Concierto del desconcierto, o lo que es la ignorancia.
Cuanto más intrascendentes son las lecturas que se eligen para el autobús, más fácil es que uno se transmute en uno de sus personajes sin darse cuenta. Eso me sucedió el jueves. Volver a pasar tiempo, mucho tiempo en el coche es volver a pasar tiempo, mucho tiempo al amor de la radio. Esto hace que una se interese por cosas de lo más variopintas. Anunciaban una conferencia que, por motivos que no vienen al caso, me pareció apetecible; así que al salir del trabajo, en vez de coger el bus, corrí al salón de actos en el que entendí que se celebraba el evento en cuestión. Como llegaba tarde, me precipité por las escaleras viendo de refilón el cartel que anunciaba el programa: conferencia fue la única palabra que acerté a leer, suficiente, ese debía ser el sitio. Pagué sin rechistar los 3 eurazos y, con el programa en mano, me dejé guiar por una señorita a la sala procurando no hacer ruido y no molestar a los ponentes. Una vez sentada en mi butaca me sorprendió ver un enorme piano en el esc...