Sobre una fortificación romana, los musulmanes construyeron el castillo de Tempul. Las ruinas que hoy quedan, están cercanas
Éste, fue el lugar elegido, mediado el siglo XIX por la corriente furierista andaluza, encabezada por Joaquín Abreu Orta para poner en marcha el primer falansterio español.
Joaquín, nacido en Tarifa en 1782 fue marinero hasta el final de la guerra de Independencia, que volvió a su pueblo para embarcarse en otra lucha, la política clandestina contra Fernando VII. Fue miembro de la comisión encargada de llevar a Fernando VII a Sevilla y fue uno de los doce que votó a favor de su destitución. Estas cuestiones le valieron una condena de muerte y dos exilios.
Durante su destierro en Francia, conoció a Carlos Fourier, y se sumó a su causa, participando en el proyecto del falansterio de Condé-sur-Vesgres. Cuando pudo, volvió a Cádiz donde divulgó las doctrinas de Fourier y se convirtió en el cabecilla de un grupo de burgueses que defendieron las ideas del socialismo utópico. Abreu también se convirtió en terrateniente, gracias a su matrimonio con Concepción Núñez Abreu, pasando a regentar las dehesas de Tapatana y Navafría.
Abreu, en sus escritos de divulgación defendió la idea de distribución de la riqueza de Fourier e introdujo la doctrina utópica del falansterio o comunidad igualitaria. En 1841 redactó el documento Proyecto de Falansterio para el sitio de Tempul, defendido por Manuel Sagrario de Veloy ante las autoridades, pidiendo apoyo público para su realización, en los siguientes términos: «Trata nada menos, que de averiguar hasta que punto puede mejorarse la condición moral y física de la especie humana, oponiendo a la vez un dique a las guerras, a las revoluciones, y a los motines. Es la empresa más santa de cuantas han podido imaginarse; pues sus beneficios deben alcanzar, no a un solo pueblo, provincia o nación, sino a la humanidad entera, sin que la cueste una gota de sangre, ni una lágrima». El grupo de burgueses había conseguido 1.000.000 de reales para su realización, pero no consiguieron el apoyo público y el proyecto nunca llegó a realizarse.
Cuando las aguas del pantano de Guadalcacín son escasas,
Aunque para Antonio Elorza, estudioso del tema, el fourierismo actuó con un alto grado de lucidez y coherencia crítica, el socialismo utópico del siglo XIX en Andalucía, cuyo principal exponente fue el fourierismo gaditano liderado por Joaquín Abreu ha caído en el olvido, quizás ellos mismos se olvidaban a veces del mundo en el que vivían, según Antonio Cabral, porque los furieristas eran miembros de la clase dirigente, no eran ni artesanos ni campesinos ni jornaleros, precisamente los que debían constituir el falansterio que ellos proponían. Su teórica «fe» socialista fue acompañada siempre por el realismo de los negocios y propiedades que poseían. No pregonaron las bondades del modelo propuesto por ciudades y pueblos ni arriesgaron un real de su patrimonio. Según Cabral, no rompieron nunca con su visión ilustrada.
Dice Eduardo Galeano que "La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para que sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar"
Caminemos hacia Tempul.