Mostrando entradas con la etiqueta Historias. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Historias. Mostrar todas las entradas

viernes, 16 de marzo de 2012

Ruinas de A Paicega

A veces, por muy grande que sea el furaco/agujero, no vemos lo que tenemos delante. Unas veces lo pintan como estupendo, y resulta que es un telón decorado o un croma que nos muestran. Vamos, un espejismo. Se supone que todo es por nuestro bien... pero hay quien no da puntada sin hilo.
Algo así pasó a las gentes que poblaban el valle de Salime, del que ya hablé en otra ocasión. Lo que vemos aquí son las ruinas de A Paicega, en el concejo de Pezós/Pesoz. Fue un poblado obrero construido junto con otros tres para la construcción del embalse de Salime. En este en concreto de A Paicega vivía el personal encargado de la recepción del material que llegaba desde la costa de Coaña a través del remonte.

Contaba, además de con viviendas y barracones, con iglesia (obra del arquitecto asturiano Joaquín Vaquero Turcios, que recuerda a los templos de países más nórdicos que España), casino, torre de comunicaciones y hasta casa putes.

Hoy las ruinas recuerdan a cualquier pueblo bombardeado durante la guerra, aunque nada tiene que ver esto con la realidad. En la actualidad el Parque Histórico del Navia lo explota como recurso turístico, bastante desconocido, como ocurre en esta parte del Occidente astur. Para los que les guste recorrer piedras, es de gran atractivo.
Pero lo que no pasará desapercibido para nadie son las impresionantes vistas que hay desde aquí de la cabecera del embalse de Grandas de Salime, del paisaje que lo rodea e incluso de la fauna, poco típica. Buen fin de semana.

viernes, 4 de noviembre de 2011

Manuel, el barquero de Salime

Manuel es el barquero del embalse de Salime, en el concejo de Grandas de Salime. Da servicio a los vecinos que van desde la zona de Villarpedre y Tras el Palo hacia la de Grandas y viceversa.

El embalse de Salime, cuya cola llega hasta Galicia para morir en la encrucijada entre los concejos de Grandas, Allande y Pezós, es una obra mastodóntica de factura franquista. Su construcción comenzó hacia 1946, aunque no sería hasta 1954 cuando se terminara. Para ello hubo que inundar fértiles vegas y el pueblo de Salime. Se creó un teleférico que traía el cemento y otros materiales desde la costa de Coaña hasta esta zona del interior. Se construyeron cuatro poblados obreros (de los que ya hablaré). También desapareció un tramo de la antigua carretera de Oviedo a Lugo. El rodeo que hay que dar ahora es tremendo si se quiere ir por carretera.

Cuentan que en aquellos tiempos, la empresa tenía el compromiso de construir una nueva carretera, reconstruyendo el puente que salvaba el río. Pero no fue así: compraron al alcalde de la época y en su lugar se instauró el servicio de barquero, hoy a cuenta de Hidroeléctrica del Cantábrico.

Dice Manuel que heredó el puesto al jubilarse el anterior barquero. El puesto de trabajo de este vecino de Villarpedre sigue dependiendo del Salto de Salime. Afirma que le gusta lo que hace y este estilo de vida, disfrutar de la naturaleza, del silencio, de la tranquilidad. Añado yo que también de los días de sol, tan espléndidos como cuando yo estuve. Lo que no tengo tan claro es que el placer sea similar en los de lluvia, nieve y viento.

Cuenta también Manuel que muchas personas, los visitantes, se maravillan de este medio de comunicación tan extemporáneo. Parece increíble que sea ésta la única manera de desplazarse para los vecinos de esta parte de Asturias, cada vez en menor número. Después vendrán las políticas para mantener población en las zonas rurales...

El embalse de Salime es una tremenda cicatriz en la tierra que, por un lado regala un precioso paseo con sus vistas, pero por otro margina a los moradores de estas tierras.

Feliz fin de semana. Os recomiendo una visita a este precioso concejo del suroccidente de Asturias, que cuenta con dos baluartes de la cultura asturiana y de la etnografía y prehistoria: el Museo Etnográfico de Grandas de Salime y el castro Chao Samartín.

martes, 30 de agosto de 2011

La bici del indiano

En la plaza Conde Casares en el pueblo de Malleza, concejo de Salas, se encuentra la iglesia de San Juan. Tiene una curiosa cúpula redonda de color verde. Resulta que está revestida de baldosines de piscina de ese color.

Delante de la iglesia hay un viejo árbol que hoy es poco más que un tocho. Apoyada en ella descansa una antigua bicicleta furruñosa. Cuentan que su dueño emigró a Cuba y dejó al cuidado de la bici a un guaje.

El guaje desapareció y del cubano no se supo más. La que permanece es la bicicleta, testigo oxidado del paso del tiempo.

Resulta que es tan sagrada para los vecinos de Malleza como la propia iglesia: no se toca ni en las fiestas del pueblo, por San Juan. Ese día el trasgu hace de las suyas, pero la bici, ni tocarla. Aunque para evitar tentaciones, la ponen a buen recaudo hasta que pasa la fiesta.