Cuando niño, con otros que compartíamos edad,
jugaba yo a matar pájaros. Divertida diversión: Nos hicimos el tirachinas de una horqueta de palo; el
guarnicionero le puso las gomas.
hasta que un anochecer el alguacil, más por la hora, que por amor a los pájaros,
nos quitó los tiradores y nos impelió a ir a casa, amenazándonos con decírselo
a nuestros padres
Recuerdo insistente de la infancia
***
Y yo, que ya andaba
con cábalas filosóficas, entendí que el
secreto está en acumular riqueza, no teniendo otro dios que su vientre:
¡Esos que promueven las guerras y con ella las muertes,
siempre injustas e inhumanas!