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19 diciembre 2015

Mis libros preferidos de 2015.


Como cada año hago un balance de mis libros preferidos publicados en 2015, y me doy cuenta de que son muchos, y también de que la mayoría los he leído por trabajo. Pero cuando el trabajo es placer, poco importa que se llame trabajo

Poesía
1. The collected poems of Chika Sagawa, de Chika Sagawa (Canarium Books)
2. El libro de la danza, de Gonçalo M. Tavares (Kriller71 Ediciones)
3. Eso, de Inger Christensen (Sexto Piso)
4. Beat Attitude, las mujeres de la Generación Beat, ed. de Annalisa Marí (Bartleby)
5. La edad de merecer,de Berta García Faet (La Bella Varsovia)

Narrativa
1. Sumisión, de Michel Houellebecq (Anagrama)
2. La débil mental, de Ariana Harwicz (Mardulce)
3. El cielo oblicuo,de Belén García Abia (Errata Naturae)
4. The Motion, de Lucy K. Shaw (421 Atlanta)
5. Modelos animales,de Aixa de la Cruz (Salto de página)

No ficción
1. La mujer de pie,de Chantal Maillard (Galaxia Gutenberg)
2. Guardar la casa y cerrar la boca, de Clara Janés (Siruela)
3. De pronto mi cuerpo,de Eve Ensler (Capitán Swing)
4. Maternidadessubversivas, de María Llopis (Txalaparta)
5. La llamada perdida, de Gabriela Wiener (Malpaso)

Cómic e ilustrados
1. Cruzando el bosque, de Emily Carroll (Sapristi)
2. Buenas noches,Punpun, de Inio Asano (Norma)
3. El niño que dibujaba sirenas, de Javier Sobrino y Carole Hénaff (La Fragatina)
4. Rosalie Blum, de Camille Jourdy (La Cúpula)
5. El diario gatuno de Junji Ito, de Junji Ito (Tomodomo)

Mirando estos libros de 2015 me doy cuenta de dos cosas: de que la mayoría son mujeres, y de que este año he leído más ensayo, crónica y cómic que nunca, aunque también tengo algo abandonada la novela. 

Una cosa de la que no me quiero olvidar es de algunos libros de El Gaviero Ediciones que aprecio muchísimo y que si no hubiera tenido el placer de editar seguramente habría incluido en la lista: Post coño, de Gabby Bess y Siamesa, de María Ramos. 

Por último quiero agradecer a Milky Way Ediciones y a Ediciones de oriente y el mediterráneo su increíble trabajo (creo que me he dejado el sueldo en estas editoriales, definitivamente). Libros como La chica a la orilla del mar, de Inio Asano, o como Nuevo nacimiento, de Forugh Frarrojzad han sido mis lecturas más preciadas, aunque pertenezcan a catálogos de otros años. 

Gracias a todos por seguirme por aquí, o a diario en mis artículos de PlayGround o en otras redes sociales que lleno cada día con mis tontadas.

Qué ganas de 2016. Van a pasar cosas emocionantes. Estoy segura.



(Por cierto, hoy colaboro en Babelia haciendo una micro-reseña 
de La mujer de pie, de Chantal Maillard, para su lista de mejores libros del año.

06 marzo 2014

Este mensaje está vacío.

Cada hombre se considera portador de la melodía exacta,
pero una melodía no es el resultado de un problema
de cantidades, 
sino de uno más espinoso aún: un problema del alma.
Así pues, cada música responde
a la indecisión con la que carga una existencia:
¿renuncio a vivir o mato? ¿Lucho o me olvido
de lo que se puede inundar?
Gonçalo M. Tavares

Otra cita que daña y que, al tiempo, salva.

08 julio 2013

5 libros sobre la enfermedad que deberías tener en tu biblioteca.



Últimamente bastantes lectores me habéis escrito por privado preguntándome por el tema de la literatura y la enfermedad (a raíz de las lecturas de La tumba del marinero y también de aquel post sobre Isla Correyero y su enorme poemario Diario de una enfermera), de modo que he decidido elaborar esta mini lista con los 5 títulos que considero esenciales en mi biblioteca a propósito de este tema. Sé que faltan los libros de cabecera (que si Mann, que si Sontag, que si Galeno, que si Broyard...), pero esos ya los conocemos todos y son títulos que saltan a la vista no sólo en las mesas de novedades sino también en toda buena bibliografía. Los que aquí selecciono son mis tesoros personales. Algunos de ellos marcaron un antes y un después no sólo en mis lecturas, sino también en mi escritura (o en mi enfermedad). Aquí os los dejo. Si hacéis click en cada uno veréis la razón:

1. Estar enfermo, de Virginia Woolf
2. El libro de Monelle, de Marcel Schwob
3. El emperador de todos los males, de Siddharta Mukherjee
4. Aprender a rezar en la era de la técnica, de Gonçalo M. Tavares
5. No sé de ningún mundo mejor, de Ingeborg Bachmann


Buenas noches.

17 diciembre 2012

Fin del mundo y libros: 12 de 2012.

Se acerca el fin del mundo, que diga, el fin del año, y como siempre Internet se llena de listas de libros, películas, personajes o momentos que marcaron los últimos meses. A mí me encantan las listas, ya lo sabéis. Y aunque aún estamos a día 17, me veo obligada a redactarla muy pronto: durante las próximas semanas me esperan cientos de obligaciones familiares, laborales y académicas. (En efecto, el fin del mundo).

En junio ya hice alguna aproximación a aquellas lecturas que más me habían gustado. Pero al fin os dejo la lista definitiva de mis 12 de 2012. Una lista que, por otro lado, casi todos os podríais imaginar:

1. Aprender a rezar en la era de la técnica, de Gonçalo M. Tavares (Literatura Mondadori) 
/también aquí/
2. La jungla, de Upton Sinclair (Capitán Swing)
/también aquí/
3. Nada. Retrato de un insomne, de Blake Butler (Alpha Decay) 
/también aquí, aquí y aquí/
4. Noches azules, de Joan Didion (Literatura Mondadori)
/también aquí/
5. Ismene, de Yanis Ritsos (Acantilado) 
/también aquí/
6. Memphis Underground, de Stewart Home (Alpha Decay) 
/también aquí y aquí/
7. Fresy cool, de Antonio J. Rodríguez (Literatura Mondadori)
/también aquí, y aquí, y aquí y aquí y aquí y aquí, hehehe/
8. El jardín colgantede Javier Calvo (Seix Barral)
/también aquí/
9. Lo solo del animalde Olvido García Valdés (Tusquets)
10. Lolita secreta, Anónimo (Melusina)
11. El encantador. Nabokov y la felicidad, de Lila Azam (Duomo)
12. El sueño de Visnu, de David Meza (El Gaviero Ediciones)

Por último quisiera añadir que aunque 2012 ha traído estos libracos a nuestras mesas de novedades, este año también ha sido muy especial para mí por el descubrimiento y lectura incesantes de cuatro poetas ahora fundamentales en mi biblioteca, en mi vida y en mi imaginario. Hablo, por supuesto de Ted Hughes, de Birgitta Trotzig, de Anne Carson y de Ingeborg Bachmann. Ellos me han ayudado a re-descubrir el género. A reinterpretarlo. A escribirlo...

Y bueno.
El fin del mundo ya puede llegar. 
Aquí lo espero entre libros.
Muchas gracias.

28 octubre 2012

Siempre la claridad viene del cielo; y es un don... (¿Diario? de ¿Viaje?).


De manera que el sentido de tener un cuaderno de anotaciones nunca ha sido, ni siquiera ahora, llevar un registro factual precioso de lo que he estado haciendo o pensando. Eso respondería a un impulso completamente distinto, a un instinto de realidad que a veces envidio pero que no poseo. En ningún momento he sido capaz de escribir un diario; mi estrategia para la vida diaria vacila entre el abandono flagrante de mis obligaciones y la simple distracción, y en las pocas ocasiones en que he intentado registrar como Dios manda los acontecimientos de un día, me ha sobrevenido tal aburrimiento que los resultados son en el mejor de los casos misteriosos. ¿Qué demonios quiere decir “ir de compras, mecanografiar artículo, cena con E, deprimida”? ¿Compras de qué? ¿Mecanografiar qué artículo? ¿Quién es E? ¿Estaba deprimida la tal E o lo estaba yo? ¿Y a quién le importa?
Joan Didion


Barcelona-Madrid: aún me sabe la boca a vino blanco por culpa ¿o gracias a? Laura.

Barcelona-Madrid: leo a Joan Didion emocionada por la elasticidad gustosísima de sus frases alargadas, breves, alargada, breves, gustosísimas como un refresco dulce, como este sabor a vino que me borro de los labios con un poco de café caro y malo de ese que sólo hacen en los trenes, minúsculo, malo, pero leo a Joan Didion y todo es calma. Quiero viajar a California. Quiero vivir en playas desiertas. Quiero escribir un diario, pero, como ella confiesa, yo tampoco puedo.

Madrid-Atocha-Cercanías-Chamartín: Como en el Pans -lo más parecido a un menú vegetariano-, como junto a unas monjas que comen jamón. Valga la redundancia. Hago una foto. Todos ríen en Instagram. Quiero irme ya.

Madrid-Zamora: Leo a Antonio Cisneros. Nunca había leído a Cisneros. Mi colega Unai me había hablado de él. Leo Como higuera en un campo de golf, recientemente publicado por la nueva editorial de Barcelona Kriller71ediciones. Me gusta Cisneros. Siesta. Me despierta mi propio ronquido. Qué vergüenza. Ya he llegado a Zamora.

Zamora 1: Asun me está esperando. Asun es una especie de hermana mayor que desde aquella ciudad lejana lo ve todo, lo sabe todo, lo intuye todo y todo lo ha leído. Me trata bien. Me da vino. Me da conversación. Me da emoción. Me lleva a mi hotel -el Parador-. La habitación es tan grande. ¿Acaso me merezco yo esto? ¿Acaso merezco este baño, este vino, esta lluvia? Asun me recoge de nuevo y me presenta a sus amigos. Todo es agradable y cercano. Luego la cena sola. Luego el menú vegetariano muy a pesar de aquella carta llena de manjares con nombre de animalito. Luego otra vez el vino con Asun y el helado de queso, y acostarme muy pronto y dormir de un tirón. Echo de menos a Ibrah en una cama tan grande. Echo de menos mi casa pequeña en una habitación tan grande y tan fría. Me siento como una princesa al despertar. Una princesa en medias y sujetador, que huele a jabón de uva.

Zamora 2: Desayuno con diamantes, no los míos, sino los de las alemanas gordas que me observan desde la mesa de al lado. Desayuno con piña. Con una piscina helada. Creo que he engordado en los últimos días, como ese momento en donde la falda aprieta demasiado, es lo que tiene la diabetes: estiro, aflojo, crezco, suave. Me he roto una bota en los adoquines. Natalia me entrevista: digo tonterías a pesar de estar relajada. Camino hacia la biblioteca y conozco a los bibliotecarios más simpáticos del mundo. No sé qué ocurre. Aquí todo es blancura y paz. Después vienen los chicos de los institutos. Hablo durante una hora a propósito de cosas inconexas y ridículas: que sí la depilación láser, que si los tatuadores chonis, que si quiero ser adolescente, siempre, siempre, siempre adolescente -y en poco más de una semana cumplo 22 años, madremíanopueser cómo pasa el tiempo- y entonces les leo unos poemas que escribí a los 16 y que aparecen en mi primer libro, les leo poemas sobre sexo, les hablo de Bukowski, de cosas un poco más ¿conexas?, me hacen preguntas, nos hacemos fotos, me caen muy bien y les envidio. El chico de la gorra, la chica rubia de la segunda fila, Ana, Carmen, Miguel Ángel, los que no se atreven a hablar pero me agregan a Twitter y me alegran la noche (más tarde cuando llego a Barcelona). Termina el acto y termina Zamora con el vino blanco -y los roscos, y el queso- que la hermana mayor, Asun, me regala, con la lectura pendiente de Nacho Gallego, con el breve saludo a David, con el autobús y el bocadillo de ángeles. Todo sabe bien. Todo es blanco.

Zamora-Madrid: Duermo durante aproximadamente dos horas y media de las tres que ocupa el trayecto. Al fondo veo Madrid e intuyo mi antiguo barrio entre palacios y demás. Mira, pienso, allí te enamoraste.

Madrid: Quedo con Ibrah en la cafetería cara del Museo Reina Sofía y nos tomamos otro vino -ya he perdido la cuenta, creo que es el... no sé... la... y sólo estamos a jueves-. Hablamos de sus proyectos de trabajo, de mi experiencia con los chicos, brindamos, ahora él va vestido como un ejecutivo extraño, se me hace extraño ese atuendo pero no está mal, tengo ganas de que sea sábado. De que él también llegue a casa. Me acompaña al AVE. Hasta pasado mañana. Dice.

Madrid-Barcelona: Aquí estamos de nuevo pero a estas hora siempre hay más señores trajeados, veo una película realmente horrible, una de esas nuevas sobre Blancanieves, que no tiene ni pies ni cabeza. Leo a Didion, ya me queda menos, me da pereza acabar su libro porque quiero que ciertas cosas no terminen nunca. Pienso en mi lista de “lo que más me ha gustado de este 2012” y posiblemente Didion esté ahí, a la cabeza, junto a Tavares y Sinclair, no sé, ya veré, sigo leyendo pero son las diez y media y tengo que llegar a casa, el metro huele a basura. Esto es Barcelona.

Barcelona: Abro el vino. Me sabe la boca a. Tengo que acostarme pronto pero ya es tarde. Tengo que escribir un post pero mi diario sólo guarda notas ¿inconexas?, como aquellas que Didion anunciaba, notas que no importan a nadie. ¿Otro vaso? El vino más delicioso del mundo. ¿Inconexas? Eso creo. Y sin embargo -así de tonta soy- escribo.

02 junio 2012

Dicen ¿por qué lees "tanto"? Pues para curarme esta merde, que diría Proust.


Fortuny
Como hice el año pasado, en este mes de junio también os mostraré un balance de lo que han sido hasta ahora mis mejores lecturas de lo que llevamos de 2012. A finales de año elegiré veinte títulos (diez de poesía y diez de narrativa) y ahora sólo diez, mezclando ambos géneros. Mi propósito no es otro que el de ordenar mis lecturas sin sentido y con sentido, así como el de recomendaros a vosotros algunos de los que considero los mejores libros de estos últimos meses para que si os interesan os podáis acercar a la Feria del Libro de Madrid a buscarlos. He hablado de casi todos ellos, o he citado algunos de sus textos. Otros los he reseñado para Go Mag o para H Magazine. Aquí os dejo los títulos y algún que otro link. Hablaré brevemente de los que no hice reseña. Qué corto se hizo hasta ahora 2012 y qué difíciles y tristes han sido los últimos meses en esta casa. Pero no quiero deprimiros más (para eso ya están mis posts habituales), lo que quiero es celebrar el tiempo que hemos pasado leyendo, el que nos queda y el que disfrutaremos. [Ojo: sé lo que vais a decir ¡Fresy cool! Pues sí. Fresy cool. Qué pasa.]

Narrativa
  1. Memphis Underground, de Stewart Home (Alpha Decay)
    [Posiblemente Stewart Home se haya convertido en el autor preferido de mucha gente desde que Alpha Decay lo publicara hace unos meses, puesto que ha sido el verdadero descubrimiento del año. A la mierda Irvine Welsh, dije yo.]

  2. Maternidad imposible, de Irene Vilar (Lengua de Trapo)
    [Lo terminé hace muy poco y pasó a ser esencial para mí. Lo hablaba el otro día con Carlos Pardo en la fiesta de Random y estuvimos de acuerdo con que es una de las mejores novelistas vivas que existen. Muy bien por este fichaje, Lengua de Trapo. Ojalá se venda mucho y ojalá lo leáis muchísimo. Merece la pena.]

  3. Aprender a rezar en la era de la técnica de Gonçalo M. Tavares (Mondadori)
    [Una delicia de libro, como explico en la reseña, que además trata mi tema literario predilecto. No puedo decir más de lo que ya he dicho.]

  4. La jungla, de Upton Sinclair (Capitán Swing)
    [Un libro de combate de una editorial de combate. Gracias a La jungla me reafirmé en mi vegetarianismo, que también cumple casi siete meses. Es muy bestia y lo vais a flipar.]

  5. Fresy cool, de Antonio J. Rodriguez (Mondadori)
    [No he reseñado este libro pero en mi blog hay más información de él que en la propia novela, o algo así, porque me emociona. Porque amo al autor por encima de todo.]



Poesía
  1. Bajo la tierra, de Jirí Orten (Salto de Página)
    [En el link la reseña de este niño loco y esencial para nuestras estanterías poéticas de autores precoces.]

  2. Lo solo del animal, de Olvido García Valdés (Tusquets)
    [Para los amantes de la poesía de Valdés este libro es un regalo exquisito acerca de la naturaleza y del poeta como observador de esta. El poeta quiere ser animal y posiblemente Olvido consiga convertirse en un bello ciervo.]

  3. Poesía última del amor y la enfermedad, de Lois Pereiro (Libros del Silencio)
    [La reseña o breve nota de lectura que hice de este libro tuvo polémica. Poco importa ahora pues lo que quedó fue su lectura. Cada vez estoy más convencida de que las letas gallegas son otro mundo y de que allí los poetas no son tanto los poetas como los "mejores poetas".]

  4. En este lugar, de Unai Velasco (Papel de fumar)
    [Primer e impresionante poemario de quien podría ser el poeta más original de mi generación. Un libro difícil pero lleno de hallazgos. Al fin entre nosotros su voz. Y en el link, una entrevista de hace un tiempo...]

  5. La camada feroz, de Begoña Callejón (Amargord) 
    [Este poemario me recuerda a la poesía de Juan Andrés García Román, lo que quiere decir que el poemario tiene que ser bueno. Muy bueno. Una especie de diccionario de rostros y personajes suicidas que han marcado la vida y el frío de la poeta. Y yo es que soy muy fan de Begoña. En el link os enseño un poema antiguo de un antiguo libro.]

19 marzo 2012

Aprender a rezar es aprender a amar es aprender a leer es aprender a morir.



Cuando un tema te obsesiona acabas encontrándolo en todas partes. Abres un libro y ahí está, escuchas una canción y ahí está, miras tu propio cuerpo, por dentro, y ahí está, inevitablemente, otra vez. Eso me ha ocurrido con una de las últimas novelas que he leído, Aprender a rezar en la era de la técnica (Literatura Mondadori, 2012) del portugués Gonçalo M. Tavares, un autor cada vez más reconocido en Europa y alabado por otros escritores de la talla de António Lobo Antunes o Ernrique Vila-Matas. De él conocía alguna otra cosa pero nada me había emocionado tanto como esta novela.

Aprender a rezar en la era de la técnica es especial tanto en fondo como en forma. Tavares aparenta facilidad a la hora de crear historias. Historias cortas que son a su vez historias largas y que se lanzan al abismo de los grandes temas (el honor, la enfermedad, el amor, la mentira, la muerte, etc) para resurgir victorioso, pues suyo es el don de las definiciones y de la descripción exacta como si antes de su palabra nadie hubiera dicho nada a propósito y fuera él el primero en descubrirnos los Grandes Temas del Gran Mundo. Así nos hipnotiza. Así nos trae la historia del repulsivo Lenz Buchmann, un cirujano reputado que se convierte en político y, perverso, nos demuestra lo terrible que es el poder, o peor aún: lo terribles que convierte el poder a los hombres . Pero la naturaleza manda sobre todas las cosas y Buchmann se convertirá en un ser aún más repulsivo de lo que era, pues una enfermedad caerá sobre él como una maldición y sólo los personajes a los que él consideraba débiles al principio serán lo suficientemente fuertes como para acompañarle durante sus últimos días. En este último trayecto Tavares nos presenta a un Lenz Buchmann oscuro y nauseabundo que casi recuerda a los relatos de Edgar Allan Poe, y, especialmente a aquel tan increíble (recuerdo a mi padre contándomelo en la cama y yo temblando de miedo) titulado La verdad sobre el caso del señor Valdemar. Esta imagen de un hombre decadente, casi deshaciéndose en una cama, moribundo, choca con la de la primera parte, en donde todo era lujo, inquina, grandilocuencia y conspiración. Porque la enseñanza de Tavares es esa: tan pronto estás arriba como abajo. Tan pronto eres el rey como el desecho. Tan pronto estás sano como muerto…

Gonçalo M. Tavares escribe de una manera poco común. No se trata de una literatura fragmentaria. Tampoco de una narración lineal. No se trata la suya de una novela convencional pero tampoco parece que el autor busque la originalidad, la forma vacía o la innovación brusca. Su relato está compuesto por una serie de notas inconexas aparentemente pero conectadas por una trama perfectamente dibujada con sus puntos de giro marcando un ritmo que resultará desconcertante para el autor.

El desconcierto que precisamente provoca Tavares es el desconcierto que los enfermos buscan en los libros. Esos pequeños pinchazos o puñetazos que conforme los lees, parece que trasciendan. Aprender a rezar en la era de la técnica es de esos libros que trascienden. De esos que te hacen sentir como si ante tus ojos pasaran las letras de un gran clásico. A mí me ha dejado fascinada... No dejéis pasar la oportunidad.

16 marzo 2012

Sick rose, otra vez.




En el camino de vuelta de Casablanca leí lo que hasta ahora considero la mejor definición de enfermedad que he encontrado en la literatura. 
Atención al relato:

A veces Lenz ve en la enfermedad un encuentro fortuito con un transeúnte que, tras un fuerte impacto, deja en nuestras manos, distraído, una flor negra. Y cuando por fin nos levantamos para devolvérsela el transeúnte ya ha desaparecido apresuradamente. Empezamos a correr con la flor negra en la mano -no nos pertenece, podrá necesitarla quien la perdió-, pero en vano; no hay rastro de él. El extraño transeúnte ha desaparecido, se ha evaporado. Y en nuestras manos está la negra flor. El movimiento siguiente podrá hasta parecer un no movimiento -la indecisión-, pero la incomodidad no tardará en dejar de ser un pormenor para convertirse en lo esencial: se hace urgente deshacernos de aquella flor que nos repele. Pues bien, estamos a unos centímetros de un contenedor de basura público, levantamos la tapa y con la mano derecha dejamos caer la flor. Pero algo ocurre: la flor negra no se separa de la mano, está pegada a ella, ya no es posible expulsarla, a no ser que dejes caer también el brazo. Los días siguientes dejarán entrar incontables intentos de expulsar la flor negra, primero, y de olvidarla después. No obstante, en un momento dado se producirá un cambio de un extremo al otro del organismo, similar al cambio de moneda en un país, que surge con otros valores, otras referencias; y el hombre se resigna. Ya no hay flor negra; y los médicos se refieren a ese conjuro de hechos inverosímiles con un nombre lógico y antiguo: enfermedad. 
G. M. Tavares 
de Aprender a rezar en la era de la técnica

15 marzo 2012

Laisse rentrer la lumière dans ma tête.




La enfermedad, siempre lo había pensado, no era un modo valiente de morir
G. M. Tavares

Este espacio y tú aquí
no hay continente pero hay cucarachas más grandes que gatos y hay erecciones suaves en la piel de los días y toda la ciudad quiere cantar me dijeron yo el tabaco y tú el pezón me dijeron el mar es grande pero yo no había visto el mar hasta que vi este mar este mar estemarsinmar. La plage: una especie de crêpe marroquí jugoso de miel y jugo jugoso como mis heridas zas zas parce que les chats n'arrivent pas a vieillir et ils se couchent sur mon oiseau étranger. La melodía de una lengua que se parece a otra lengua. La melodía de este idioma que recupero para hablar de Pessoa chez Dominique la Belle. Su gato gordo, su sonido diminuto, su acento de hachís extremadamente dorado). 

Alors c'est quoi la joie 
(elle se demande cette femme ancienne). Dominique déteste voyager. Y yo. En este espacio aquí: (Mais il... -oui, le petit diable méchant...- mais il avait un tout petit coeur marqué -sí uno de aquellos extraños pasajeros -nube de algodón -el humo -calima brillante o bruma -sí, un tout petit coeur tatuado en su rodilla.

J'ai oublié
Laura nos dijo amaréis y entonces amamos. La ciudad no era distinta porque lo exótico ya no es exótico. La ciudad no olía mal porque los malos olores son el sabor de siempre. La ciudad no era oscura porque había hombres y mujeres que dejaban brillar sus dientes y me daban luz. Me daban luz. Me daban una luz que entraba por mi cabeza.

Este espacio y tú aquí. 

Has anotado todo esto para pasarlo a ordenador pensando que alguien distinto a ti lo va a leer. ¿Pero quién distinto a mí va a entender qué digo? Alors c'est quoi la joie. No he traído regalos. Alors,  si no has traído regalos no has traído recuerdos. ¿No?

Este espacio y tú aquí. Si el idioma se muere, quién quiere entonces los recuerdos. 

08 marzo 2012

Reading now: comunicado nervioso.


¡Comunicado alterado de medianoche!

Acabo de terminar el puto mejor libro que he leído en mucho tiempo: Memphis Underground de Stewart Home. Lo publica Alpha Decay. Lo tradujo Ibrah. Es una pasada. A su lado los guarrers de la literatura son unos pupas. Qué ganas de leer más. Yeh. Yeh. Pero esto no acaba aquí puesto que desde hace un par de meses tengo una especie de motor en el cerebro que me obliga a estar continuamente leyendo casi todo lo que me llega a las manos, que es mucho, muy bonito y muy variado. Dentro de un tiempo comenzaré una columna en una revista. Una columna sobre libros, claro. A ver qué os parece. Me va a estallar la cabeza. Mañana madrugo. Quiero dormir. Me va a estallar. El lunes me voy a Marruecos. Me va a estallar la cabeza. Estos libros son los que ahora estoy leyendo. Algunos, como el de French, llevan más de un mes en mi mesilla de noche, pero es que French es una tipa con cojones. Los suficientes como para crear esta Biblia de la Mujer: desagradable, hermosa e impactante. También leo cerdos lituanos, bisturíes y tortugas machacadas. También he anunciado en Facebook que me caso. Sí. No sé cuándo. Pero me caso. Tengo los ojos secos. Me marcho a dormir. Con Stewart Home en el corazón. Con la enfermedad lectora que me ahoga y me da todo el placer.

06 marzo 2012

Un cuerpo no es una ciudad.

Vania Zouravliov
La enfermedad, a su vez, era claramente una anarquía celular, un desorden, un quebrantamiento interno de normas que algunos calificaban incluso de divinas, pues eran anteriores a cualquier disposición del hombre. Un cuerpo no es una ciudad. Puede haber tenido un mapa previo, pero a los humanos no les ha sido concedido el privilegio de estudiarlo y de proponer alteraciones al mismo.  Por supuesto, un nuevo mundo se abría paso. Una acción más poderosa había echado por tierra a los dioses; el brillo de las cosas era ya el brillo exclusivo de las cosas, una hoguera daba luz debido a su materia concreta, lo divino ya no era un elemento que ilumina más aún, era sencillamente otra cosa, ajena ya a la oposición claro/oscuro.
G. M. Tavares

28 agosto 2009

Hole in the middle.


No sé cuánto tiempo hace que no escribo un poema. No sé si alguna vez he escrito un poema. Mi género no es la poesía, mi género no es El Poema, mi género es el árbol de la ventana que desde hace tanto amenaza al otro lado del cristal. El árbol me nombra desde que existo, y yo nombro al árbol. El cuarto en el que habito es el mismo de mi padre. Donde el vivió. Donde él leyó Poema. Donde él escribió mi vida como si fuera gotelé. Escribo los últimos ladridos. Ya no son ladridos. Ya sólo son pequeñas voces que se apagan. Escribo pero no escribo porque no hay poema. El Hermeneuta me quiere salvar. El Hermeneuta me da libros: Tavares, Bernhard. Me da libros para que los devore en mi cuarto. Para que mi cuarto no me devore a mí. Para que lea, para que lea, para que lea y no preste atención al árbol. Porque lo miro. Árbol meduseo. Y apenas sostiene la luna.