Mostrando entradas con la etiqueta a-m-o-r. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta a-m-o-r. Mostrar todas las entradas

lunes, octubre 15

Mucho más

La noche, las estrellas, el tiempo, los dedos entrelazados, tu mirada, tus ojos posados en los míos, las conversaciones, los primeros besos, tu compañía, tu rostro, una sonrisa dibujada en él, la música, el volumen alto, un Pisco Collins, un Maracuyá Mojito, una canción de los Beatles, una bolsa de gomitas, una mesa en el ancla, un abrazo, un Herber de pera, las películas, los tributos, las reconciliaciones, las cartitas en medio del trabajo, una nota atrás de una boleta, las llamadas por teléfono, tu forma de bailar y

una tarde, un programa de televisión, Edgar Allan Poe, los dibujos animados antiguos, las cosquillas, los juegos, los dibujos, los libros, una clase de antropología, las galletas de vainilla con leche condensada, seis muffins y una velita, las risas, tu guitarra, tu familia, las camisas a cuadros, la mejor compañía y una relación.

La relación que vas más allá de la etiqueta de "enamorados". Tú eres más que eso. Tú eres la persona, la única, con la que puedo conversar de absolutamente todo. No importa si es absurdo, puede ser profundo, puede ser complicado, puede ser cualquier tontería: es bueno saber que siempre vas a estar aquí. Eres al que acudo cuando tengo miedo y cuando no, porque lo malo contigo disminuye y lo bueno se multiplica. Eres la mano que siempre quiero tomar al caminar, porque desde que llegaste, sé que todo es mejor al compartirlo contigo. La persona que se ganó toda mi admiración, por lo que eres, por lo que piensas, y por cómo actúas, y por todas tus emociones que te hacen completamente humano y, sin embargo, te regalan una esencia sobrehumana. Eres la única persona que se sentó frente a mí con una guitarra y me dijo que estaba nervioso. Eres el niño con el que puedo jugar y escaparme de lo absurdo de la sociedad, y el chico maduro que me enseña aquel cuarto nivel del que habló una vez mi profesor de antropología, aquel nivel en mi interior que ni yo misma conocía, y tenía escondido todo eso de lo que soy capaz. Y sí, porque me enseñas tantas cosas nuevas y me hiciste notar que soy capaz de amar. Y, sin querer, me exiges que madure, porque, aunque en verdad no lo hagas, sé que tengo que hacerlo para que todo esto sea cada vez mejor. Y hay momentos en que piso tierra y pienso en que debo ser muy cuidadosa y tomar en cuenta todo detalle. Porque esta vez (y, por primera vez en mi vida puedo decirlo) va en serio, esto no es ni parecido a cualquier otra cosa en el mundo, porque en nosotros encontré una relación pura e inocente que me genera ilusiones, tal y como la de unos niños, y a la vez, una relación seria que me plantea un proyecto de vida y me llama a madurar. 

Me llama a madurar, sí, y me llama a vivir. A vivirlo todo a tu lado, sabiendo que contigo puedo bailar, jugar, saltar, correr, reír, llorar, dibujar... y es que siento que estás dispuesto a aprender nuevas cosas y enseñarme a mí otras, y esa es una de las miles de razones por las cuales eres la mejor compañía para todo. Jamás olvidaré aquel momento en el que cruzamos miradas mientras tocabas "Don't let me down" de The Beatles, o la primera vez que me dijiste "estás hermosa" sentados en un escalón de la calle a medianoche, y cómo bailamos la música que nos gusta, y es genial saber que, al mismo tiempo, podemos quedarnos una tarde viendo películas o comiendo dulces, o jugando cartas, qué sé yo, sé que podemos hablar durante horas sin cansarnos o ir a comprar ropa o torturarnos haciéndonos cosquillas, o ese increíble paréntesis en el tiempo en el cual mirábamos el techo mientras oíamos vinilos... mucho sería mencionar cada cosa que hacemos juntos, porque no alcanzaría aquí, aunque poco es escribirte esto, porque nunca me parecerá suficiente. 

Pero como siempre, el escribir es una excusa para decir algo, y en lo poco que puedo expresar de esta forma, quiero darte gracias a ti, a Dios, al destino, a la suerte, al universo y a las coincidencias el haberte conocido. En especial a ti, por haberme permitido conocerte, y por ser tal cual eres, permitiéndome vivir cosas completamente nuevas. Como aquellas cosas que pasan desapercibidas ante los ojos de los demás,  quizás una conexión a través de dos miradas, o tal vez el significado de arrancarse el orgullo del corazón.

¿Que si tengo enamorado? Más que eso, en realidad, más que eso. 


jueves, agosto 11

Nadie me quita lo bailado... con Paul McCartney


Me desperté, ya sin fiebre. Incluso mi temperatura era de 36, lo cual es muy bajo según mi mamá. Comí una tostada, me bañé y me puse un polo con la foto de Paul y la frase "all we need is Paul", un jean con bolsillos grandes para poner adentro celular, cámara y baterías, y unas converse amarillas (tal vez no tenga importancia la ropa que usé, pero para mí todo lo que pasó ese día es completa y enteramente importante). Me senté en la mesa a hacer mi cartel con un plumón negro. Me quedé ahí. No estaba segura de qué ponerle. De lo que escriba ahí iba a depender que logre el sueño más loco de mi vida. Era todo o nada en ese cartel. Entonces, pensé que simplemente debía ser sincera "my dream is to dance with you". Ni más, ni menos.

Debía estar ahí a las 11 a.m. y, obviamente, llegar con tiempo por la multitud, el tráfico; es obvio, por si acaso. Entonces doblé el cartel sin dudar mucho, lo metí en mi morral morada junto con las pastillas que mi mamá había dejado al lado por si me sentía mal durante el día. Y listo. Eso era todo. Bajamos los 5 pisos de mi edificio y nos paramos al frente a esperar un taxi.

Entonces estaba sentada al lado de una ventana con mi mp3 casi reventándome los oídos. No lo sentía. Quería más volumen. De más está decir que escuchaba exclusivamente música beatle. Me sentía mejor que nunca. Era como si lo supiera, y eran los nervios de no saberlo. Pensaba en todo y en nada a la vez: pensaba en toda la gente que se alistaba para el concierto, pensaba en abuelos, padres e hijos alistándose, pensaba en los chicos del MMT, pensaba en llegar, pensaba en John, en George y en Ringo, y a la vez no pensaba en nada más que en Paul.

No me acuerdo si llegamos rápido o tomó mucho tiempo. Pero recuerdo que bajamos del carro y pisé tierra. Había mucha gente. Mi mamá y yo caminamos hacia el comienzo de la cola para preguntar qué debía hacer con lo de la prueba de sonido, por dónde entrar, a dónde debía ir. No sé, el punto es que el comienzo de la cola estaba muy lejos, entonces caminamos mucho. Nos mandaron hacia la puerta del estadio y cuando llegamos nos dijeron que volvamos, que la información de la prueba estaba por el final de la cola. Mi mamá se puso nerviosa porque perdíamos tiempo. Sin embargo, era temprano y la calmé. Volvimos al final y nos indicaron una especie de cabaña donde había un grupo pequeño de gente. Nos acercamos. Un cartelito decía "Soundcheck". Ahí era. Ahí tenía que estar yo.

Había gente muy agradable. Una señora venezolana; una pareja argentina, Silvia y Javier; una ecuatoriana, Johana; otra pareja argentina; un señor colombiano; otra peruana más, Evelyn. En fin, eramos un grupo. El grupo privilegiado. Empezamos a conversar y quedamos en algo: "todos estamos juntos, todos nos cuidamos, nos apoyamos". No existía, por ningún motivo, un aire competitivo y hostil. La idea era divertirnos juntos y que todo salga bien para todos.

Hicimos el chequeo y nos dieron los pases con nuestros nombres. Los colgamos en nuestros cuellos. Ya debíamos ir entrando. Ya debíamos recorrer ese camino largo que iba más allá del comienzo de la cola. Ese camino que era una pista vacía al lado de la inmensa cola, hasta la puerta del estadio. Mi mamá ya debía ir a la cola, y se despidió de mí con el rostro lleno de "sé lo importante que es esto para ti, Aixa". Me dijo "diviértete", pero fue un "diviértete" cargado de mucha energía. Energía positiva. Yo entendí detrás de esa palabra el verdadero mensaje: "sé que vas a bailar con él". Lo vi en sus ojos. Fue como si ella supiera que la siguiente vez que me vea (que sería en unas horas) mi vida habría cambiado por completo.

Mientras íbamos hacia la puerta por ese ancho camino de cemento, empezamos a conversar y terminamos yendo juntas Johana (ecuatoriana), Evelyn y yo. Y sí, ese camino fue el camino más eterno que pude seguir, fue mucho más importante que cuando caminé tímidamente al salón de la Católica a dar mi examen de admisión. Fue el mejor camino que pude pasar en mi vida. Caminamos mucho, pero ninguna casi lo sintió.

Entramos al estadio, tomando fotos, grabando videos. Haciéndonos amigas. Ya adentro, pudimos conversar con más gente. La pasé demasiado bien, todos eran buena vibra. Siempre lo digo: así es la gente beatle. Estábamos en un salón todo negro, con mesitas y sofás, y con música de The Beatles. Salvador Heresi, el alcalde de San Miguel, estaba por ahí. Me encontré con chicos beatle que conocía sólo por Facebook. Me reconocieron, los reconocí, y nos saludamos como cualquier amigo. Tomábamos fotos, nos reíamos, nos conocíamos.

La señora venezolana (por más que intento, no recuerdo su nombre) se encontraba sentada, inmóvil. Nos dijo que estaba completamente anonadada, pues después de todo el tiempo de escuchar a The Beatles y de todo el esfuerzo que le tomó comprar una entrada para Paul, no lo podía creer. Sé que no lo pueden entender, porque no puedo transmitir mediante un blog lo que esa señora me transmitió a mí. Pero tenían que haber visto sus ojos perdidos, sus sentidos perdidos en aquella música suave que invadía el cuarto. Es eso de saber todo lo que implica y significa ver a un beatle, y que esa música probablemente es el soundtrack de toda su vida.

Pasaron unos chicos con bandejas y nos ofrecieron, primero, unos rollitos de espinaca con queso derretido y jugo de maracuyá. Sí, así es, tal como lo leen. No lo probé porque como había estado mal esos días preferí no arriesgarme, sin embargo los demás me dijeron que sí estaba rico. Luego, pasaron Risotto al pesto, eso sí comí ya que la combinación no se veía tan extraña. Y bueno, ¡me encantó! Nos invitaron brochetas de verduras, muy ricas también. Como Paul promueve el vegetarianismo, no había nada de carne o pollo.



Entra Brian, la mano derecha de Paul, la persona más cercana (luego de su familia) a él, y nos dice que vayamos saliendo, que hagamos una cola.

Yo creo que en ese momento no sentía nada. Tipo... nada. Era nada. Porque toda mi ansiedad era opacada por la inmensa calma que el momento me transmitía. Porque mis nervios eran opacados por la gran felicidad. Porque... nada, todo era un sueño. Todo era neutro. Todo en mi organismo y en mis pensamientos encontró su punto de equilibrio.

Nos revisaron a uno por uno que no tengamos cámaras profesionales, que no tengamos armas y todas esas cosas. Luego entramos en fila de uno al estadio. Yo nunca había estado ahí, se veía tan bonito. Bajamos las gradas con cuidado y nos ubicaron en la segunda zona. Yo caminaba directo al punto al que debía ir, ni más ni menos.



Johana, Evelyn, Jorge y yo cogimos el medio. Johana puso una frazada (muy linda, por cierto) del Abbey Road colgando de la reja que dividía el campo. Jorge sacó un póster de Paul. Y yo saqué mi cartel. Conversábamos. Algunos se tomaban fotos con Brian y Shelly, su novia, quienes caminaban delante de nosotros. Yo ya no podía hacer mucho. Yo ya no conversaba mucho. Yo... yo sólo ya estaba ahí. Era todo.



Escuchamos que dos chicas de seguridad dijeron "en 4 minutos sale" y fueron los 4 minutos más largos de mi vida.

Entonces salió. Salió. Así no más. Como si entrara a la sala de su casa. Sólo salió. Sin luces, sin humo, sin un previo anuncio. Paul salió caminando, conversando, y todo el mundo aplaudió, gritó. Sentí que la señora venezolana lloraba, que se secaba los ojos. Lloró con sólo tenerlo al frente. Todos gritaban su nombre, con esa esperanza de que él voltee y tan sólo cruce una mirada contigo. Yo no grité. Yo lo miré. Y lo miré más. No quería perder un sólo segundo.


Se remangó la camisita celeste y dijo "Hello!". Todos gritaron "Hellooooooooo". Yo pronuncié un "hello" tembloroso. Y por fin grité. Paul dijo "Hello, Shelly!". Ella le respondió el saludo con la mano. Evelyn gritó "Hellooo Evelyn" y Paul la miró y la imitó con un sonido gracioso. "¡¡¡TE IMITÓ UN BEATLE!!!"

Y comenzó a cantar. Y comenzamos a cantar con él. Y comenzamos a bailar. A llorar. A vivirlo. Johana, Evelyn y yo cantábamos "we love you, Paul yeah yeah yeah" con la melodía de She loves you, cada vez que había un gran silencio.

Yo cantaba con tanta felicidad que casi había olvidado que tenía un cartel en las manos. Yo no pensaba "se me acaba el tiempo, ojalá que me suba". Yo sólo quería que nunca se acabe ese momento. Yo sentía que recién habían pasado unos segundos.

Paul vio el cartel de Johana y le preguntó "what do you want to sing with us on stage?". El público gritaba "besame mucho" y ella dijo "anything". Paul repitió "anything". Vio mi cartel, al lado y dijo "I think you wanna dance too!".

(Por cierto, lamento si no soy exacta acerca del momento, cuando un beatle está a unos metros de ti, tu cerebro colapsa y aunque intentes retener los momentos en recuerdos, es algo difícil.)

Miré a Johanna y le dije "¿escuchaste?", sí, señores, ya estaba temblando.

Sin embargo, Paul continuó cantando como si todo hubiera quedado ahí. ¡Pero no! pues luego de un par de canciones pronunció: "I'll sing with you on stage" le dijo a Johanna seguido de, no lo recuerdo bien, escucho la grabación pero no logro entender mucho lo que dice, pero es algo como "blablabla and I'll dance with you".

¿A mí? ¿A MÍ?

entonces escuché la frase que cambió mi vida:

"The three girls over there, come here"

con su dedito señálandonos. Ah. Lo que fue ese momento. Lo tengo grabado en mi retina, en mi mente y en mi corazón.

Evelyn, Johana y yo. Sí, sí, sí. Era a nosotras.

Escogidas por un beatle.

Solté el cartel y al caminar cayó en el suelo, y lo pisé, se rompió. Seguí caminando. Estaba atrás de Johanna y Evelyn que caminaron un poco más rápido. Brian se nos acercó y nos pidió que nos calmemos, que caminemos lento. Eso hicimos. Johanna le pidió a Brian que la agarre de la mano. Entonces caminamos. Mis lágrimas comenzaron a salir. Me refiero, era incontenible. Era ese llanto que sale sólo en algunas ocasiones. Me llevé la mano a la boca, la cubrí y lloré en silencio yendo hacia el escenario.

Subimos.

Había cables en el suelo. Las piernas me temblaban, aún recuerdo la sensación. Y no, no es una expresión, de verdad me temblaban. Estaba Brian Ray justo a nuestro lado. Con el respeto a sus fans, no me interesó. Levanté la mirada y estaba a unos tres metros quien me importaba. Estaba a tres metros por quien daría la vuelta al mundo para verlo dos horas más. Estaba a tres metros quien me canta todos los días al despertar y antes de dormir. Estaba ahí Paul McCartney, tocando Lady Madonna sentado al piano. Lo miré paralizada.


Se veía tan real.

Brian nos habló antes de acercarnos a él y nos dijo que estemos tranquilas, que no hagamos ninguna locura, que lo respetemos porque si hacíamos algo fuera de lugar nos iban a sacar del estadio. Lo dijo todo en buena onda, comprendiendo al mismo tiempo nuestros rostros (mi cara sobre todo JAJA) y nuestra emoción. La verdad, yo casi no escuché nada de eso porque apenas tuve a Paul tan cerca me quedé viéndolo sin perder un bendito segundo de ese momento.

Las piernas me temblaban más. Nunca me habían temblado así.

Evelyn volteó, me regaló una sonrisa magnífica y le dije "no sé cómo voy a bailar si las piernas me tiemblan demasiado". Entonces Brian nos interrumpió (la mejor interrupción de mi vida) y nos dijo "vayan, diviértanse".

Entonces caminamos en dirección a Paul. Lady Madonna ya había terminado. Yo no entiendo ese momento aún. Lo estoy escribiendo y mis ojos están rojos y llenos de lágrimas. Ha pasado casi un año, y recién me siento algo lista de escribir acerca de esto, y estoy acá con el corazón latiendo cada vez más fuerte al escribirlo. ¿Por qué? Porque sé todo lo que significó ese momento, porque no se trata sólo de ver a un artista y pedirle su autógrafo. Hubo muchas cosas detrás de ese suceso, detrás de ese sueño.

Lo vi.

Sé que sería genial explicarles lo que sentí, pero no encuentro las palabras.

Es Paul. Paul McCartney. No puede pasar un día sin que oiga su voz. Me enamoré de toda una leyenda, de una época, de toda la beatlemanía desde el primer instante en que oí Hey Jude, esa canción que absorbe todas mis energías cada vez que suena. Es Paul. La persona que cambia mis días y que genera en mí toda clase de sentimientos y sensaciones. Es la persona que siempre mantengo cerca a mí sólo con su voz, con sus melodías. Sólo eso. Su voz. Sus canciones.

Y ahora lo tenía ahí. En carne y hueso. Voz. Canciones. Carne y hueso. Él. Paul. Había soñado tanto con él que, quizás en mi subconsciente, lo consideré como una idea abstracta, fuera de este mundo, un mundo efímero. Y lo vi ahí, como una persona... normal, como un mortal; fue verlo dentro de este mundo, en mi mundo. Era real.

Ya había dejado de llorar. El momento era demasiado grandioso para derramar una lágrima.

Ya. Estaba ahí. Bajó el micrófono porque estaba muy alto para nosotras tres, que somos muy bajitas. Y le preguntó a Johanna y a Evelyn sus nombres y les dijo que se presenten con el público. Luego me vio.

Sí, esos ojos verdes se posaron en los míos.

Qué ojos tan grandes, y tan verdes. Me miraron. Me miró Paul McCartney. A los ojos. Esa es la imagen que quedó mejor grabada en mi retina, la tengo perfectamente guardada en mis recuerdos como si fuera una foto: su cara a unos centímetros de la mía, sus grandes ojos posados en los míos, un poco agachado para estar a mi altura, su impecable cabello castaño, su carita, los pliegues de su rostro, su camisa... dios mío, sus ojos posados en los míos.

Nadie me podía quitar eso. Nadie nunca me lo podrá quitar.

Me extendió la mano y le di la mía. "Hello". Le contesté. Me dio dos besos como saludo. DOS BESOS. Yo pretendía darle uno (por la costumbre) pero él se acercó para uno segundo. Si me mantuve consciente porque sabía que cada segundo iba a ser mejor.

Sentí demasiado respeto. Sé que fue por eso que no me lancé a abrazarlo y decirle "gracias". Fue porque haberle tocado la mano ya era demasiado regalo para mí. Fue porque no quería incomodarlo, porque quería respetarlo. Fue por eso que, sin darme cuenta, le dije todo, todo, en una mirada.

Entonces dijo "we are going to sing Get Back, ok?" Nos preguntó si queríamos esa canción. Obviamente. Cualquier canción. La que sea. Y nos dijo "ok and we are going to dance too!". Ahhhh. Decir que fue perfecto no es suficiente.

Cantamos. Nos miraba. Me miraba. Me miraba y cantaba conmigo, como si yo fuera John Lennon. Era cantar a dúo con él. Volteaba y sus hermosos ojos se dirigían a mí y cantaba y asentía. Y yo cantaba con él, y asentía con él, y lo miraba. Asentía como si yo hubiera compuesto la canción con él. Como mi cómplice. Como si me dijera "lo estamos haciendo bien".

Cantamos más. Yo cantaba cada vez más feliz. Y bailamos. Bailamos con él. Yo sentí una locura entre cuatro. Se puso como nosotras. Era Paul McCartney bailando igual que nosotras. No importaba nada más. Di vueltas. No me importaba nada. Prácticamente estaba flotando. Puse en práctica la hermosa frase "baila como si nadie estuviera viendo".

Fue perfecto.

Una amiga me dijo "¡imagina que te hubieras caído!". Incluso así hubiera sido perfecto. Quizás Paul me habría levantado (?. No lo sé. Yo sólo sé que con él ahí, nada iba a ser malo.

Y así fue. Terminamos de bailar, de cantar, y yo tenía tantas cosas en ese momento en la cabeza. Era como si quisiera aferrarme a ese momento que se iba de mis manos como se escapa la arena entre los dedos cuando la aplastas mucho con el puño. Y me acerqué a él (entienden, me acerqué a un beatle), no muy segura de qué hacer.

Tenía un plumón indeleble en mi bolsillo. Le pedí que me firme. Le mostré mi brazo, lo tocó. Y me dijo que sería mejor en el polo, para que no se borre. Buscó un lugar para firmarme pero mi polo, por delante, era todo estampado. Entonces cogió mi hombro y me firmó atrás.


Y, lo crean o no, disfruté cada milésima de segundo. Cada instante en el que ese plumón recorría mi espalda trazando su linda firma, empezando por la P...




Él caminó para su derecha y nosotras para la izquierda. Yo iba detrás de Johanna y Evelyn. Brian nos recibió antes de bajar. Quería que nos calmemos antes de volver a reunirnos con el público. Para variar, yo empecé a derramar lágrimas como no lo había hecho nunca antes. Johanna se sentó en el sueño porque no podía sostenerse. Brian me preguntaba "are you ok?" y yo asentía. ¿Si estaba bien? Mejor que nunca, por favor, tan bien que no hubiera querido estar en otro lado ni en otro momento por nada en el mundo.


Luego bajamos y todos los que estábamos en la prueba de sonido fuimos hacia la primera fila para esperar el concierto que sería para todos. La gente se nos acercó. Nos abrazaron, nos tomaban las manos. Nos tomaban fotos. Nos felicitaban. Henry me dio un abrazo muy fuerte, tenía en la cara una sonrisa tan sincera. Yo no podía dejar de llorar. Johanna se volvió a sentar en el pasto, no podía estar parada. Yo andaba de aquí para allá. Lloraba. Me hablaban. Lloraba. Nos tomábamos fotos. Jorge se quedó a nuestro lado todo el tiempo, muy feliz por nosotras también.

Le envié un mensaje a mi mamá que decía "BAILE CON EL MAMA". Así, exactamente así. Yo no podía hablar. Pasó un rato. Llamé a una amiga, una de las pocas que estuvo apoyándome desde el primer momento en que se rumoreó la venida de Paul, y luego de escuchar su "¿aló?" le dije "oye, bailé con él" y la poca calma que sentí que había conseguido se desvaneció y volví a llorar al teléfono mientras le hablaba. Se alegró mucho, me felicitó y le dije que debía colgar. Estaba demasiado tensa, shockeada, nerviosa, feliz, anonadada, etc. Colgué y recuerdo perfectamente la imagen de Evelyn que llamaba a alguien y gritó "bailé con Paul McCartneeeeeeeey" y comenzó a correr en círculos. Estupendo. Johanna seguía sentada, mirando a la nada.

La gente ya había comenzado a entrar. Nos preguntaban por Paul. Nos felicitaban algunos.

Fui al baño a quitarme el polo, ya que ahora ese polo ya no es simplemente un polo, sino EL polo y no quería sudarlo durante el concierto. Me lo quité, lo guardé en mi morral incaica, y me puse mi casaca. Salí y volví a mi lugar.

La gente seguía entrando y el estadio se llenaba cada vez más. Evelyn, Johanna, Jorge y yo nos sentamos a conversar. Nosotras estábamos como en otro mundo.

Mi vida acababa de cambiar, y el concierto recién iba a comenzar. Debíamos esperar un poco menos de 4 horas, pero... ¿esperar qué? ¿acaso había algo más de lo que acababa de suceder? Para la gente recién comenzaba esto. Para mí, puta madre, para mí, mi día estaba hecho, mi sueño, recién cumplido. Y aún me esperaban 3 horas más de concierto cerca de él. ¿Algo mejor que eso? No, no lo creo.

Cada vez había más gente y nos tuvimos que parar para asegurar bien nuestros sitios. La música de pre-show fue excelente. Nosotras seguíamos bailando, y cantábamos tan fuerte como podíamos. Era una fiesta, sí, eso era. Todos celebraban. Pasó Brian y nos dijo "you are Paul's official dancers!". Listo, cada segundo se ponía mejor.

Y ya. De un momento a otro, como suele ser, se apagan las luces, y al prenderse Paul sale al escenario. Sale, y vuelve a estar ahí, frente a mí, a un par de metros: primera fila, justo al medio, la mejor posición.

Y saluda al público. Saluda a Perú.

Y entonces pronunció la frase que resumió toda la travesía que pasé desde aquel momento, en el 2008, en que me mandaron un mensaje al celular que decía "dicen que va a venir uno de los beatles a Lima"...

"Por fin estoy en Perrú"

Y al escuchar esa frase, en menos de un segundo, mi cabeza tuvo mil flashbacks, como ya mencioné, desde aquel instante en que recibí ese mensaje al celular, cuando enviaba mensajes a los empresarios, cuando buscaba noticias, cuando tomé un avión destino a Buenos Aires para buscarlo, cuando El Comercio desmentía y confirmaba rumores, cuando vi la conferencia de prensa, cuando confirmaron su concierto en Lima oficialmente, cuando vi el video de Paul que decía "amigos de Perrú", cuando salí a las 3 am a hacer cola para comprar las entradas, cuando tuve la entrada en mi mano, cuando salí de clases para conseguir la entrada al soundcheck, cuando escribí mi cartel, cuando soñaba todos los putos días con conocerlo y poder darle las gracias, día a día, cuando por fin lo tuve, ese mismo día al frente de mí y pude tocarle la mano... todo todo se resumió en verlo tan cerca de mí diciendo "por fin estoy en Perú"... Sí, Paul, por fin. Todo lo que sentía en mi corazón era un gran "por fin".

Sentí que él sabía lo importante que era para esas 50 mil personas tenerlo ahí. Que así como yo pasé por muchas cosas para verlo, miles de personas más también lo hicieron.

Por fin. Por fin, estabas aquí, en Lima, en mi país.


Y comenzó una melodía que no reconocí. Que, creo, nadie reconoció. Y después de un segundo se convirtió en Hello Goodbye, grité muchísimo, era Hello Goodbye. Hacía unos días le había dicho a Marco "no creo que la toque... pero ojalá". Y todos gritaron. Creo que nadie se lo esperaba. Por dios, ¡era Hello Goodbye!

Y cantamos como locos.

Paul nos miraba a Johanna, a Evelyn y a mí. Sí, ya sé, seguro miraba a todo el mundo. Pero no, a nosotras nos miraba de una manera especial. Nos miraba porque sabía que éramos nosotras. Asentía la cabeza, y cantaba con nosotras. Le mandábamos besos. Sus ojos se posaban en nosotras. Nos miraba. Nosotras le mandábamos más besos y él nos ponía gesto de agradecimiento. Y nos miraba. Sí sí sí sí, nos miraba. Nos cantaba.

Y así seguía lo que fue y seguirá siendo el mejor concierto de mi vida...

En Live and let die, los fuegos artificiales fueron espectaculares, el fuego que salía del escenario me quemó la cara. Sí, sentí el calor, la energía de esa canción en mi cara. Quemó.


Fue excelente. Salté, bailé, canté, grité, le mandé besos, reí, lloré, lo miré y lo miré hasta que tocó The End y se despidió. Y desapareció. Y de un momento a otro ya no estaba ahí.

Fue el mejor concierto de mi vida. El mejor. El mejor día de todos.

Para salir, me encontré con mi mamá y nos fuimos con Jorge, Evelyn y Johanna. Recorrimos el largo camino de regreso junto a toda la gente, y cuando vimos un poco de ciudad, buscamos algún sitió para comer. Moríamos de hambre. Nos metimos a una pollería, Pardos creo que era, y estaba repleta. Toda la gente había salido con hambre, al parecer, y todos los sitios se veían muy llenos. La lista de espera no era muy grande así que nos quedamos. Pedimos pollo a la brasa pero se había terminado (sí, así de llena estaba), así que pedimos pollo a la plancha.

Eran tipo 2:30 am o más, me imagino, y caminamos un poco más para conseguir un carro.

Y así fue. Volví a mi casa. Me senté en el sofá verde de mi sala y pensé "bailé con Paul McCartney". Saqué mi polo, lo contemplé y me quedé inmóvil con los ojos llorosos.

Se había terminado.

Al día siguiente la gente del cole, de la cato, de Argentina (MMT), y de distintos lugares, me felicitaban y me mostraban la alegría que sentían por mí. Estoy tan agradecida con cada uno de los que me dijeron algo acerca de aquella experiencia. Tener amigos como ustedes, que se hayan alegrado tanto por mí, hizo que todo sea aún más perfecto. Lo primero que pensé fue "puta madre, estoy rodeada de la mejor gente de todo el planeta" -y no rodeada física, sino sentimentalmente-, de verdad gracias por todas esa buena vibra que me mandaron, hicieron que todo sea más hermoso.

Sé que en ese momento a veces respondí cortante, y a casi nadie -sólo a mi mamá y a dos amigas en persona- le conté con detalles lo que había pasado. Lo que sucedía era simplemente que me encontraba en shock. No pude relatarlo por msn, ni por skype, ni por teléfono cuando alguien me quería llamar para que le cuente.

Sencillamente no sabía cómo reaccionar, no sabía qué contestar. Acababa de estar con un beatle. Y sólo sentía tremendo momento tan cerca de mí y todo el cariño con el que me trataban mis amigos y cómo es que compartían esa felicidad conmigo. Una amiga me dijo que parecía mi cumpleaños, y sí, era verdad. No lo había notado hasta que me lo mencionó. Estaba demasiado agradecida con Paul, con ellos, con mi familia, con la vida. Mucho para este corazonsito.

Y después de 11 meses me atrevo a escribir sobre ese maravilloso 9 de mayo, un lunes, y mis lágrimas han caído con algunos de los párrafos que acaban de leer. Escribir es recordar y recordar es volver a vivir...

Como me dijo Omar, "todo fue mágico y, lo mejor de todo, fue real".

miércoles, febrero 16

Hay un chico

que siempre me va a gustar.

Que siempre me moverá el piso cada vez que me habla. Que siempre me roba miradas en las reus, tonos y etc de situaciones en las que me lo cruzo. Que siempre que me mira, siento algo extraño y bonito. Que siempre me pone nerviosa cuando voy a verlo. Que siempre me saca una sonrisa de tonta mientras que él no se da cuenta (o quizás finge no darse cuenta). Que siempre me hará sentir especial tan sólo buscándome para decirme "hola" porque me hace sentir ir que le gusta hablar conmigo. Que siempre que recibo un mensaje de él lo leo más de una vez. Que siempre nota cuando me siento desubicada en cualquier situación y trata de cambiar eso. Que me molesta y me protege. Que siempre me sacará una sonrisa al decirme algo lindo, aunque me lo diga como amigo. Que quizás lea esto y no tenga la menor idea de que es él. Que, si lo lee, me va a preguntar QUIÉN QUIÉN y yo le diré que nadie porque eso le diré a todos. Que, en realidad, espero que no se dé cuenta de que es él. Que la última vez que me dio un abrazo fue hace unos meses y he recordado ese momento muchas veces. Que siempre me hará reír, y si no me da risa lo que habla, igual me río, porque me gusta. Que siempre hace que me arregle un poquito más cuando sé que voy a verlo. Que siempre que se va de msn pienso "nooooo". Que tiene una sonrisa que es como la de nadie más. Que me confía sus cosas y me pregunta sobre las mías. Que siempre que alguien habla de él, sólo puedo decir cosas buenas. Que es el único al que podría hacerle esta entrada. Que, sin embargo, casi nadie sabe de quién se trata. Que no sabe mucho de The Beatles pero me encanta cuando me habla de ellos. Que en serio hace que lo extrañe mucho. Que me hace feliz cada vez que me demuestra que soy importante para él. Que pondría detalles de él (que hacen que sea él) como lo que le gusta y lo que no, pero sería demasiado obvio. Que siempre me va a parecer de las mejores personas de este planeta. Que, sobre todas las cosas, siempre ha sido mi amigo. Y que siempre va a ser distinto a los demás. Es decir, que siempre me ha gustado. Y siempre me va a gustar.

jkasdnajsdnajksd sí, así es. Parece que siempre me vas a gustar.
¿Cómo hacemos?

miércoles, febrero 9

Un deseo

(Esta es una entrada que escribió una amiga mía muuuy linda)


- Hola. Gusto en conocerte.
Mi nombre no importa ahora pero lo que soy si.
¿Quieres saber sobre mi?
Bueno, tengo dieciséis años y no quiero tener enamorado.
¿Te sorprendí? Ow. No lo esperaba.
Pero no te preocupes todo tiene su explicación.

Perdona la increíble falta de modestia, pero a mi corta edad he tenido infinitas relaciones pasadas y ninguna ha sido algo rosita, eh. Cada diminuta experiencia por la que he tenido que pasar, ha hecho que poco a poco llegue a la conclusión de que el amor apesta. Y eso, querida, lo digo sin titubear.

- (...) Como dije, no quiero tener ni enamorado ni novio ni nada. Eso no.
Ese termino no me gusta y la sociedad actual lo ha deformado tanto que carece de valor aquí -se señalo la cabeza- pero sobre todo, aquí -su dedo apunto al corazón.

Resolvió nerviosa el azúcar de su frappe mientras yo la miraba absorta y pensaba en lo mucho que diferíamos. Concentre mi mirada en un señor del costado y sorbí un poco de mi café nerviosamente. Ella suspiro. Miro hacia abajo y luego volvió a mirarme rápidamente anunciando que tenían aun más por decir.

- Yo no quiero flaco. Yo solo pido una cosa.
Yo solo pido un alguien con quien pueda mensajearme al borde de la noche.
Un alguien con el que una pueda divertirse tan solo viendo películas un viernes por la noche.
Un alguien que intente hablar contigo al menos cinco minutos al día para saber si estas bien. Y si no lo estas, que de verdad le importe.
Un alguien que se limite a callar y abrazar cuando ve que tu mundo se cae a pedazos.
Un alguien que cuando ya estés mejor, bese tus lágrimas y te haga sonreír.
Un alguien que sea agradable con tus padres y que haga que estos se sientan afortunados. Pero sobre todo, orgullosos de ti.
Un alguien que solo conserve solo ojos para ti cuando pasan rubias, morenas o pelirrojas por la calle.
Un alguien que se preocupe en cada instante si te falta algo o quieres/necesitas algo.
Un alguien que no te deje pagar la cuenta.
Un alguien entienda el significado de "no quiero nada" y te sorprenda con la mejor de las sorpresas.
Un alguien que viva escribiéndote largas cartitas y dedicándote las canciones mas cursis con sabor a rayo de luna.
Un alguien que llame simplemente para decir "Te amo" o "Te extrañe" y que tenga que colgar porque ya se le acaba el saldo.
Un alguien... que no sea un enamorado. Eso no.

He aprendido que lo que una típica chica denomina así, es solo un hombre que se divierte contigo y luego esparce tus pedazitos por ahí. O en el peor o mejor de los casos, te tiene por un tiempo y no es capaz de luchar por ti. Un enamorado se rinde fácil y te deja de amar al día siguiente. Yo no quiero eso. Yo lo quiero a "él". Y no quiero amarlo. No... lo que sentiría por por él seria algo demasiado grande como para degradarlo llamándolo "amor". Nonono...
Alexa, ¿tu crees que pido demasiado?

La abracé. Su voz se había ido quebrando en cada silaba y finalmente, rompio a llorar.

Ahí fue cuando me percate que no diferíamos en nada.
Yo no quiero un enamorado. Yo lo quiero a él. ¿Y tú?

Publicado por azuucaramargo
Gracias por dejarme publicar esto, Alexa, mi azucarada.


Y este par de comentarios que me llamaron la atención y me parece importantes:

Eclipsada dijo...
creo que difiero un poco en el hombre que me gustaría conocer, pero el mensaje es muy lindo. beso

Alexa dijo...
Jajaja, cada una tiene un gusto predeterminado. El chongo, es encontrar lo que una espera. Dos besos.

viernes, enero 28

Conversación

Porque siempre es difícil terminar con algo. Es difícil superar. Porque (la frase típica) "no hay nadie como él/ella".

Eso crees tú ahorita, quizás la persona correcta llegue luego.

"Quizás se siente contigo un día, hablen y, no sé, quien sabe."

Me dijeron esta última frase y morí.

.

miércoles, diciembre 29

El amor no tiene limites.


(Este texto, lindo texto, lo escribió una amiga mía, Candela Cafiso, que siente algo muy hermoso: siente amor. Este texto va dirigido a Paul McCartney y, apenas lo leí, pensé en publicarlo pues considero que es hermoso. Leanlo con calma, disfrútenlo.)

Sé que en una ¿vida pasada? (no. no creo en eso, pero vos haces que hasta lo increíble parezca creíble) fuimos algo. Sé que me amaste y yo a vos (siempre). Sé también que por algun motivo nos separaron y paso el tiempo. y ahi, muchos años más tarde nací. Sé que por esas casualidades de la vida te volví a encontrar, entraste en mi vida (y nunca más te vas a ir) y hasta el día de hoy que sigo esperando el momento en el que nos reencontremos y me ames como ¿antes? sí. Porque te necesito tanto como al aire que respiro. Sé que lo que provocas en mi es único, sé que nadie siente lo que siento yo por vos. Sé también que nunca voy a amar a alguien como a vos. Sé tantas cosas, que me gustaría que supieras. Sé que lo que provocas en mi puede con todo y que nada ni nadie lo puede ni va a poder destruir. Sé que si te vas, me voy con vos. Porque nada me importa más que vos. Porque sos mi eje. Porque sos el que me da las fuerzas para seguir adelante. Mi motor. Mi luz. Sé que naciste para mi y yo para vos. Porque sos magia. Porque me hace mierda no tenerte. Me deteriora. Me mata. Porque te necesito acá,conmigo. Porque si no estas acá siento que algo me falta. Porque muero porque vuelvas. Porque escucho tu música. Tu voz. Y sueño, me sumerjo en la melodía para apreciar cada pequeño detalle. magico. Y te siento cerca. Como si me estuvieses susurrando la letra, como si una parte de vos recorriera mi cuerpo. como si vos, tu alma, estuviese en mi, como si tu propia sangre fuese la mia. Porque tu música provoca cosas inexplicables. Porque no sé (ni quiero y tampoco puedo) pensar en otro ser que no seas vos. Porque sos 'sólo una cuarta parte de la pirámide mágica, misteriosa, drogota, sentimental capaz de esparcir felicidad al mundo con sólo poner un tema. los beatles'. Porque no puedo vivir en un mundo en el que no existas. Porque sos mi felicidad entera. Porque 'no sos un músico, ya ni siquiera un gigante. sos una vacuna, la única que te protege contra el resto de la basura' y no lo digo yo. Porque ese 10 de noviembre por un momento pude sentir que me cantabas a mi, que estábamos solo nosotros. que volvias a amarme. Pero no, era otra ilusión más. Y de repente, volví a caer a la realidad. Esa realidad increible. Más de cuarenta mil personas mirandote a vos, llorando por vos, riendo con vos, dejando todo en esa cancha, cantando con vos, amándote con cada fibra de nuestro cuerpo. De esa realidad hablo. Nos volaste la cabeza, no hay dudas. Porque estas presente en cada instante. Porque nunca vas a morir, ni en mi corazón, ni en mi alma, ni en mi cabeza, y mucho menos en la realidad. Porque sos eterno. Porque te voy a amar hasta que el universo acabe. Y más. Porque te voy a amar cuando no haya ni estrellas, ni lunas, ni soles, ni colores, ni aire, ni países, ni vida. Porque superas los limites. Porque sos inhumano y vas más alla de lo real. Más allá de ese universo, sus estrellas, sus lunas, sus soles, sus colores y todo lo que existe.

No me quiero curar nunca de vos. Gracias por apoderarte de mi y volverte mi razón de vivir.

Te amo, y te voy a amar hasta el fin de los tiempos.

Candela Cafiso.


Muchas gracias por dejarme publicar esto Por lograr que me sienta identificada contigo, por comprenderme, por sentir esto, por escribirlo, por arrancárme lágrimas de emoción. Tengo un post maravilloso gracias a ti :') ¡TE ADORO CANDEEEE!

domingo, marzo 28

No hay nada mejor que la mirada sincera de un chico. Esa mirada que te confunde entre un "eres mi hermana menor" o "qué linda estás hoy" (o tal vez las dos juntas), aquella que, signifique lo que signifique, demuestra un profundo cariño. Esa mirada que es acompañada por una ligera sonrisa (la que te hace sonreír a ti también). Esa mirada que, luego de recibirla, recuerdas todo el día.

Y los cosquilleos en la piel comienzan, y las mariposas revolotean en mi estómago.

Esta es la mejor manera de comenzar una etapa, de voltear la página...

¡Y tú, qué bien volteas páginas!

PD: Pretendía escribir más o, por lo menos, algo más elaborado. En estos momentos tengo mucho material sentimental (?) como para hacer ricas entradas, pero no todo lo que siento puede ser publicado. Tendría que crearme un blog anónimo. Lo lamento :(

PD2: A pesar de eso, quisiera resaltar que es cierto cuando digo que mi blog NO es un diario. A mi me interesa escribir, no publicar mi vida. Yo siento algo y de ahí saco una idea, lo demás puede ser ficción como no lo puede ser. Para que una entrada sea rica no puede ser totalmente real (muchas veces pongo frases sólo porque me gusta como suenan, a veces también son reales). Con sólo mi vida sería muy aburrido. CONCLUSIÓN: si me conoces, no te guies de mi blog para saber lo que siento. Si yo no te lo cuento, simplemente no lo sabes.

sábado, septiembre 26

al diablo.

No entiendo como puedo estar en un lugar con tanta gente y que tenga un cartel pegado en la frente que diga "SOLA". No sé si de la noche a la mañana todos me dejaron o de la noche a a mañana lo empecé a notar. Quizás antes no me interesaba tanto, y es que con una sola persona me bastaba. Lástima: esa persona se fue.

¿Y ahora?



A veces me pregunto si es mi culpa. Supongo que no puedo pretender que todo el mundo es el que está equivocado, si es que esa es la palabra que se deba usar. La equivocada tal vez soy yo, la que anda mal con todo, la que es poco interesante.

Qué desagradable es no encajar con nadie.

Ya no quiero nada...


Ya quiero irme del cole.


____

Estaba leyendo una carta que le escribió Yoko a Lennon y esta parte me pareció interesante:

No tenía idea de que la vida estaba a punto de enseñarme la lección más dura de todas. Aprendí el intenso dolor de perder un ser amado de repente, sin previo aviso, y sin tener el tiempo para un último abrazo y la oportunidad de decir "Te Amo" por última vez.



Qué duro ehh.. ¿Pero no sería también bastante amargo de parte de la vida decir un "te amo" y dar un abrazo sabiendo que será el último?

jueves, febrero 19

¿Te acuerdas?

¿Te acuerdas de nuestro primer beso? Ayer me pediste el último.
Y no te lo di.

Te amo.

PD: ¿Y si nuestro último beso es igual que el primero?

martes, diciembre 23

Sonreír con lágrimas en los ojos.

Cada vez te acercabas más a mí, yo estaba inmóvil, sabía que ese sería nuestro último beso. El más suave, el más lento, y antes de que terminara empecé a llorar. No podía asimilar que era el último. No podía creer que tenía que separarme de ti, tal vez luego de un año ya ni te importaría qué hago de mi vida, ayer querías saber a qué hora me levanté y qué almorcé.

Terminaste de besarme y me cogiste la cara con tus dos manos, hiciste que te viera de frente, viste mis ojos llorosos y me abrazaste. El último abrazo.

Adiós.

Di media vuelta y caminé. Todo lo que había pasado contigo... algo me hizo sonreír. Sin embargo, igual me dolía, era el dolor más grande. Lo digo en serio, no hay dolor mayor. Quienes han amado y han dicho adiós saben lo difícil que es.

Estoy caminando en una dirección contraria a la tuya, tan simple sería voltear y correr hacia donde estás. Pero elegimos este camino, o mejor dicho, nuestros propios caminos. Me gustaría hacerte saber lo feliz que me has hecho y que estar a tu lado es lo más lindo del mundo, pero debo seguir caminando.

Recuerdo la emoción que sentí cuando me dijiste que me querías, todo era color de rosa e ilusiones. Poco a poco empezamos a conocernos, y a querernos de verdad, unas cuantas peleas, unas cuantas disculpas. Pasamos momentos alegres y tristes y con eso aprendimos a amarnos, unas peleas, unos llantos, un orgullo y un perdón sincero.

Aprendí qué musica te gusta, qué bromas te gustan, qué comida, qué color, qué deporte, qué te da celos, qué te molesta, qué te hace llorar, qué te hace reir...

Aprendí que no tienes cosquillas, que tus abrazos son los mejores, que a veces necesitas que alguien te cuide y te engría, que me encanta ser ese alguien, que cuando estás enfermo igual juegas fútbol, que eres sensible, que dices lo que piensas, que pedirte perdón no es fácil, que cuando pides perdón es porque en realidad lo sientes, que podías ver películas que no te gusten por mí, que cuando dices "ajá" es porque algo te molesta, que cantas bien aunque digas que no es así, y que eres la persona más fácil de amar.

Sé demasiado sobre tí, sabes demasiado sobre mí, esto no se puede acabar. Sigo caminando y quiero voltear, me tengo que controlar. Contigo he compartido demasiados momentos, no me quiero separar de ti, si quieres lloro contigo, si quieres intento hacerte reír.

No. Tengo que aceptarlo.

Me acuerdo de la primera vez que fuimos al cine, de la primera vez que nos besamos, de la primera vez que me hiciste cosquillas, que me pegaste con un cojín, que me tiraste al mar, que comimos juntos, que llegamos tarde a claun, que tuve celos, que me cogiste de la mano, que dejamos a todos para estar solos, que te escribí algo, que me despertaste con un mensaje, de la primera vez que te vi.

Y de nuevo, a pesar de tener lágrimas en los ojos, algo me hizo sonreir.

miércoles, octubre 1

"amor"

No sabía que el amor o quizas "amor" pueda ser así, es decir.. ¿realmente de eso se trata? ¿de darle a la otra persona por donde más duele?

Pues yo no lo creo,

Y así como un entrenador le diría a su deportista: "No te obligo a que entrenes, pero si no lo haces, no juegas."

Yo te recuerdo, que sí sé que no te puedo obligar a nada, pero si actúas así, conmigo no estás ;)

jueves, septiembre 4

Querer a alguien.

Estoy enamorada. Que dificil es esto, mirar al chico que te gusta y no poder decirle que lo amas. Sentir que el solo te quiere como amiga, y esconder lo que en verdad sientes por esa amistad, porque quizás la puedes perder. Si no puedes tenerlo como enamorado, al menos tenlo como amigo.

Yo no sé si él ha notado que me gusta, pero a veces siento que puede entrar en mis pensamientos y que se entera de todo lo que siento. Otras veces siento que simplemente no tiene la menor idea de que me gusta, y es justo cuando yo sola me delato con acciones o con miradas y expresiones. A veces me quedo callada y solo me detengo a mirarlo y disfruto cada momento que lo tengo cerca y cuando él me mira solo me limito a sonreir y siento como una chispita de ilusión corre desde mi corazón hasta todo límite de mi cuerpo. Me quedo callada y solo dejo que el silencio hable por mí, mintiendo discretamente haciendole creer que sólo lo quiero como amigo.

Cuando peleo con él es cuando tengo muchas más ganas de decirle que lo amo, de decirle que no quiero pelear más porque simplemente estoy enamorada de él. Pero como siempre, me empiezo a limitar y lo único que hago es echarme la culpa con tal que me dé un abrazo de reconciliación. Algunas veces nos decimos cosas que nos hieren mucho, y mientras más lo quiero, más dañan. A veces ya no aguanto y simplemente dejo que mi orgullo me gane y no me echo la culpa, pero igual sigo esperando la hora en la que volvamos a ser amigos, y poder decirle que lo quiero y que odio pelear.

Cuando lo veo con otra chica, solo debo retenerme y contener mis celos. No soy nadie para decirle que me molesta. Trato de no mirarlo pero hacia donde volteo están los dos juntos, y sin querer veo detalles como sus dos manos juntas. Cuando me cuenta cosas sobre chicas que le gustan, solo debo empezar a aconsejarle y guardar sus secretos más profundos en mi mente, para que poco a poco la carcoman y cuando acaben con ella empiecen con el corazón.

Pero lo lindo es cuando él está conmigo, cuando me agarra de la mano a mí y cuando siento que solo somos él y yo. Cuando caminamos juntos y yo ni sé a donde estamos llendo, sólo lo sigo y miro todo lo de al rededor notando lo bello que es el mundo a pesar de todo lo que hay en él. Llego a agradecerle a Dios que me permita estar ahí, junto a él, y empiezo a fijarme en lo lindo que es el mar, en lo inalcanzable y mágico que es el cielo, en lo puro que puede ser el aire, en la vida tan valiosa de las plantas, y en lo insignificantes que somos los humanos, pero que cuando estamos con alguien que amamos, podemos observar el mundo y llegamos a valer mucho, sólo por la persona que está a nuestro costado.

Todo se acaba, y en un momento debemos despedirnos. Me da miedo perderlo, me da miedo no volverlo a ver. Empiezo a caminar sola, recordando una y otra vez exactamente lo que pasamos juntos hace un rato, y me dan ganas de correr y pedirle que no me deje, de hablar con Dios y rogarle que me prometa que no me lo quite antes de tiempo. Me doy cuenta que el tiempo que pase con él jamás será suficiente, que simplemente siempre voy a necesitar más, que puedo llegar a extrañarlo en cinco minutos, que simplemente sin él todo se vuelve oscuro y nada es lo mismo.

Es inexplicable la sensación que siento cuando mi celular vibra por que recibí un mensaje de él, o cuando la ventana de messenger que me avisa que inició sesión aparece en mi pantalla. Es una alegría inimaginable que me hace responderle o hablarle lo más rápido posible. Cuando entro a messenger lo primero que hago es fijarme si él está conectado, y si no lo está miro de vez en cuando su nick pensando "conéctate por favor".

Pienso en él todo el tiempo, es imposible que no relacione nada con él. Al escuchar música cada canción tiene algo que ver con él, cada programa de televisión, es decir, todo.

Yo sé que el no siente nada por mí. Ojalá encuentre a alguien que lo ame y que lo haga feliz, lo apoyaré y supongo que al verlo feliz seré feliz. Quizás no tanto como cuando estoy con él, pero algo es algo. Quizás duela pero cuando él encuentre la felicidad, yo también lo haré.

Escrito el 6 de Febrero del 2008


FICCIÓN.