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10.6.09

Los últimos años del emperador Tiberio vs los vicios privados del Sr. Berlusconi


Repasando la narración de los últimos años de Tiberio, uno no puede sino establecer un curioso paralelismo con el Primer Ministro italiano, Silvio Berlusconi. En ambos casos, las fuentes de información de que disponemos tienen un cierto deje amarillista, tanto el relato de Suetonio (un precedente del Tomate de hace 2000 años), como las crónicas periodísticas de estos días, la mayoría poco proclives a la figura berlusconiniana.

Para los que no esteis muy versados en la cuestión: En sus últimos años de vida, el emperador Tiberio escogió como refugio la isla de Capri, que le proporcionó privacidad {para sus supuestas correrías sexuales}, y tranquilidad {alejamiento de Roma y dejación de funciones de emperador}. Como podeis ver, podemos establecer unos cuantos paralelismos:
  1. Ambos personajes ostentaban la máxima autoridad política, del Imperio uno, y de la República italiana el otro
  2. Ambos personajes se refugian, entrados ya en años, en sendas islas; en Capri el romano, y en Cerdeña el milanés
  3. En ellas, por decirlo suavemente, se liberan de la pesada carga de sus trabajos respectivos... Tiberio pierde una o dos provincias y se le revoluciona la capital, y Berlusconi, pues... ¿qué quereis que os diga?
  4. Para acabar de aderezarlo, en ambos casos se constata un cierto descontrol sexual de puertas adentro. En el caso de Tiberio, la narración de Suetonio es clara y concisa:
    "En su quinta de Capri tenía una habitación destinado a sus desórdenes más secretos, guarnecida toda de lechos en derredor. Un grupo elegido de muchachas, de jóvenes y de disolutos, inventores de placeres monstruosos, y a los que llamaba sus maestros de voluptuosidad (spintrias), formaban allí entre sí una triple cadena, y entrelazados de este modo se prostituían en su presencia para despertar, por medio de este espectáculo, sus estragados deseos"
  5. ... en el caso de Berlusconi, basta con echar un vistazo a las fotos que un paparazzo captó del interior de la Villa de éste en Cerdeña, y que recientemente ha publicado el diario elPais.




Así que, ya veis, hay patrones de conducta que son eternos, inherentes a la naturaleza humana, y no importa la época ni el lugar, que continuamos sufriendo los mismos desmanes. Sin embargo, hay una diferencia entre Tiberio y Berlusconi... el primero no fue escogido en unas elecciones democráticas, y esto me lleva a pensar en algo que ya os dejé apuntado en otro artículo hace unos días: ¿Qué carajo le pasa a Italia?

Para los más morbosillos, a los que seguro el pequeño extracto anterior les habrá sabido a poco, os dejo con el relato completo de Suetonio, a ver si sois capaces de encontrar algún paralelismo más entre estos 2 curiosos personajes:

XL. Después de haber recorrido la Campania y haber hecho la dedicación del Capitolio en Capua, como también la del templo de Augusto en Nola, que fue pretexto de su viaje, marchó a Capri, gustándole esta isla en gran manera, porque sólo era abordable por un lado y por muy estrecha entrada, haciéndola inaccesible por los otros escarpadas y altísimas rocas y el abismo de los mares...

XLI. De regreso a su isla abandonó el cuidado del gobierno y desde aquella época no completó ya las decurias de los caballeros, no llevó a cabo ningún cambio en los tribunos militares, ni en los mandos de la caballería, ni en los gobernadores de las provincias. Dejó, durante muchos años, a España y la Siria en legados consulares; dejó que los partos ocupasen la Armenia, que los dacios y sármatas devastasen la Mesia y que los germanos invadiesen la Galia, sin cuidarse para nada del deshonor ni del peligro que entrañaba ello para el Imperio.

XLII. A favor de la soledad y lejos de las miradas de Roma, entrégase finalmente sin freno a todos los vicios que hasta entonces, y aunque torpemente, había disimulado. De ellos trataré ahora y también de su origen. En los campamentos, y desde que empezó la vida militar, se le conocía por su extraordinaria afición al vino, hasta el punto de llamarle los soldados, en vez de Tiberius, Biberius, en vez de Claudius, Caldius, y en vez de Nero, Mero. Siendo emperador, y en la misma época en que trabajaba en la reforma de las costumbres públicas, pasó dos días y una noche comiendo y bebiendo con Pomponio Flaco y L. Pisón. A la salida de esta bacanal, dio al primero el gobierno de la Siria y al segundo la prefectura de Roma, llamándolos en los nombramientos sus más amables compañeros y amigos de todas las horas. Pocos días después de haber apostrofado violentamente en el Senado a Sestio Galo, anciano pródigo y lujurioso, tachado de infamia en otro tiempo por Augusto, pidióle que le invitase a cenar a condición de que aquel día no cambiase en nada sus costumbres y de que habían de servir la cena jóvenes desnudas. A muchos candidatos ilustres que solicitaban la cuestura prefirió el mas obscuro, porque se habían bebido en la mesa toda una ánfora de vino que él mismo le había servido. Dio doscientos mil sestercios a Aselio Sabino por un diálogo en el que la seta, el becafigo, la ostra y el zorzal se disputaban la preeminencia. Creó, en fin, una nuevo cargo, que fue la intendencia de los placeres, y con el cual revistió a T. Cesonio Prisco, caballero romano.

XLIII. En su quinta de Capri tenía una habitación destinado a sus desórdenes más secretos, guarnecida toda de lechos en derredor. Un grupo elegido de muchachas, de jóvenes y de disolutos, inventores de placeres monstruosos, y a los que llamaba sus maestros de voluptuosidad (spintrias), formaban allí entre sí una triple cadena, y entrelazados de este modo se prostituían en su presencia para despertar, por medio de este espectáculo, sus estragados deseos. Tenía, además, diferentes cámaras dispuestas diversamente para este género de placeres, adornadas con cuadros y bajo relieves lascivos, y llenas de libros de Elefantidis, con objeto de tener en la acción modelos que imitar. Los bosques y las selvas no eran así más que asilos consagrados a Venus, y se veía a la entrada de las grutas y en los huecos de las rocas a la juventud de ambos sexos mezclada en actitudes voluptuosas, con trajes de ninfas y silvanos. A causa de esto, el pueblo, jugando con el nombre de la isla, daba a Tiberio el de Caprineum.

Vida de Tiberio, "Los doce Césares" por Cayo Suetonio Tranquilo



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24.4.08

Estatua de ¿Tiberio? en Vaison la Romaine

Vaison la Romaine, la antigua Vasio, fue una de las ciudades más importantes de la Gallia Narbonensis. Allí nació Pompeyo Trogo, el historiador.

14.1.07

Tiberio

Tiberio César Augusto[1] (Roma, 16 de noviembre de 42 adC – Miseno, 16 de marzo de 37), segundo emperador romano (desde el 17 de septiembre de 14 hasta su muerte), sucesor de Octavio Augusto. Nacido Tiberio Claudio Nerón, era hijo del Tiberio Claudio Nerón y de Livia, que posteriormente se convertiría en la segunda esposa del emperador Augusto, quien adoptó a Tiberio. Se destacó por su actividad militar en las campañas germánicas. Estuvo casado con Vipsania y con Julia, hija de Augusto (fue, pues, hijastro y yerno al tiempo de Octavio).

Augusto adoptó formalmente a Tiberio el 26 de junio del año 4 d.C., momento en que se le concedieron poderes tribunales por diez años. Vio desaparecer progresivamente a todos sus posibles rivales en la sucesión, gracias a oportunas muertes.

Como tribuno, Tiberio reorganizó de nuevo el ejército, reformando la ley militar y creando nuevas legiones. El tiempo en filas ascendió a veinte años (16 años para un pretoriano o guardia imperial). Tras el servicio recibirían una paga el importe de la cual provendría de un impuesto del 5% sobre las herencias. Posteriormente se enemistó con el emperador Augusto y tuvo que exiliarse en Rodas. Tras la muerte de los nietos mayores de Augusto y previsibles herederos del Imperio, Cayo César y Lucio Julio César, y el destierro del nieto menor, Póstumo César, por traición, fue llamado por el Emperador y nombrado sucesor.

En el año 13 d.C. los poderes de Augusto y de Tiberio fueron prorrogados por diez años, pero Augusto murió poco después (19 de agosto del 14 d.C.). Tiberio sucedió al emperador Augusto el 19 de agosto del año 767 de la fundación de Roma, correspondiente al año 14 del calendario cristiano actual y entonces todos los poderes fueron transferidos a Tiberio, sin ningún plazo.

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