Pinzas
Hoy me he dado cuenta al tender la ropa: las pinzas de mi casa son todas adoptadas. Cuando mi hermana era pequeña mi madre le pagaba un duro por cada cinco pinzas rescatadas. Ella bajaba con una cestita y se colaba en la jardinera del patio interior de nuestra parcela (parcela es como se le llama a los bloques de pisos en mi barrio), canjeaba la cosecha y se gastaba los duros en el kiosco de Rufas (hasta hace muy poco su mayor gasto semanal lo hacía en ese establecimiento). Mientras tanto mi madre hervía las pinzas para liberarlas de posibles bacterias malignas que infectaran nuestra pulcra colada y las almacenaba en el trastero en bolsitas de docena. En esa casa nunca se gastó un duro en pinzas, a excepción claro está de la recompensa de mi hermana. A día de hoy aun hay pinzas en bolsitas de doce en el trastero de mi madre, y por supuesto en mi casa todas las pinzas son adoptadas: las de la ropa, las que cierran el pan bimbo y los paquetes de galletas. Hoy, tendiendo l...