-M y poeta. Es, junto a Miguel Rual, una de nuestras autoras más jóvenes, además de musa de algunos creadores de nuestro tiempo. Raúl, en la biografía que nos mandó para la antología en papel sólo dijo "Raúl E. Narbón. Valencia 1987. Todos los poemas son inéditos." Pero os diré que también es cantante de uno de los grupos "guapos" que he escuchado últimamente, Gypsy Casino, junto a Julio Fuertes. Ninguno de los tres tiene libro publicado pero eso no es lo que más les importa. Son listos, son hermosos, escriben bien y saben lo que quieren. Aquí dejo sus respuestas y aquí me despido hasta mediados de septiembre, cuando el libro esté por fin en nuestras manos: gracias, besos y locura. 

*Para algunos de vosotros Tenían veinte años y estaban locos será vuestra primera publicación en papel. ¿Qué supone este hecho en vuestros planes como creadores?

Marina Ramón-Borja: No es la primera vez, pero como si lo fuera. Mi primera publicación en papel fue en la antología Cangrejos al Sol (Cangrejo Pistolero, 2010) y en marzo de 2011 me editaron una plaquette con motivo de mi recital en Los Banderines del Zaguán. Esta vez el motivo es distinto, es un proyecto de gran envergadura, no solo la publicación de la antología y el blog, me refiero sobre todo al trabajo y esfuerzo que hay detrás. Es un proyecto que aporta una visión de lo que es parte de la poesía española actual, una catapulta para nuestra metralla, puag. Por todo ello estar incluida desde un principio en este núcleo de jóvenes poetas a los que llamas locos es un enorme placer, porque yo no me consideraba poeta, aun sigo sin hacerlo y mira dónde me has metido (risas). Dejando a un lado la pésima chanza…será un paso más, firme y serio, para cada uno de nosotros, para algunos quizá una bien querida responsabilidad.

Odile L’Autremonde: La habitación imborrable de mi voz, dentro de un edificio lleno de poetas.

Raúl E. Narbón: En realidad me cuesta hablar de mis planes como creador porque en principio no asumo completamente una imagen de mí mismo como tal, como poeta en este caso; me parece un título de envergadura. Pero dejando a un lado esta reticencia un poco boba, creo que no altera mis planes; seguiré haciendo cosas según me lo pidan los ánimos, si es que eso significa algo. Además, la publicación de unos pocos poemas en esta bonita antología no creo que suponga un compromiso fuerte con el hecho de publicar, por lo que en mi opinión no cambia mucho las cosas.   


Raúl E. Narbón
*¿Publicar en papel -en antologías, revistas, plaquettes o libros propios- es una obsesión o un fin en esta época reinada por lo digital? ¿Tenéis proyectos de publicación entre manos? ¿Os presentáis a premios? ¿Rechazáis la idea de publicar un libro pronto?

Marina Ramón-Borja: Hasta ahora mis publicaciones han sido a pequeña escala, quiero decir, he participado en una antología, en algunos blogs y revistas y publicado una plaquette, a veces tengo la sensación de haber ido demasiado rápido. Para mí no es una obsesión el hecho de publicar, ya sea en papel o en formato digital, ya que por mi forma de trabajar me interesa más el proceso de la obra que la propia obra. Me gusta pulir cada cosa que hago y sí me obsesiono con su perfección, cuando ya no puedo sacar más lo dejo como inacabado. Si algún día publico lo que tengo en mente será porque Julio me habrá zarandeado la cabeza y me habrá dicho: “Eh, chilling, todo va a ir bien” y porque estaré completamente a gusto con su contenido, no quiero maldecir mi primer libro, aunque acabaré haciéndolo.

Qué podría decir ahora de presentarme a premios…


Odile L’Autremonde: Es cierto que el momento en que vivimos parece inocularnos una urgencia imperiosa por publicar. Pero de momento, yo me mantengo en el cuarto oscuro, trabajando en mi poesía. Espero terminar pronto un poemario que se lleva gestando varios meses y después, quién sabe. Quizá lo queme. Es broma.

Raúl E. Narbón: Publicar en papel es una alegría. Yo soy de esos pesados romanticones que gustan de oler libros y encontrar ediciones boniquetas, con papel y cubierta tal. La de la antología, por cierto, me encanta. Por otra parte, no tengo ningún proyecto definido ahora mismo, los poemas van sumándose, a ritmos diferentes según qué temporadas, pero jamás tengo la sensación de estar convencido con ellos, ni siquiera con los que van a ser ahora publicados, así que lo más seguro es que no publique nada en tiempo ni me presente a ningún premio. Que soy un cobardica, más que nada, esa es la verdad. 
*Unos tenéis blog y otros sois más activos en Facebook, Twitter y Tumblr. ¿Qué os han dado las estas plataformas en lo que a vuestra trayectoria y aprendizaje se refiere?

Marina Ramón-Borja: Utilicé varias plataformas y finalmente acabé eliminando algunas y abandonando otras, es sabido por todos que es una buena forma de dar a conocer tu trabajo y de conocer el de otros, es una enorme biblioteca digital. No descarto la idea de volver. Ahora solo utilizo Facebook como herramienta para estar en contacto con amigos, familiares o conocidos y seguir su trayectoria.

Odile L’Autremonde: Hace un año que mantengo un blog cada vez más en desuso por lo trotamundos que estoy hecha. Este espacio es para mí una herramienta de trabajo. Normalmente, suelo pulir los poemas que publico y, en fin, los que me convencen los guardo. A través del blog he conocido a bastante gente con la que he compartido buenos momentos y también me ha abierto la puerta a oportunidades como ésta.

Raúl E. Narbón: Ná de ná. 
*¿Y qué relación tenéis con vuestros contemporáneos -no sólo con los jóvenes o compañeros de antología, también con otros creadores coetáneos-? ¿Cómo han influido en vuestra obra o en vuestras ambiciones?

Marina Ramón-Borja: Personalmente conozco a pocos de los compañeros que aparecen en esta antología y de los que tengo el gusto de conocer, así como de otros creadores, puedo decir que son personas sabias (algunos a su corta edad) y comprometidas con lo que hacen, de las que aprendo día a día, ya sea directa o indirectamente.

Odile L’Autremonde: No he leído tanto a mis coetáneos como para que verdaderamente me hayan influido. Pero sí me ha supuesto un empujón ver que somos muchos los que acogemos el grito de la poesía en nuestras bocas.

Raúl E. Narbón: Conozco a algunos poetas de mi generación. Algunos son amigos muy íntimos, gente a la que quiero mucho, es decir, mi relación con ellos es más personal que “profesional”, como habitualmente sucede en las generaciones de poetas. No sé de qué modo exacto han influido en mí ni con cuánta intensidad, pero que eso está ahí y que es un ingrediente del puchero, de eso no me cabe duda. 
*Todos procedéis de distintas ciudades en las que imagino más o menos “movimientos literarios”. ¿Hacéis recitales, performances, actuaciones? ¿Participáis en la vida “literaria” de estos lugares?

Marina Ramón-Borja: He vivido en Almería y en Granada pero fue hace dos años coincidiendo con mi traslado a Sevilla cuando comencé a tener vida literaria activa, allí he participado en algunos recitales de Las Noches del Cangrejo y en el III Festival Internacional de Poesía de Sevilla, en marzo me invitaron a recitar en Los Banderines del Zaguán en Almería. Suelo recitar con música en directo, en Sevilla me acompañaba Vicio (Fernando Bazán) y en Almería Dani León y Mr. Cósmico, buenos músicos estos, concretamos a última hora lo que íbamos a hacer, minutos antes de salir al escenario. En los recitales me gusta improvisar, darle libertad e importancia al que me acompaña y dejarme llevar, tejer poco a poco sin saber de qué color será la madeja. Y así hago, al igual que cuando bailo me separo del público, del mundo, es una sensación muy extraña y bonita, por eso me gusta hacerlo pocas veces.

Odile L’Autremonde: En general sí, me he criado en el escenario y es algo casi instintivo. Recuerdo que la primera vez que recité en público fue en el Bukowski y a partir de ahí, he frecuentado Los Diablos Azules y varios locales de Lavapiés.

Raúl E. Narbón: Participé hace unos años, ¡oh, años mozos! Ahora nada de eso, sólo me hago pelo de poeta y me paseo por ahí para que la gente crea que me dedico a esto. Trabajo menos y mercadotécnicamente hablando me cunde más. Bromita. 


Odile L'Autremonde
*Algunos os conocéis, sois amigos, otros ni siquiera habíais escuchado vuestros nombres antes de saber que compartíais espacio, de hecho, hasta la publicación en octubre de Tenían veinte años y estaban locos apenas os podréis leer en la red y en el Tumblr de origen. ¿Habéis hecho algún descubrimiento cotilleando la obra de vuestro compañero de al lado?¿A quién echáis de menos en un libro de estas características?

Marina Ramón-Borja: De los que conozco de la antología me gustaría resaltar a Raúl E. Narbón, me fascina, lo poco que he podido leer de él es muy potente, directamente proporcional a cómo es estar con él una tarde; David Leo García es caso aparte, todo el mundo lo sabe, comenzar (ya joven y loco) tu primer libro con un Antes que nada es empezar muy fuerte ¡La vírgen! Y Ruth Llana, quien atraviesa y deja herida limpia, me muero por conocerla, pero la muerte llegará demasiado tarde y para entonces ya estaremos tomando té en la Ciudad Púrpura (HÁ).

Odile L’Autremonde: Conocía previamente a bastantes de los participantes. Poetas a los que he leído, con los que he bebido vino y charlado hasta el amanecer.
Mis descubrimientos hasta la fecha han sido: Bárbara Butragueño, María Bautista,  Ruth Llana, Miguel Rual, Sara R.Gallardo y Natalia Litvinova. Pero en fin, cuando tenga el libro en mis manos les dedicaré todo el tiempo que se merecen.
Me hubiese gustado que ellos también pudieran haber estado: Miguel Retana, Karel Bofill Bahamonde, Juan Bello, María Sánchez, Ana Castro y Clara Marañón. Creo que tienen una grandísima fuerza como poetas.

Raúl E. Narbón: Conozco a una de las antologadas y es un encanto de mil besos en la frente. Quitando esto, si te soy sincero, no he cotilleado seriamente el contenido de la antología. Echo de menos algún nombre, que no diré para hacerme el interesante, que es lo que llevo haciendo toda la entrevista. Proyectarse: esa cosa. Lo siento, divago un poco: astronauta, lentejas, Do Re Mi. Defenestrar. 
*¿Cómo pensáis que será recibida vuestra voz?

Marina Ramón-Borja: Supongo que como cuando vas a ver una obra de ballet, con la diferencia de que aquí no hay solistas ni primeros bailarines, todos somos Cuerpo de baile, aunque la trayectoria de algunos sea más amplia. Habrá quien guste más y quien pase desapercibido.

Odile L’Autremonde: Como se perciben una sucesión de sueños bajo los mismos párpados. Uno entre tantos.

Raúl E. Narbón: No lo digo por molerme a piedras, ni por humildad o autocrítica (ese estorbo), ni por falsa humildad (Belcebú), pero creo muy posible que, con toda justicia, sea duramente interpretada. Creo que no hago la poesía que me gustaría hacer, no soy exactamente lo que escribo. Siento en ocasiones que mis poemas reflejan a un yo con batín a cuadros y pantuflas, un poco serio o algo retórico, no siempre veraz en la transmisión al papel, al poema. Tampoco me parecería un desatino castigable con un tiro en el pecho que a alguien le gustara. Estos poemas serán bien y mal recibidos.
Los que se inclinen por la primera opción serán, lo más seguro, gente increíble, potenciales talentos e incluso algún genio, personas amables que ayudan a los bastones de los ancianos a cruzar la acera, un poco despistados, pero ¡ay! con su encanto y sus pequeñas historias, y el aroma del café y esos pequeños momentos, etc. Sobre los segundos no me voy a pronunciar. Bromita. 
*¿Os da miedo la repercusión, la crítica, el comentario?

Marina Ramón-Borja: No. “Trabajo para todos”, se lee en una pintada.

Odile L’Autremonde:  Ojalá lleguen críticas constructivas. Pero miedo a las destructivas, nunca.

Raúl E. Narbón:  A veces bastante, pero siempre nada. 


Marina Ramón-Borja
*Los lectores y vosotros mismos veréis la diversidad que hay en el libro, pero también apreciaréis que muchos tocáis temas comunes o tenéis influencias parecidas. Ya sé que es difícil... pero ¿cómo definiríais la poesía que hacéis? ¿Y cuáles son vuestras influencias, no sólo literarias, sino en general?

Marina Ramón-Borja: Mi camino como escritora no es tan largo, antes que poeta soy bailarina, voy de puntillas como bien dijiste una vez, y esto cada vez se acentúa más ya que el respeto que siento por la literatura está resultando ser el mismo que siento por la danza, y esto es bueno, muy bueno, porque ambos me apasionan como lo hace la música o el arte. Desde que empecé a bailar he trabajado mi cuerpo día tras día, quiero que con la literatura sea lo mismo, un trabajo constante y diario. Puedo hablar de las influencias que tengo de las distintas ramas del arte que practico: catálogos de artistas plásticos, los clásicos y no tan clásicos, como Marina Abramovic, Louise Bourgeois o Ana Mendieta, Joseph Beuys, Bill Viola o las Guerrilla Girls, entre otros, así como los manifiestos de los movimientos artísticos. La música también es un referente que predomina, escucho mucho flamenco y música clásica desde que empecé a bailar pero me chifla el blues, el Rock and roll, el grunge y el stoner (Por Buda, iba al conservatorio de danza con pulseras y collares de pinchos). De mis influencias literarias quiero nombrar entre otros a Dámaso Alonso, Hijos de la ira fue el primer libro que leí de poesía hace muchos años en la biblioteca del pueblo donde vivía, a José Ángel Valente, al que vuelvo una y otra vez o Miguel de Unamuno y su nívola Niebla fue también de lo primero que leí por azar y propia elección, y una lista de número infinito que aumenta: Miguel Hernández, Góngora, Aleixandre, Rimbaud, Cela, Virgine Despentes, Simone de Beauvoir, Mallarmé, Jack Kerouac, Truman Capote, Anaïs Nin, Shakespeare, Cortázar…

Odile L’Autremonde: Busco el disparo de pólvora mojada, la cama vacía y el tacón roto. Pero también me interesa mucho ahondar en la sociedad, los rostros ajenos, el grito anudado y el puño escondido en el bolsillo.
En cuanto a influencias, podría nombrar la voz de Lhasa, los poemas de Éluard, Lorca, Aleixandre, Pizarnik, Prevert, Desnos y Bachmann (entre muchos otros), la prosa de Pessoa y de Bolaño, la música de Satie, Django Reindhardt y Madredeus,  las 6 de la mañana en el metro de Madrid, la ausencia de límites y el vértigo a la caída.

Raúl E. Narbón: La poesía que hago es un intento de estar más cerca de algo mío que no sé que es, un intento de decírmelo. Salvando la imprecisión que conllevan las comparaciones, diré que es algo parecido a lo que se da cuando hablamos con alguien y nos dicen algo con unas palabras con las que sentimos comprender a la perfección. Podría entenderse como una especie de rigor en el describir lo que observamos, y un querer verlo hermoso. Verdad y belleza, dicen, ¿no? Quizá otro día te respondería algo muy distinto, así que no te fíes mucho de lo que digo.
En cuanto a las influencias, pienso que si alguien quiere ser o se dice poeta, no puede limitarlas a la poesía y a las diversas artes, ni a la cultura en general. Estar vivo y tener los ojos muy abiertos es el trabajo del poeta. Las influencias llegan de todos lados y se reproducen en uno de un modo distinto a cómo son en realidad. Porque, digamos, yo soy diferente a una manzana, y no tengo la obligación de respetarla. Además, cómo decía X, hasta la forma o las líneas de mi mano me configuran, y si uno es poeta y escribe, no puede renunciar a esta influencia, no puede escapar de sí mismo. 
*¿A qué poeta os parecéis? ¿A qué poeta os gustaría pareceros? ¿A qué poeta dirán que os parecéis?

Marina Ramón-Borja: No lo sé. Ahí están las influencias.

Odile L’Autremonde: No sé, no sé. No sé si quiero saberlo...

Raúl E. Narbón: Tener algunas de las virtudes de Valente, Edgar Lee Masters, Robert Lowell o Lorca, entre otros, no estaría mal, pero, remitiéndome a la respuesta anterior, yo no tengo sus manos. Ni ellos las mías. No sé, por otra parte, a quién me parezco ni a quién dirán que me parezco.
*¿Por qué, después de todo esto, consideráis que estáis locos?

Marina Ramón-Borja: ...

Odile L’Autremonde: Porque, citando a Batania, nuestros caballos no mueren por falta de viento.

Raúl E. Narbón:  Porque verf barrabum qué espuma. Y por la risa.

29 julio 2011

(3x1) Tercera entrega: entrevista a Ernesto Castro, María Salvador y Unai Velasco.


Ya podemos ir extrayendo algunas conclusiones de las entrevistas a jóvenes autores, por ejemplo: su vida en la red, su obsesión con Pizarnik o Ajmátova (sus nombres aparecen en varias de las influencias de los mencionados... además, hay un alto número de referentes femeninos, ¿curioso, no?), por la música y el cine, su manera de concebir la publicación en papel o en digital... En esta tercera entrega contamos con algunas reflexiones muy interesantes a propósito de la “generación” venidera, del conflicto entre lo digital y lo analógico y de los recitales, performances y poesía leída en voz alta. Están con nosotros Ernesto Castro (Madrid), María Salvador (Granada) y Unai Velasco (Barcelona). Ernesto estudia filosofía y tiene un blog de crítica y pensamiento. En septiembre saldrá a la luz su primer libro, Contra la posmodernidad (Alpha Decay, 2011). María es una de las primeras autoras de su generación en publicar, pues su libro El origen de la simetría (Icaria, 2007) apareció cuando ella tenía tan solo 21 años. Unai es uno de los directores de la revista Mamajuana! y lleva desde hace mucho tiempo publicando reseñas y crítica en revistas como Quimera, Hermano Cerdo, etc. Su primer poemario aparecerá pronto en la editorial madrileña Papel de Fumar. Y así responden:

*Para algunos de vosotros Tenían veinte años y estaban locos será vuestra primera publicación en papel. ¿Qué supone este hecho en vuestros planes como creadores?

Ernesto Castro: Ya he publicado antes como ensayista, aunque no es lo mismo presentar un argumento en prosa que exhibir las vergüenzas en verso. Me hace muy feliz formar parte de esta antología, por la gente que forma parte de ella y porque será la primera vez que vea mis trapos sucios a la luz del sol.

María Salvador: [Sin respuesta de la autora]

Unai Velasco: De buenas a primeras supone una alegría, y eso equivale a una alegría segunda: estar alegre es una disposición buenísima para la escritura, por lo menos en mi caso. Es más bien energía, como un delantero centro en buena forma. Por otro lado, salir a cierta luz también puede significar una presión añadida, una mayor exigencia con uno mismo quizá. Como diría Sergio Dalma, será lo que será, ya veremos qué pasa mañana.

María Salvador

*¿Publicar en papel -en antologías, revistas, plaquettes o libros propios- es una obsesión o un fin en esta época reinada por lo digital? ¿Tenéis proyectos de publicación entre manos? ¿Os presentáis a premios? ¿Rechazáis la idea de publicar un libro pronto?

Ernesto Castro: No leo antologías y, sinceramente, no creo que el público haga otra cosa que ojearlas por encima. No obstante, son un símbolo determinante dentro del imaginario generacional y cumplen un papel fundamental dentro del sistema de la mercadotecnia editorial. Las antologías cubren la demanda de etiquetas generacionales que la crítica literaria requiere de continuo. En este sentido, Tenían veinte años y estaban locos ofrece una respuesta tentativa a una cuestión sobre la cual hay bastante expectación: ¿qué está pasando con los poetas nacidos a partir de mediados de 1980? Dependiendo de las conexiones que se puedan establecer entre los autores presentes en esta antología, habrá quien aproveche para decretar la existencia de una generación. Yo sería precavido al respecto, aunque las afinidades no elegidas están a plena vista.
Tengo un poemario inédito que presenté a un premio, pero no insistí más. Es un engorro tenerlo ahí en el cajón porque cada vez que le echo un vistazo quiero modificar algo. Si sigo trabajando en él, dentro de poco no quedará nada. Ya he destruido varios poemarios por haber insistido demasiado en ellos. El chico es mayor, ya es hora de que se independice. Estaría encantado si una editorial accediera a quitarme este peso de encima.
En Septiembre voy a publicar con Alpha Decay un ensayo titulado Contra la postmodernidad. Ahora mismo estoy escribiendo/investigando sobre el fin de la Historia y el retorno de la memoria histórica, las empresas pro común y el debate sobre los derechos de autor, el mercado del arte y la posición del curador y de las casas de subastas, el choque de civilizaciones y los movimientos de extrema derecha, la posición de la izquierda en relación con la figura del inmigrante, la sociedad del espectáculo y la incidencia de los media en la producción de subjetividad. También estoy aprovechando para ponerme al día en economía.


María Salvador: Para mí el papel sigue siendo el soporte más cómodo para una lectura prolongada. Un libro en papel tiende a darme una mayor sensación de producto acabado; lo que está en la red me transmite otras posibilidades, es más manipulable, tanto por el autor como por los propios lectores en ocasiones. Es una relación distinta entre el creador, la obra y el lector. De momento creo que el e-book aún no aporta todas las soluciones a los precios adecuados, pero sigo su evolución con interés.
Hace tiempo que no considero que tenga un libro terminado, pero me he presentado a dos o tres premios con anterioridad. Hoy en día quizás -siempre quizás- no lo haría; me gustaría más una edición más fácil de controlar en sus aspectos artísticos, aunque sea en detrimento de su posible difusión.

Unai Velasco: Las virtudes de lo digital son muchas, pero la verdad es que soy analógico de cojones. Escribo poesía en una Olivetti eléctrica, aunque por pura casualidad, sin esnobismos de por medio, y estoy bastante cómodo ahí. Cuando escribo a mano hago una letra satánica, me canso, después no la entiendo, o necesito dos líneas para escribir cada verso, no tengo distancia frente al texto…; la pantalla del ordenador, en cambio, es fría y tampoco reproduce el aspecto final del poema, y además corregir implica suprimir lo anterior. La máquina eléctrica es física y distanciada a la vez, la hoja está ahí: puedes ver el negro sobre el blanco, las proporciones del verso… y cada vez que corriges una palabra te obliga a recomenzar el proceso, releer el conjunto, es algo tremendamente metódico. En cuanto a publicar, me parece importante en la medida en que se cierra el proceso comunicativo (intentar ofrecer belleza como un agradecimiento por la belleza que nos han ofrecido a nosotros) y entrar en toda una fenomenología del libro que es, por ahora, tradicionalmente analógica.

¿Proyectos entre manos? Empezar a escribir un nuevo poemario (estoy en la fase de saber desde dónde escribo), preparar una novela hipotética (mandar sondas probatorias al buen dios Papel) y, con mayor proximidad: estoy traduciendo algunos poemas de David Fishkind para la antología VOMIT, preparo la traducción del último libro de Albert Cohen de 1979 y su primer artículo de 1923 en la N.R.F., y con una fuerza especial preparo junto a Mario Amadas la traducción y edición de The Blue Wizard is about to die, un poemario sobre videojuegos muy interesante publicado en los USA en 2003.

*Unos tenéis blog y otros sois más activos en Facebook, Twitter y Tumblr. ¿Qué os han dado las estas plataformas en lo que a vuestra trayectoria y aprendizaje se refiere?

Ernesto Castro: Tengo blog desde hace cinco años y Facebook desde hace sólo uno. Internet, con su demanda constante de información, me ha obligado a imponerme una disciplina que no habría adquirido por mi mismo. Encerrado en mi cuarto con la ventanita del ordenador abierta, la escritura se ha convertido para mí en una cadena perpetua. Y el acto de compartir es una realidad constante. Rara es la ocasión que leo algo y no cuelgo inmediatamente el link o la cita en el muro de Facebook. Esta situación de comunicación sin interrupciones me ha convertido en un monstruo de la escritura por encargo. El objetivo no es comunicar algo sino comunicar con alguien. Desde muy pronto me di cuenta de ello. La era de la comunicación ha generado una tipo de cultura participativa que permite que la figura evanescente del lector se encarne a través de redes de comentarios realizados en tiempo real. La pregunta que deberíamos formularnos como productores es, ¿a quién va dirigido esto? Se podría decir que mis textos son cartas lanzadas al vuelo que, por alguna casualidad, siempre llegan a su destino. Escribir para todos y para nadie tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Yo escribo en mi muro como si no existieran lectores. De este modo, nos conocemos mucho mejor pero seguimos tan aislados como de costumbre. Al final el resultado es un diario privado que todo el mundo puede cotillear.

María Salvador: Algunos de los poemas que aparecen en El origen de la simetría en realidad fueron entradas de mi antiguo blog, donde empezó de una manera más "seria" mi creación literaria. En estos últimos años, sin embargo, me han servido más para conocer a los demás, para entrar en contacto con otras personas y leer y disfrutar del arte de otros.

Unai Velasco: Jamás he tenido un blog ni he estado demasiado pendiente de los blogs. Sin embargo, en el último año he conocido a gente interesante con blog, y por eso últimamente estoy un poco más atento. Creo que si tuviera un blog me estresaría, impone un ritmo de escritura que no me apetece. No me sincronizo. O bien no tendría nada que decir con la regularidad que más o menos exige o bien tendría demasiadas cosas que decir y el lector terminaría por ahorcarse con el ratón. Eso sí, el blog pone por fin al alcance de la mano las posibilidades comunicativas de internet. Sí tengo cierta continuidad en Facebook, que me parece interesante como pequeñísimo ejercicio de estilo: escoger un registro y mantenerlo puntillosamente en cada post. Posiblemente sea una chorrada, pero es lo que me parece ahora.

*¿Y qué relación tenéis con vuestros contemporáneos -no sólo con los jóvenes o compañeros de antología, también con otros creadores coetáneos-? ¿Cómo han influido en vuestra obra o en vuestras ambiciones?

Ernesto Castro: A título personal, conozco un número bastante reducido de poetas. Hay una constante en mi relación con ellos, a saber: nos hemos emborrachado juntos. Esto es lo más importante que he intercambiado con mis contemporáneos, cerveza y buena conversación. Me caen bien. Por el momento no he percibido la conducta fratricida que las malas lenguas atribuyen al gremio de los poetas. Tal vez será porque no he conocido a la gente apropiada... He leído a algunos de mis coetáneos pero a la hora de elaborar un juicio sobre ellos no tengo a nadie con quien compararlos. Digamos que uno no elige a sus compañeros de travesía. En España, estamos en un momento muy interesante y plural. Afortunadamente, la época de los enfrentamientos entre grandes corporaciones poéticas (poesía del silencio vs poesía de la experiencia) pasó a mejor vida. En ausencia de un “poeta fuerte”, los referentes están más bien indefinidos, los dogmas hace tiempo que dejaron de ser tales y las trayectorias poéticas están customizadas a gusto del consumidor. Muchos de mis compañeros de antología han publicado un libro o han ganado un premio importante. Eso me obliga a ponerme las pilas. La presión y la sana competencia siempre están latentes.

María Salvador: Una de las cosas más divertidas de la literatura es conocer gente. Ir a eventos de índole poética me ha aportado algunas de las amistades más fructíferas y duraderas. Es importante conocer las maneras de escribir de los demás y sus puntos de vista no sólo de la vida y el arte, sino también sobre lo que tú escribes: sin mi relación con otros escritores jamás me habría atrevido a publicar un solo poema.

Unai Velasco: La verdad es que no he tenido apenas relación hasta hace muy muy poco. Y este cambio me alegra: las tortugas ninja eran cuatro, joder. Mis contemporáneos, hasta hace poco, eran los amigos de la universidad y los amigos de infancia. Conozco mejor a la generación nacida en los 70, por mi colaboración en la revista Quimera, que a mi propia generación. Hay alguna excepción como el crítico y escritor Pablo Muñoz, pero también lo he conocido a través del entorno de Quimera y tampoco hace tanto de ello. Esta situación se ha revertido desde hace unos cuantos meses: viajamos a Madrid para entrevistar a Álvaro Pombo a propósito de su poesía para una nueva web cultural que teníamos pensado crear (www.mamajuanadigital.com, que codirijo junto a Marc García y con la colaboración de mucha gente buenísima y joven), y aprovechamos para ponernos en contacto con la gente de Madrid, a quien habíamos leído o conocíamos de oídas: Antonio, Ernesto, Julio, Elisa, David Leo, etcétera. Grandes tipos. He ido siguiendo poco a poco su obra, pero antes de 2011 solamente había leído a David Leo García y a Elena Medel.

Últimamente, en Barcelona, he tenido la suerte de ir conociendo a más gente interesante: desde Borja Criado, uno de los responsables de la web Dylarama, o al gran Víctor Manuel Martínez.

Unai Velasco

*Todos procedéis de distintas ciudades en las que imagino más o menos “movimientos literarios”. ¿Hacéis recitales, performances, actuaciones? ¿Participáis en la vida “literaria” de estos lugares?

Ernesto Castro: He desarrollado el hábito de llegar tarde a las presentaciones y no acudir a los recitales. Prefiero la sobremesa. No me gustan demasiado los recitales porque carecen de feed back: alguien se sube al atril, desgrana los versos, se le aplaude y fin de la historia. Una concentración sin ronda de preguntas carece de interés, esta es mi filosofía. No veo ningún aliciente en el acto per se de recitar, con excepción de la satisfacción ególatra que supone contemplar un público cautivo con tu voz. El performance suscita mayor interés por mi parte, aunque los performers me ponen tan nervioso como los payasos o los magos; nunca sabes cuando te van a llamar para que subas a participar al escenario. En general, desconfío de los actos de espontaneidad teatral que pretenden dinamitar la relación de asimetría entre el público y el actor. Esa asimetría no desaparece, se refuerza. Hay tres tipos de performance: el místico-soporífero, el cotidiano-indiferente o el brutal-insoportable. Si me dan a elegir, prefiero las mutilaciones autoinfligidas. Por otro lado, las concentraciones convencionales en bares o festivales carecen de exterioridad, reproducen el circuito habitual de la poesía. Productores, organizadores y público, todos ellos son poetas que esperan su turno, todos esperan su minuto de gloria para “lo suyo”. Esta endogamia autorreferencial tiene su parte positiva (lima las asperezas entre la gente y genera cohesión gremial) y su parte negativa (refuerza el solipsismo y fractura el compromiso de la poesía con la sociedad civil). Escribo poemas sobre el maltrato porque creo que este compromiso es esencial. ¿Qué hacer para romper con el círculo minoritario de lectores/productores de poesía? Me temo que estamos entre la espada y la pared. Hace un par de años organicé con Batania un recital peripatético por las calles de Madrid con motivo de la Noche en Blanco, un acto informal al que podía sumarse el que quisiera. Recorrimos las avenidas más significativas de la ciudad, recitamos en las plazas megáfono en mano. Como se suele decir, “los versos bajaron a la calle”. El resultado fue, a mi juicio, desastroso. Se ha visto en el 15-M. La presencia de los poetas, si bien apreciada y aplaudida, interrumpía el diálogo y la lógica participativa de las asambleas. Además, la calidad de la poesía política deja mucho que desear, ya que muchos confunden compromiso con cierto estilo panfletario. Esta es la paradoja de nuestra profesión: el proceso creativo es individual y el resultado tiene una pretensión colectiva, dada la musicalidad de las reiteraciones o, en mi caso, el contenido latente de protesta social.

María Salvador: Cuando publiqué el libro, en 2007, sí. En los últimos tiempos sólo participo como espectadora. Es difícil que te llamen para recitar si no tienes ninguna publicación reciente, y yo llevo años sin considerar nada terminado.

Unai Velasco: Como decía antes, no he participado en ninguna escena cultural barcelonesa. Como mucho, en los últimos cuatro o cinco años he acudido a alguna fiesta relacionada vagamente con Quimera o con la editorial en la que trabajaba hace un tiempo. Hace poco recité por primera vez mis poemas en un bar del Raval, gracias a una invitación de Jordi Corominas para su ciclo Loopoesía, pero constaté que no tengo ni puta idea de recitar. La voz que sale de mi boca, su ritmo, no es la misma que la voz de mi cabeza cuando leo mis poemas en silencio. Soy poeta, no actor. Recitar, realizar una performance, es hacer otra cosa: ni mejor ni peor. Pero mi poesía está escrita para ser leída, no recitada. Eso no quiere decir que no sea un material de partida para experimentar nuevas formas de expresión. Pero eso es secundario para mí.


*Algunos os conocéis, sois amigos, otros ni siquiera habíais escuchado vuestros nombres antes de saber que compartíais espacio, de hecho, hasta la publicación en octubre de Tenían veinte años y estaban locos apenas os podréis leer en la red y en el Tumblr de origen. ¿Habéis hecho algún descubrimiento cotilleando la obra de vuestro compañero de al lado? ¿A quién echáis de menos en un libro de estas características?

Ernesto Castro: He seguido semanalmente el proceso de selección y la publicación en el Tumblr. Conozco de primera mano las decisiones que se tomaron. Había mucho material en la web y sólo puedo decir que la antología resultante recoge el mayor número de voces posibles. No echo en falta a nadie. Esta antología me ha permitido descubrir a tanta gente que sería una vergüenza para mí tener que reconocer las enormes lagunas que tenía antes de que todo esto se pusiera en marcha.

María Salvador: Echo de menos a Ana Hidalgo, quizás lo mejor que he leído en muchos años escrito en el rango de edad marcado por la antología.

Unai Velasco: Algo así, pero no exactamente. Siento mucha curiosidad por cómo son las voces de mis contemporáneos. He hecho intentos de leerlos online, pero no sé, me resisto. En vez de eso, hace poco entré a la web de Antonio Machado Libros y realicé una compra muy bestia de todos los poetas jóvenes que conocía y que estaban publicados. Así he podido leerlos con calma. I will strike back, Antonio Machado Libros!


*¿Cómo pensáis que será recibida vuestra voz?

Ernesto Castro: Ni idea. El público y la crítica tienen razones que la razón ignora. No hay que ser ninguna pitonisa para pronosticar que esta antología contiene a futuros premiados, gente con una gran trayectoria por delante. Este es el escaparate para mucha gente muy válida que lleva años desarrollando su trabajo debajo de la alfombra. No dudo que sabrán aprovechar el momento.

María Salvador: [Sin respuesta de la autora]

Unai Velasco: Como es lógico, no lo sé, es tan difícil salir de uno mismo… Y tampoco quisiera resultar pretencioso… Aunque, honestamente, tengo una ligera sospecha, un temorcillo, no sé si precipitado: pienso que, según cómo, podría llegarse a tachar a mi poesía de culturalista, porque utilizo unos materiales parecidos, porque mi poemario En este lugar (Papel de fumar, en prensa) está influenciado en buena medida por el culturalismo de finales de los 60. Pero me parece que yo hago otra cosa distinta, una reflexión distinta (incluso opuesta) sobre un asunto parecido.

Ernesto Castro (retratado por Luna Miguel)

*¿Os da miedo la repercusión, la crítica, el comentario?

Ernesto Castro: No. Personalmente, mis poemas están pidiendo a gritos la formación de un grupo de enemigos (bien nutrido, organizado y armado) que sea capaz de reventar los cristales de mi casa, hacer pintadas en la fachada y dejarme cartas repletas de ántrax en el buzón. Ahora en serio: no creo que ningún poeta en su sano juicio espere algo de la crítica de poesía, sencillamente porque apenas existe un genuina “crítica” de poesía. Lo que sí hay es una red de fieles seguidores, apologetas bienintencionados e inquisidores que señalan con el dedo. Estoy tranquilo sabiendo que, como en toda antología, la ignominia o la gloria recaerán principalmente sobre la persona que realiza la antología.

María Salvador: Creo que lo único que me molestaría es ser interpretada de una manera completamente errónea, no sólo distinta a lo que pudiera pretender con mis textos, sino errónea, adjudicándome quizás ideas o pensamientos que no tengan nada que ver conmigo o que puedan incluso oponerse.

Unai Velasco: Por ahora siento curiosidad. Quisiera estar a lo mío.


*Los lectores y vosotros mismos veréis la diversidad que hay en el libro, pero también apreciaréis que muchos tocáis temas comunes o tenéis influencias parecidas. Ya sé que es difícil... pero ¿cómo definiríais la poesía que hacéis? ¿Y cuáles son vuestras influencias, no sólo literarias, sino en general?

Ernesto Castro: Mi poemario versa sobre el maltrato. Lo considero un tema fundamental de nuestro tiempo que no ha recibido todavía el trato literario que merece. El origen del libro se podría fechar hará un año cuando volví a leer mis viejos poemas de adolescencia. Con el paso del tiempo y el distanciamiento emocional, descubrí que muchos de ellos podrían pasar perfectamente por poemas de amor escritos por un maltratador arrepentido. Para contrapesar la carga emocional, añadí al libro un par de secciones de carácter más sociológico, con un tono más neutro y descriptivo. Ahora mismo dedico todo mi interés y mi tiempo al análisis económico y político. Tengo aparcada la poesía. En el futuro, espero profundizar en esta versión sociológica de una poesía política que, más allá del modelo panfletario, sepa construir un retrato de época. La poesía política será costumbrista o no será, esta es mi opinión. Sería aburrido enumerar aquí mis influencias que, desde siempre, han sido más filosóficas y cinematográficas que literarias.
Si me permites, quisiera añadir una consideración sobre “nosotros como grupo”. A mi juicio, he percibido en la voz de muchos de mis compañeros una regresión a formas de “subjetividad poética” que la generación previa había desechado como retrógradas o poco adecuadas en un contexto social como el nuestro. Sometidos a un constante bombardeo de mercancías, pareciera que no hay espacio para decir yo. Muchos de mis compañeros –los que más me interesan, al menos- desmienten los tópicos literarios sobre la muerte del autor, la fragmentación de la identidad y la disolución de la conciencia en el circuito de las mercancías. Asistimos a la recuperación de un yo más agresivo, fuerte y afirmativo que nunca. Han (hemos) perdido el miedo a hablar en primera persona. Quiero pensar que la influencia del rap es determinante en este sentido. No sé que opinarán mis compañeros sobre esto…

María Salvador: Intento escribir lo que quiero leer. Trato temas que me tocan muy de cerca, desde la sensación de aislamiento o impotencia puramente personales como el desconcierto y la rabia políticas. Escribir es gritar lo que duele, susurrar lo que me hace feliz, intentar llamar al cambio. En ello siempre estarán presentes Radiohead, The Kills, PJ Harvey, Valente, Pizarnik, Trotzig, Cronenberg, Haneke, Wong Kar Wai.

Unai Velasco: No soy la persona más adecuada para explicar eso, pero creo que hay dos intenciones en mi poesía. Una atención primera y fundamental por el lenguaje, la imagen, la música… como herramientas de búsqueda de cierta verdad, cierta belleza poética, sean lo que sean esas dos cosas oh-my-god. Mi poemario En este lugar, concretamente, trata las relaciones entre experiencia cotidiana y mundos de ficción como una interrelación difícil de observar. Por un lado, creo que el lenguaje es necesario para dar sentido a las cosas (si no, estas nos absorben en la obscenidad del acontecimiento), pero a su vez todo lenguaje es sustitución, pérdida que irremediablemente conduce a otra cosa, otro lugar. ¿Dónde coño vivimos? El título En este lugar apunta, lingüísticamente, a un lugar estricto, con la euforia de lo determinado: es-te lu-gar exac-ta-men-te; pero es una indicación puramente nominal, triste, ¿cuál es ese lugar? Lo señalamos a diario, pero no lo vemos nunca de manera clara. Quizá esté entre el decir y el hacer, entre la amante y la amada, en sus sucesivas fornicaciones. Mi poesía trata de la comunicación de quienes somos y lo que pensamos, de su esencial incomunicabilidad.
Mis influencias son muchas, pero la poesía es trabajo del lenguaje. Luego hay que confiar en sus posibilidades de intuición, para abrir espacios insospechados… Me parece igualmente estimulante, a la vez que la poesía, la teoría literaria (los estudios sobre los mundos de ficción, la pragmática literaria, la sociología cultural) la filosofía (San Agustín o Baudrillard), la arquitectura o el arte conceptual. Actualmente hay grandes poetas en la música española, o por lo menos gente muy inspiradora: Joan Miquel Oliver, Roger Mas, Antonio Luque, o los compositores de grupos como Pony Bravo, Joe Crepúsculo o Triángulo de Amor Bizarro. Me parece música especialmente poética la que hacen Fuck Buttoms, Crystal Castles, A Place to Bury Strangers, Gold Panda, Tortoise, Mogwai o los sevillanos Tannhäusser, por decir algunos nombres.


*¿A qué poeta os parecéis? ¿A qué poeta os gustaría pareceros? ¿A qué poeta dirán que os parecéis?

Ernesto Castro: Me gustaría ser como Yehudá Mijai. En mi libro hay una sección dedicada a José-Miguel Ullán por razones obvias. Espero que me saquen más parecidos con Edgar Lee Master que con algún poeta del realismo sucio.

María Salvador: Me he parecido mucho a Valente y a Trotzig, hoy en día no lo sé, pues me parece muy importante no parecerme a nadie. Que me encuentren parecidos es, en parte, lo importante de la crítica: me dirá dónde ahondar, qué trabajar, de qué huir. Mi voz sólo quisiera ser mía, sea o no posible.

Unai Velasco: No sé si me parezco o no a alguien, y en cualquier caso no creo que sea bueno parecerse demasiado a ningún poeta. Creo que han sido muy importantes para mí poetas como Juan Ramón Jiménez, Manuel Vázquez Montalbán o, actualmente, Álvaro Pombo. Pero también Gamoneda, Diego Jesús Jiménez, Vallejo, Eliot, Cirlot, Blanca Andreu, Carnero, Lorca, Whitman, Stevens, Rilke, Valéry, Góngora, Efraín Huerta… aunque también me parecne poéticamente interesantísimos la Biblia o el Romancero. Y últimamente, leyendo a poetas españoles setenteros, he alucinado con Alberto Santamaría. Es muy bueno el cabrón…


*¿Por qué, después de todo esto, consideráis que estáis locos?

Ernesto Castro: Mi psiquiatra me ha prohibido contestar esta pregunta. Confidencias entre el paciente y el profesional, lo siento.

María Salvador: Por seguir escribiendo. O peor: porque siga doliendo la ausencia de escritura.

Unai Velasco: No sé si estamos locos locos, pero por lo menos somos bastante inconscientes: la poesía es algo acojonante, pero a veces es como tener un amigo invisible, ¿a quién se lo vas a contar?