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19/3/12

Ja hi tornem a ser...

Diu en Juan Carlos Moreno Cabrera:

“Acerca de la discriminación de la mujer y de los lingüistas en la sociedad”. Reflexiones críticas
De: Juan Carlos Moreno Cabrera (Universidad Autónoma de Madrid)

En la página Web http://manifiestolinguistica.weebly.com/ aparece un manifiesto firmado por numerosas personas, lingüistas y no lingüistas, con el título “Acerca de la discriminación de la mujer y de los lingüistas en la sociedad: manifiesto de apoyo a D. Ignacio Bosque”. Se trata de una reacción de parte de la comunidad de lingüistas a las críticas de un informe de la RAE titulado “Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer”. El manifiesto se presenta en apoyo a I. Bosque. Pero el informe, según yo lo entiendo, no es un artículo del profesor Bosque, sino un texto de la RAE, aprobado en un pleno de la docta casa celebrado el jueves 1 de marzo de 2012. Se trata del primer informe de una serie de documentos que irán apareciendo en una nueva publicación académica en línea (BILRAE). En consecuencia con esto, el manifiesto que voy a examinar no se centra, razonablemente, en las ideas personales del profesor I. Bosque, sino en una serie de conceptos y análisis que se exponen en el informe de la RAE. Y de esto es de lo que me voy a ocupar, dado que de lo que se escribe es de un informe institucional y las opiniones allí contenidas tienen un valor social que va mucho más allá del alcance de unas simples opiniones personales. Yo no he firmado el manifiesto porque creo que no es lo que dice ser (es decir, un desagravio de unos insultos que se asegura que han sido dirigidos a algunas de las personas firmantes de este informe, entre las que se encuentra su redactor, el profesor Ignacio Bosque), sino una argumentación, fundamentalmente equivocada a mi modesto entender, de cómo quienes se dedican a la lingüística han de razonar sobre el sexismo lingüístico.

El texto del manifiesto es claro desde el principio; dice:
“Si se observa distanciadamente, la discusión que subyace a las intensas polémicas sobre este texto –y sobre otros anteriores– no es acerca de un problema social, sino acerca de cómo ese problema social se refleja –o no– en distintos aspectos del uso de la lengua.”
Se trata, pues, de una cuestión de uso de la lengua, del reflejo de una situación o ideología social en el uso lingüístico. Por tanto, estamos ante una cuestión de actuación lingüística, no de competencia lingüística.

Quienes llevamos muchos años enseñando la asignatura de lingüística en la Universidad, nos hemos esforzado hasta la extenuación por explicar y aclarar la diferencia entre competencia y actuación, y cómo la competencia estrictamente lingüística no es más que uno de los componentes que intervienen en la actuación lingüística, en la que confluyen muchos aspectos de tipo individual y social, entre los que están cómo sienten y ven su propia lengua quienes la hablan o la usan habitualmente. Por ello, me parece imperdonable que no utilicemos esta diferencia cuando tenemos que hacerlo, arrinconándola por principio, tal cual se hace en este manifiesto.

En la actuación lingüística sí intervienen de forma clara y a veces decisiva aspectos sociales e ideológicos sobre los que es posible, y muchas veces deseable, intervenir. No hay una gramática fascista, pero sí hay un discurso fascista; no hay una gramática machista pero sí hay una actuación lingüística o discurso machista o sexista.

Las guías que se critican en el informe de la RAE y en este manifiesto no dejan lugar a dudas, por su título, de que se centran en la actuación y no en la competencia lingüística: guía para un uso del lenguaje no sexista, guía de uso no sexista del lenguaje, propuestas para un uso no sexista del lenguaje, son expresiones que aparecen en los títulos de algunas de estas guías. Por supuesto, que dichas guías hayan logrado sus propósitos de mejor o peor manera no contradice los objetivos a los que se pretende llegar, que no son otros que recomendaciones sobre el uso de la lengua; es decir, sobre la actuación, no sobre la competencia lingüística. Estas guías ofrecen pautas de estilo discursivo, heterogéneas y más o menos detalladas, que intentan cumplir con un doble objetivo: de un lado, evitar los casos de ambigüedad en el uso del género gramatical, y de otro (y sobre todo), evitar un empleo discriminatorio de la lengua (para con la mujer, en este caso) en contextos donde existe demanda social u obligación de un trato igualitario de la ciudadanía, extensible a lo formal. Estas guías, por tanto, no son gramáticas descriptivas de una parte de la competencia lingüística del español. Sin embargo, como vamos a ver, se las critica inmerecidamente como si lo fueran.

El manifiesto se pronuncia de forma tajante sobre la realidad de la discriminación entre los hombres y las mujeres en la sociedad actual:
“Este aspecto queda fuera de la polémica y lo asumimos como cierto, así como entendemos que es cierto que de algún modo deben promoverse cambios sociales que disuelvan esta desigualdad.”

En principio, por tanto, el aspecto que se dice que se deja de lado es la cuestión de la desigualdad social entre el hombre y la mujer. Lo que no queda claro es si se deja de lado también la cuestión de que lo que se ha de estudiar es el impacto de esa desigualdad en el uso de la lengua, es decir, en la actuación lingüística, no en la competencia gramatical. Pero como vamos a ver enseguida, la distinción entre competencia y actuación deja de utilizarse consecuentemente a partir de este punto, pues no hay una argumentación coherente con la idea de que es de la actuación y no de la competencia de lo que tratan las guías criticadas.

Esta desatención está claramente premeditada y es inadecuada e injusta sencillamente por el hecho de que sabemos, cuando estudiamos la dinámica de las lenguas, que no solo son relevantes los aspectos estrictamente gramaticales, sino que hay que tener también en cuenta aspectos individuales (psicológicos y cognitivos) y sociales que interactúan con los estrictamente gramaticales en los procesos de variación y cambio lingüísticos. No se pueden descartar o desatender estos factores en la discusión porque es bien sabido que fenómenos de actuación lingüística no solo pueden llevar a la variación sino incluso al cambio lingüístico: a la modificación de la competencia lingüística y, por tanto, a la modificación de la gramática. En su monumental estudio sobre la variación y cambio lingüísticos (en realidad, dos aspectos del mismo fenómeno), el prestigioso lingüista W. Labov dedica el primer tomo a los factores internos estrictamente fonológicos y gramaticales (1994), el segundo tomo a los factores sociales (2001) y el tercero a los factores cognitivos y sociales (2010). Muestra de forma detallada y empíricamente fundamentada que, para dar cuenta del cambio y la variación lingüísticos, es imprescindible recurrir a los cinco factores mencionados. Su compleja interacción hace que estos procesos de variación y cambio lingüísticos sean muy difíciles de predeterminar o predecir, pues tienen un claro carácter caótico.

A pesar de que se reconoce en el informe y en el manifiesto que el problema que está en discusión aquí es de uso o actuación lingüísticos, se opta por no prestar atención, de forma totalmente injustificada, a los temas tratados en los dos últimos tomos del opus magnum de Labov. Esto se hace, sin duda, por motivos ideológicos: se trata de desacreditar las posturas de quienes combaten la invisibilidad lingüística de las mujeres. Y se lleva a cabo utilizando la ciencia lingüística: pero solo parte de ella, la que conviene al caso, tal como vamos a ver a continuación.

En primer lugar se formula la pregunta de si la gramática española es sexista. Claro; la respuesta la conocemos de antemano porque lo que es sexista son las actitudes, las ideas o las estrategias discursivas pero no las reglas gramaticales. Es muy posible que alguien no especialista en lingüística haya dicho o escrito alguna vez que lo que es sexista es la estructura gramatical de las lenguas y no el uso que se hace de ellas. Pero ni todo el mundo es especialista en lingüística, ni tiene por qué serlo: se dicen muchas tonterías sobre el lenguaje y la lingüística, pero también sobre el universo y la física, los números y la matemática, la vida y la biología o la mente y la psicología. Esto es perfectamente explicable y aceptable porque no todo el mundo puede ser especialista en todas las disciplinas.

Lo que deben hacer quienes conocen en profundidad la lingüística y la practican es explicar a la gente de a pie diferencias como la existente entre competencia y actuación y que la gramática no puede tener actitudes sexistas porque en sí misma no hace nada, sino que quienes llevan a cabo actuaciones lingüísticas pueden hacer un uso sexista de las lenguas amén de que dichas actuaciones pueden tener algún reflejo más o menos superficial o profundo en la gramática de una lengua. Esto se debe a que, como ya he dicho antes, la actuación lingüística puede cambiar y de hecho cambia la competencia lingüística en la dinámica de las lenguas.

Se afirma en el manifiesto que en el léxico y en la morfología hay claras trazas que reflejan una actuación lingüística sexista. Pero también que en la sintaxis no hay ninguna traza de sexismo y se cita el ejemplo Todos los españoles son iguales ante la ley. Se mantiene en el manifiesto que españoles no tiene género, no es de género masculino, sino que no está marcado para género, siendo el femenino el género marcado. En efecto, éste es uno de los posibles análisis que se han propuesto para analizar el género. Pero hay otros. Yo, particularmente, estoy convencido de la corrección de la tesis de I. Roca (2005, 2006) según la cual las terminaciones “-o” y “- a” no son morfemas de género, sino morfemas desinenciales. Como se ve, no todas las personas especializadas en lingüística o gramática son de la misma opinión al respecto de la naturaleza de los denominados morfemas de género; esto es normal en todas las ciencias y no se debe a ninguna deficiencia de estas disciplinas.

Quienes somos partidarios de la tesis de I. Roca podríamos decir de forma rotunda que no hay ningún morfema de género en español, si estamos hablando de la competencia estrictamente lingüística. Bien; pero, tal como se reconoce en estas páginas, la cuestión que se debate aquí no es de competencia, sino de actuación y por tanto, la competencia estrictamente gramatical no es más que uno de los diversos factores que hay que tener en cuenta. Entre ellos, está el factor de cómo ven su lengua las personas que usan el español y existe la idea muy extendida e influyente según la cual la “-o” indica masculino y la “-a” indica femenino. Ahora estoy hablando de las personas no especializadas en lingüística, de la gente corriente, para entendernos; es decir, de la mayoría. Esta concepción existe, se quiera reconocer o no, e influye, se apruebe o no, en la actuación lingüística. Podríamos desecharla o no tenerla en cuenta quienes afirmamos que en español no hay morfema de género; pero entonces no podríamos explicar aspectos muy importantes, recurrentes y generalizados en la actuación lingüística y, por tanto, si desechamos los factores psicológico e ideológico (a los que Labov dedica un tomo de su obra sobre el cambio lingüístico) nos veremos incapacitados para explicar cómo funciona la actividad lingüística y cómo es la actitud de quienes la llevan a cabo. Lo científico no es decir que hay que desatender estas concepciones que tienen o pueden tener influencia en la actividad o actuación lingüísticas, sino incluirlas en nuestro modelo explicativo porque, no lo olvidemos, estamos estudiando la actuación lingüística, no la competencia lingüística. Que yo sepa, las guías del lenguaje no sexista no son gramáticas descriptivas, sino recomendaciones para la actuación lingüística. Y por tanto, criticarlas diciendo que la gramática no es sexista, como se hace en el manifiesto, demuestra una actitud no científica, sino ideológica.

Pero la desatención a esos factores sociales y culturales es mucho más grave de lo que imaginamos, porque ya he dicho que los factores de actuación no solo pueden ocasionar la variación lingüística sino también el cambio lingüístico. Como ejemplo, puedo aducir la reinterpretación como femeninos singulares de los neutros plurales acabados en “-a” en latín. Claramente, la concepción ingenua sobre la morfología de la propia lengua puede tener un papel importantísimo en el cambio lingüístico y ahora estamos hablando de un fenómeno gramaticalmente revolucionario: la desaparición del género neutro en el paso del latín vulgar al romance. Un fenómeno de actuación, si se extiende, puede dar lugar a cambios en la estructura gramatical de una lengua. La identificación de la terminación en “-o” como masculina y en “-a” como femenina, aunque se considere que no es un aspecto de la competencia lingüística natural, sí forma parte de los factores fundamentales que guían la actuación lingüística, lo cual, debido al carácter variable y dinámico de las lenguas, puede llevar a cambios en la gramática y, por tanto, en la competencia.

No en otra línea se sitúa la propuesta de M. Hale (2007: 44, 104, 191) de un procesador posgramatical regido por consideraciones culturales y sociales del que en muchas ocasiones hacen uso quienes hablan una determinada lengua. Por ejemplo, las personas cuya competencia gramatical genera la secuencia “me se” pueden modificar su actuación, sustituyendo “me se” por “se me” mediante la utilización de una operación no gramatical de metátesis, dentro de su procesador posgramatical. Esta regla no es de competencia, sino de actuación y modifica los resultados de la actuación. Pero el infante que aprende la lengua no sabe de la existencia de ningún procesador posgramatical y puede interpretar esa parte de la actuación como reflejo directo de la competencia, por lo que puede desarrollar un conocimiento gramatical con el orden “se me”: se ha producido un cambio en la competencia a través de la actuación lingüística.

Sobre las relaciones entre gramática y cultura se dice en el informe lo siguiente:
“La idea de que las gramáticas pueden estar cargadas de contenido cultural, llevada a sus últimas consecuencias, da lugar a una justificación del racismo y la xenofobia: ¿cabría pensar, como hicieron algunos a finales del siglo XIX y principios del XX, que las lenguas sin concordancia son propias de pueblos rudimentarios, poco dados a las relaciones abstractas? Naturalmente, no.”
Esta afirmación es correcta, en mi opinión, y la suscribo plenamente. Sin embargo, no cuenta toda la historia. Además de la oposición entre competencia y actuación hay que distinguir entre lengua natural y lengua cultivada. Quienes, dedicándose al estudio del lenguaje humano, no son sensibles a esta distinción se encontrarán con un sinfín de problemas metodológicos y empíricos de difícil, si no imposible, solución. La mezcla arbitraria y ocasional de estos dos conceptos aparece en el manifiesto que critico y es típica, por desgracia, de muchas discusiones lingüísticas completamente hueras e improductivas.

Las lenguas naturales son las que se hablan de forma automática e irreflexiva por parte de una comunidad lingüística en la interacción cotidiana. Todas las comunidades lingüísticas conocen este tipo de lengua. Además de las lenguas naturales, existen unas lenguas, basadas en las anteriores, que denomino cultivadas (Moreno Cabrera 2011) y que surgen precisamente de la manipulación e intervención, intencionadas y cultural y socialmente determinadas, en las lenguas naturales. Estas manipulaciones, que las hacen lenguas artificiales, son producto de diversas finalidades esotéricas, rituales, lúdicas, religiosas, mágicas, iniciáticas, etc. Por ejemplo, en su descripción compendiada de las lenguas indígenas de América del Norte, la lingüista norteamericana M. Mithun (1999: 272-292) describe las formas gramaticales artificiales usadas en distintas comunidades indias con propósitos rituales, narrativos, ceremoniales o que diferencian la manera de hablar de hombres y mujeres. Según nos dice M. Mithun (1999: 277) el lingüista norteamericano E. Sapir documentó diferencias sistemáticas fonológicas y gramaticales en el habla de hombres y mujeres en yana, una lengua de California septentrional. Además, Sapir observó que estas formas son sensibles al contexto comunicativo concreto, de manera que las formas femeninas son usadas por los hombres para hablar a las mujeres, por ejemplo. Y las mujeres usaban las formas masculinas para hacer referencia a discursos de hombres. Como vemos, la actuación lingüística (y posiblemente también la competencia) sí puede ser sensible a las diferencias de género. Todas estas formas se denominan special language, que es lo que yo denomino lenguas cultivadas. A esto cabe añadir las lenguas secretas o los estilos de evitación de algunas comunidades indígenas australianas (Dixon 1980: 47-68). Son muy conocidos diversos casos de tabuización lingüística como el consistente en la prohibición de usar todas aquellas palabras que se parezcan al nombre propio de una persona recientemente fallecida. Nos cuenta R. M. W. Dixon (2002: 27) que cuando muere un hombre de la comunidad nativa australiana yolngu llamado Bichingu, la palabra bithiwul „no, nada‟, una palabra gramatical, queda prohibida por su parecido con el nombre del fallecido. Se trata de un tipo de intervención extrema en la lengua natural que no solo es posible, sino que está perfectamente documentado.

Como podemos observar, estas lenguas o variedades lingüísticas se caracterizan por estar sometidas a una intervención explícita e intencional social, cultural e ideológicamente controlada. Estas lenguas, artificiales aunque basadas en las naturales, sí están afectadas por coordenadas culturales e ideológicas.

Alguien podría preguntarse por qué saco a la luz aquí estas cuestiones de antropología lingüística. A esa persona le digo que haríamos mal en pensar que estas formas de intervencionismo lingüístico aparecen solo en comunidades tradicionales de cazadores- recolectores o de agricultores y ganaderos. Las sociedades esclavistas, feudales y capitalistas poseen también lenguas cultivadas, creadas artificialmente por intervencionismo dirigido y siguiendo criterios religiosos, políticos, ideológicos y culturales: hay lenguas religiosas (griego litúrgico, armenio clásico, copto, latín, sánscrito o árabe coránico, por ejemplo), lenguas escritas estándar (como el estándar panhispánico académico) basadas en una serie de intervenciones sobre una variedad lingüística concreta, lenguas especializadas de una determinada instancia cultural, científica, política o administrativa fundamentalmente escritas: lenguaje científico, administrativo, judicial, político etc. Estas variedades lingüísticas se basan en una serie de manipulaciones intencionadas ejercidas sobre las lenguas naturales, que las hacen casos claros de lengua cultivada. Las lenguas cultivadas se crean con unos determinados fines y a partir de una serie de manipulaciones de carácter cultural e ideológico. Precisamente, las guías de uso lingüístico no sexista suelen ir destinadas al lenguaje administrativo (una de ellas lleva en el título la expresión Manual de lenguaje administrativo no sexista), judicial o político, que son variedades en las que se puede y se debe intervenir de modo consciente de acuerdo con parámetros ideológicos. Estas intervenciones no se pueden juzgar, como se hace en el manifiesto que considero aquí, desde el punto de vista de la lengua natural y de la competencia gramatical natural, sino desde el punto de vista de la intervención social sobre la lengua. Y aquí sí que cabe hablar de variedades sexistas, fascistas, comunistas o machistas de las lenguas.

Esto es así porque las lenguas cultivadas, basadas en modificaciones intencionales de las lenguas naturales, sí que reflejan la cultura, la ideología o la política de las sociedades que las proponen, desarrollan o modifican.

El no distinguir entre lengua natural y lengua cultivada ha llevado a muchas personas a decir que la lengua es cultura y que, por tanto, la lengua refleja la cultura y la ideología y a no pocas otras a decir que la lengua es independiente de la cultura o del desarrollo social o económico (yo soy de esas personas). La cuestión es que ambas opiniones son correctas, pero respecto de realidades diferentes (aunque, como hemos visto, relacionadas). Quizás no se pueda pedir estos matices a quienes no dominan la ciencia lingüística; pero sí hay que exigírselos a quienes se dedican profesionalmente a esta disciplina.

Desde el punto de vista de la lengua cultivada (la lengua de la administración, por ejemplo) las guías de lenguaje no sexista tienen todo el sentido y la justificación que es capaz de darles la ciencia lingüística. De hecho, en el punto 5.1 del manifiesto se reconoce que las recomendaciones se refieren al lenguaje administrativo y jurídico, es decir, a un tipo de lengua artificial y artificiosa en la que se puede y se debe intervenir. Pero al manifiesto le falta dar el paso al concepto de lengua cultivada, que es crucial en esta discusión. Por supuesto, las propuestas de estas guías pueden parecernos más o menos acertadas o más o menos apropiadas. Se pueden discutir, argumentar y valorar, como toda intervención en un asunto social. Pero es el uso que se haga de ellas lo que las irá seleccionando y asentando y no lo que opinen las academias o determinadas personas especialistas en lingüística, en gramática o en filología.

Quienes nos dedicamos a la lingüística, con toda nuestra disciplina en la mano, no estamos en situación de desacreditar los esfuerzos por crear actuaciones lingüísticas no sexistas, aunque podamos criticar ya sea positiva o negativamente tal o cual propuesta concreta. Por tanto, todas las consideraciones que se realizan en el punto cuarto del manifiesto sobre la intervención de las personas especializadas en lingüística en el devenir de las lenguas no son aplicables al caso de las guías de lenguaje no sexista, dado que se refieren a las lenguas naturales y no a las cultivadas. De nuevo, vemos cómo se yerra el tiro, por no distinguir cuidadosamente entre lenguas naturales y cultivadas.

Merece la pena mencionar ahora el punto. En él se dice lo siguiente:
“La RAE, hace recomendaciones de uso en muchos otros casos. Esto es cierto, pero tales recomendaciones –como la de preferir que deber de no tenga valor de obligación– no están motivadas por criterios políticos o éticos, sino que se hacen conforme a criterios gramaticales que atienden a cómo está conformado el sistema de la lengua. La intención de estos consejos es la de evitar recomendar usos que pueden ser pasajeros y producir ambigüedades que dificulten la comunicación ahora o en el futuro, cuando se vuelve sobre los textos que la usaron.”

Esta estimación se basa en un claro desconocimiento de la naturaleza predominantemente ideológica de la actividad académica. Remito al respecto a la cuasi exhaustiva crítica contenida en los dos volúmenes de S. Senz y M. Alberte (eds.) 2011, que en conjunto sobrepasan ampliamente las mil páginas. La RAE y las demás academias de la Asale son instituciones centenarias cuya crítica racional exige argumentaciones detenidas y documentadas. La obra que acabo de mencionar es un intento de llevar a buen puerto tales argumentaciones. Si leemos y estudiamos estos volúmenes llegaremos fácilmente a la conclusión de que la RAE tiene una trayectoria sexista más que notable que llega hasta el siglo XXI. También podemos decir que las academias no han considerado necesario hasta ahora ofrecer a la sociedad indicaciones precisas sobre el uso no sexista de la lengua española, lo cual ha ocasionado la proliferación de todo tipo de guías para cubrir una necesidad sentida por una parte muy significativa de la sociedad. A lo mejor las academias no han hecho ninguna propuesta porque piensan que no es necesario tener en cuenta este tipo de usos lingüísticos, de los que han sido adalides durante mucho tiempo. De todas formas, el informe de la RAE al respecto deja pocas dudas de que la venerable institución no considera necesario ni posible dar indicaciones sobre el uso sexista de la lengua. Puede que sea esa parte de la sociedad que reclama esto la que esté equivocada o que sean las academias las que lo estén. Yo pienso más bien lo segundo que lo primero. Por eso he escrito este documento.

En los puntos 5.2, 5.3 y 5.4 del manifiesto se hace referencia a que las recomendaciones que proponen las guías pueden ser poco efectivas e infructuosas en la lengua natural espontánea. Pero es que esas guías no van dirigidas a la lengua natural espontánea, sino, como se reconoce explícitamente en el manifiesto, a un determinado tipo de lengua cultivada. La falta de claridad de ideas al respecto de la distinción entre lengua natural y lengua cultivada hace que en el escrito se recurra a una o a la otra de forma más o menos caótica y arbitraria. Esto se puede perdonar a quienes no son especialistas en lingüística; pero no a quienes se supone que dominan esta ciencia.

¿Qué efectos pueden tener las recomendaciones de las guías de lengua no sexista en la lengua natural espontánea de todos los días? Es muy difícil, si es que es posible, responder esta pregunta con seguridad: en el funcionamiento de las lenguas intervienen tantos factores que, como ocurre con la predicción del tiempo meteorológico a largo plazo, es imposible saber si acabarán arraigando o no o, como se dice a veces equivocadamente, arruinando o degenerando la lengua. Pero esta misma pregunta se puede hacer sobre las numerosísimas proscripciones lingüísticas que aparecen en el Diccionario panhispánico de dudas (RAE y Asale 2005) señaladas con el inefable signo de la bolaspa. ¿Hará caso la gente corriente a lo que dice ese diccionario o quedará todo ello como curiosidad filológica a modo de Appendix Probi? Como este diccionario se puede consultar en línea, en principio se podría recurrir a él a través del teléfono móvil para manejarse en la vida diaria. Todavía no he visto a nadie haciendo esto. Pero... ¿quién sabe? Las academias, desde luego, no lo saben.

En el punto 6 del manifiesto se intenta defender que las guías de lenguaje sexista no son adecuadas. Primerio porque:
“Parece que estas guías no han sido construidas desde un conocimiento profundo del acto referencial.”
Este juicio, a mi entender y tal como he intentado mostrar, se aplica al manifiesto que estoy analizando con mucha más razón que a las guías en cuestión.

Para justificar el juicio anterior se dan razones como la siguiente:
“Si la forma en -o (alumno) evoca un concepto masculino es por culpa de los estereotipos culturales, no por la terminación del sustantivo.”
Siguiendo las ideas del profesor I. Roca, desde el punto de vista lingüístico “-o” no es un morfema de género masculino. Desde la perspectiva de la conciencia explícita de quienes hacen uso del español en la vida diaria, la verdad es justamente la contraria. Exactamente igual que la terminación “-a” del neutro plural del latín vulgar contribuyó a provocar la interpretación como femeninas de palabras como “boda” o “alimaña”, es la terminación en “-o” de “alumno” y, sobre todo, la diferencia “alumno/ alumna” la que evoca el concepto de género masculino; lo correspondiente no ocurre con “persona” respecto de la terminación “-a”, dado que, de momento, no hay “persono”.

Otra razón que se aduce es la siguiente:
“Muchas de las indicaciones de las guías aconsejan renunciar a distinciones irrenunciables en el estudio de la lengua.”
Se afirma que no se puede sustituir en todos los estudiantes vinieron juntos “todos” por “cada”, dado que no se puede decir *cada estudiante vino junto(s), aunque no se señala que existen posibilidades como cada estudiante vino junto con los demás o cada estudiante vino junto con los otros/ con el resto de los estudiantes, que son oraciones correctas. Por supuesto, hay matices en el significado que tienen que ver con dos tipos de cuantificación universal (distributiva y no distributiva). En el improbable caso de que las indicaciones de las guías ocasionaran el desplazamiento de “cada” como expresión de la cuantificación universal distributiva, se acabaría recurriendo a otro método, como se puede comprobar cuando se estudia la historia de las lenguas: en el paso del latín vulgar al castellano desaparecieron las terminaciones de caso en el sustantivo y en el adjetivo, pero las funciones que desempeñaban fueron asumidas por otros mecanismos morfosintácticos. Respecto del ejemplo de la cuantificación universal distributiva, en otras lenguas se recurre a otras fórmulas para la expresión de dicho tipo de cuantificación, como el japonés sorezore „cada‟, que utiliza un pronombre reduplicado. Es decir, hay otras maneras posibles; la actuación de quienes usan las lenguas nunca deteriora o colapsa los idiomas, por muy radical o absurda que nos parezca. La idea de que la gente puede estropear o deteriorar la lengua es un prejuicio muy extendido entre las personas no especialistas en lingüística, gramática y filología. Lo realmente llamativo y preocupante es que especialistas en esas disciplinas, como quienes han redactado y suscrito este manifiesto, sigan esgrimiendo o ratificando este argumento tan vetusto como falso.

Con todo, las guías criticadas lo que dan son, en la medida en que yo lo entiendo, recomendaciones y las recomendaciones no se suelen concebir como obligaciones, sino como sustituciones optativas. La idea es la siguiente: intente sustituir un término con connotaciones masculinizantes por otro que no las tenga, siempre que esto sea posible (y normalmente lo es, porque, como dicen las personas que profesan el nacionalismo españolista, la lengua española es excepcionalmente rica en posibilidades expresivas). Hasta donde alcanza mi conocimiento, ninguna guía intenta cambiar la competencia gramatical, sino la actuación gramatical y, como todas las lenguas ofrecen diversas posibilidades de expresar lo mismo, se pide que se elija la menos ofensiva para aquellas personas que se puedan sentir discriminadas, que no tienen por qué ser todas. A mí me parece razonable la idea de que no hay que esperar, por ejemplo, a que todas y cada una de las personas de piel oscura o de etnia gitana se sientan discriminadas para actuar respecto de los usos racistas de la lengua española, que los hay.

¿Merece la pena hacer este pequeño esfuerzo? Yo creo que sí. Por supuesto, estas elecciones en la actuación podrían llegar en algunas circunstancias propicias a ocasionar algún cambio lingüístico; pero yo les digo a mis colegas que no se asusten por ello: el cambio lingüístico es lo más normal del mundo, aunque es muy difícil causarlo de forma intencional y programada. Se lleva produciendo desde que la humanidad es humanidad, aunque lingüistas de todo tipo y condición lleven siglos devanándose los sesos para explicar cómo se produce.

Señoras y señores lingüistas, gramáticos y filólogos, no se preocupen, no teman por la posible desaparición de generalizaciones gramaticales irrenunciables: los principios biológicamente determinados de la Gramática universal no se van a ver afectados por la actuación lingüística, por muy radical que ésta nos pueda parecer.

A continuación, en el manifiesto se esgrimen consideraciones no estrictamente gramaticales:
“Como consecuencia de la falta de naturalidad y dificultad de aplicación de las expresiones que recomiendan estas guías, se añade el peligro de que los textos legales que traten de seguirlas entren en contradicciones.”
No hace falta hacer caso a las recomendaciones de las guías criticadas para obtener textos poco naturales y de difícil entendimiento. El lenguaje jurídico, sexista o no, como lengua cultivada obtenida artificialmente y con su futuro de subjuntivo es un tipo de expresión bastante oscura y artificiosa para el común de las pobres criaturas humanas no juristas. Pedir naturalidad, transparencia y facilidad de lectura y comprensión a un texto jurídico, matemático, de física cuántica o de biología molecular (por mucha ciencia natural que sea) parece fuera de lugar y tiene que ver con la insuficiente comprensión del concepto de lengua cultivada, que es necesario para hablar de estas cuestiones de modo científico. Sinceramente, no veo nada malo ni antinatural en decir que todas las personas son inocentes hasta que se demuestre lo contrario. De hecho, quien esté leyendo atentamente este escrito habrá visto que en él se utiliza a menudo la palabra persona.

Las conclusiones del manifiesto son las siguientes:

“7.1. Es falso y aun absurdo afirmar que una gramática tenga una ideología.”
Cierto. La gramática no tiene ideología; entre otras cosas porque la gramática ni siquiera es una persona y hasta donde se me alcanza solo las personas tienen ideología. Y las señoras y señores lingüistas están, cómo no, entre esas personas. Y son las personas las que actúan lingüísticamente y, por tanto, la actuación lingüística (que incluye la de lingüistas y no lingüistas) está necesariamente ideologizada.

“7.2. Aun si esto fuera cierto –que no lo es– no es labor del lingüista hacer juicios morales sobre esa ideología.”
Esta opinión es errónea y moralmente reprobable, a mi entender. Se puede y se debe hacer juicios morales sobre la actuación lingüística, como sobre cualquier otro tipo de actuación. Esto es así porque, como he dicho ya varias veces, en la actuación lingüística el conocimiento gramatical no es más que un factor entre otros factores de carácter social e ideológico que pueden intervenir en esa actuación, incluso de forma decisiva. Y sí es precisamente una labor propia del lingüista decirle a la sociedad esto, porque quienes no son especialistas en el estudio del lenguaje humano no suelen tener las ideas claras sobre este asunto. Lo que me parece inmoral es que las personas especializadas en las ciencias del lenguaje dejen en la oscuridad sobre el asunto a las no especialistas en ellas o, lo que es peor, se quiten de en medio para no asumir las responsabilidades ideológicas que les corresponden. No debemos olvidar, lo repito por enésima vez, que en el propio escrito se reconoce que las guías criticadas se refieren al uso del lenguaje y no a la competencia gramatical.
“Y aun si el lingüista debiera hacer juicios morales, no sería posible ni deseable forzar los cambios mediante reglas que afecten al uso de la lengua.”

Aceptemos este aserto. Por tanto, las numerosísimas recomendaciones y prohibiciones que aparecen, por ejemplo, en el Diccionario panhispánico de dudas de la RAE y la Asale (2005), como intervenciones directas en la lengua natural que intentan cambiar el curso de la lengua vulgar en una determinada dirección, no son ni posibles ni deseables. ¿Habría tenido el manifiesto tantos apoyos si se aseverara tal cosa? Sospecho que no. Con la ciencia lingüística moderna en la mano, la comunidad lingüística podría rechazar perfectamente como inoperantes e inútiles la mayoría de estas recomendaciones y prescripciones del libro mencionado y de otras publicaciones de las academias. ¿Por qué lo hace en el caso de las guías criticadas y no en este caso?

La última conclusión es la siguiente:
“Por todo ello, estamos de acuerdo con el informe en considerar que las denominadas guías del lenguaje no sexista no son adecuadas por no ser útiles para lo que pretenden y no estar basadas en un conocimiento de los matices lingüísticos ni del propio acto de referencialidad.”

He intentado mostrar en estas páginas que las críticas generales realizadas a estas guías en el escrito que estoy considerando aquí se basan en un análisis deficiente de los matices lingüísticos necesarios para comprender adecuadamente el funcionamiento natural y social de las lenguas. O quizás en algo peor, en una aplicación sesgada ideológicamente de la ciencia lingüística contemporánea.

Señoras y señores: quienes hayan leído este texto atentamente habrán observado que he procurado seguir las indicaciones para un uso no sexista de la lengua española; no sé si considerarán o no que estas páginas contienen expresiones artificiosas, poco ágiles, redundantes o ridículas. Supongo que, al menos, me perdonarán el desdoble con el que he iniciado este párrafo y que he utilizado en unas pocas ocasiones más: el único que se puede ver en todo el texto.


REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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Moreno Cabrera, J. C. (2011) “Diversidad lingüística y diversidad cultural. Tipología, evolución y complejidad”, en J. J. Martos, L. Trapassi, I. García y

V. M. Borrero (eds.) Diálogos interculturales: lenguas, literaturas y sociedad. Barcelona: Anthropos, 2011, pp. 11-41.

RAE y Asale (2005) Diccionario panhispánico de dudas. Madrid: Santillana.

Roca, I. (2005) “La gramática y la biología en el género del español (1ª parte)”, Revista Española de Lingüística, 35, 1, 17-44.

Roca, I. (2006) “La gramática y la biología en el género del español (2ª parte)”, Revista Española de Lingüística, 35,2, 397-432.

Senz, S. y M. Alberte (eds.) (2011) El Dardo en la Academia. Esencia y vigencia de las academias de la lengua española. Barcelona: Melusina, 2 vols.

30/12/11

23/12/11

Ens falta una persona verbal

Ahir amb un bon amic, a altes hores de la matinada, en un NitBus, parlàvem de llengua. Sí, la llenguaddicta (i algun dels seus amics) és tan freak que parla de llengua fins i tot a la matinada... Parlàvem de les mancances de la nostra llengua (allò del "nosaltres" inclusiu i l'exclusiu, que jo resolc afegint "nosaltres [tu+jo]" o bé "nosaltres [ell+jo]"), i d'altres peculiaritats. I llavors vam anar a petar en aquesta persona verbal que ens manca. ¿No us ha passat mai que us heu trobat amb la necessitat de dir, d'una manera econòmica, "va, home, que ja em coneixes" i alhora "va, home, que ja em conec"? ¿Com ho diríeu tot junt en una sola frase amb un sol verb? Fa molts anys, quan jo vivia amb el meu nòvio de llavors i una amiga (tots tres teníem una relació molt estreta -fruit de la convivència- i ens coneixíem força bé tots tres), un dia qualsevol, comentant una decisió que jo havia pres, impulsiva i precipitada, com sempre, els vaig dir:

"Nois, no sé de què us sorpreneu, si ja em coneixem".

I és que en anglès, això es pot fer, perquè l'anglès no té flexió verbal: "We know me", però en català ens falta una persona verbal que ens permeti expressar que el subjecte sigui múltiple i l'objecte sigui alhora un dels subjectes.

17/11/11

15-M (amb "m" de m'importa tres pitos la sintaxi)

No fa gaire em van donar un paper al tren, un d'aquests papers que et donen i que tens com a primer impuls rebutjar-lo, perquè penses que serà algú que demana almoina al·legant ser sord, o mut, o ambdues coses... Bé, aquest paper estava escrit per membres del moviment 15-M, i me'l vaig llegir de cap a peus. ¿I què creieu que va cridar l'atenció de la llenguaddicta en aquest panflet (perdoneu, no sé com es diu "panflet" en català?

No va ser el contingut, sinó la forma. I és que acabo de descobrir que el moviment 15-M utilitza el femení per a fer referència al col·lectiu. Imagino que el motiu és emprar "persona/persones" com a subjecte de totes les oracions, però com que el redactat és força penós (perdoneu, però algú ho havia de dir), el subjecte està elidit fins al quart paràgraf. Això provoca en el lector el dubte de si qui redacta és un col·lectiu de dones dins el moviment, o si no es tracta potser d'un error a l'hora d'escriure. Aquí en teniu uns fragments:

"El 15 de junt [sic] va ser convocada una acció [...] Aquell dia vàrem demostrar que més enllà de les paraules estàvem disposades a passar a l'acció. Quan han vist de què som capaces [...] Kale borroka, guerrilla urbana, provocadores professionals... són algunes de les paraules que des dels mitjans de comunicació, els polítics i la policia ens han ofert. [...] confrontació entre una minoria violenta i els i les parlamentàries on les ingènues indignades i la desbordada policia només eren personatges secundaris [...] es pretenien aprovar els pressupostos que validaven les retallades que ens afecten a totes. El conflicte és entre aquelles que ens precaritzen encara més la vida i aquelles que ens hi resistim obertament. Aquell dia no eren 22 persones bloquejant el Parlament, érem milers, que ens jutgin a totes!"

I el crit final del panflet: "Si ens toquen a una ens toquen a totes!"

Bé, ja us n'heu fet una idea... ¿Com es pot redactar un text amb tan poca gràcia? ¿Que no s'adonen que la llengua està per sobre de masclismes i sexismes? ¿Que no saben que si no esmenten el referent -quan aquest no és obvi o sintàctica i semànticament lògic- a l'inici, el lector no té ni la més remota idea del que està llegint?

Demano obertament a les indignades que revisin els apunts de sintaxi (si és que mai n'han fet). O que preguntin als lingüistes, coi, que per això estem.

Signat,

Una lingüista indignada


23/9/11

io soi catalana, eh?

Ahir a la tarda, en un autobús de Barcelona, vaig copsar aquest fragment de conversa:

Dona (marcat accent català): Sí, sí, ya lo conosco el Carmelo yo... Tengo familia al Carmelo.
Home: ¿Conoce la plaza X?
Dona: És clar que la conosco, ui, la d'anys que m'hi he pasado yo en esa plaça.
Home: ¿Cuántos años tiene usted?
Dona: Mire, jo li parlo en català, perquè io soi catalana, eh? Si em parlés vostè en anglès, encara ens entendríem, perquè tinc família a Anglaterra, però en castellà, es que no me sale.
Home (amb un lleu accent andalús): No, si jo el català el parlo perfectament. ¡Fa 50 anys que visc a Catalunya!
Dona (a una noia jove que -crec- que anava amb ella): ¿Veus? El hombre parla catalán.

16/12/10

Determinisme lingüístic

Interessant debat promogut per The Economist, sobre el determinisme lingüístic: ¿la llengua que parlem ens determina la manera en què pensem? Remuntant-se a la teoria de Whorf, els experts presenten arguments a favor i en contra. Els lectors també hi podem votar.

22/9/08

Puertorrican spanish

Nota inicial: escric amb un teclat sense accents, dieresi, ni, per descomptat, ce trencada.

Soc a Puerto Rico. Hom diria que aqui parlen castella, pero no ben be... Quan fa una estona que sents parlar la gent dius: 'Jo els entenc', pero alguna cosa sempre se t'escapa. I llavors t'adones que l'estructura es, en moltes ocasions, un calc exacte de l'angles. I no parlo nomes de lexic (que tambe: 'El plomero me dijo que tenia que cambiar la llave). Que us sembla aixo?: 'OK, que tu quieres? Llamame pa'tras'.

Vull aprofitar el viatge per explorar les llengues autoctones. Estic segura que malgrat la forta presencia del castella i de l'angles, a l'illa ha de quedar algun vestigi de les llengues anteriors a la colonitzacio. Si algu vol donar-me un cop de ma, li estare molt agraida.

El bilinguisme que es respira aqui es estrany. Estem en una antiga colonia espanyola que s'ha convertit en un estat de USA. Gairebe tothom enten i parla l'angles i el castella (veuen les pel.licules en VO sense subtitular, llegeixen diaris d'aqui i de USA). Pero el canvi i l'alternanca de codis es impressionant. No es nomes que de tant en tant facin servir paraules d'una llengua quan parlen l'altra, sino que passen de l'una a l'altra amb molta mes frequencia que nosaltres. Normalment tenim clar que la llengua es un habit, que quan entres en contacte amb algu en una llengua, la mantens per sempre (en la majoria dels casos). He sentit converses aqui en les quals els interlocutors canviaven del castella a l'angles com si res, i no eren casos concrets (com seria l'us del discurs directe per explicar que ha dit algu anteriorment).

Be, ja veieu que tinc feina aquests dies. Espero que m'arribi el temps per a tot.

18/9/08

TV3, nous fitxatges

Avui, malauradament, se m'ha acudit la genial idea d'engegar la tele mentre dinava, i com que he dinat en horari europeu he vist el TVist, un programa presentat per Mari Pau Huguet. Una de les reporteres "ditxaratxeres" (si em permeteu) del programa és Lina Forero, més coneguda entre el públic català com la peruana que s'enamora del Paco de Ventdelplà, la Ruth. Qui segueixi les sèries de TV3 mínimament sap que sempre hi ha hagut un personatge "de fora" que acabava aprenent català. ¿Qui no recorda el Huari del Cor? La sorpresa arribava quan els telespectadors s'assabentaven que el Huari era, en realitat, valencià. La feina de l'actor inclou en ocasions haver de canviar la veu o donar matisos a la seva llengua per semblar "de fora". El mateix trobem amb personatges com la Svetlana o la Nicole, també de Ventdelplà, amb els seus peculiars accents fingits. Però, ¡sorpresa!, la Lina Forero no fingeix l'accent. A la vida real parla el català igual com a la sèrie (i quan dic igual vull dir igual de malament). I no només això, sinó que a més fa reportatges al programa de la Mari Pau.

Ara alguns em titllaran de radical, però m'és ben igual. Una cosa és que aplaudim la gent que ve de fora i els reconeguem l'esforç d'aprendre la nostra llengua, però una de ben diferent és que la televisió catalana tingui col·laboradors que són l'antítesi de l'exemple lingüístic. Em semblaria fantàstic si la presentadora en qüestió parlés català amb l'accent de la seva terra, sigui quina sigui, però el problema és que allò que parla aquesta "presentadora" no és ni de bon tros català (o com a mínim no arriba a nivell C):"¡Que noies tan marxoses!" o "La banda de la Gloria Stephan està ensayant" són tan sols dos dels exemples.

Una mica de rigor, si us plau.
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Avui divendres 19, l'esmentat programa acabava amb la queixa de dos telespectadors que van fer arribar al 5430 (Servei d'Atenció a l'Espectador i l'Oient) la seva protesta perquè a TV3 es parla malament el català. Una representant d'aquest servei donava resposta a un home que es queixava del fet que davant els noms propis es fes servir l'article determinat en la sèrie Ventdelplà. L'home al·legava que li sonava barceloní. Evidentment, se l'han cruspit amb patates...; i una dona posava de manifest que a les sèries de TV3 s'ometen per sistema els pronoms febles, però la pena ha estat que han dedicat tanta estona al tema dels articles (jo l'hauria enllestit en un pim-pam), que no ha quedat temps per al veritable problema lingüístic de TV3: els febles. La representant del servei 5430 li donava la raó a la telespectadora convidada dient que ometre els pronoms febles és del tot incorrecte, però no ha fet cap referència al fet que a TV3 tothom se'ls "mengi".

Jo crec que haurien d'haver dut al president Montilla a defensar TV3...

1/7/08

Ventdelplà

Avui el Benet ha estat a punt d'arrepentir-se d'anar a resoldre els problemes de les dues jovenetes solteres que comparteixen pis, la mossa i la rossa; el Paco li ha cobrat 48 (amb el formatge) a la Roser, però no sé ben bé 48 què, perquè es veu que últimament menja pronoms febles, i segons el Llibert, fa masses hores que la Dora és fora. Tenint en compte que la tele estava engegada però no li estava fent gaire cas, no vull preguntar-me què hauria arribat a sentir si m'hi hagués posat amb ganes. ¿Què li estan fent a la nostra llengua?

17/5/08

Castells per a somiar

¿Algú ha vist La Vanguardia d'avui? Jo sí, i m'he quedat de pasta de moniato quan he obert la secció "Vivir". Tres pàgines senceres dedicades al món casteller: als concursos de castells, a les proeses de les diferents colles, una descripció completíssima de les parts d'un castell... Només això ja és tot un aconteixement digne de celebració, però el que realment ha deixat sense paraules la llenguaddicta ha estat la redacció del reportatge. La convivència textual entre el català i el castellà (obligada, en part, pel fet que molta de la terminologia castellera és intraduïble, com és el cas de les manilles o l'enxaneta) ha arribat fins i tot a la denominació dels castells: tres de deu, quatre de nou sense folre... (haurien pogut fer-la amb xifres: 3 de 10, o fins i tot traduir-la, ¡quin espant!). M'ha meravellat -no sabeu fins a quin punt- llegir "baixos", "cap de colla", "acotxador"; he xalat amb coses com "[...] los Castellers de Vilafranca podrían probar un primer castell de este nivell, el espectacular tres de vuit aixecat per sota". ¡¡¡I tot això sense ni una sola cursiva!!! Bé, no és del tot cert: "[...] la creación de una nueva colla, los Salats de Súria, formada en esta localidad del Bages a partir del ambiente caramellaire".

És cert, però, que la lectura es fa farragosa i lenta per als bilingües, o potser és tan sols que tot just m'acabava de llevar i la sorpresa m'ha agafat desprevinguda. D'altra banda, el dia d'avui té una llum diferent.

Deixeu-me somiar amb aquests castells, tal com proposa el títol.


Post post: En un dels comentaris s'ha copiat un enllaç de El País on podem comparar el tracte que en fan d'aquest mateix tema. Si el voleu llegir, cliqueu aquí.

21/3/08

Ser o no ser... ¿una persona?

Tant de temps creient que era un ésser humà, i ara resulta que sóc un vehicle... ara que, m'agradaria pensar que no sóc un quatre llaunes qualsevol, sinó un Ferrari, com el del Magnum (¿qui no ha somiat amb aquelles camises florides i aquella "veueta" famosa), o potser un Cadillac, o un Rolls Royce... Bé, siguis de luxe o per anar tirant, sàpigues que no pots estacionar-te al passadís del metro. (És que se'ns acuden unes coses...).


1/2/08

Biografia lingüística (segona part)

Tal com us vaig prometre, aquí va la segona part de la meva biografia lingüística. Ens havíem quedat entrant a la nova escola, a cinquè d'EGB, on vaig haver d'adaptar-me lingüísticament a les companyes. En aquella època patia jo una mena de trastorn bilingüe que em feia mantenir una lluita interna: membres de la meva família paterna m'asseguraven que el català "no molaba", se'n reien, de la llengua, imitaven els parlars amb un sentit de l'humor força desagradable i, com podeu imaginar, en una nena com jo allò va causar estralls: tot i que el parlava còmodament a l'escola, va esdevenir l'únic àmbit en el qual feia servir el català. Va arribar un moment, en plena preadolescència, en què fins i tot me n'avergonyia de parlar-lo.

Llavors vaig entrar a l'institut. Allà la barreja lingüística era a parts més o menys iguals entre totes dues llengües: vaig fer amistats amb qui la llengua del primer contacte va ser el català, i d'altres amb les quals les primeres paraules van ser en castellà. Com que era el moment de preocupar-se per coses tan importants com els cabells, la roba i els nois, el meu conflicte amb la llengua va passar a segon terme. Fins que a segon de BUP vaig barrejar-me amb un grupet de "cumbaiàs" (pels que no vau viure aquells meravellosos anys us diré que els cumbes eren nois de papà amb estètica hippie, que tenien uns certs ideals i valors que defensaven amb fermesa, entre ells la llengua, que fumaven porros i feien campana sovint). Tot i que no vaig ser mai cumba, la força amb què defensaven una terra lliure i una única llengua oficial em va captivar (bé, també hi va fer molt el fet que un dels nois del grupet m'agradava d'allò més). Vaig començar a fer servir sempre el català, a defensar-lo davant d'aquells que el criticaven o el menyspreaven, i vaig començar a interessar-me per parlar-lo bé i escriure'l millor.

Aquesta metamorfosi va suposar un fort entrenament en canvis d'hàbits i mals vicis com el famós "tenir que" (que tant havia sentit a casa entre la mare i la tieta, o entre elles i els avis), o els entranyables "lo" i "lis" (¿qui no coneix algú que els fa servir a tort i a dret?). I així em vaig anar convertint a poc a poc en llenguaddicta. Però la llavor que la família paterna havia plantat dins meu seguia allà, latent, i un dia va esclatar.

Corria l'any 1999 i vaig anar a sopar amb el meu nòvio de llavors (de Sant Carles de la Ràpita) a casa d'uns amics meus (de Barcelona ella i de Lavern ell). Parlant de totes aquelles coses que es parlen en un sopar d'amics va sortir el tema de la llengua, i de l'hàbit de canviar al castellà quan algú ens contesta en aquesta llengua. La llavor va donar fruit: el meu discurs anava carregat de prejudicis i falses veritats sobre la necessitat de canviar per tal de facilitar la comunicació, per respecte a l'altre, per comoditat... La meva amiga, una dona molt canyera i trempada, amb tota la confiança (i 9 anys més que jo d'experiència en aquest món) em va desmuntar tots i cadascun dels arguments amb tanta força que les llàgrimes em van assaltar sense avís. Es va fer el silenci, es va disculpar per haver estat dura amb mi, i tot va acabar bé. Però dins meu s'havia tornat a lliurar la batalla de les llengües, sense saber encara com, després d'haver defensat tant la llengua en els darrers anys, em van poder sortir de dins totes aquelles idees.

...continuarà.

30/12/07

Biografia lingüística (Primera Part)

Arran d'un comentari molt encertat de l'Eduard Abelenda i Puigvert en el meu darrer post, he cregut que podia ser interessant dedicar-ne un a les biografies lingüístiques (us convido a compartir les vostres en els comentaris).

El primer cop que en vaig sentir a parlar va ser a la carrera de Magisteri, a l'assignatura de Didàctica de la Llengua Estrangera, amb una professora que va ser com una guia per a mi. Ella ens va demanar un dia a classe que féssim un recull de les llengües amb les quals teníem o havíem tingut contacte, tant si les parlàvem com si no, com si només les enteníem a mitges o gens. Vaig fer el dibuix d'un arbre on a les arrels hi havia el castellà, al tronc el català, i a les branques l'anglès, el francès, l'italià, el portuguès, el gallec, la llengua de signes catalana, l'alemany, el polonès, el romanès, i ara no recordo si alguna més (d'això potser en fa ben bé 7 o 8 anys).

A les arrels del meu arbre hi ha la llengua que sempre m'han parlat a casa. Tot i que, crec que en alguna ocasió ho he comentat, la meva mare és catalanoparlant (el meu avi era de Reus i la meva àvia és de Barcelona, de la Barcelona antiga), la llengua de casa va ser el castellà perquè el meu pare era de Múrcia (l'avi també, i l'àvia de Jaen). Per més que se'n digui llengua materna, aquest concepte no fa referència necessàriament a la llengua de la mare, sinó més aviat a la llengua en la qual la mare parla als fills, és a dir, la llengua de la llar, com ja sabeu. I per més que la major part del temps el vaig passar amb la mare, la llengua de comunicació a casa va ser (i és) el castellà. Llavors els pares es van separar, però ja era tard, imagino, per canviar un hàbit tan inconscient com és la llengua. Quan la meva tieta va venir a viure a casa es van crear situacions d'allò més curioses, perquè ma mare i ella, germanes, es parlaven en català, però totes dues ens parlaven en castellà a mi i a la meva germana.

El més divertit era quan anàvem a casa dels avis materns, perquè ells sempre ens han parlat en català. Llavors teníem converses a tres bandes on les nenes parlàvem català amb els avis, però castellà amb la mare i la tieta, mentre que tots ells es parlaven en català.

La llengua de la llar es va convertir en la meva primera llengua (la llengua en la qual compto, m'emprenyo, parlo amb mi mateixa i escric els meus pensaments). A l'escola on anava, gairebé tots els professors feien les classes en castellà, i amb els amics parlàvem sempre en castellà. Però en acabar 4t d'EGB (a alguns potser ni us sona això d'EGB) ens van canviar d'escola. Hi ha una dita en castellà que diu "Allá donde fueres, haz lo que vieres", i això vaig fer a la nova escola, on tothom parlava català. Les noves amistats, els professors, fins i tot el personal no docent, usaven tan sols el català per comunicar-se amb mi. És a dir, que fins que no vaig tenir 10 anys no vaig començar veritablement a parlar català.

...continuarà.

21/11/07

Usos lingüístics

Malgrat que els humans ens regim per aquella norma que diu "una persona-una llengua", que no és més que l'establiment de la llengua d'interacció amb les persones habituals del nostre entorn, i malgrat que aquesta norma (i aquest hàbit) és pràcticament inamovible (¿quants no haureu intentat canviar aquesta tendència i us haureu sentit estranys parlant amb X en una llengua que no és la que acostumeu a fer servir entre vosaltres?), Internet, i concretament la blogosfera, està aconseguint canviar aquests hàbits.

L'exemple el tenim en el meu blog, on la llengua d'interacció entre la meva mare i jo és el català, quan a casa ha estat sempre el castellà (tot i que totes dues som catalanoparlants, o més ben dit, ella ho és de tota la vida, perquè era la llengua que parlaven a casa seva, mentre que jo ho sóc per convicció i bastant a posteriori). I penseu que es tracta del cas més complicat de canviar, perquè la llengua materna se'n diu per alguna cosa, la mare és la primera persona amb qui et comuniques, i per tant, aquell codi que s'estableix entre mare i fill és etern.

Potser costarà fer el pas a l'oral (la llengua que espontàniament usem entre nosaltres és el castellà, i molt em temo que serà impossible canviar-la, ja ho hem intentat en moltes ocasions), però com a mínim, en l'espai multilingüe del meu blog res no és impossible.

Salut i llarga vida a les llengües minoritzades.