Abrí los ojos y lo primero que vi fue la luz de una linterna "Ya despertó, ¿Puedes respirar o necesitas el oxígeno?", "Sí, sí puedo" le respondí. Me di cuenta de la cantidad de vías y electrodos adheridos a mi pecho y a mis brazos y me volví a dormir. Me desperté a eso de las 7:30pm esperando que llegara algún doctor pero sólo eran las enfermeras y el técnico de guardia que estaban más arrechos que reo en día de visita: "Dicen que eres el lobo de UCI", "Es que estoy muy bien equipado para complacer a todas", "Uy hoy día no me aplicaron la inyección que me deja mojadita". Esa noche no dormí, quería que amaneciera ya y me pasé la madrugada viendo el reloj y escuchando el pedido de tracatrá de los que nos cuidaban.
Al día siguiente me cambiaron de cuarto con pacientes ya no tan graves, permanecí despierto todo el día para tener sueño y poder esta vez dormir en la noche pero como a eso de las 2am llegó Ayda.
"Ayyy padrecito!!! mi cabeza, mi cabeza!!"
Ayda es una abuelita de unos 75 años, había llegado por emergencia en la madrugada y vino directo a cuidados intensivos... no estaba nada bien. Era de Huancayo y no sabían qué le producía el dolor de cabeza, podía ser un tumor, un aneurisma, etc el doctor le decía que sólo estarían seguros si le tomaban una tomografía, el problema es que ella debía estar quieta para eso y el dolor no la dejaba.
"Auuu duele papacito, duele" "AHHHH!!!..."
Cada vez que la bolsa se inflaba en su brazo para tomarle la presión ella gritaba dolorosamente, lo penoso es que ese tensiómetro era automático y se inflaba cada 15min aprox, en ese lapso el doctor leía su historia donde explicaba que Ayda había tenido una parálisis de todo su lado derecho (hemiplegia) y se había quedado adolorido todo ese lado de su cuerpo. También presentaba una colostomía para poder drenar sus heces en una bolsa y le habían detectado cáncer de mama hace 20 años por lo cual le habían extirpado el seno derecho.
Éramos 4 pacientes por cuarto y los 4 estábamos despiertos pues una cosa es tratar de dormir con tu dolor y otra con el dolor ajeno. Los gritos de Ayda eran desgarradores. Al día siguiente llegó su hijo en la visita "Ayda, aquí está su hijo, cómo se llama?"
"Ah??? no sé", "¿No lo reconoces?¿no sabes quién es?", "No, papacito no sé"
Ayda ya tenía demencia senil, no reconocía a sus hijos, sólo se acordaba de su nombre completo y de que era Huancayo. No le podían poner medicamento intravenoso pues sus venas se reventaban con la aguja y eso se veía en todos los hematomas (moretones) que tenía en ambos brazos, se la tuvieron que poner por la pierna.
"Ayyy diocito lindo, duelee!!! duelee!!!"
Era mi tercer día en UCI y no había dormido nada. Ayda no podía pasar alimentos desde el día anterior, "mamita te voy a tener que poner una sonda para que te alimentes, es la única forma" le dijo la enfermera, cuando comenzó, el grito fue desgarrador. La tarde de ese día salí de UCI a la unidad general donde todo era más tranquilo y las visitas duraban 2 horas y ya no media hora. Cuando me sacaban con la camilla pasé al costado de Ayda y la vi por primera vez, era una anciana delgada de pelo canoso medio ondulado y de su nariz salía la sonda. No sé cómo estará ahorita, sólo espero que diocito la haya escuchado.