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domingo, 3 de abril de 2016

Paseos#4.16 Lisboa





Lisboa es lenta y eso me gusta.
Es decadente y eso me gusta.
Es amable y eso me gusta.
Lisboa es un lugar para repetir, para pasearla una y otra vez, sin prisas y sin grandes cosas que hacer. Cada vez me gusta más conocer así las ciudades, paseándolas lentamente sin un destino muy claro. Tomar la dirección de un barrio, luego de otro, pararme a tomar una cerveza observando el lugar y a la gente que me rodea. Si, me gusta fisgar la vida de los otros de lejos e inventarme sus historias. 

Banda Sonora:
Chet Faker


viernes, 1 de abril de 2016

Paseos#3.16






Mis pies se enfrían por la noche. Y aunque lo he intentado muchas veces, no puedo dormir sin calcetines. Tengo calcetines para dormir que forman parte de la indumentaria del pijama.
Cuándo llega la primavera, una de las señales de que está ocurriendo, es que me suelo despertar por la mañana solo con un calcetín, el otro anda nadando solo libremente por la cama. Me lo quito dormida, sin darme cuenta y es el primer paso para dormir a pies descalzos. Antes de quitarme el segundo calcetín llegará la fase de sacar el pie desnudo de debajo de las sábanas y que le de el fresco por la noche. Después quedaré libre de calcetines por unos meses.
Son las señales de la primavera y luego llegarán las señales del verano, cuándo empiece a sudar como un pollo asado y me anime a quitar mantas y edredón. 


Banda Sonora:


martes, 29 de marzo de 2016

lunes, 21 de marzo de 2016

Paseos#1.16






Los paseos por los pueblos me ponen en otro ritmo, un ritmo que no me da internet, ni el ritmo del trabajo y la ciudad. Por momentos todo se vuelve bastante loco.
Intento traerme la pausa del pueblo, del paseo que no tiene objetivo, de ese paseo dónde no hay que llegar a ningún lado, no hay que cumplir, no hay deber.

Banda Sonora:



martes, 24 de noviembre de 2015

El chigre de Faéu







El otro día fui al Chigre de Faéu. Ir si podéis porque es bueno, bonito y barato. 

Banda Sonora:

miércoles, 4 de noviembre de 2015

Una llama en el camino






Pues si, ahí en medio pastaba la llama. Yo me quedé mirando a la casa y la llama de obvia y de inesperada no me entró por los sentidos, quiero decir, no la veía. Empecé a oir: "¡la llama, la llama!", "¿pero de qué llama me hablas?" y ahí estaba la llama pastando tranquila y creo que ni se inmutó de nuestra presencia, no la vi nada molesta.
¿Y la casa? ¿qué me dices de la casa?. Es una casa de cuento, una casa que invita a soñar.
Luego nos fuimos a la búsqueda de chocolate con churros pero no los encontramos.
Fantástico día de otoño. Caminamos por el bosque de Cea y fue un paseo precioso. 

Banda Sonora:
The Space Lady


domingo, 25 de octubre de 2015

Mocos, Nick Cave y Foucault


Estaba yo lavando a mano unos pañuelos de los mocos, me preguntaréis que en qué siglo vivo, pero es así, uso pañuelos de tela para sonarme los mocos, menos cuándo tengo litros de mocos que entonces los uso de papel. Lo de lavarlos a mano es otra historia que ahora no viene a cuento, porque habitualmente van a la lavadora. Soy antigua pero tengo lavadora, jeje!
El asunto es otro del que me acordé mientras frotaba los pañuelos bajo el agua, así funciona la memoria, como la famosa magdalena de Proust.
Hace años fuimos a ver a Nick Cave una amiga, un novio que tenía yo por aquél entonces y yo.
Fuimos hacia el concierto con tiempo y cerca de allí nos metimos en un bar para empezar a celebrar el gran evento. Allí conocimos a una chica y allí yo, delante de ella, saqué mi bonito (seguro que era bonito) pañuelo de tela para limpiarme los mocos. Es un defecto mío, siempre tengo mocos, sobre todo por la mañana.  La mujer, que era muy elegante y a mi me parecía que tenía mucho estilo, se sorprendió de mi complemento hoy casi en desuso y me dijo: "usar pañuelo de tela es síntoma de distinción, lo dijo Foucault". No sé si esto será verdad o no, nunca lo corroboré, tampoco he leído mucho a Foucault que digamos. Bien, rápidamente mi amiga y el por entonces mi novio sacaron del bolsillo sus respectivos pañuelos de tela. Al parecer los tres éramos distinguidos y ella le encantó porque se quedó con nosotros dos días.
Unos creerán que es signo de distinción, otros, ya me lo han dicho, les parece una guarrada lo que ven como guardar los mocos en el bolsillo.
Pues yo voy con mis mocos en el bolsillo y no me va tan mal.
Reivindico el uso de pañuelos de tela para sonarse los mocos. ¡Abajo el kleenex! ¡Viva la tela! 
No creo que aquel fuera el mejor concierto de Nick Cave, aunque lo pasé bien. Yo viendo y escuchando a Nick Cave siempre lo paso bien. Tengo el recuerdo de contar muchos, muchísimos bigotes entre el público y muchas americanas, todos íbamos muy elegantes para ver a la estrella,¡qué menos! Pensando en la gente con bigote,  creo que es una buena idea que llevaran siempre con ellos buenos pañuelos de tela para limpiarse los mocos que les puedan quedar pegados en los pelos del bigote o cualquier otro resto de comida, bebida o de lo que sea.
Mis amigas y mi madre sobre todo, me regalan de vez en cuándo pañuelos de tela. Los tengo con dibujos de mariquitas, con flores, con lunares, con muñequitos, de cuadros, rojos, verdes, naranjas y verdes. En fin, un variadito.
Suelo perderlos, por eso siempre ando a la búsqueda de pañuelos de los mocos bonitos. En Azores encontré tres pañuelos preciosos en una mercería antigua de esas que ya casi no quedan y ayer, paseando por un rastro me vine para casa con cuatro o cinco.
Me ocurre además últimamente que tengo un sueño recurrente con este tema, sueño que entro en mercerías antiguas, en principio no sé muy bien a qué voy, qué quiero, pero siempre acabo comprando pañuelos de tela. Entonces puedo decir que en Azores se me hizo un sueño realidad, no vi ballenas pero me compré pañuelos de tela en una mercería antigua con mucha solera.
 Volviendo a Cave. Ese día lo encontré mayor y muy teñido, eso si, el traje le quedaba impecable como siempre, no engorda un carajo y se le veía en forma bailando. Los ídolos de la juventud también envejecen. 
¡Larga vida a Nick Cave!
De Foucault no soy tan fan (ser fan de Foucault requiere mucho más esfuerzo) y además hace años que está criando malvas.

Banda Sonora:

martes, 8 de septiembre de 2015

Adiós al estado vacacional infinito






Estoy torpe, aturdida, voy lenta, más de lo habitual y eso empieza a ser preocupante. Tengo resaca de agosto y creo que septiembre también me va a hacer pagar otra resaca, de otro tipo pero resaca.
Yo nunca tuve una facilidad tremenda para hablar, muchas veces me callo porque sé que me atasco, que no encuentro la palabra adecuada, lo que llaman el efecto punta de la lengua. Me pasa desde siempre pero últimamente estoy a tope con el asunto. Dicen que con la edad se agrava y eso me preocupa, no quiero quedarme incapaz tan pronto, jaja!
Según parece un adulto de educación media tiene en su vocabulario activo unas treinta mil palabras, ¡como para encontrar la palabra justa!. Usamos procesos de recuperación léxica totalmente automatizados y es obvio que a mi esos procesos me fallan de toda la vida, yo creo que nunca funcionaron en condiciones. ¿Cómo seleccionamos y producimos las palabras? Es un asunto complejo y hay varias teorías que pretenden explicar este tema. A los conexionistas les encanta dibujar "redes neuronales" como metáfora cerebral, nodos que se conectan o desconectan. que se activan o desactivan en función entre otras cosas de su uso. Estoy haciendo una simplificación supina, pero esto no es un estudio de psicología del lenguaje, una de las cosas más aburridas que me ha tocado estudiar. 
Mi problema, dicen, es un fallo en la activación fonológica una vez que se activa la representación semántica correspondiente, prefiero pensar que es por un exceso de demanda (le pasa también a muchos estudiantes), que por vejez. 
Y eso que nos hacemos mayores. El sábado tuve reunión familiar con mis primos, un clásico del verano. Ya no somos los jóvenes de antaño, las generaciones mozas ya ocupan el espacio que antes ocupábamos nosotros y nosotros el de nuestros padres, pero nosotros no nos lo acabamos de creer, nos sentimos aún jóvenes y nos cuesta ver a nuestros padres como abuelos, pero es así, el tiempo pasa inexorablemente y aunque me siento joven y me conserve bien, ya pasé de los cuarenta con todo lo que eso conlleva. 
La demanda o mejor dicho el exceso de demanda. Yo lo voy a llamar "tengo la cabeza como un bombo" de todo lo que quiero hacer o "no me centro ni de coña". Tanto ejercicio de atención plena, lo que antes se llamaba meditación en toda regla, !para nada! No, hay tiempo para todo, para estar centrada y para andar atolondrada, aunque esto segundo se me da bastante mejor. Ya sabemos que el verano llama al extravío. Parece que ahora va tocando un poco de orden y creo que necesito reconducir mi atención, por mi bien y el de los que me rodean. Hay que decir adiós por un tiempo al estado vacacional infinito.
Espero que esta gripe incipiente no vaya a mucho más y me ayude a ponerme un poco en mi sitio, lo que se suele llamar "centrarse". 
Buen día y al que le queden aún vacaciones que las disfrute y se abandone a ese estado maravilloso de abandono hedonista infinito.

Banda Sonora:
Lang Lang

lunes, 17 de agosto de 2015

Letargo







En cuánto aterricé en la isla de San Miguel entré en un estado de letargo enorme e infinitamente agradable. Me dejé llevar de un lado para otro al ritmo del viento y de las olas, por mi propia acción me hubiera quedado mirando al mar todo el rato, al infinito que se hallaba hacia cualquier lugar que miraras. El infinito Atlántico, el infinito cielo azul, gris, blanco...porque el cielo como el mar cambian en esta isla de una manera absolutamente pasmosa de un segundo a otro. 
Mis ojos buscaban el chorro de la ballena, buscaban ese lugar que ocupa la ballena en mi, ese lugar de sueño, de fantasía, de aventura, de hojas amarillas de libros de aventuras. En la isla también encontré las huellas de la crudeza de la vida en el mar, rostros, cuerpos, piel que hablaban de la tragedia de la tormenta, de la pobreza de tener que salir a la pesca diaria en las condiciones que sean para poder llenar los estómagos hambrientos de una familia. Se huele que aquí la vida no es fácil y mucho menos en tiempos pasados, en tiempos de caza de ballenas y de incomunicación con el continente. 
Pienso en mis lecturas de alta mar y el romanticismo se me va a la mierda, ver en la mirada  de los hombres el terror del mar no es lo mismo que leerlo. Ver sus cuerpos dañados no es lo mismo que leerlo.
Tomamos una cerveza Sagres en la plaza de Agua de Pau rodeadas de parroquianos que nos miran con el mismo asombro con el que nosotras les miramos a ellos. Si, aquí una se asombra de las historias que cuentan esos rostros. 
Y me asombró la mar infinita, miraras a dónde miraras te la encontrabas y ese olor a algas y a humedad que se te mete en el cuerpo e impregna toda la piel y casi un carácter, una forma de estar.
Y luego llega la niebla que aún aísla más y la inmensa humedad. Todo es agua, el aire lleno de agua que lo oxida todo, que lo hace viejo en un abrir y cerrar de ojos, como los rostros jóvenes surcados de arrugas y de largas historias en el mar, en la barca, recogiendo las redes, limpiando el pescado.
Las mujeres en el hogar, en la cocina, con los niños; la calle, el bar, lo público es de los hombres y nos toca compartir barra de bar con los hombres del pueblo, es como volver años atrás, adentrarse en un viaje en el tiempo a un pasado no muy lejano pero para nosotras en parte ajeno y digo en parte porque por aquí tampoco estamos para tirar voladores.
Desde esta isla es más fácil entender la saudade, la nostalgia, el anhelo del retorno, un echar de menos lo que ahora no tenemos, lo que no somos. El retorno a un hogar caliente y cerca de los seres queridos, un lugar quizá no del todo confortable pero si seguro. Dice Homero: "Nada hay tan dulce como la patria y los padres propios, aunque uno tenga en tierra extraña y lejana la mansión más opulenta" y más si me encuentro en medio del mar, después de largas jornadas de trabajo duro, agotado, descompuesto, invadido por la humedad y el dolor.
Escribo Homero y pienso en Ulises, la vuelta a casa convertida por los griegos en mito. La vida como una aventura, un largo viaje de encuentros y desencuentros, de aprendizaje y crecimiento y la vuelta a casa como el encuentro de la paz interior.
Mito, realidad, la inmensidad del mar y la inmensidad del viaje y la piel curtida de estos hombres de vidas duras, de trabajo agotador bajo el sol y bajo la tormenta, todo para sobrevivir, para seguir viajando en el tiempo que a cada uno le toca.

Banda Sonora:



sábado, 15 de agosto de 2015

Silencio en medio del Atlántico


Todas las fotos fueron tomadas en las islas Azores :) 

 Banda Sonora: