El sol se oculta
y tú te vas
entre sombras
grises y vacías
que acompañan
tus pasos.
Sombras que
cubren mi cuerpo,
sombras opacas,
como yo.
No gires la
cabeza,
no me mires,
no me tengas
lástima.
Ya no veo el
sol,
solo tu espalda.
No te preocupes
por mí,
de amor no se
muere,
ni de pena, ni
de vacío,
solo se muere
por no quererse
lo suficiente,
por no
entenderse,
por no aceptar
que estamos
solos,
que todo se
reduce
a un ligero beso
de despedida,
a una página
reescrita
y a que la noche acaba.
Nada más
importa,
y mis lágrimas
siempre se secan solas,
siempre.