Mostrando entradas con la etiqueta Citas. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Citas. Mostrar todas las entradas

05 febrero 2017

Jugo de lulo en Cartagena de Indias.


Si muero 
te invito al sol
alma mía
y no olvides
llevar tu cuerpo
Gonzalo Arango


nunca le he pedido que me coma la polla
en todo caso
he empujado levemente con el borde de mis palmas
la barricada de su omóplato
levemente
sutilmente

nunca he sido demasiado sutil

para qué voy a serlo si me llamo hombre

[...]



(Cartagena de Indias, Colombia, enero 2017. 
Boceto de un nuevo proyecto de escritura 
con título provisional "Un hombre")

28 agosto 2016

Baño en el lago de Sloterpark.

tú sabes muy bien que los poemas siempre tienen razón
Niels Frank

quería que la primera vez que vieras el mar fuera en el sur
más concretamente en el cabo de gata
y más concretamente aún en el arrecife de las sirenas
o en aquella cala hecha de escombros
entre las salinas y la fabriquilla
donde una vez en primavera tuve que lanzar rosas al azul
quería eso y fui egoísta
porque en vez de celebrar tu cuerpo en la arena
de cualquier playa divertida
yo quise llevarte a la de un recuerdo íntimo
mirarte vivo allí donde miré la muerte
y bautizar aquel encuentro
como una casualidad artificial pero memorable
sin embargo
el destino quiso que tus ojos se toparan en agosto
con el agua extranjera del mar del norte
y con el barro de los canales holandeses donde los patos
baten sus alas levantando las mismas gotas
que salpiqué sobre tu tripa
el último día de vacaciones en sloterpark
fue allí donde descubrí que el arrecife
es un lugar que sólo existe en mi cabeza
una imagen hecha de sal y espuma
que lo inunda todo y se parece a tu mirada
da igual la cantidad de veces
que te hubiera imaginado en el mar de los deseos
creo que lo que me libera del miedo y de la muerte
es verte vivo en todos y cada uno de mis paisajes





Ámsterdam, agosto de 2016
después de Volendam y Sloterpark

07 enero 2016

Eres un mamífero.


En la sangre siempre es de noche
Cristina Rivera Garza

Eso es todo lo que sé del cuerpo.
Un concierto.
Una pared hecha de grasa.
Un cordón por donde fluye el azúcar
en exceso
fluye hasta otro cuerpo del que sé
tanto como de esa flor
que se apaga en la terraza
porque es invierno.
Los pechos tiemblan
bolitas de fuego duelen
bolitas de leche vibran
en el diente amarillo del padre.
Eso es todo lo que puedo tocar.
Una voltereta.
Un hipo.
Una contracción.
Una estría en el costado
buganvilla que concede
su voz al frío.

24 noviembre 2015

Cosas que hago sola (2).


                                                                              Escenas aburridas de una baja médica

1. Jornadas de 12 horas hablando con dos gatos y un pequeño bebé que ya revolotea. Qué pensarán. Qué dirán de lo que digo. Qué loca creerán que estoy cuando les canto una canción. 

2. Hoy mi madre cumple 43 años. O cumpliría. O habría cumplido. No sé qué forma verbal se utiliza en estos casos, qué fiesta verbal para celebrarlo.

3. He tomado un té de jazmín con Blanca. Me ha regalado una mamá y un bebé oveja de hilo, unidos por un pequeño cordón rojo y umbilical.

4. Ya peso 4 kilos más. El año pasado a estas horas volaba a México. El año que viene a estas horas cuánto pesaré. 

5. En el libro rojo que leo, Maía Virginia Jaua escribe: somos la huella de una muerte, polvo y cenizas de algo que alguna vez ardió y que volverá arder. Saber eso me tranquiliza.


28 septiembre 2015

La muerte de la polilla (diario de Japón).

Suehiro Maruo

Leyendo las primeras páginas de La débil mental, de Ariana Harwicz, me encontré esto:

Mi cerebro son polillas en un jarro y se ahorcan.

Lo que me recordó que tengo esta pequeña sección de diario-viaje a Japón algo abandonada, aunque ya queda poquito para que vuelva, o para que pueda volver, o para que el diario-viaje de fuera se sincronice con el diario-viaje de dentro, porque dentro hay una rueda que gira y que no me deja tranquila —¿ya nunca me dejará?—. Estoy escribiendo sobre Japón aunque en dos semanas vayamos a Niza y aunque por culpa de la ruedecita que gira y que gira haya tenido que anular el esperado y querido y anhelado regreso a México este octubre. Pero centrémonos: estoy aquí y estoy escribiendo y el diario de Japón va a volver en muy poquito porque aún me estoy peleando con las palabras que allí escribí (pero sobre todo con las que no y ahora trato de recordar). Lo que decía. Leyendo a Harwicz esta mañana en el Hospital me acordé o me recordó o quizá me obligaron a que recordara que tengo que terminar La muerte de la polilla, el diario-viaje de Japón al que sólo le quedan dos partes, pero que podéis leer, por orden, sin salir de aquí:

9. Un poema de Junzaburo en Tokyodo Books (en proceso, creo)
10. Hana (en proceso, creo)

Gracias. 

16 agosto 2015

Estanque de nenúfares en el parque Ueno.

mariposa del jardín
el bebé asombro del vuelo
él otro asombro
Kobayashi Issa



“diferencias entre polilla y mariposa”
el buscador de google me lleva a una galería
de imágenes que dan miedo
“polilla gigante Japón” tecleo otra vez
para adivinar qué es aquello que he visto
muerto entre la maleza del parque Ueno
y su lago repleto de peces naranjas
“las polillas pueden ser bonitas”
escribo desesperada en la habitación del hotel
con el aire acondicionado al máximo
y las piernas en alto mientras tú duermes
“las polillas se parecen a las mariposas”
hemos hecho el amor en silencio
tu sexo se escondía en mí como la libélula
en el nenúfar del estanque esta mañana
“para qué sirve una polilla gigante”
me pregunto y pregunto al mundo
si tocar el agua de Ueno traerá suerte
si pedalear en una barca brillante traerá cariño
si comer fideos sencillos llenará el vientre
si viajar al otro lado del mundo nos dará una lección
allí de donde vengo las polillas son diminutas
se esconden entre la ropa limpia
y sus alas recuerdan a murales de tela antiguos
“qué significa polilla”
“por qué en Tokio hay tantas polillas muertas”
“por qué he venido al otro lado del mundo”
“para qué regresar al hogar si aquí puedo ser feliz
si aquí puedo hacer el amor
si aquí los insectos son hermosos
si aquí aún no entiendo nada y mis ojos brillan”


Ueno Koen, Tokio
27 de julio de 2015 

11 agosto 2015

Templo de lágrimas en Kamakura.

mi corazón humano se lava en la playa
Shuntaro Tanikawa

hemos comido tres bolas de arroz
rellenas de huevas de salmón y semillas pequeñas
huevas y semillas son lo mismo
huevas y semillas y el sabor extraño de un alga
recubriendo la merienda
el cansancio es más grande que el hambre
venimos de caminar entre las vías
para llegar a esta playa donde mi corazón saliva
venimos de poner una vela violeta
y de poner una lágrima
y de poner una moneda a la diosa de la misericordia
qué bonito rezan en Japón
qué bonito respiran
qué bonito lloran en templos de madera
en cuevas donde los dioses tienen mil caras
en montes custodiados por un ejército de budas bebé
a los que en verano riegan con agua pura
y a los que en invierno ponen pequeñas bufandas rojas
como si acaso tuvieran frío
o como si acaso su corazón también pudiera salivar
mi marido mira a los bebés con ojos de agua
yo nado en los suspiros de las mujeres que se agachan
para cantar con esos budas por sus hijos perdidos
mi marido mira a los bebés con boca de agua
yo me toco el ombligo y pido un deseo
mi marido mira a los bebés con sexo de agua
yo miro a una polilla aplastada en la arena de Kamakura
y es la quinta que encuentro en todo el viaje
si le arrancara las alas no daría miedo
su cabeza hueva naranja
su corazón limpio océano
su forma ovalada o frágil me recuerda a ese feto
al que nosotros despedimos en el templo


Templo de Hase-dera, 
Kamakura, Kanagawa
1 de agosto de 2015

19 julio 2015

«A mí, ¿sabéis? me compromete a vivir ser del linaje de las flores»

Hanako Mamiko

Pongo las verdes espigas de trigo
en mi pecho
y las amamanto
Forugh Farrojzad

Y es como si acunara a un niño que ya ha muerto
Maria Mercè Marçal


me compromete a vivir estar viva
el olor a sudor de él
el sabor a sudor de las frutas del verano

me compromete a vivir dar vida
el olor a promesa de él
el sabor a paciencia y veneno del verano 

31 mayo 2015

Esto es lo primero que escribo completamente desnuda.


María Melero
Duele el dolor, te amo. 
Duele, duele. Te amo.
Duele la tierra o uña,
espejo en que estas letras se reflejan.
Vicente Aleixandre

Sé que llega el verano porque bajo la manta mis pies descalzos chocan contra tus pies descalzos y todo es suave. El corazón que hubo en mi vientre fue corazón y no latía, fue vida y no latía, fue nuestro mejor sueño. Hoy me despierto descalza y es casi verano, bajo la manta me rozo contra mí, me restriego contra mí, ya llevo más de quince días sangrando. Sé que llega el verano y hasta que llega escribo desnuda, porque desnudos es como hacemos a los bebés, y así siento cariño, y así estoy contenta, y así todo es más suave. 


19 abril 2015

Un fragmento de algo que, un miedo a.

Alexandra Lavasseur
Nuestra función es ser incomprensibles
Nuestra función es ser
Nuestra función
Inger Christensen

                     
Para Annalisa Marí

Tanto tiempo luchando contra él
y ahora me piden que lo tenga. 
[...]
Si tengo miedo no puedo ser quien soy,
ni quien deseo ser,
ni aquello en lo que merezco convertirme. 

15 abril 2015

No hay milagro más cruel que este.


Mírate. Llevas días sin escribir, aunque en realidad escribes mucho. El amor es un desierto, ¿dónde has leído eso? No lo sabes. Ya no te acuerdas. Mírate. Llevas días mordiéndote las uñas. (Os juro que no intento dar pena, pero no quepo aquí, ni tampoco aquí, ¿me entendéis? Ya no quepo en ningún sitio porque todo es apretadito y tengo escalofríos). Mírate. Llevas días siendo críptica y cruzando los dedos y buscando libros que hablen de ti pero ninguno lo hace. Vas a tener que inventártelo tú. Mírate y escribe. El amor es un desierto. (Os juro que lo he leído en alguna parte y pensé, qué verso más malo). Mírate. Y déjate ya de tonterías. (El glucómetro marca 58. Os juro que todo va a salir bien).

17 enero 2015

De cuando Michael Keaton pega un ridículo graznido en Birdman.


Tallulah Fontaine

Miro cansado el guiño de todos los soles, 
y los cánceres que brotan en mí como azahares bellísimos
Daniela Rey Serrata

estoy comiendo palomitas en un cine mientras mis venas se llenan de pájaros las palomas dan un poco de asco son fieles a su fealdad y picotean con ansia cada grano de maíz creo que en mi estómago se está formando una masa de sal y de burbujas pero al menos siento que ya no hay dolor que no hay nervio que no menstrúo ya no sé lo que es esperar quizá mi cuerpo esté hecho sólo para la espera mi marido acaricia mi mano y yo constantemente busco un motivo para decir ey estoy bien mírame lo bien que estoy procuro beber poco vino tres días de retraso según esta aplicación que me bajé para llevar el recuento exacto y dramático de mis hormonas en Internet alguien me dice qué bonito va a ser no tengas prisa lo cierto es que no tengo nada de prisa no tengo nada de ganas todo se ha ido las ojeras las canas la tripa de comer espelta me pesan y me desaniman hace varios días que no escribo ningún graznido cuando volví de méxico sentía que volaba la rutina es una enfermedad y por eso no lloro estoy comiendo palomitas los dedos de mi marido y mis dedos se disputan el último de los granos como cuando quedan pocas y todas están duras así podría resumir mis esperanzas sería una metáfora linda ella dijo sería una metáfora linda ya lo veis esto es ridículo y ni siquiera se parece a mis poemas

04 enero 2015

Escribo algunas cosas sin sentido porque... no sé por qué.


Cendrine Rovini

Tenemos una gran sed de felicidad, pero no reunimos sus causas.
Dharmarakshita 

La vida se ha reído de ti, entraña caliente que se disuelve con las luces de esta discoteca horrorosa: tú antes bailabas y amabas, tú antes ingerías el dolor como si fuera una canica: atenta a esta garganta, que dentro hay un pasado y tus 20 años y tus 56 kilos y tus pantalones desgastados de tantas rodillas posadas en el suelo: no dirás caer no dirás calmar no dirás contraer así los músculos cuántas venas y qué grandes puedes contarlas en el brazo de papá: estáis solos: los dos: estáis solos porque la vida se ha reído de ti y ahora tú te ríes de ella y esto es enero de 2015 con tu corazón sobresaliente sobresaliendo de las costillas: te pareces a aquellos años y te pareces a aquellos sentimientos qué puta maravilla poder estar enamorada de tantas cosas a la vez y no poder tocar ninguna: no diré tú no diré felicidad no diré la vida es injusta porque se ha reído de mí: que yo también me entretengo prendiendo fuego a la rabia: entraña caliente: luz: dolor que al fin se disuelve. 

30 diciembre 2014

No puedo seguir actuando como si todo en la vida fuese digno de un poema, estoy segura de que esta tristeza no lo es.

Deseando la catástrofe
Abigael Bohórquez

si tuviera que poner nombre a mis dientes
los llamaría lluvia
porque son feos y amarillos
y a veces se parecen a mis lágrimas

no sé en qué lugar exacto de mi pecho
está mi corazón
os juro que lo noto latir a lo largo
y a lo ancho de toda esta montaña
color carne

estoy harta de amar demasiado
de latir a cada pum pum
lo cierto es que yo lato muchísimo
casi tanto como un animal pequeño
a punto de ser engullido

ya basta de pensar en la muerte
como en una persona
y no como en un planeta

me han dicho que el mundo
es una boca gigantesca
que el miedo es ese aliento dulce
del que todos hablan
pero que yo apenas puedo fecundar

29 diciembre 2014

Hay vida en el verbo vivir, y otras cosas que digo y que diré en 'Los estómagos'.

Cendrine Rovini
Dentro de pocos meses, si todo marcha bien, saldrá en La Bella Varsovia el libro que comencé a escribir en enero de 2012 en Barcelona. Se titula Los estómagos, y muchos ya habréis leído cosas por aquí y por allá, porque como siempre digo, este blog es un laboratorio de lo que me importa y me interesa escribir. Hoy la web de Uno y Cero ediciones ha publicado tres poemas de este libro, de uno de los apartados titulado Metástasis. Creo que realmente Los estómagos es una especie de segunda parte de La tumba del marinero, aunque mucho más breve y menos, digamos, visceral. No sé. No quiero hablar más pero sí quiero compartir con vosotros uno de los textos, además de agradecer a los editores de este espacio que me hayan invitado para cerrar un año de colaboraciones. Este texto (como otros del libro que ahora leo como terribles y temibles premoniciones) nació también de este blog, después de escribir una reseña de un libro de Ingeborg Bachmann, y después de leer un comentario de Juan Andrés García Román que me dejó obsesionada. Bachmann, junto a Trotzig, Huges, Snyder, Mansour o Blecher son algunos de los autores que se me clavaron en el corazón cuando quise escribir todo esto. Qué ganas de 2015. Quiero que sea bonito. Venga. Ven. 


SUAVE Y QUEDO (MALA TRADUCCIÓN DE UN VERSO QUE ES EN REALIDAD UNA VERSIÓN PROVISIONAL INFINITA DE ESTE POEMA)

Reconocerse en la blancura de otras patas blancas, en el estruendo de otros llantos
blancos
—el gato que llora suena a globo hambriento.

Reconocerse también en la cadencia, pues todo rompe y algunos se marcharon con
las ideas a medias
—yo nunca he asistido a un funeral, me dijiste, que la palabra caricia y la palabra fiesta
eran sinónimos en todos los diccionarios, que marcharse merece nuestro cariño, me dijiste,
dejándolo todo sobre la mesa termina lo que empecé, me dijiste.

Reconocerse en la cirugía, en el verbo, en el sueño entretenido de las olas. Hay vida en
el verbo vivir
—su conjugación es un féretro suave y quedo.

28 diciembre 2014

Todas las cosas que quería deciros pero que al principio escribí en algún lugar poco visible de mi mente.

Tallulah Fontaine

hubo un tiempo en que la vía láctea era un listón de leche
y los dioses brillaban en el cosmos (perdidos en el espacio:
peligro, peligro, peligro)
y que la galaxia era inmensa
y cada vez estábamos más cerca
José Eugenio Sánchez

Me doy cuenta de que la iglesia está vacía, no como las otras iglesias donde los turistas comen castañas y beben cocacola helada como si fuera agua bendita.

Me doy cuenta de que hay una señora rezando y de que yo no sé rezar pero pongo una vela porque arriba San Camillo me está mirando con las manos, no con los ojos, con las manos llenas de sangre de alguien parecido a un Jesús enfermo.

Me doy cuenta de que el nombre de Jesús retumba en mi corazón como un acorde incomprensible, como un ultrasonido azulado.

Me doy cuenta de que he escrito cozarón en lugar de corazón, porque mis dedos se confunden con la tinta, porque nunca escribo a mano ya, porque mis manos sangran con las de San Camillo en una iglesia minúscula del centro de Roma.

Me doy cuenta de muchas cosas que me hacen sentir verdaderamente estúpida.

Me doy cuenta de que sólo quiero hacer galletas porque he releído un poema titulado “Qué bien, tu madre ha hecho galletas”.

Me doy cuenta de que el azúcar duele en la panza. De que la masa de harina y huevos ya no es masa sino un trozo más de mi piel, de mis manos tan pulcras y ateas.

Me doy cuenta de que en el ghetto judío de Roma los enamorados comen alcachofas y de que cerca de la Piazza della Rotonda todos los edificios están iluminados por el calor de las familias que rezan dentro.

Me doy cuenta de que soy una turista más, caminando enamorada por los estómagos del 24 de diciembre.

Me doy cuenta de que creo en la Navidad, de que creo en la Alegría, de que creo en la Esperanza, de que creo en la Santidad, de que creo en la Salvación de los demás pero nunca en la que me habita.

Me doy cuenta de que estoy sucia.

Me doy cuenta de que estoy engordando.

Me doy cuenta de que el sexo duele más cuando acaricias que cuando presionas.

Me doy cuenta de que soy egoísta.

Me doy cuenta de que nunca he rezado pero pongo una vela a San Camillo, sanador de los enfermos, capillita de cielo violeta, virgencita de las oraciones tiernas.

Me doy cuenta de que aquí todo son piedras, de que cuando muramos seremos piedras, de que sólo las piedras significarán lo que fuimos y de que dentro dos mil años los gatos robóticos pasearán presumidos por las ruinas de una civilización parecida a esta.

Me doy cuenta del frío. De mi cara hinchada por el azúcar. De mis pezones durísimos apuntando al infinito.

Me doy cuenta de que no sé mucho.

De que al otro lado de esta vida nadie me responde, pero yo quiero seguir hablando.

10 diciembre 2014

Escribo esto mientras recuerdo la mañana soleada en San Martín de las Flores.


Perdón al hombre por el hombre
Juan Carlos Mestre

creo que tengo hojas
creo que me florezco
estoy convencida de que los árboles son abuelos feos que nos piropean con sus ramitas
ay
deja de escribir diminutivos como si estuvieras enamorada
ya sé, ya sé, ya sé que has estado de viaje y que cuando uno regresa al hogar después de haber visto
otra tierra
los ojos duermen distintos
las pupilas arden aún
las interrogaciones son tantas
vámonos a vivir a ese lugar donde las cucarachas pasean con soltura
y donde los gatos no habitan los vertederos
porque la basura, ay, la basura
está llena de huesos

creo que tengo exclamaciones
creo que me entumezco
tener 24 años aquí es como ser viejo o como ser tuerto o como ser
carne para los asesinos
para los policías que se llevan descalzos a los muertos
cuántos huesos
cuántos huesecitos pequeños
cuánto redundar en lo redundado redundar en la muerte
ay ay
vámonos a vivir a ese lugar donde las palabras de amor no existen
porque todos los que lo habitan tienen hambre
y porque todos los que ahora lloran conocen nuestra historia

te explico: en san martín de las flores, aquí en tlaquepaque,
los autóctonos no fueron conquistados
se nota en sus facciones
lo reivindican en sus costumbres y comen rana,
me cuentan que comen ancas para ahuyentar a los demonios
yo he llegado a san martín de las flores y hay una voz que me susurra
detesto a los españoles de antes
detesto a los conquistadores
llegaron con enfermedades y con muerte
llegaron a machacar nuestros huesecitos
con su muerte

creo que tengo angustia
creo que me florezco
hace cientos de años de esas historias
y yo llego a san martín de las flores con todas mis enfermedades
la diabetes mellitus el cáncer de ana
la cándida que me hace estéril
la miopía desmesurada
ay
qué país
qué desierto
he venido a comérmelo todo
y creo que me amo
y creo que nos entiendo
perdón al sol por el sol
perdón al hombre por el recuerdo 

07 diciembre 2014

Escribo esto mientras me arranco la costra de una herida y pienso en mi padre.

¿Para qué sirven las cicatrices?
Jesús Carmona Robles 

Me gustaría comenzar todas mis frases con un ¡mira!, o quizá con un oye tío fíjate en esto.
La poesía es fijarse en esto y en aquello,
tal vez,
detenerse en lo que nadie se detuvo porque mira: aquí tengo una cicatriz pequeña y una herida que me hice en México y que todavía sangra. Mira, mira lo que te estoy contando, mira lo que te estoy señalando, mira lo que me estoy mirando, adoro nuestra voz, adoro esta voz que nos anuncia a todos, esta repetición que nos vuelve niños, este bla bla bla bla güei.

Sí,
está sangrando.
La herida oceánica está sangrando hasta el punto de envenenar lo purísimo de mi pijama blanco. Me gustaría comenzar todas mis frases hablando de un pijama, o de una manta, o de una leche que se calienta entre mis manos arrugaditas por el agua. ¿Para que sirven las cicatrices?, pregunta un loco. Y para qué sirvo yo en este lugar y a esta hora exacta si aún tengo sueño, si aún estoy sangrando en homenaje a aquel mosquito furioso que se bebió mis miedos en cualquier noche contaminada de Guadalajara. 

Las cicatrices sirven para recordar.
No.

Las cicatrices sirven para decir lo he superado.
No.

Las cicatrices sirven para escribir un poema.
No.

Las cicatrices sirven para saber que estamos vivos.
Ni de coña.

Las cicatrices son tan bonitas como los labios de mamá.
Es probable.

Las cicatrices son una muralla.
Sí.

Las cicatrices son un órgano sexual.
No.

Las cicatrices son eso que no quiero enseñar porque me da vergüenza.
Como un órgano sexual.

Las cicatrices no sirven para nada.
Sí.

Me gustaría comenzar todas mis frases con un tengo vergüenza, o bien con un estoy sangrando.
La poesía es sangrar sobre esto y sobre aquello,
tal vez,
derramarse en lo que nadie se derrama porque mira: el mundo sigue abierto. El mundo se está abriendo en cada una de nuestras sonrisas. Me gustaría sentirme libre incluso si lloro. Los labios rosados de mamá me recuerdan cuánta depresión, aunque luego también me acuerdo de que la vida en realidad es como un especial de Navidad de una sitcom gringa. Al principio empieza tristísimo, pero hacia la mitad ocurre algo maravilloso y heroico que nos vuelve a reunir a todos.

La cicatriz es celebración. 

Porque oye, tío, fíjate en esto:
ahora estamos cantando.