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03 marzo 2016

El dedo.


«De noche, sola, desposo la cama./ Dedo a dedo, ahora es mía. Anne Sexton escribe estos versos en homenaje a su cama vacía, donde sola goza más que nadie. Betty Dodson da un cursillo avanzado de masturbación a mujeres de cincuenta años que jamás se han mirado la vulva en un espejo. Amarna Miller finge un orgasmo retorciéndose delante de una cámara. Un doctor del siglo XIX receta masajes pélvicos a su paciente enferma de una profunda histeria. Miles de mujeres embarazadas escriben en el buscador de Google si estimularse el clítoris podría ser peligroso para sus fetos. Y Luna Miguel, con apenas 8 años, descubre un dibujo pornográfico que cambiará su vida para siempre, y que mucho tiempo después le llevará a escribir una historia personal del autoplacer femenino.

Escrito en una intersección entre el periodismo, la divulgación, el género confesional y la ficción, y enunciado con una voz cálida, sosegada e hipnotizante, El dedo constituye una historia íntima de lo que durante demasiado tiempo ha constituido un auténtico tabú cultural: la masturbación de la mujer. O como dice la autora: «no se trata sólo de algo sexual; la masturbación es también una meditación sobre el amor en solitario. Una constelación de sensaciones. Un espacio propio en el que refugiarse.»

El dedo. Breves apuntes sobre la masturbación femenina, es mi nuevo libro, editado en la colección digital de Capitán Swing. A través de artículos, entrevistas, confesiones, ficciones y ensayos, abordo este tema con cariño. 
Muy pronto podréis encontrarlo en www.capitanswing.com

¡Ojalá os guste!

11 diciembre 2013

Mis diez libros favoritos de 2013, y algo más.

Aún quedan días para que acabe el año, pero yo estoy deseando cambiar de fecha desde hace mucho tiempo. 2013 ha estado lleno de buenas noticias (los viajes a Londres y Sibiu, la mejor salud de mi madre, el nacimiento de Grétel, las cenas en casa de Mai, la llegada de Yummy a casa, la publicación  y segunda edición de La tumba del marinero, el nuevo trabajo de Ibrah, el éxito de VOMIT, la participación en la nueva edición de Cartas de cumpleaños, haber dejado de fumar, lo que aprendí junto a Silvia Querini, las cervezas con Sylvia & Ted, el trabajo junto a Jacob, Jesús y Marisa, la meditación, mis libros nuevos de cocina, la publicación en China, la publicación en Argentina, Orange is the new black, la colección de botellas de vino bonitas anunciado un año lleno de noches especiales con Ibrah, con quien pronto cumpliré cinco años de relación, el nuevo tatuaje hecho por Leticia, el Oddland, etcétera). Pero también de cosas malas (la hospitalización eterna de mi abuela, la muerte de Drac, la enfermedad de Delhi, mi desencanto intermitente con el mundillo literario, la cancelación del viaje a Nueva York -hasta nuevo aviso, quizá febrero-, la confirmación de que mis manchas en la piel seguirán creciendo, y creciendo, y creciendo, haberme cortado el pelo -echo de menos la melena-, no haber pisado Madrid en seis meses, el robo en la calle Elisabeths, la falta de dinero en momentos terribles, el agobio a la hora de no poder llevar a cabo proyectos bonitos, el no haber podido casarnos todavía, el anónimo a quien tuve que denunciar a la Policía, etcétera).

Aún quedan días para que se acabe el año, decía, pero me apetece compartir ya con todos vosotros las que creo que han sido mis lecturas preferidas de entre lo publicado en 2013, no sólo en España, sino también de entre las novedades editoriales que he podido leer del extranjero. Y bien:

1. La trama nupcial, de Jeffrey Eugenides (Anagrama): 
2. Poesía completa, de Anne Sexton (Linteo)
4. Taipei, de Tao Lin (Vintage)
5. Divorcio en el aire, de Gonzalo Torné (Literatura Mondadori)
6. ¿Cómo debería ser una persona?, de Sheila Heti (Alpha Decay)
7. [Imperia], de Daniela Camacho (El perro y la rana)
8. La materia oscura, de Florian Werner (Tusquets)
9. La colmena, de Charles Burns (Reservoir Books)
10. Alone with other people, de Gabby Bess (CCM)

Libros, todos, repletos de amor, de dudas, de enfermedad, de vísceras, de sexo, de juventud, de lucha por la vida, de drogas, de mucho futuro. Libros que han destacado un lugar importante en mi corazón y en mi imaginario, y que me han ayudado a escribir, a tener ideas y a compartir. Aunque esos son los diez más importantes para mí, me dejo otros tantos en el tintero que no quisiera dejar de mencionar: Comí, de Martín Caparrós, Mi vida sin Julio Verne, de Sonia Fides, Virus tropical, de Power Paola, Ebrio de enfermedad, de Anatole Broyard, Así es como la pierdes, de Junot Díaz, o Mi vida querida, de Alice Munro. 

Y más allá, mucho más allá de las novedades, sé que este año no hubiera sido lo mismo sin tres libros, o más bien, tres figuras de la poesía que me han acompañado y arañado prácticamente cada día: Max Blecher (desde que Nerea me lo regalara hasta que Vlad, Catalina y Rita me lo recitaran en Sibiu), Joyce Mansour (la madre de mis estómagos) y por supuesto el gran Gary Snyder (maestro, en todos los sentidos, él me ayuda a liberar mi mente, a vaciar mi mente, a limpiar mi mente hasta que ya no queda mente, sólo aire).

Eso es todo por el momento. Gracias, Max. Gracias, Instagram. Gracias, restaurantes veganos. Gracias, Miley Cirus. Gracias, Sylvia. Gracias, lectores. Gracias, Kölch. Gracias, Walter White. 

Seguimos por aquí. 

23 noviembre 2013

Dos mujeres: Sylvia Plath y María Ramos


Querida María,

te escribo a propósito del libro de Plath. Ya sabes, por lo del concurso. Como te comenté, hablé con Diego Moreno y convenimos en que quizá desde mi blog podríamos lanzar una especie de sorteo de ejemplares de este libro magnífico. Le dará un empujón (aunque no le hace falta, ya veo que está todo el día en prensa y entre las listas de más vendidos) y además nos permitirá a nosotras charlar un rato en este espacio. Ya que entran tantos lectores, ¿por qué no aprovecharlo? ¿Por qué no reivindicar ese texto por el que tanto llevas luchando?

Cuando me hablaste por primera vez de tu proyecto pensé que estabas loca. ¿Quién va a querer reeditar a Plath hoy en día, tal y como están las cosas? O peor: ¿quién va a querer comprarse un libro de Plath si “todas la hemos leído”? ¿Si ya es un icono de esos que no hace falta leer porque su historia ha superado a cualquiera de sus versos? Pero luego me pareció que seguías estando loca. Loca de cordura y de atrevimiento. Conoces muy bien a la autora. Conoces muy bien su literatura. Conoces muy bien todo lo que la rodea y sólo tú podrías volver a entregarnos su voz, así, tan antigua y a la vez tan nueva.


Y qué suerte de edición, la de Nórdica. Soy muy fan. Ya lo sabes. Así que te felicito y te lo agradezco por partes iguales. Me ha encantado estar cerca de ti en esto. Entre la reedición de Cartas de cumpleaños, el pasado junio en Lumen, y la publicación de Tres mujeres, tengo una grata sensación de “victoria”. La poesía y las ediciones bien hechas han ganado. Qué de puta madre.

Pero bueno, a lo que iba. Como también te dije, me apetece mandarte algunas preguntas. Puedes responder como quieras. O no responder. O contarme lo que te apetezca. Mi blog es tu blog y mi casa es tu casa:

Por ejemplo, ¿en qué momento decidiste lanzarte a recuperar este poema de Sylvia Plath y tomarte el duro trabajo de traducirlo sin la certeza de encontrar editor? ¿Y por qué “Tres mujeres”? ¿Qué tiene este texto que no tengan los otros de Plath? La gente dice que la obra de esta poeta ha sido mal traducida, y bastante maltratada no sólo en nuestro país, sino en muchas traducciones alrededor del mundo, ¿qué opinas en este sentido? ¿Cuáles son los libros de Plath, traducciones o no, que recomiendas tener en la biblioteca? ¿Qué te parece la poesía de Ted Hughes? ¿No te da la impresión de que últimamente su figura está mucho menos castigada socialmente que antes? ¿Te animarás a traducir más cosas de Plath, o de Hughes, o de algún otro poeta? Por último, ¿qué más proyectos literarios tienes entre manos, si es que se pueden contar?

Eso es todo por el momento. Espero tu respuesta.

Un besazo para ti y para tu niña,

Luna.


* * * * *

Mi querida Luna,

el sorteo y la entrevista que propones significan mucho para mí y cuentan con todo mi apoyo y toda mi emoción. Suponen abrirle la puerta a la intimidad de la que nació el proyecto, localizando sus orígenes y cerrando debidamente el círculo. No podría pedir más.

“Tres mujeres”, tal y como dices, ha sido recibido con los brazos abiertos. Más de lo que yo misma esperaba. La verdad es que esta edición, bilingüe y hermosamente ilustrada, ha conseguido recuperar el texto de una forma muy especial, muy viva.

¿Sabes? Me hace mucha gracia que me llames loca. Muy loca. Yo no lo sabía, pero así era. Una locura, empezar la casa por el tejado y buscar el suelo firme al final.

Aunque, en realidad, la ocurrencia de redescubrir a Sylvia Plath nunca fue del todo descabellada. En el año del cincuenta aniversario de su muerte, ¿cómo no iba a volar esta idea en la cabeza de alguien?

Lo verdaderamente extraño es que hasta ahora nadie se hubiese parado a editar “Tres mujeres” aisladamente, liberado de las voluminosas antologías en las que suele encontrarse (total o parcialmente) este duro y hermoso poema.


Extraño. Tan extraño como que apenas un par de meses antes de esta simbólica fecha yo acabara de terminar mi traducción, ajena a estos datos y movida por intereses completamente personales.

Me gusta pensar que todo ha salido tan bien porque así debía ser.

(La mano del ángel Plath, ordenando el tiempo y los acontecimientos.)

*

Luna, me conoces y seguro que no te cuesta situar el origen de mi fijación por este poema junto al momento de mi propia maternidad.

(Veintiún años, un bebé creciendo en mi vientre y una perfecta obsesión por encontrar libros escritos en primera persona por mujeres que fueron jóvenes madres y utilizaron la escritura para intentar sobrevivir.)

Y qué poca literatura, ésta.

Qué escasa.

Como si la mayor expresión de la sexualidad femenina acabase siendo un acto castrante, a nivel de desarrollo personal.

(Si tienes alguna recomendación de este tipo me encantará recibirla.)

*

Tras mucho buscar, finalmente, hace aproximadamente dos años, sucedió. Descubrí algunos fragmentos de “Tres mujeres” en Internet. Y fue un auténtico flechazo.

Nacimiento y muerte, amor y guerra, naturaleza y civilización, mitología y humanidad.

Nada quedaba fuera en este extenso poema.

Era justo lo que buscaba, pero las traducciones que encontré no terminaron de convencerme. Las palabras rechinaban, se retorcían, tropezaban (¿lo notas, también tu?). Se permitían demasiadas manipulaciones, demasiadas adulteraciones, libertades delicadas, indebidas, pienso yo, cuando se trata de traducir a Plath.

Sylvia Plath, que diseccionaba durante días el sonido y significado de cada una de las palabras que forman sus poemas. La medida de cada verso, de cada estrofa. Todo.

Fue entonces cuando decidí traducirlo. Por necesidad, para mí. Tranquilamente, durante muchos meses. Me acerqué tanto como pude.

Después vino la casualidad. Y cuando supe que en Febrero de este año se cumplían cincuenta de su, a mi parecer, accidental suicidio, decidí lanzarme a la locura. Buscar editorial.

(Nórdica Libros, diciendo . Diego Moreno, luchando por conseguir unos derechos de autor que parecían imposibles. Anuska y sus bellas imágenes.)

Las cosas encajaron y en apenas un mes el libro estaba en la calle.

*

Personalmente creo que la importancia de este libro en la trayectoria de Plath se debe a dos razones.

Por un lado, como sabes, el hecho de que “Tres mujeres” fuese un poema pensado para ser leído en la radio hizo que Plath lo escribiese, tal y como a ella le gustaba decir, pronunciándolo “en voz alta”. Este imprevisto ejercicio supuso un punto de inflexión en su técnica y desde entonces aplicó el procedimiento a sus nuevos trabajos, consiguiendo, por fin, la clave del estilo propio que tanto anhelaba.

Por otro lado, la habilidad con la que consiguió ahondar en cada una de las tres voces marca una cima en su capacidad creadora. La división del texto en personajes le permitió expresar sus contradicciones, magistralmente, cuestionándose a sí misma y al mundo entero. Desplegando toda la mordacidad y todos los temores que la sociedad de su época le instaba a reprimir.

(Disección de los valores sociales a través del acto, tierno y monstruoso, de traer vidas al mundo.)

Qué grande. Qué brillante.

*

Si tuviese que recomendar otro libro de Plath sería, sin duda, su “Ariel” (en la acertada edición de Hiperión, bilingüe y bien traducida).

Los poemas de "Ariel" fueron escritos, en su mayoría, tras separarse de Ted Hughes y teniendo que cuidar a sus dos hijos, Frieda y Nicholas, sin apenas ayuda. A pesar de las dificultades económicas y psicológicas que Plath atravesó en esos momentos logró, no solo encontrar la disciplina y el tiempo necesarios para dedicarse a la escritura, sino también independizarse de los consejos y la supervisión de Hughes, recuperando su libertad temática y expresiva. .

Que escribiese sus mejores poemas en estas circunstancias es algo admirable y dice mucho a favor de su naturaleza escritora.

*

Me preguntas por Ted y yo sólo tengo palabras de respeto. Fue un escritor inmenso (considero “Cuervo” su obra maestra) y las vicisitudes que tuvo con las mujeres no deberían ser excusas para crearle detractores ni defensores.

Que tu marido te deje por otra, o viceversa, que un matrimonio con hijos se rompa violentamente, son acontecimientos demasiado habituales como para estigmatizarle por ello.

Creo que Sylvia fue víctima de las exigencias de su época y de sí misma, más que de Ted. Él siempre salió adelante y me resulta imposible culparle. No lo haré.

(¿Te puedes creer que aún no tengo “Cartas de cumpleaños”? Lo leo un poco cada vez que lo encuentro en alguna librería, me atrae como un imán, pero aún no he podido permitirme tenerlo conmigo. Navidad será un buen momento para hacerme con él.)


*

Creo que por ahora no es necesario seguir traduciendo a Sylvia. Con “Tres mujeres”, su “Campana de cristal” y los libros de Hiperión me parece suficiente.

En cuanto a mí en este momento tengo un nuevo proyecto de traducción entre manos, aunque muy verde todavía. Un texto olvidado y difícil. Un escritor inédito del que aún no puedo decir más.

(Una vez más empiezo la casa por el tejado. Creo que no puede ser de otro modo conmigo.)

De mi propia cosecha tengo un par de trabajos a punto de cerrarse y un proyecto de antología que me gustaría sacar adelante a lo largo de 2014. Todo es cuestión de tiempo.

(Ya te contaré. Creo que puede gustarte.)

*

Para mí también ha sido muy muy agradable y reconfortante tenerte al otro lado en este proceso. Contar con tu apoyo incluso desde antes de encontrar el suelo firme de Nórdica. Sin tu ayuda en las correcciones, sin el resto del equipo, sin cada uno de los lectores, este libro no estaría donde está.

(¿Sabes? Con frecuencia me pregunto qué pensaría Plath de todo esto, de mi traducción, de esta edición. De todo.)

(Después de haber sentido el peso de su mirada sobre mí, tantas noches… ¿qué opinaría ella desde su incansable perfeccionismo?)

(Hoy tendría 81 años.)

*

Tengo la impresión de haberme explayado demasiado y la certeza de haber tardado muchos días en responder. Realmente no he sentido esta entrevista como tal y me he permitido esperar al estado mental adecuado, escribirte desde la calma y la amistad. Espero que todo haya quedado dentro de unos límites tolerables.


Te doy las gracias, Luna.

(Ojalá llevemos el libro a Barcelona y podamos brindar por él y hablar en persona.)

¡Adelante con el concurso!

Un abrazo enorme,

M

26 julio 2013

Seal of approval: mis libros preferidos del primer semestre de 2013 y por qué deberíais leerlos.



Se acaba julio y parece que los lectores, los adictos y los coleccionistas de libros ya tenemos todos nuestros sentidos puestos en lo que será la alocada y nerviosa rentrée. Los grandes títulos del horizonte me llevan entonces a acordarme y a querer ordenar aquellos más me han gustado hasta la fecha, publicados dentro y fuera de España, y que más abajo señalo (el orden es aleatorio), reivindico y recomiendo:

-La trama nupcial, de Jeffrey Eugenides (Anagrama), por ser un retrato fiel del amor post-universitario, de las relaciones complicadísimas y de la locura. La mejor novela del año hasta la fecha.
-Un cuarto propio, de Virginia Woolf (Lumen), por ser una edición tan cuidada de uno de esos libros que a todos nos "cambiaron la vida".
-Poesía completa, de Anne Sexton (Linteo), por ser la primera vez que podemos leer a Anne Sexton de principio a fin. Una batalla ganada. Un volumen esencial en toda biblioteca.
-Así es como la pierdes, de Junot Díaz (Literatura Mondadori), por ser tan divertida, cruda y real. Por ser tan masculina y al mismo tiempo tan crítica con la masculinidad más desagradable.
-Como el ciervo huiste, de Iago Fernández (Delirio), por ser Iago Fernández el único narrador interesante, potente y prometedor nacido a partir de 1990 en este país. 
-Taipei, de Tao Lin (Vintage), por ser la mejor novela de uno de los autores más importantes de mi generación a nivel internacional.
-Todo ajeno, de Natalia Litvinova (Vaso Roto), por ser la gota que colma el vaso de la belleza poética que genera la autora. Y porque la fuerza de su voz ya es un hecho más allá de sus fronteras. 
-Una rubia imponente, de Dorothy Parker (Nórdica), por ser el libro que nos enseñó a ser mujeres más fuertes y más listas. Y porque la edición de Nórdica es una pasada.
-Alone with other people, de Gabby Bess (CCM), por ser una de las autoras que más me interesan del panorama de la Alt Lit. Su poesía es diferente, madura, feminista, social. 
-Virus tropical, de Power Paola (Reservoir Books), por ser tan real, tan loca. Gracias a ella afiancé mi interés por el cómic.
-La materia oscura, de Florian Werner (Tusquets), por ser uno de los ensayos más divertidos e instructivos (sí, sobre la mierda) que he leído en mi vida. 
-Cómo debería ser una persona, de Sheila Heti (Alpha Decay), por ser una lección de amistad, un artefacto narrativo tan original y una confirmación de la autora como uno de los valores más atractivos de la narrativa en inglés. 

***

01 junio 2013

Los 5 libros de poesía que te vas a comprar en la #FLM13 (y algo más).

Teniendo en cuenta el poco espacio que suelen dedicar los suplementos culturales en papel o las revistas online a la poesía, no me sorprende encontrarme con que en sus innumerables y largas listas de recomendaciones para la Feria del Libro de Madrid este género pase completamente desapercibido.

Por este motivo (y aunque hace un par de días escribí este post para Barcelonés), he decidido elaborar mi propia lista con 5 nombres/novedades editoriales que considero absolutamente necesarios. 

*Dos libracos IMPRESCINDIBLES:

1. Poesía completa, de Anne Sexton (Linteo)
2. Cartas de cumpleaños, de Ted Hughes (Lumen)

*Tres jóvenes carreras para seguir de cerca:

3. No sé por qué, de Andrés Neuman (Pre-Textos)
4. La orientación de las hormigas, de Cristian Alcaraz (Renacimiento)
5. Tras la luz, de José Ignacio Montoto (La Garúa)


*Y por último, mis tres cuentas pendientes:
-Zurita, de Raúl Zurita (Delirio)
-Todo ajeno, de Natalia Litvinova (Vaso Roto)
-En la avanzada juventud, de Gioconda Belli (Visor)


Nos vemos en la Feria.

18 abril 2013

910 páginas de Anne Sexton.


Muerte,
necesito mi pequeña adicción a ti,
necesito esa vocecita que,
hasta cuando asciendo desde el mar,
toda una mujer, completa,
dice mátame, mátame. 
Anne Sexton

No podríamos dejar de escribir la palabra sangre, porque es lo que nos llena. No podríamos dejar la carne ni tampoco el hueso. Y qué decir de las princesas, todas tan pálidas, como el interior de una canica que rueda en tu garganta. Otra vez otra vez otra vez me estás hablando de tumbas. El peso de las piernas, tus ojos grandes quieren cerrarse, dijiste adiós Sylvia adiós Mamá, ¿quién se despedirá de mí? No podríamos dejar de escribir la palabra muerte, porque es lo que nos llena.

10 enero 2013

El mito de Anna Ajmátova.


Se diría que Anna Ajmátova creó su propio mito
Olvido García Valdés 
en la introducción de El canto y la ceniza

Y se diría que Sylvia Plath creó su propio mito. Se diría que Marianne Moore creó su propio mito. Se diría que Virginia Woolf creó su propio mito. Se diría que Alejandra Pizarnik creó su propio mito. Se diría que Anne Sexton creó su propio mito. Se diría que Ingeborg Bachmman creó su propio mito. Se creyó que diría mito. Se dijo que Anna Ajmátova olvidó su propio, creo. Se mitó, se mutó, se puto dijo ceniza. Típicos nombres propios tópicos femeninos. Se diría que Anna Ajmátova. Digo. Escribo. Su prosa.
Recomiendo,
(desde el 21 de enero en todas sus librerías).

14 junio 2012

"La otra" como género literario: un poco de educación sentimental.

1. "Todos conocéis la historia de la otra mujer" es el título de un poema de Anne Sexton. La otra es ella. O la otra es otra. O ser la otra es ser una misma. Reconocerse no en los ojos. Reconocerse en el agujero caliente: todos conocéis la historia del otro agujero (se me ocurre).

2. Pero no hay más hombre para mí... dice Kolmar. Todos se han hundido a mi paso, como un riachuelo que la tierra se bebió

3. El poema de Tsvétaieva. ¿Os he hablado de ese poema? Sí, os he hablado. Ese poema es quizá El poema. No lo sé. Quizá. Quizá por él me dejo llevar. Quizá este poema conforme el 100% de mi educación sentimental. No sé. Este es El poema: 

¿Cómo te va la vida con otra?
Más fácil, ¿verdad? Golpe de remo. ¿Cuándo -¿pronto?- por un puente seguro se alejó de ti el recuerdo

de mí, una isla que flota?
(En el cielo, no en el agua.) Almas. No amantes,
sino hermanas son nuestras almas.

¿Cómo te va junto a una simple mujer? ¿Sin divinidad alguna? Tras haber derrocado a tu reina (tú mismo privado del trono),

¿cómo vives?, ¿te preocupas?,
¿te enfadas? ¿Cómo estás allevantarte? Con ésa que te ha atado al cuello
su tributo inmortal, el tedio, ¿cómo te va,

pobrecito mío? "-Estoy harto de convulsiones, de dolor: voy a agenciarme un hogar." ¿Cómo te va con cualquiera,
a ti, que fuiste elegido por mí?

¿Es la comida más comestible?
y si te cansa, mala suerte.
¿Cómo puedes vivir con un idolillo, tú, digno antes del Sinaí?

¿Cómo vives con ésa, tan distinta a nosotros? ¿Una extranjera, costilla de tu pecho?
¿ La vergüenza, ese azote de Zeus,
aún no te ha herido la frente?

¿Cómo te va la vida? ¿Estás sano? Y las musas, ¿te llaman aún a veces? Y la dicha,
¿se hace ver? ¿Alguna vez? ¿Y esa llaga inmortal -la conciencia- qué, mi pobre?

¿Cómo vives con un producto
del mercado? ¿Pesa mucho?
Tras el mármol de Carrara,
¿cómo te va con una prótesis de yeso?

Del mismo bloque tallamos a Dios, para romperIo acto seguido.
¿ Va bien una cienmilésima,
para ti, que conociste a Lilit?

¿ Estás ya harto de esa mercadería novedosa? Cansado de mi magia, ¿cómo te va con una mujer terrestre que carece de sextos

sentidos?
Venga, con franqueza, ¿sois felices? ¿No? ¿Cómo se vive en un abismo sin profundidad amor mío? Cuesta, ¿verdad?
¿Te cuesta tanto como a mí con otro?

4. Un momento... un momento, que voy a respirar...

5. "La otra" es un poema de Sylvia Plath. El otro día me pasó que abrí su Poesía completa y allí lo encontré. Pero es que abrí el libro por otra página y había "otra". Pero es que siempre. Siempre. Por cualquier página había "otra". ¿Su yo atormentado? ¿La amante de Ted? ¿Su fantasma? ¿La otra es Sylvia Plath? Cuántos fantasmas. 

6. Pienso en los poemas sobre los celos de Amalia Bautista, evocan crueldad.

7. Pienso en un género que no es otra cosa sino El género. (Existe El género, El poema, existe todo eso...).

8. No es cursi la poesía femenina. Los nombres que cito son tópicos sí. Pero no es tópica la poesía femenina si es que existe y si es que es femenina. No las leemos porque sean suicidas. Odio la superficialidad de los ojos que a veces las miran.

9. Los celos son un tema recurrente en la literatura pero hace dos días leí a Anne Carson. La belleza del marido (Lumen, 2003) posiblemente sea uno de los libros más desgarradores que he leído en bastante tiempo. Esa manera de mezclar lo narrativo y lo lírico, ese modo de entrelazar conversación y pensamiento, esa frialdad a la hora de describir los sentimientos. Los celos pueden provocar resentimiento. No me gusta la poesía excesivamente resentida o quejumbrosa (la creo ridícula), tampoco que gusta la poesía de amor incondicional (el amor pacta condiciones). Por eso asumo La belleza del marido como una parte más de esta pequeña antología que voy creando en mi mente. Por eso me solidarizo con el dolor de lo que leo y me congelo con la pulcritud de la autora a la hora de hablar de sexo. Pensar en "la otra" como una igual. Pensar en "el marido" como una pieza que se desprende inevitablemente. El marido es un niño. El marido es un niño que se va de casa cuando ya ha aprendido suficiente (lo suficiente como para abandonar a una por otra, etc). Carson es una simple espectadora de su propia historia. Sabe medir las distancias. Su educación sentimental es una buena educación sentimental. Sus entrañas recuerdan a las de Marina. Su "tentativa de celos" es mínima. Madura. Suficiente. 

10. Los maridos son como las sirenas clásicas. Los maridos son como el canto de las sirenas. Los maridos son, bajo el agua, la belleza de las sirenas. Los maridos son bellos y por eso los amamos, dice Anne Carson.  Y además nos aconseja, contra todo pronóstico, algo casi imposible. (¿Por qué no intentarlo?). Nos dice:

Este es mi consejo,
retén.

Retén la belleza. 

12 junio 2012

Dos noches sin pijama: puto tren.

Ida y vuelta. Madrid en 24 horas. Quiero aprobar esta asignatura tediosa del demonio y la vida será mejor. Madrid en 24 horas. 70 euros acumulados dentro dentro dentro de dónde. Leer a Anne Carson en La belleza del marido y darse cuenta de que hay un género literario fantástico latente entre las mujeres del verso (el género de "La Otra"): Anne Carson, por supuesto, Sylvia Plath, Anne Sexton, Marina Tsvetáieva. El maldito sexo de los hombres, que diría Maite Dono. El maldito sexo de los hombres porque su poesía es la del animal abandonado, frío y casi nada celoso: irremediable decisión la de esos tontos. Tontísimos. Abismo/profundidad. Ida y vuelta. Estaré sola 24 horas y os hablaré del coste de oportunidades: ellas renunciaron al hombre, pero aceptaron la poesía. Y ni siquiera eso. No. Renunciaron al hombre y aceptaron la brillantez. Sí. Eso sí. La brillantez. 

18 diciembre 2010

Mis otros 10, de 1990 a 2010: la vida pasa más rápido de lo que una quiere y el amor sigue siendo extraño al recordarlo.



*Advertencia: muchos de vosotros
ya habéis leído esto que enlazo;  este texto
podría considerarse una ampliación
llena de contradicciones y  tonterías.

Me gusta hacer listas. Siempre, a final de año, hago listas. Cuando tenía doce años hacía las listas de los chicos más guapos con los que me quería enrollar en 2003. O la lista de mis discos de música preferidos, siempre encabezadas por los Red Hot Chili Peppers. Cuando vivía con mis padres en Almería, con la familia Gioanni en Niza o con mi abuela en Alcalá de Henares mis estanterías siempre se dividían por listas. Una balda para mis libros preferidos (que podía sufrir modificaciones según fuera leyendo libros mejores) y otra para el resto de los libros, ordenados, también por editorial. Soy muy maniática. Sí. Por eso he decidido hacer otra lista; cumpliéndose veinte años y pocos días de mi nacimiento voy hacer una lista de los mejores libros que he leído entre 1990 y 2010. Y cuando digo mejores me refiero a los que más me han influido, gustado o cambiado en mi trayectoria de lectora o autora. Comenzamos:

1. Lobito aprende a ser malo, Ian Whybrow, SM (El Barco de Vapor, Colección Azul). Este es posiblemente uno de los mejores libros que he leído en mi vida. Creo que mis padre me lo compraron en la Picasso en mi primer año en Almería. Lo leí en 1996 o en 1997, no recuerdo. Lo llevé conmigo mucho tiempo. Me reí tanto, disfruté tanto, lo amé tanto. Las historias que le ocurrían a Lobito eran geniales y la forma de contar las aventuras (era una novela epistolar) me pareció muy original en ese momento, pues hasta entonces sólo había leído libros infantiles tontos y sin sentido (o eso me parecía a mí). Lobito mola. Lo recomiendo.

2. Rimas de luna, Antonio Ródenas y Asun Balzola (ilustradora), SM (El Barco de Vapor, Colección Piratas). Rimas de luna es mi primer libro de poemas. Me lo regalaron, no recuerdo quién, posiblemente por su nombre. Era un libro para Luna, ¡cómo no! Recitaba sus poemillas de amor por todas partes. Era cursi. Muy cursi. Era genial.

3. Todo Mafalda, Quino, Lumen. Mafalda era mi Biblia. Lo fue durante años. De los 8 a los 12 cada noche procuraba leer una viñeta. Muchas me las sé de memoria. Yo quería ser Mafalda. Quería ser una niña lista y divertida. Más lista que mis padres. Preocupada por el mundo y la política, etc. De los 8 a los 12 leí muchas cosas. El guardián entre el centeno, El lazarillo de Tormes, Don Quijote de La Mancha, La voz dormida, algún libro de política, algún libro de poesía que no me gustó, algún libro de Ángel Guache... Mafalda era mejor que todo aquello. Mucho mejor. Mafalda era mi Biblia.


4. La senda del perdedor, Charles Bukowski, Anagrama. Mi padre me regaló este libro de Bukowski a los 11 años. Creo que me veía como una especie de niña perdida: acababa de empezar en instituto y me juntaba con niñas calorras, Adriana y Laura, a las que quería mucho. Sin embargo ella salían, se enrollaban con chicos y fumaban. Parece que el remedio contra aquel miedo (el de convertirme en una fumeta pasota y cutre) pasaba por leer a Bukowski. Así fue. Me encerré en mi cuarto, me leí todos los libros de Bukowski, Kerouac, Burroughs, Ginsberg, Céline, Baudelaire y Roger Wolfe que pude y hasta los 13 no hice otra cosa. No salí. No besé a chicos. No fumé. Bukowski fue mi iniciador. Mi protector. Mi mayor y mejor influencia y amante. Gracias a él empecé a devorar libros de verdad. Todos los días, a todas horas. Cambié de amigos, conocí a Naira, a Xío, a Jacinto. Me hice medio punk. Llevaba chapitas y escuchaba Rancid y Eskorbuto. Besé a un par de chicos. Empecé a escribir.

5. Lolita, Vladimir Nabokov, Anagrama. He perdido mi edición de Lolita. Bueno, no la he perdido, la tiene mi primer novio (o segundo, o tercero, según la versión), Jacinto. Era una edición de Anagrama. La primera edición en España. El libro me lo regaló un amigo del que yo estaba enamorada. Un amigo treinta y siete años mayor. Nunca me gustó Lolita. Por eso esa edición se la regalé un año después, con quince, a mi novio Jacinto. Quería que él la guardara. Que él escondiera mi pasado. Mi yo-Lolita enterrado para siempre en la playa de Almería. En aquel tiempo leí mucho a Amélie Nothomb, pues sus novelas también hablaban de niñas mágicas, niñas lolitas, niñas adolescentes y hermosas. Lisa Dierbeck, Lewis Carroll, Bernard Schlink, Jeffrey Eugenides... e incluso algunos de los poemas de Cernuda empapaban mi cuerpo y mi cabeza. Mano de viejo mancha al cuerpo juvenil si intenta acariciarlo. Yo estaba muy enamorada y empecé a escribir mis primeros poemas. Abeja Maya, Sangre, Tu coche rojo (huiremos a Nepal en nuestro coche rojo...). Leonor y Machado como ejemplo a seguir. Lolita Lolita, Lolita. Y el poema, decía, Abeja Maya (noviembre de 2004, a mis trece años y tres días antes de cumplir catorce, muy enamorada de Él):

Abeja Maya

Correr.
Correr por las calles dándome igual lo que piensen.
-que más quieren, soy una niña,
al menos que de me dejen estos tres últimos días para disfrutar…-
Hoy corro, salto, río
(como una loca)
como el águila que vuela en libertad.
Cruzo el paso de cebras de puntillas y con cuidado
recordando mis años de bailarina.
Plectrude y su mirada.
Oh! qué insolencia, mira a esa chica.
-Perdóneme señora, pero soy una niña,
déjeme soñar,
tres días no son mucho.
No guardo las composturas, no.
Soy una nota de piano, comptine d’un autre été.
Sin preocupaciones, pero con cabeza,
porque tú y yo sabemos cuáles son las consecuencias,
y no quiero escribir a ciegas.
Demasiada literatura beat en los bolsillos,
demasiadas paredes,
demasiados disfraces…
Hoy soy una niña con jersey de rayas amarillas,
hoy mis ojos son más azules que nunca, mirando al océano
mientras una voz susurra: en la profundidad
de lo insondable estoy
Cuánta razón,
susurros de otro mundo,
ideas que vienen y van,
poemas compartidos.
Y nervios, como dice el gran Charles:
Cristo bailando folk-rock en mi pecho,
ritmos rápidos y lentos,
según mi distancia hasta el cuello de tu camisa.
¿Temes que alguien endulce tu vida más de lo necesario?
Empalagoso té de coco,
empalagosa colonia de moras,
hipoglucémicas muñecas rapadas al cero.
Y otra vez la calle,
la señora,
la farola,
la niña del jersey de rayas.
Quiero ser niña.
Quiero volar.
No quiero pasar mis últimos días de abeja
entre fracciones sin resolver.
Odio la miel.
De fondo, 
Sarah Vaughan,
y me quedan tres días.

(Almería, 3 de noviembre, 2004)

Lolita se resume en este texto: las letras de Fangoria intercaladas. Yann Tiersen. Las referencias a mis seis años de bailarina y su relación con el personaje de Plectrude en Amélie Nothomb, Sarah Vaughan en la radio de la habitación de mis padres. La diabetes aún reciente en mis venas. Tres días antes de cumplir catorce años. La literatura beat. Las referencias al cuello de la camisa de aquel hombre al que yo amaba. Aún virgen. Muy virgen e ingenua. Muy puta Lolita.


6. 99 poemas José Ángel Valente, Alianza. En 2005 empezó mi fiebre Valentiana. Incluso gané un premio (el de La sombra del membrillo) con un poema dedicado a Valente. Valente vivió en Almería y según mis padres hemos coincidido con él en más de un evento en la ciudad. Me cago en dios, pensé. ¿Qué coño estaba haciendo yo a los 6 años que no leía a Valente? Puto Lobito, puto Barco de Vapor. Si a esa edad yo hubiera conocido a Valente podría haberle dicho: señor José Ángel. No tiene ni idea de cuánto me gustan sus poemas. ¿Sabe que sé recitar Serán ceniza de memoria? Mire: cruzo un desierto y su secreta desolaciónsinnombreelcorazóntienelasequedaddelapiedraylossestallidos... nocturnosdesumateriaodesunadahayunaluzremotasinembargoyséquenoestoysolo... aunquedespuésdetantoytantonohayaniunpensamientocapazcontralamuertenoestoysolo...
tocoestamanoalfinquecompartemividayenellameconfirmoytientocuantoamololevantohaciaelcielo... yaunqueseacenicaloproclamo,CENIZA,aunqueseacenizacuantotengohastaahora. Cuanto se me ha tendido, a modo de esperanza. Y entonces el pobre José Ángel Valente hubiera dicho: llevaos de aquí a esta niña repelente, por favor. Y yo sería feliz. Muy feliz. Si al menos pudiera recordar su voz. Si al menos pudiera recordar ese recital de El Aula de Poesía de Almería en el que se supone que yo vi su rostro, sus gafas gruesas, sus manos de poeta... empezó una larga carrera. Una dura carrera Valentiana. Empezó mi desolación sin nombre. Y el desierto.

7.  El libro de Monelle, Marcel Schwob, Hiperión. 2006 y 2007 fueron mi Niza. Nueve meses pasé en la ciudad de la Costa Azul y allí tuve un amante francés y judío que me trató muy mal. Recuerdo que en aquel tiempo yo leía poetas franceses que me aburrían mucho. También leí clásicos que nos obligaban a comprender en el maravilloso Lycée Masséna donde estudiaba. Escuchaba My Dying Bride y Noir Désir. Me hubiera gustado hacerme gótica pero la ropa de H&M era más barata. Antes de ir a Niza mi madre me dejó El libro de Monelle. Menudo descubrimiento, pensé. Menudo puto libro, joder. En Niza lo pasé muy mal y si sobreviví fue gracias a ese libro. Compré una copia en francés y se la regalé a Thomas en diciembre de 2006. Se la regalé un día antes de que nos despidiéramos para siempre (él tenía novia y ahora, por Facebook, sé que van a ser padres). Le regalé una edición preciosa de Le livre de Monelle un día antes de quedarme sin él para siempre. Y entonces nació Síntomas y nacieron la mayor parte de los poemas que este año he publicado en Estar enfermo. Nació Sin-Thomas. Ese juego de palabras estúpido. Esa plaquette. Ese libro estúpido de mis dieciséis años. Leer Monelle me sirvió para deshacerme de Lolita. Lolita era una tonta-pop al lado de la sabia y preciosa Monelle. ¿Quién quiere ser Lolita existiendo Monelle? Cambié mi cuenta de correo de los diez años lunaticams@hotmail.com por lunamonelle@... cambié mi fotolog Luna Haze, por Luna Monelle. Cambié mi vida entera. Mi corazón entero. Ya no era la chica que amaba a los hombres mayores. Ya no era la tontita que escribía sobre abejas y caramelos. ¿Quién era ahora? Aún no lo sabía. ¿Y qué más da? La literatura, entonces, cambió para siempre.

8.  Así habló Zaratustra, Nietzsche, Alianza. En Almería, mucho después, conocí a Pablo el Oxidao. La literatura sólo me ha servido para enamorarme, ahora que lo pienso. Gracias a Pablo escribí muchos poemas. Muchísimos. Gracias a Pablo leí mucha poesía. Mucha filosofía. Recuerdo la lectura que hice de Así habló Zaratustra. Empezábamos a salir y me dejó el libro. No lo leí hasta la navidad, en Madrid. Fue un descubrimiento equiparable al de Monelle, la verdad. Nunca había leído una prosa parecida. Una prosa poética tan pura. Tan fuerte. Un poema largo que se extendía durante tantísimas páginas. Depuré mi poesía hasta tal punto que a los diecisiete sólo escribía aforismos. Trataba de sonar solemne. Trataba de transmitir esa fuerza de Nietzsche. Nunca lo conseguí, claro. Nunca. Devolví el libro a Pablo. Nos quisimos mucho durante mucho tiempo. Todo era poesía. Todo era poesía, y entonces, llegó la prosa. No la de Nietzsche. Llegó la prosa de verdad y todo cambió una vez más.

9. La extracción de la piedra de la locura y otros poemas, Visor Poesía. 2008 fue el año de las poetas muertas. En noviembre cumplí dieciocho años pero ya vivía en Madrid y ya conocía a Ibrahím Berlín. Pablo me regaló a Pizarnik. Quizá ese momento fuera lo último bonito que Pablo y yo vivimos. Esa extraña navidad en la que leí a Alejandra. Un amor acabó. Otro empezó, sin embargo. Ibrahím me dijo: lee a Bolaño. Pizarnik me dijo: lee a las poetas muertas. Y entonces el viento susurraba fragmentos de Foster Wallace y versos de Plath. Y el suicidio bailaba continuamente en mi cabeza. Y Anne Sexton, y Blanca Varela, y Louise Glück, y Anais Nin, y Virginia Woolf. Y escribí, escribí mucho. Los poemas de Alejandra Pizarnik me hicieron sentir muy femenina. Me hicieron sentir que la locura es como un pájaro. Me hicieron comprender mejor las letras de Lhasa. Volví a querer ser Monelle.

10. Los detectives salvajes, Roberto Bolaño, Anagrama. Querido Ibrah: mañana, domingo, es nuestro aniversario (no el oficial) (no el conocido) (sólo el nuestro: secreto y puro) (aquel beso y aquellas drogas y aquella cama en la que en silencio follamos). Querido Ibrah: antes de Foster Wallace tú también eras poeta. Escribías poemas raros rapeados, recuerdo. Y entonces me recordabas a García Madero. García Madero es uno de mis personajes preferidos de la ficción de este mundo. García Madero es una especie de Pleonasmo Chief de otro planeta. Un Pleonasmo aventurero, incómodo, rabioso. Querodo Ibrahím. Mañana se cumplen los dos años de nuestra relación. Todo empezó con Bolaño. A la mierda Wallace. A la mierda, te digo. Porque Lola Font sólo hay una y es esta, que te habla y te adora. La prosa y la poesía de Bolaño son emocionantes. Siempre que escribo pienso en él. Siempre que pienso en la literatura pienso en él. Y en esta lista de 10 libros magníficos él estaría el primero, siempre, porque es brutal.

A Bolaño lo leí en 2009 y desde entonces, en 2010, nada me ha impresionado tanto. Quizá La niña del pelo raro de Foster Wallace, Circus girl, de Maite Dono (en El Gaviero Ediciones), ese poemario que conozco desde que sólo era un manuscrito encuadernado en el almacén de mis padres, o incluso la poesía maravillosa de Dorothea Lasky, el gran descubrimiento de este verano. El año que viene sale a la luz la novela de mi novio. Y sé que también será un antes y un después en mi vida. Su prosa (hasta hoy) ha sido polémica y su forma de pensar pocos la comparten. En su novela soy una de las protagonistas y esto para mí, después de todo lo que os he contado, supondrá convertirme en parte de lo que amo, es decir, en parte de un libro, en parte del papel, en parte de un personaje femenino, hermoso y fuerte que no me merezco. Pero de Fresy Cool ya os hablaré en otra ocasión. Quizá cuando en 2030, si sigo viva, escriba la lista de mis libros preferidos entre 2010 a 2030. Y así de maniática soy. Y por eso hago listas en Spotify. Por eso hago listas de la compra. Listas de nombres para futuros hijos. Listas de cosas inútiles. Listas como poemas. Poemas como listas. Por eso escribo y por eso leo, porque estoy enamorada y si estoy enamorada no me siento tan sola. Creo.

Suena: ay.