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17 mayo 2011

Susan Sontag renacida: viva, hermosa, ¿más?

Estoy leyendo Renacida, el primer volumen de los diarios de Susan Sontag editados por su hijo David Rieff y publicados en España por Literatura Mondadori. He seleccionado algunos fragmentos de las primeras páginas que me han "enamorado" especialmente quizá porque me siento identificada con algunos de los momentos que describe de su adolescencia, de sus primeras lecturas, su admiración a Dostoievsky y a los poetas europeos o su pequeño asco hacia Demian, -ese libro que yo odio y amo y ella odia y ama al mismo tiempo-. Aunque este año estoy bien servida de autobiografías y memorias, ayer lo dije en la presentación de Alma de Javier Moreno en Tipos Infames (Alvy Singer y sus Padres ausentes. Lolita Boch y su Ahora escribo. Julio Fuertes y La legendaria rebelión de los fumadores. Carlos Pardo y Vida de Pablo. Mercedes Cebrián y La nueva taxidermia. Patricio Pron y su El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia. O el propio Javier Moreno y Alma. 2011: escritores taxidermistas de su alma, felicidad y el Yo a ultranza). Decía: aunque este año haya leído demasiadas autobiografías y memorias, hacía mucho que no leía un diario de un escritor. En los ejemplos anteriores es el propio autor el que se aventura a contarnos su vida o sus secretos, en el caso de Sontag es su hijo el que recopila fragmentos de su vida con el riesgo y con la pregunta de ¿estaría ella de acuerdo en editarlos? En cualquier caso, leer la adolescencia de una mujer a la que admiro como es Susan Sontag me ha servido para recordar ciertas cosas y ciertos sentimientos que en los últimos meses había olvidado (el trabajo, la Universidad, la precariedad, el dolor). Parece que cuando uno es "adulto" siente el dolor de manera distinta a cuando es más joven. Sontag me ayuda a Renacer: a clasificar y ordenar mis males, mis deseos, mis lecturas, mis ganas de devorar sexos, páginas y tardes apacibles de música y calor. Feliz verano. Feliz renacimiento. Feliz palabra. Continuamos:

Y ¿qué es ser joven en años y de repente ser despertada a la angustia, al apremio de la vida?

...

¿Cómo puedo ayudarme, volverme cruel?

...

Después de escribir esta última frase, la leo de nuevo y pienso en borrarla. Sin embargo, debo dejarla tal cual. Es inútil para mí consignar solo las partes de mi existencia que me satisfacen. (¡Son tan pocas de todos modos!)

...

¿Qué, me pregunto, me conduce al desorden? ¿Cómo puedo diagnosticarme a mí misma?

...

He leído la mayor parte de Los hermanos Karamazov y de pronto me siento sumamente impura.

...

¿Y qué soy ahora mientras escribo esto? Nada menos que una persona distinta.

...

Sé lo que quiero hacer con mi vida, todo esto es muy sencillo, pero en el pasado me era muy difícil saberlo. Quiero acostarme con muchas personas. Quiero vivir, aborrezco la muerte.

...

Estoy viva... Soy hermosa... ¿hay algo más?

...

Lema: "Wolle die Wandlug"- Rilke. (Desea todo cambio).

...

Así, en otra reflexión me descubro extranjera.
Ich bin allein. Estoy sola.
Susan Sontag

04 abril 2011

El tedio, la malafelicidad y todas esas cosas tristes.


i cried and the crying made me sad
Tao Lin

debes con dignidad soportar la vida
tan sólo lo mezquino la hace pequeña
Rilke

esta es la nostalgia: habitar en la onda
y no tener patria en el tiempo
Rilke

[...]
i am fucked existentially
i am fucked existentially
i am fucked existentially
thank you for reading my poem
Tao Lin

09 marzo 2011

Sobre la felicidad a ultranza.

Poco a poco me quedé estancando así, permaneciendo hasta los veintisiete años al socaire de las tristezas. También mis estructuras cerebrales y musculares se han ido formando poco a poco y he crecido pensando con la cabeza de alguien que por ignorancia del mundo se hacía el inmortal lejos de las tristezas.
Ugo Cornia

Estoy obsesionada los autores que hablan de ellos mismos. Autobiografías. Literatura confesional. Diarios. Sobre la felicidad a ultranza de Ugo Cornia (Periférica, 2011) no es  Diario de duelo de Barthes, ni mucho menos, ni tampoco es Diario del hombre pálido de Juan Gracia Armendáriz -del que recientemente habla Lector Mal-herido en su blog, me alegra que le haya molado-... pero tiene algo que me engancha. Dos de mis libros preferidos en este mundo son Los hermosos años del castigo de Fleur Jaeggy y el ensayo Elogio de la infelicidad de Emilio Lledó quizá porque en ambos libros se debate sobre qué es ser feliz, cómo conseguimos estar felices, etc. Me gusta cuando un autor que además escribe bien se obsesiona también por desarrollar este tema. Fleur Jaeggy introduce en Los hermosos años de castigo un término genial: la malafelicidad, o el malestar de la felicidad. La búsqueda del bienestar es uno de los temas más recurridos en los autores que he mencionado. Desde Virginia Woolf hasta Ugo Cornia, pasando por Amélie Nothomb, Lionel Tran, André Gorz o Peio H. Riaño: todos acaban representando a una pandilla de "amargados" cuando deciden retratar sus sentimientos más íntimos. Una vez escuché a alguien decir que "amargado se escribe mejor". No sé. Será que somos unos cotillas. Que nos gusta la víscera. Que nos gusta veros sufrir, cabrones. ¡Sufrid, sufrid, para darnos más libros así! 

06 diciembre 2010

A quién quieres más, ¿a mamá o a papá?

Ahora que están de moda las elecciones difíciles y siguiendo con el modelo de Ibrahím Berlín y sus Mis 10 de 2010 me he decidido a escoger diez libros publicados este año. Los diez que más me han gustado o que más me han emocionado, o los que elijo porque sí, y punto. Esto es:
  1. Diario del hombre pálido, Juan Gracia Armendáriz (Demipage)
  2. Verano, J.M. Coetzee (Mondadori)
  3. Excepto yo, Fatena Al-Gurra (El Gaviero Ediciones)
  4. Me incitó el espejo, David Rosenmann (DVD Ediciones)
  5. Dublinesca, Enrique Vila-Matas (Seix Barral)
  6. Antología poética, Félix Francisco Casanova (Demipage)
  7. Los muertos, Jordi Carrión (Mondadori)
  8. Eros, Eloy Fernández Porta (Anagrama)
  9. Corona de flores, Javier Calvo (Mondadori)
  10. También mis ojos, Laura Rosal (El Cangrejo Pistolero)
Me ha costado mucho redactar esta lista porque la mayor parte de las lecturas que he hecho este año no han sido novedades, y si lo han sido, pertenecen a las hornadas de 2008 o 2009. B de Alberto Santamaría o Diario de duelo de Roland Barthes, por ejemplo, se han quedado fuera por escasos meses de diferencia. He tenido otras complicaciones a la hora de elaborarla: Javier Calvo, por ejemplo. Este año he leído Risas enlatadas y Corona de flores y prefiero mil veces Risas enlatadas. Me encanta. Me parece muy divertido y no creo que ese libro deba caer en el olvido. ¿Qué pasa con Vicente Luis Mora? Tiene duros competidores y sigo pensando que es mejor poeta que narrador. ¿Qué pasa con Patricio Pron? Aunque lo aprecio mucho como autor no pienso que El mundo sin las personas... esté a la altura de su anterior novela El comienzo de la primavera, de la cual no me puedo olvidar. Ojalá su próximo libro en Mondadori (creo que es una novela autobiográfica que se publicará a mediados de 2011) me guste tanto como El comienzo de la primavera: entonces Pron sí que será doblemente adorable. ¿Por qué tanta poesía? Porque es mi género preferido. ¿Por qué Laura Rosal? Porque También mis ojos es la ópera prima poética más fuerte del año. ¿Y por qué no está El don de Vorace? Lean los poemas de FFC y lo entenderán. ¿Qué pasa con el ensayo? Pasa que el último de Beatriz Preciado no me pareció tan bueno y que lo mejor de Melusina este año viene de la mano de Lector Mal-herido cuyo librito aún no he terminado de leer. ¿Jordi Carrión? Sí, Jordi Carrión. Mola. ¿Vila-Matas? Soy fan. ¿Y a Eloy, lo entiendes? Máh o menoh. Es duro de digerir, pero me gusta. ¿Coetzee? Buenísimo. ¿Tanta poesía? Sí, extranjera. ¿Diario del hombre pálido? La literatura de la confesión es la que más me gusta. Y es la que Armendáriz practica en este libro. Además habla de la enfermedad, de la literatura de la enfermedad, cita a Bolaño, se mete con el mundo editorial, utiliza la metáfora de una manera excelente y repugna cuando quiere ser repugnante. ¿Y ahora qué? Eso digo yo. Ahora qué. 

20 mayo 2010

Entre formas y finales.

Decir no es muy sencillo y a la vez lo más difícil. Esa simple sílaba, esas dos letras casi inaudibles, tienen el poder de sustraernos al flujo inconsciente de la vida, de apartarnos de los ritmos predecibles y reiterados de la existencia biológica y hacernos volver sobre nosotros mismos, que es como decir: hacernos tomar conciencia de lo que somos. Estoy hablando de un no fundante, de esa negativa que es, en realidad, una afirmación, aquello que nos afirma y afinca literalmente en el mundo y sobre lo cual se levantan todos nuestros actos, nuestras decisiones, todos los movimientos de la voluntad y el deseo. Decir no es empezar a vivir. O también: sólo quien ha dicho no, quien se ha rebelado contra la dimensión animal de su existencia, quien hace del inconformismo y la interrogación constantes sus señas de identidad, se ha ganado el derecho a vivir su vida, vivirla plenamente, con toda su carga de esplendores y demonios, de luz y de tiniebla.

(Jordi Doce, noviembre 2008
Fragmento del prólogo al cuaderno Cruzo un desierto,
al fin en mis manos,
tras dos años de dulce espera)

28 abril 2010

Diario desierto (1): mi historia.

Mi historia soy yo misma y por eso puedo decir todo lo que quiera. Relatar, todo lo que quiera. Sin dar explicaciones. Sin buscar nuevas fórmulas. No tengo miedo a escribir. Y pienso en Roland Barthes y en su sentencia “no quiero hablar por temor a hacer literatura”, qué más da si la hago o no, qué más da cómo estructure este discurso si sólo quiero contar una experiencia que me abruma. Si sólo quiero dejar salir de aquí, de este pecho, una rabia contenida, una rabia adolescente, un hilo de saliva que en cuanto surja de mi garganta: me hará sentir liberada. No habrá nada novedoso en lo que cuente, de hecho, ya está todo dicho. Todos dijeron amor alguna vez. Todos contaron cómo les latía el sexo la primera vez. Todos supieron, tal vez, que su literatura era la sucesión de unas cuantas referencias. Que ya no nos sorprende nada. Que el mundo gira. Sí, y qué, si yo estoy aquí tan quieta y tan aburrida, y no giro, aunque el calor le de la vuelta a mi organismo. Referencias. José Ángel Valente. Mi poeta favorito, no sé por qué, ni quiero saberlo. Referencias. Leer por puro azar un fragmento de Edmond Jabès y darse cuenta de que toda la obra de mi poeta no es más que una nota a pie del lírico nacido en El Cairo en 1912, atended: el desierto fue para mí el lugar privilegiado de mi despersonalización. ¿Y entonces? Qué nota a pie soy yo. Qué nota: mi vida. Y esta historia. Y este relato del organismo. Poesía. ¿Quién soy, entonces, esto, qué, soy yo? Mi historia es la de una nota a pie, de otra nota a pie, de otro poeta y otro poeta, la de mí misma: un extranjero.

Mi antigua casa (infinite room).



A veces, muy brevemente, un momento blanco -como de insensibilidad- que no es momento de olvido. Eso me espanta.
Roland Barthes

19 abril 2010

El sexo de Laura Rosal.


Si me pide que me ponga a cuatro patas, lo hago. Si me escupe: relamo su bilis. Si me dice: come mi uña. Si me dice: traga mi vello. Si me pide que la acaricie, que acaricie sus poemas salados, no me resisto.

Así. Con el cuerpo. Con el corazón temblando recibo sus versos. Su primer libro de poemas También mis ojos (El Cangrejo Pistolero, 2010), que ha llegado hoy a mis manos. Azul, infinitamente azul, demasiado azul, que diría Elena Medel. Un azul nada inocente. Nada infantil pese a su pretensión, “la luz es demasiado grande para mi infancia”, cita ella, directamente desde la voz de Pizarnik. Pues Laura Rosal es heredera directa de Alejandra. Cruda. Seca. Voraz. Dueña del verso. Huérfana del silencio. Laura Rosal. Mi amiga. Mi hermana. La hermana de Monelle. Lolita tardía pero salvaje, sauvage, sauvage. Su esqueleto delgado provoca terror al verla caminar. Su sexo. Caníbal. Duele húmedo y cruel. Porque Laura Rosal llora a los hombres. Llora de pena por los hombres que apenas la abrazan. De sus ojos emergen libélulas. El maldito sexo de los hombres, qué mal joden los hombres, qué mal les huele el aliento, mala entraña y yo prendada de los hombres, prendida de ti, eres imbécil y te amo... escribió Maite Dono. Y Laura Rosal, responde: cuídate de mí: no te quiero más cerca. Sólo te soporto cuando me suplicas, desnudo, el amor que me reservo para el resto. Si la banda sonora de Maite Dono era Lydia Lunch, la de Laura la construye Philip Glass, o Erik Satie, o Mazzy Star o Giant Drag o, incluso, el sensual Crush, de Jennifer Paige. Laura no es punk. No tan punk. Laura comprende lo delicado. Laura es Blanca Varela, más visceral. Laura es Miriam Reyes, mucho más sutil. Laura es la hija bastarda de Nabokov. Acosada por los pájaros (un pájaro en el pecho. No una tristeza. Un sollozo enjaulado). Herida por las agujas y la nicotina (su aliento gris me heló la nuca). Por la sangre, menstruación celeste, por el idioma de la noche y de los pubs, por las imágenes y los ojos de los otros que la juzgan y la aprisionan. Pero ella es fiel. Es fiel siéndose infiel a ella misma. Ella está aquí para preguntarnos a nosotros qué es la tinta en su pubis. Qué insinúa, el tiempo, en su pecho. Quién es ella. ¿Tú lo sabes? (Y toco la palabra. Y rompo el poema) Para preguntarnos a sus hermanas por el significado de la poesía. Porque quienes la leemos la sentimos muy cerca. Tan cerca que quisiéramos que sus versos fueran nuestros. Que sus ojos fueran nuestros. Que su saliva. Haciéndonos el amor.

Si me pide que pronuncie sexo. Si me pide que grite: Laura Rosal. Si me pide que me ponga a cuatro patas. Mi gorrión muerto. Mi moonshiner. Mi amiga.

Vuelvo al origen.
Vuelvo
Como un animal herido.
Como un poeta
Con la mano en la garganta.
Vuelvo.

Estoy donde debo.

Y sin embargo, nada me pertenece.
No es mío este jardín.
No estas ventanas sin respuesta.

Y entonces, el vino me salva
Y el origen es sólo
Un cerrar de ojos.
Mirar al vacío, desafiante.

Dejar caer la vida,
Rogarle que no duela.
Laura Rosal


30 marzo 2010

Warp 1.9: cruzo un desierto.

Es fácil escribir sobre un poeta desconocido. Es fácil, cuando lees sus versos y descubres que de algo lo conoces. Que de algo sí lo conoces: dentro, en tu entraña azul, sí, lo reconoces. El desierto, asilo para la única ascua suave. No me ha nombrado nunca, no me ha devuelto nunca. No lo has leído nunca. No lo has nombrado nunca y sin embargo aquí está. En tus manos sucias. Manos desérticas: desde el Colectivo CAIN te dicen que en poco tiempo aparecerá la plaquette que llevaba dos años preparada, tres años escrita, dos años en la sombra: y al fin nace. Como un hijo bastardo del que también me enamoraré. Es difícil escribir sobre un poeta conocido. Sobre un poeta o sobre ti misma, y sobre unos poemas en los que apenas te recuerdas. Pero son tuyos. Sintomáticamente tuyos. Diciembre 2008 – Marzo 2010. Cruzo un desierto. Digo. Prólogo de Jordi Doce. Aquí la arena muerta, aquí el cuerpo salvado: La Mujer respira, El Hombre está de pie. De nuevo René Char, maldito poeta desértico. Cuando te descubro. Y mañana duermo contigo. Contigo en Valparaíso. Mañana Zombie. Mañana Mañana Mañana. Es fácil creer morir: lo difícil, reconocer que jamás lo hemos estado.

27 enero 2010

"Busca una boca que sepa a tu propio semen y a tabaco, y bésala"


Me obsesiona La Malafelicidad. Busco autores y citas. A modo de IB en su blog, he seleccionado éstas. Busco saciar las ansias de estar triste y ser feliz. O de ser triste y estar feliz. Ya no lo sé. Quizá porque ahora solo quiera pensar en esa boca. Y no pasar frío. Y decir, de tantas cosas, el asco que me dan.

Allí arriba me sentía en un estado que podría llamarse de malafelicidad. Exigía la soledad, era un estado de ebrio y tranquilo egoísmo, una venganza feliz. Me parecía que esa ebriedad era una iniciación y el malestar de la felicidad se debía a un aprendizaje mágico, a un rito.
Fleur Jaeggy

y fue una eternidad decapitada en un instante
porque una puerta improcedente que se abrió
nubló nuestra felicidad
Ramón Irigoyen

Las cosas no marchan bien. Tengo la impresión de que todo en mí y alrededor se desorganiza con demasiada facilidad. Si bien es cierto que debería ser más fuerte y no dejarme arrastrar por la locura del entorno, también es cierto que estoy acostumbrado a entornos más controlados por mí. No sé independizarme del entorno, por mucho que se hable de mi ‘torre de marfil’. Estoy demasiado atento a las cosas que suceden. Por ejemplo, no puedo tranquilamente acostarme, cerrar los ojos y dormir, si sé que el resto de la gente de la casa está despierto.
Mario Levrero

19 enero 2010

Confesiones de una suicida en temporada de exámenes.


Henry-Lévy: «¿Por qué escribe usted?
Porque no se puede hacer el amor todo el día. ¿Por qué hace el amor?
Porque no se puede escribir todo el día.»

Llevo diez días, cuatro horas, ocho minutos y un segundo sin leer un jodido poema.
Dime tú, ahora, cuánto me quieres.

14 enero 2010

Escribirás mi muerte.


Bajo las armas. Temo no saber defender lo que aquí siento. Contra cualquier pared. Contra cualquier almohada. Tu voz en modo repeat. Barthes en el espejo. Contra cualquier estación de tránsito. Contra cualquier vagón. Contra cualquier verso de los que ya no escribo.

03 enero 2010

Get down, get down, little Henry Lee, and stay all night with me.


Se apaga el árbol. Se apaga la ventana. Se apaga la ciudad y Bunny Munro ha muerto. Hay noches en las que leo esos poemas y no entiendo nada. Hay noches en las que escribo mi voz, y no comprendo. Pero también hay noches hermosas. Noches de amor y madrugadas desayunando gulas con cava tras la fiesta. Pasaré la Noche Vieja con alguien que me quiera y no me mienta; contesté a mi abuela. Pasaré cada Noche Muerta con alguien que me quiera y no me mate; contesté. Mujer, desnúdate y estate quieta. Frente a la ventana. Frente a la ventana apagada yo no escribo poesía. Yo siempre digo que no escribo poesía: epigramas, mentiras, pensamientos tan estériles. Mujer, desnúdate, frente al espejo. Porque hay noches en las que miro y no veo nada. Hay noches en las que poso y no hay reflejo. Hay noches en las que no sé bailar y no sé beber. Y sé que otros se besan y a mí me da igual. Y sé que otros quieren besarme y a mí me da igual. Porque yo quiero así cada Noche Anciana. Noche que sale. Noche que empuja hacia la frontera. Así, todas las noches: cuando la literatura (y el resto de esas cosas que quizá también importen), nos deja solos, nos deja tumbados y enrojecidos como árboles que se apagan.
+

29 diciembre 2009

Au revoir putain d’année.

Poemas. Objetos de la muerte. Eterna muerte. Eterna inmortalidad de la muerte. Algo así como un goteo nocturno y afiebrado.

Poesía. Orina. Sangre.

Blanca Varela

+

30 octubre 2009

2: 40 am. Pacman-----13:55 pm. Savia Danone.



DANGER, IMPORTANTE, ADVERTENCIA, QUIA!

*Nota a principio de página 1: Mi visión nocturna se va a la fuga/ se revierte por sí sola/ y me deja escapar (Lydia Lunch, del poema I’m the gost).
*Nota a principio de página 2: Me voy. Me marcho el fin de semana entero y aquí dejo un texto bastante feo. No lo he corregido. No recuerdo exactamente lo que digo, sólo sé la idea, sólo sé que fue escrito anoche, durante el insomnio, y que esta mañana al encontrarlo no he podido evitar reír. Bendita, oh, escritura automática post-autobús nocturno. Bendita rabia. Benditos nuestros aires. Bendito Freud. (Que se pronuncia Froid, que se escribe como Frío en Francés, y eso es lo que tengo, y por eso, me voy…)
Prohibido pronunciar
Vengo de la lectura de Agustín Fernández Mallo y Eloy Fernández Porta en el Matadero de Madrid. A mucha gente le cae mal el Mallo. A mí me da igual. Es la segunda vez que lo veo actuar, y he disfrutado. De Eloy sólo puedo destacar su aspecto entrañable y su voz rotunda al recitar los versos. Los alrededores, metáforas de la soledad, pronuncia Eloy, y entonces lo anoto. Lo anoto entre ruidos metálicos e imágenes de marcianos. Los marcianos de consola me gustan. Los calzoncillos de I. tienen estampado de marcianos. El cielo, a la altura de la T4, es un campo de batalla marciano entre las líneas blancas de los aviones y los pájaros perdidos. El cielo es una jaula.
Sobre la soledad
El cielo aquí es una jaula, jaula y pájaro y Pizarnik (deja de leer a suicidas, deja de leer a moderniquis, deja de escribir sobre ah! política! eso que tanto te interesa! deja de respirar). Lo dice Arquíloco ¡si pudiera tener a Neobule en mis brazos! Y lo cito como puedo citar a Eloy. Metáforas de la soledad. ¡Ay, si en vez de estar sola pudiera tener sus marcianitos en mis brazos! Pero esto es la banlieue saavedrana, éstos los alrededores, y aquí no está I. y aquí no pienso en esa gente que se echa las manos a la cabeza al pronunciar Mallo. Ni en esa gente que se echa las manos a la cabeza al pronunciar Pardo. Ni en esa gente, Medel. Ni en esa gente Montero. Ni en esa gente Maillard. Ni pienso en esa gente ni en la poesía cuando miro a mi alrededor y sólo veo alrededor.
Amour, amour
¿Y qué negra sombra es El Alrededor, que no me asombra y me anula? Puedo decir Odio a Nietzsche. Puedo decir Odio a Borges porque es un pedante. Puedo decir Odio a Valente por sus gafas de culo de vaso. Odio Madriz. Odio (no lo diré). Odio a Robert Hass porque me recuerda demasiado a una droga pasada. Odio a Zambrano. Odio a Dostoyevki. Odio a tu padre y a tu madre y al mosquito cabrón. Odio a Beatriz Preciado. Odio a Gabriel García Márquez. Odio a Bukowski y a Nothomb. Odio, odio, odio.
Tras el recital de… (Cuaderno Nepalí, in memoriam)
Me atacan los marcianos. Tengo encima de la mesa un periódico, Nocilla Lab y Rilke. ¿De qué avergonzarme según tú? ¿No puedo leer sin que salten las alarmas? ¿Por qué elegir? ¿Por qué este sectarismo absurdo? En casa. Es tarde. Pienso en I. y sólo en los marcianitos de I. y sólo en derribarlos y que me derriben. Y I. Y I. sólo I. Vengo de la lectura de Agustín Fernández Mallo y me enamoro de Eloy. Vengo de su lectura y pienso en otras lecturas. ¿Os acordáis de aquella, 1999, Almería, en el aula de poesía, yo aún era pequeña, con Juan Carlos Mestre declamando a ritmo de acordeón? ¿Se puede llorar a los nueve años? ¿Se puede llorar de poesía? ¿Y de Estíbaliz Espinosa os acordáis, os acordáis, venga venga venga, os acordáis de su voz pagana y su corazón en aquel habitáculo de Madiz? ¿De Javier Rodríguez Marcos, en el salón noble? ¿De Aurora Luque en el instituto? ¿De Ángel González, en aquella grabación negra, a modo repeat tras su muerte?
Lo que me sale
Pero si tú me olvidas… caerás a los alrededores, muerto, a los alrededores. Como pájaro sin planeta. Como marciano, muerto. Muerto. Muerto. No tengo amigos y me importa lo que leo. Tengo experiencias y me importa lo que cuentan. Amo a I. y no entiendo la hipocresía. Pertenezco a este barrio y respeto al vecino. Escribo lo que quiero, y con suerte, lo comprendo.
*Nota a media página. Seos horas después. Sería la nota número cuatro, o la tres ,o, ya no recuerdo.
Estoy en la biblioteca y no encuentro a Hunter S. Thompson. Quiero leer a Hunter S. Thompson. Quiero que Hunter S. Thompson me cure la resaca de ayer, o anteayer, o de cualquier oto día en que los poetas (da igual qué poetas) salen a la calle entre luces de neón azul. No puedo leer a Hunter S. Thompson por la maravillosa biblioteteca de mi facultad no lo tiene. Tampoco puedo escribir Hunter S. Thompson porque la tinta del Boli azul se ha gastado.
(
Apenas leo lo que escribo y sin embargo hago el acto de escribir.
¿Alguien ve esto?
¿Éo? ¿En el eco de la página, alguien me escucha?
)
Tinta negra. Tinta de tatuaje. Llevo días intentado escribir sobre esto y no lo he hecho. Por fin. Por casualidad digo: tinta negra, y pienso en los últimos tatuajes de mi cuerpo. En su excusa. En su motivo aparente. ¿Por qué me tatúo? Porque no me gusta mi cuerpo. No me gusta mi piel porosa y mi vello negro. No me gustan mis brazos ni mis piernas. No soporto cómo me hicieron, no lo soporto. Y papá y mamá fabrican libros bonitos pero a mí me fabricaron mal. Mira qué tipa fofa y qué bigote. Y mira qué pelo enredado y cuánta sangre.
(
La tinta es la cirugía estética del escritor.
Del que pretender ser escritor. Del que miente.
)
La tinta es la excusa por la que venir a esta biblioteca mientras espero a que sea la hora exacta para verte. Chico Pacman. La guerra de los mundos. No puedo leer a Hutner S. Thompson y elijo entonces la poesía: Somos exactamente iguales. Y ninguno de los dos conoce la existencia de los espejos. O bien: Porque yo podré ser de vez en cuando un eclipse. Pero nunca un eclipse sin sangre de luz. Leo Usted de Almudena Guzmán y contengo la sangre en las pupilas.
(
Sangre. Menstruación azul. Hace dos semanas que sangro y no entiendo qué pasa aquí dentro. Por qué tanta violencia. ¿Qué debilidad? ¿Cuánto dolor?
)
Pacman, chico pac pac pacman. Marcianitos ensangrentados. Ya es Halloween. Y. Atención. Lo. He. Dicho. Me voy. Por eso escribo largo. Por eso pienso en largo. Porque morir en el día de los muertos no es redundante. Porque hace un año me enamoré de Chico Pacman en secreto mientras bebíamos vodka verde y fumábamos dorados antes de hacerle un sinpa al futuro. Al único futuro. Antes de marcharnos con las miradas bajas por no poder consumar esa sangre secreta en nuestros propios cuerpo
(
Qué daría por ver su cara?/ Daría mi vida —naturalmente— / ¡pero eso no es bastante! O bien: Sería más fácil fallecer —con tu tierra a la vista— que conquistar—mi azul península—perecer de deleite. O también Del vacío al vacío—un desencaminado camino llevé a mis mecánicos pies.
Emily Dickison
)
Busco a Dickison en Literatura Norteamericana y encuentro a su lado a Eve Ensler. Descubro sus Monólogos de la vagina, aparto a Emily y con curiosidad leo: Vagina. Ya está, lo he dicho. Vagina… he vuelto a decirlo una y otra vez durante los últimos tres años. O bien: si tu vagina se vistiera, qué ropa se pondría. O también: Yo lo llamo coño, lo he reivindicado: Coño. Realmente me gusta. Coño. Escuchadlo. Coño. Ce, ce. Ce de caverna, de crepitar, de clítoris, de caricia, de cuca, de calidez […] Eve y Emily, a mi lado. Emily y Eve. Eve, Emily y Almudena Guzmán. Vete a la Mierda Hunter S. Thompson. Eso es todo lo que he hecho esta mañana por no estar tú aquí. Vete a la Mierda con mi sangre. Porque este fin de semana me voy. Miedo y asco. Me voy en mi nave marciana. Me voy. Me voy. Y no me veréis.
*Nota a pie de página Cinq Diamants:
presione
con el dedo
el trazo
infinito
de
mi pecho

28 octubre 2009

Lambrusco blanco (o Deseando el fin de semana).

Para facilitar luego las cosas, Shahid abrió el precinto de una caja de condones. Había pasado la tarde en la biblioteca, corrigiendo el primer borrador del artículo para pasarlo al ordenador al llegar a casa. Acababa de caer la tarde y había oscurecido. Se oía ruido en la calle. Echó las cortinas y puso más fuerte la estufa de gas. Después de trabajar con empeño y aclararse las ideas, podía disfrutar de aquella parte del día, apagar algunas luces y escuchar Dancing in the Dark mientras decidía si ponerse los vaqueros negros, los azules o los rojos. Ante él se abría la promesa del amor y de la noche: toda la noche.

Kureishi

+tomorrow

25 octubre 2009

Tiempo.


De todas las horas que he esperado aquí o allá, el minuto de las gaviotas parece único. ¿De qué pájaro se trata? ¿Por qué lo envidio? ¿Puedo aplicar el término manada, el término orquesta, el término cielo: ejército aviar, aquí, mientras te espero? ¿Hay gaviotas en Madriz? ¿Hay mar? ¿Por qué las veo? Y no me refiero al pájaro franquista, ni al pollo asado de los domingos, ni al símbolo conservador que temo. Eso no me interesa aquí ni allá. De eso no hablo aquí ni allá. Nada de política ahora, cuando las nubes son una bandada de estrellas naranjas. Aquí y ahora eres tú el protagonista. Cuántas horas, cuántos cigarros, cuantos soles helados quedan. Querido gorrión. Mi amada ha muerto. Lost in the House of Valparaíso. Querido gorrión. No llores. Mi amada ha muerto. Querido gorrión, querido gorrión, no tergiverses las palabras de Catulo. No tatúes las cenizas en tu boca. Querido gorrión, ¿bajo qué forma naciste? Y no me refiero al poema, no me refiero a la filosofía, ni al arte; sí al espacio y a la vida de todas las horas en las que no te tengo, en las que te espero (calle Caleruega, Atocha, Filología B), en las que leo, en las que Kureishi, en las que Tim Harford, en las que Vicente Luis Mora, en las que Tiempo: Me gusta la poesía/ porque sitúa un ser/ en el espacio/ Respeto la filosofía/ porque coloca un pensamiento/ en el desierto del sinsentido/ Adoro el arte/ porque hace del espacio/ un ser vivo/ Me gusta la vida/ porque enseña/ a morir/ con dignidad”.

17 septiembre 2009

Septiembre o Los primeros cubatas de la tarde.


Me aburro. Maldita Madriz. Atasco en Avenida de América. Llueve mucho. Los coches se vuelven locos con tanta gota –serán los conductores los que se vuelven locos, me corrige Eliana. En el mp3 suena Painted by numbers. Me aburro. Leo Circular y encuentro una cita de Barthes. La ciudad es un discurso. Dice VLM que dice Barthes. La ciudad es un discurso de violencia. La ciudad es un discurso mecánico. La ciudad es un eructo gris. Maldita Villa. Maldita Idiota. Subrayo el libro. La ciudad es un discurso de tedio.

06 septiembre 2009

Sobre la caligrafía del alma.



Ayer pude advertir que los días en que la letra se me desarregla coinciden con un notable incremento de la cantidad de cigarrillos que fumo; conclusión, la mala letra se debe a la ansiedad.

Mario Levrero


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