En la última entrada os comentaba que la tarta de 6 añitos del ratón hice yo misma el fondant. Es fastidioso, engorroso y pringoso. Eso si, bueno está un rato largo.
Este año una amiga mía (hola Carmen) que hace unas tartas espectaculares con fondant me dió una pista para no trabajar tanto. Comprarlo hecho!!! Y vosotros estareis pensando: Pues vaya pista! Puede que no sea muy original, pero es lo mejor del mundo mundial.
Compras el fondant hecho. Primero hay que encontrar una tienda que lo vendan que no es fácil según la zona donde vivas o tienes que encargarlo por internet y que te lo traigan a casa. Eso si, de la engorrosa tarea de darle color no te escapas.
Después de darle muchas vueltas y visitar muchas páginas donde se mostraban tartas maravillosas hechas con fondant, me decidí por algo no muy complicado. O al menos, no lo parecía mucho. Eso si, conforme se iba acercando el fatídico momento de ponerse con la tarta me entraban más miedos y le pedí a Carmen que viniera a casa a ayudarme por si me entraban dudas existenciales. Menos mal que vino. Y esto es lo que salió.

Una princesa como la que tengo yo en casa. En este caso, cenicienta.

Empecé a las 11 de la mañana haciendo el bizcocho que está debajo de la falda y terminé poniendo la tarta encima de la mesa del salón a las 9 de la noche. Quitando la parte de la muñeca de cintura para arriba que es de plástico, todo lo demás se comía (turbante del pelo, cinta del cuello con perla incluida, volantes de las enaguas, flores, y hasta la base para la vela).
Lo que más hubo fueron risas. Momento corpiño de la muñeca que se quería romper, momento volantes de las enaguas que no se querían pegar..... Todo valió la pena por ver la cara de mi princesa. No está perfecta, pero a ella le dió igual. Y si ella está feliz, yo más.
Eso si, a ver cómo te superas el año que viene, bonita.
Buen provecho.