No quedo de otra que reconciliarme con el lápiz y el papel;en tardes vestidas de oscuro,de cielo llorando las tristezas de tantos,las ausencias de muchos.No ha sido fácil,encontrarme con un lápiz en mi mano frente a una cuadriculada hoja y decir y escribir.
Comulgamos desde hace mucho,no importaba su textura,menos su tamaño,siempre había algo que destilar,algo que guardar en la vieja caja roja de unos zapatos que ya ni tengo.
Siempre tuve una letra ,ordenada pequeña casi un dibujo dice mi madre; Hoy más cercana a las teclas,que pulso con rudimentaria habilidad,me alejaron poquito a poco de estos dibujos llamadas letras ,formando palabras.Las mías son las de mi alma.
A medida que mi mano avanza con algo de dificultad ,de izquierda a derecha con ritmo casi tartamudo ;voy descubriendo,este delicioso placer de enhebrar el abecedario de mi corazón,en estos signos que van inmortalizando instante y momentos que recorren los pasillos de mi mente.Unos reales como el estremecimiento de una lágrima,y otros ilusiones que se comenzaron a reinventar ,tras la sombra de un adiós.
No se me hace fácil en la horizontalidad de mis noches,lograr que mis pestañas de arriba coincidan con las de abajo, comulgando en una sola línea de avanzada hacia esos sueños que cobijan mis noches echas ovillo para acunar mis ansias,mis ilusiones,para proteger mi vida;vida que a ratos quería escaparse,sin mi permiso.
Y surge el maravilloso instante de una melodía que irrumpe a pasos agigantados,en la mitad de la noche y estalla como un arrullo atravesando mi piel,tocando mi alma.Recordándome que mis brazos tienen una cita pendiente con tu abrazo abrazador;que mis labios tienen un pasaje a los tuyos para volar en las alas de un beso.
Mariella