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    lunes, 26 de septiembre de 2011

    LA CAMPAÑA DEL CANDIDATO RUBALCABA NO PROGRESA ADECUADAMENTE



    Si Rubalcaba pensaba que la campaña electoral iba a suponer un impulso a su candidatura se equivocaba, sobre todo si nos atenemos al panorama que dibujan las encuestas electorales, una tras otra, sin excepción, a cual peor. La última conocida -El Periódico de Catalunya- anticipa un resultado desastroso para los socialistas, peor incluso que el obtenido por Almunia en el año 2000, y con el PP alcanzando los 185 diputados, la mayoría absoluta. El efecto Rubalcaba se ha diluído finalmente. Su figura y trayectoria ya no pesan, lastrado por una campaña que desaprovecha sus virtudes como parlamentario, aburriendo a las ovejas. Ciertamente la coyuntura económica y social del país puede explicar gran parte de este descalabro, pero las encuestas -y el pálpito de la calle- demuestran que el equipo de campaña de Rubalcaba no da con la clave para revertir -al menos- la tendencia bajista en la demoscopia. El problema está en que los asesores de Rubalcaba no entienden los mecanismos básicos que van a llevar a los electores a apostar por un cambio político y de gobierno. No parecen entender qué va a llevar a tantos ciudadanos, tan diferentes y variados en intereses y prioridades, a votar a un mismo candidato, el candidato conservador que representa la figura de Mariano Rajoy. Como consecuencia están errando -a mi modo de ver- en el enfoque que quieren dar a su campaña. Se están equivocando y lo están pagando en las encuestas y lo que es peor, en la profunda desafección que el estancamiento de su candidato-estrella está provocando en la moral de la tropa socialista, hasta ahora confiada en su apabullante superioridad frente al líder de la oposición peor valorado en la historia de la democracia y cabeza de cartel del Partido Popular.

    Hay errores que corregir con celeridad. Para empezar hay que señalar una cierta candidez y una especie de "buenismo patológico" en la pre-campaña del candidato socialista, que nos recuerda demasiado a la sobredosis de "talante" de Zapatero, que terminó por indigestarnos a todos. La filosofía de su campaña está equivocada al pensar que los ciudadanos no quieren una confrontación radical de ideas y candidatos, discusiones encendidas y politica "de barro". El equipo de Rubalcaba piensa -de ahí su candidez- que los ciudadanos quieren que los políticos den ejemplo, que sus representantes no se hagan pupita en público y que no se metan el dedo en el ojo, que queda muy feo y desmoviliza. Suena muy bonito pero esta visión no es real, al revés, el PSOE necesita -siempre lo ha necesitado- tensión, mucha tensión en campaña. La ciudadanía presta más atención a las "contras", a los ataques a las propuestas, más que a las propias propuestas; la política es sucia y eso es lo que se espera de la campaña, que sea dura y sucia. La política para que interese debe tener esos ingredientes o aburre, es como una comida sin sal. Sucede lo mismo en la televisión. Desgraciadamente los documentales de la 2 no tienen gran audiencia, son magníficos, pero aburren. Sí entretienen y llaman la atención del espectador los "Sálvame" y los programas del corazón donde se arrancan la piel a tiras, aunque no sea lo más pedagógico ni lo más deseable. Rubalcaba se equivoca porque está apostando por aburrir a los españoles "con documentales de la 2". Y Rajoy está encantado con la siesta. No se trata de llegar al extremo de provocar bochornosos espectáculos, entiéndase mi ejemplo solo de forma retórica. Pero la campaña debe ser caliente, y debe anclarse en el descrédito del oponente y de sus propuestas. Si alguien apostó por Rubalcaba fue precisamente porque lo consideramos el único capaz de desarmar y desenmascarar a Rajoy. Es el mejor en esa tarea, único. ¿Por qué se está desaprovechando? Lo único que están consiguiendo es que echemos de menos a Alfonso Guerra.

    La confrontación política en campaña es necesaria y debe versar sobre esta premisa: ¿Es Rajoy un candidato solvente y el PP un partido capaz de levantar la economía del país? A estas alturas cuando todos dan ganador a Rajoy no importan demasiado las propuestas de Rubalcaba aunque tenga que hacerlas: si alguien vota a Alfredo será por su solvencia personal y su valía, por simpatía política o por miedo al PP, desconfianza en Rajoy. Lo que los socialistas se juegan realmente es ver si son capaces de "desmontar" en campaña el truco de Rajoy. Rajoy ha llegado a donde ha llegado golpeando a Zapatero, y solo golpeando a Zapatero, sin proponer nada. ¿Por qué no debería funcionar al revés? Hay que poner el foco en Mariano. Hay muchos ciudadanos que van a votar a Rajoy con pinzas, por desesperación personal o para ver si suena la flauta mágica y un cambio político trae consigo un cambio en la inercia de nuestra economía. No se trata de averiguar por lo tanto quien es más creíble, quien es más confiable, quién tiene mejor pulso para llevar el país, sino que se trata de averiguar si el casi seguro ganador Mariano Rajoy es creíble, confiable y tiene mejor pulso que el denostado Zapatero, si llega a mejorarlo; y digo Zapatero porque la gente ya descuenta que Rubalcaba es mejor candidato de largo que Rajoy (y que el propio Zapatero). Por eso hay que jugar siempre en el terreno de Rajoy, en el de sus propuestas inconcretas, en el de sus incongruencias, porque de lo contrario se jugará en el de Rubalcaba, y lo que es peor, se volverá al recuerdo que pesa sobre él, el de la losa de Zapatero. El foco en Rajoy, siempre en Rajoy. Pongámoslo en aprietos, que sude la camiseta, que pase vergüenza, que se pille los dedos.

    Los ejes de la campaña de Rubalcaba están por lo tanto equivocados en fondo y forma. Es bastante mejorable la puesta de escena que bien intencionadamente busca ofrecer una imagen de "modernidad", de "I+D tecnológico", de partido 3.0, y que sin embargo es totalmente contraproducente en época de austeridad económica, cuando los recortes se sienten con enorme crudeza en la calle. La escena de unos chavales rodeados de ordenadores y herramientas digitales en Ferraz, como si estuviésemos en la sede central de IBM o Apple es una mala foto, pésima, porque subraya una lejanía del candidato y su equipo -que no es tal- con los problemas reales de la calle. Ese "mirad que modernos somos" no funciona en estos momentos porque no estamos en el año 2008 ni en la campaña de Obama. Más útil sería una puesta de escena en el epicentro de los problemas de los ciudadanos, en hospitales y centros de salud cerrados, colegios públicos con barracones, empresas y comercios quebrados por impagos de administraciones gobernadas por el PP. O la apuesta por un escenario sobrio y solemne. Sería suficiente. La digitalización de la campaña en época de crísis es una soberana estupidez. Ese ánimo de demostrar que "somos modernos" es un insulto a la gente que lo pasa mal, y una forma de entender que la juventud española es tan superficial como para votar a un partido que se comporta "guay" en la red abusando de "facebook" y "twitter". Hay que hacer una campaña en Internet, cierto. Pero debe ser sobria, mesurada, y austera porque no va a suponer ningún plus, ningún avance, ningún voto ganado. No hay que alardear de medios a riesgo de que te pinten la cara en medio día, como ha sucedido en twitter con los apoyos de Rajoy.

    Si en las formas no están acertando en el fondo andan igual de desencaminados. Política en positivo: muchas propuestas, hablar lo justo del rival político, "fair play" y la intención de convencer con argumentos racionales a unos ciudadanos que se van a mover en parámetros emocionales. Si el equipo de Rubalcaba espera avanzar por ese camino se equivoca. No existe a día de hoy una propuesta política capaz de generar ilusión al electorado. Los electores apenas van a prestar atención a 2 o 3 mensajes-fuerza en campaña, y dedicarán pocos segundos a atender otro tipo de razonamientos político-económicos. El Partido Popular se mueve con inteligencia en esta coyuntura y hace volar como nadie esos 2-3 mensajes-fuerza que maneja entre su electorado potencial, contagiando y captando a nuevos electores. Movilizan a sus voceros y medios afines, preparan y coordinan a todos sus candidatos para que ese día todos digan lo mismo al unisono... y machacan, machacan, machacan, esas 2-3 ideas, a cual más simple, hasta que resuenan en el coco de todos los españoles. La única oportunidad de Rubalcaba reside por lo tanto, no ya tanto en presentar sus magníficas propuestas de gobierno, como en contestar a esas 2-3 ideas-fuerza de la candidatura de Rajoy, que fijan los apoyos del PP y erosionan diariamente la confianza en el PSOE. Mientras no se de oportuna respuesta, continua y machaconamente, a esas ideas fuerza, las encuestas no pintarán mejor. No valdrán de nada las buenas propuestas y la campaña será un fracaso estrepitoso.

    A saber estas ideas son:

    1. "Si el gobierno cambia de color político es muy posible que se produzca un cambio a mejor en lo económico. Este país necesita un cambio radical y dirigentes que devuelvan la confianza a nuestra economía para que los empresarios vuelvan a inventir y crear empleo". Millones de personas creen que con un gobierno del PP la economía mejorará. Que serán fiables con sus recetas y que éstas lograrán que la confianza vuelva a fluir en los actores económicos del país y en los mercados internacionales.

    2. "La derecha gestiona mejor las crísis económicas y tiene la voluntad de acometer la reformas necesarias sin contemplaciones, por muy duras que sean. El Partido Popular ya resolvió la crísis del 96 y nos fue muy bien con ellos durante muchos años, lo pueden volver a conseguir, si lo hicieron una vez, lo harán de nuevo". Rajoy y los suyos han trabajado muy bien esta idea. La creencia popular de que la derecha gestiona mejor las turbulencias es otro "haber" en la cuenta de los populares. Su mejor gestión de las cuentas públicas otra leyenda urbana muy conseguida. Sus recetas para crear empleo -el todo vale- tiene muchos adeptos, acuciados por la desesperación. Es la figura del obrero de derechas que nació al calor de la burbuja inmobiliaria y que progresa por la expectativa de un retorno al boom de la construcción.

    3. "El gobierno anterior ha despilfarrado mucho dinero en cosas innecesarias, los socialistas han vuelto a arruinar el país, como siempre". Si de algo se ha acusado al gobierno socialista es de despilfarrar, de gastar ingentes cantidades de dinero en ayudas y subvenciones que no han servido para nada. Curiosamente los socialistas jamás han respondido a tales acusaciones, y como consecuencia, ha cundido la sensación de que los populares tenían razón. Este razonamiento es populista y tiene tirón en el sector privado. Un ataque a la política y al sector público que solo pagará la izquierda en votos, y que esconde el verdadero objetivo, el desmantelamiento y privatización del Estado del Bienestar. El "san Benito" de partido "arruina España" es otra arista que merma la confianza del los ciudadanos en el proyecto socialista. Esa mala fama tampoco ha tenido respuesta, ni siquiera la tuvo en la anterior crísis económica, donde el PP logró identificar crísis y gobierno socialista. Lo han vuelto a hacer y conseguir.

    4. "PP y PSOE son lo mismo, no hay diferencias: PPSOE". Es el "frame" que erosiona a los socialistas por la izquierda y que desmoviliza a gran parte de su electorado más "purista". Los partidos de izquierda minoritarios y los nuevos movimientos ciudadanos son especialistas en acusar al gobierno de Zapatero de ser amigo de banqueros y grandes empresarios, de defender sus intereses por encima de los de los trabajadores. Saben que están golpeando al núcleo duro- histórico del partido, el voto de castigo del que se nutren. Esta idea-fuerza es tan poderosa y efectiva que hasta el Partido Popular se ha atrevido a jugar con ella señalando al PSOE como "el partido de los recortes", para congraciarse con la clase obrera y pedir su voto, en versión "Partido de los Trabajadores".

    Extraordinaria: "Rubalcaba es lo mismo que Zapatero, no representa ningún cambio". En efecto Rubalcaba se ha diluído en Zapatero. No ha tomado ninguna distancia con su antedecesor. No ha enmendado su política, solo ha modificado algunas trazas. ¿Pero puede hacerlo a estas alturas? Esta idea es la más difícil de modificar. No hay tiempo. Esta es la gran losa que impide que el PSOE gane las elecciones. Rubalcaba no es Milliband, es Gordon Brown. La derrota del PP es difícil, pero romper su apabullante victoria es posible. Refutar las otras cuatro ideas-fuerza es condición suficiente para evitar una mayoría absoluta del PP y conseguir un resultado más que digno. A estas alturas, sin renunciar a la sorpresa, parece lo más factible.

    En definitiva, estas 4 ideas-fuerza más la "extraordinaria" destrozan las expectativas del PSOE. Hay que responderlas con inteligencia. Hay que trabajarlas para responderlas adecuadamente. Hay que "atacarlas" ya, refutarlas sin perder más tiempo. Y machacar la nueva versión. Cualquier otro esfuerzo en campaña o propuesta es un parche inservible. Hay que desenmascar a Rajoy. Bajarlo del cielo y desmontar esa especie de aura inmaculada de salvador que nos está vendiendo. Por qué no, hay que utilizar incluso el miedo como herramienta de movilización y fidelización, estaría más que justificado, porque nadie puede sentirse seguro en su puesto de trabajo, simple y llanamente por esa obsesión por la austeridad que puede alcanzar a cualquiera, hasta a los propios funcionarios. Dirán que es la versión 2.0 de aquel Guerra asustando a las masas con la derecha y las pensiones (por cierto se logró una dulce derrota cuando las cosas pintaban mucho peor), pero es que estamos viendo que allá donde el PP gobierna los populares están empezando a acometer medidas terriblemente lesivas con lo público, contra el estado del bienestar. Existe el precedente Cameron, ese "bluff" que hoy perdería abultadamente las elecciones, cuando llegó al poder hace poco más de un año como la gran esperanza que metería en cintura y reactivaría la economía británica, eso sí, con un plan que ocultó en campaña -como Rajoy- para no despertar a los progresistas desmovilizados por la desconfianza en la labor de Gordon Brown. Vendría bien recordarlo más a menudo.

    Hay razones y ejemplos de sobra para desenmascar a Rajoy. Lo debe hacer el propio Rubalcaba, con su magnífica oratoria, buscando las cosquillas a su oponente, desnundándolo ante la opinión pública, recordándole Gurtel, la deuda de la ciudad de Madrid, el déficit de la comunidad valenciana, la corrupción de la región de Murcia, la tasa de paro de las comunidades gobernadas por el PP, los recortes de Aguirre, el hecho de que una mayoría de ciudadanos se empiece a arrepentir en las encuestas de los cambios de mayo en Castilla La Mancha y Extremadura, de su admiración por Cameron, de su defensa de Fabra, de su tendencia a huir de las decisiones difíciles, de su incapacidad para gobernar su propio partido...hay tanto "material" para utilizar en contra del "mesias Rajoy" que no se entiende esta campaña "buenista" y de perfil bajo. Hay que aprovechar las cualidades del candidato. Hay que pasar al ataque. Para eso te elegimos, Rubalcaba. Para pasar al ataque. Para hacer lo que estás haciendo, nos bastaba y sobraba con Zapatero. Que se pongan las pilas.

    miércoles, 23 de febrero de 2011

    CON RUBALCABA, HAY PARTIDO


    Las encuestas de intención de voto reflejan un panorama desolador para los socialistas semana tras semana, y los pronósticos parecen acercar a Mariano Rajoy a la presidencia del gobierno, mientras la figura de Zapatero se desvanece entre el descontento de su propio electorado. Si bien es general la percepción de que los socialistas sufrirán un importante desgaste electoral en las elecciones autónomicas y municipales de mayo, quedan aun por despejarse dos incognitas a corto-medio plazo, muy decisivas para el futuro del partido: conocer la magnitud del castigo tras el 22-M, y dilucidar si ese castigo tendrá continuidad en las elecciones generales de 2012. Hay teorías para todos los gustos al respecto: quienes dan por ganador a Mariano Rajoy, incluso con mayoría absoluta; y quienes aún atisban ciertas posibilidades de reacción para el PSOE. En cualquier caso, como todos intuímos con mayor o menor convicción, los escenarios "a priori" pueden variar si los partidos saben mover bien sus piezas, en política, meses, semanas, días, dan para mucho, casi como los segundos en un partido de baloncesto. Con Zapatero y Rajoy en el subsuelo de la valoración que tienen los españoles de su gestión política, no sería sensato ni que los unos se dieran como ganadores absolutos ni que los otros bajasen los brazos en señal de derrota, porque no todo el pescado está vendido, ni mucho menos. Algunas claves importantes hay que señalar al respecto.

    La distancia en las encuestas entre los dos grandes partidos, entre 10 y 15 puntos, no se traduce en un significativo trasvase de votos del PSOE al PP. Mientras la fidelidad en el voto de los populares supera el 80%, en el caso de los socialistas apenas supera el 50%, con Zapatero de candidato. Los indecisos representan una porción todavía importante, rondando el 25%. Y los partidos minoritarios recogen migajas en el peor momento para las grandes marcas, principalmente para el PSOE, pero el efecto del voto útil volverá a estar encima de la mesa cuando se acerque la fecha de las urnas, sobre todo por el escaso perfil y carisma de los candidatos alternativos. Zapatero y Rajoy están peor valorados que nunca, y nos encontramos en un escenario donde el electorado exije un cambio. ¿Pero qué cambio? En las encuestas aún no se dislumbra que ese cambio deba materializarse en un cambio de siglas, sino de líder. Esto nos lleva a concluir que el votante socialista no está pensando en votar a Rajoy sino que está desmovilizado, desilusionado y con un ánimo de derrota inevitable, mientras que el votante del PP está movilizado y con la certeza de que "la victoria es segura". Este escenario puede cambiar y en Génova lo saben. En Ferraz, confían en ello, a pesar de temer la magnitud del desgaste por la crísis.

    Un primer análisis debería centrarse en si esa desmovilización en los socialistas corre a cargo de la marca "Zapatero" o de la marca "PSOE". Según las encuestas, la fidelidad en el voto socialista aumentaría alrededor de 20 puntos con un cambio de candidato, lo que demostraría que es la marca del presidente del gobierno la que resta puntos a las expectativas del PSOE y que el electorado aún estaría dispuesto a confiar en este partido, pero con otro líder a la cabeza. Caso similar aunque menos dramático de partida para el líder de la oposición, que si bien no parece restar tanto para su marca, tampoco suma apoyos, incluso la valoración que tienen de él sus votantes y simpatizantes deja mucho que desear y no garantiza una victoria solvente en las urnas. Hasta ahora el PSOE aguantaba la moral en base a que Zapatero salía mejor parado (valorado) en las encuestas que Rajoy, pero ese escenario ha cambiado, a un empate técnico. El PP por su parte aspira a ganar por asfixia del rival, castigado por el peso de la crísis económica, y por el deterioro de su líder y secretario general, en horas bajas, y practicamente amortizado, según considera una mayoría de pesos pesados y barones de su propio partido, que ansían, como agua de mayo, su relevo o renuncia a encabezar el cartel electoral socialista. Con ello pretenden evitar que las elecciones del 22-M sean un plebiscito "Zapatero SÍ, Zapatero NO".

    La primera batalla por la sucesión la han dado precisamente los barones socialistas, quienes en privado (y algunos en público como Barreda) verbalizan que la figura del presidente puede arrastrar las expectativas electorales socialistas en las comunidades y municipios que elegirán representantes en apenas dos meses. Han pedido por activa y por pasiva a Zapatero un gesto en forma de renuncia explícita antes de la citada fecha, cosa que creo, se terminará produciendo. En las bases del partido la percepción es la misma, incluídos los jóvenes que aun le profesan admiración y esto es lo que decantaría definitivamente la balanza en favor de su renuncia. En breves semanas, en el mes de marzo o entrado abril, de forma sorpresiva, el presidente del gobierno anunciaría su negativa a la reelección en las urnas, para alivio de barones, presidentes y líderes regionales. A partir de ahí, se abriría un abanico de posibilidades, que merecen un análisis más sosegado. Zapatero ejercería de presidente y secretario general, no habría en ningún caso una dimisión; el candidato habría que buscarlo, a través de un consenso generalizado, o de unas primarias abiertas con diversos candidatos. En cualquier caso, con un candidato alternativo a Zapatero, el escenario cambiaría, y Rajoy, tendría que ponerse, y mucho, las pilas, por si acaso.

    Si analizamos nuestro pasado reciente y el de nuestros vecinos europeos, observamos un comportamiento electoral en el centro-izquierda (aunque no exclusivo de esta ideología) en el que los gobernantes socialdemócratas aparecen excesivamente castigados en las encuestas en épocas de crísis o desgaste, pero a la hora de acudir a las urnas, ese amplio rechazo queda reducido y minimizado a pocos puntos, y en algunos casos, quedando intactas las posibilidades de reelección de líderes o partidos practicamente denostados por la demoscopia. Podríamos irnos atrás en el tiempo, a los años 93 y 96, dos elecciones en las que las encuestas daban ventajas a los populares cercanas a los 10-20 puntos. El PSOE terminó ganando las primeras y perdiendo por un solo punto las segundas. Dirán, y cierto es, que mientras Gónzalez sumaba, Zapatero resta. Pero de momento este dato nos debería servir como muestra de que los votantes y simpatizantes socialistas tienen un espiritu crítico que no tienen los votantes conservadores, esto es cierto, pero que a la hora de la verdad, la sola idea de un gobierno presidido por un representante del PP, termina movilizando a ese mismo electorado, minimizando la derrota o aumentando exponencialmente, según avanza la campaña, las posibilidades de victoria.

    Tenemos muy presente el caso alemán, con Gerard Shroëder siendo canciller, y con todas las encuestas en su contra al final de su primer y segundo mandatos, con una Alemania en crísis por los costes de una reunificación complicada y con la división de la izquierda alemana, una vez el canciller acababa de aplicar las recetas que hoy aplica Zapatero, casi 9 años antes, que explican la pujanza de la economía alemana debido a su capacidad de adaptación/flexibilización en situaciones de crísis como la actual. Shoëder ya abordó la reforma de edad de jubilación, la reforma laboral y reforma del sistema financiero con los sindicatos y sus propias bases en contra. Shroëder también ganó sus segundos comicios con las encuestas en contra, y sorprendentemente, y de nuevo, quedó en un empate técnico con Angela Merkel en las elecciones de 2005 cuando el SPD se desintegraba en una sangría de dimisiones, ministros incluídos, por el giro de la política económica defendida por el canciller. Solo su mala relación con su antiguo número 2, que fundó un nuevo partido, impidió su reelección. Al final, Merkel fue presidenta gracias a la unión entre conservadores y socialistas, que formarían gobierno. Por los pelos, como Gónzalez en 1996.

    David Cameron sienta un precedente preocupante para Mariano Rajoy. Una ventaja sideral en las encuestas que fue perdiendo fuelle y terreno hasta el último día, donde todavía se percibían posibilidades para los laboralistas, quienes finalmente no renovaron gobierno por la decisión de Clegg, líder de los liberales, de corte socialdemócrata, que finalmente decidieron apoyar a un nuevo primer ministro, dada la nula credibilidad del primer ministro saliente. Cameron ejemplifica la estrategia de la derecha europea y española y pone en serio pre-aviso a los votantes progresistas: una campaña de perfil moderado, sin apenas propuestas, y con la única estrategia de dejar que la crísis cueza en su salsa al gobierno de turno. Brown era sin duda el peor candidato que tuvo jamás el PL, pero Cameron tuvo que sudar y mentir como nunca para salir victorioso. Solo una vez confirmado como primer ministro mostró su verdadera cara desarrollando una política de recortes, ajustes y privatizaciones brutal que ha llevado a la calle a miles de ingleses, principalmente jóvenes, indignados, y estafados por la aparente moderación pre-electoral del líder conservador. Bastará al líder socialista que se enfrente a Rajoy recordar la experiencia inglesa para poner en guardia a los "despistados" por los cantos de sirena del Partido de los Trabajadores (PP). Como también podría hacer mención a las políticas que el PP aplica en comunidades y ayuntamientos donde gobierna.

    ¿Qué lecciones podemos sacar para España y para las elecciones de 2012? Una muy evidente: que el electorado socialista está durmiendo, pero puede despertar. Una segunda: que el principe que despierte del soporífero sueño a los votantes de centro-izquierda no puede ser Zapatero. No puede ejercer de revulsivo quién ha tenido que ejercer de anestesista, empujado por los mercados y los vicios de una burbuja inmobiliaria que le explotó en las manos El electorado progresista castigará y demostrará su cabreo en las elecciones autonómicas y municipales, no sabemos en qué medida, pero parece que así será. Lo que es bastante dudoso, por no decir improbable, es que ese electorado extienda el castigo en otras sucesivas elecciones. En España y en Europa, la izquierda expresa con contundencia su resignación castigando en elecciones consideradas secundarias (consideración que no comparto en absoluto). Lo normal y razonable es que ese mismo electorado desmovilizado se asuste del poder que el PP puede aglutinar, conseguir, recuperar y/o mantener en las elecciones de mayo. Sería suficiente un toque de atención a la marca "PSOE", y suficiente la visión de tener un alcalde o un presidente autonómico conservador, aplicando políticas regresivas, privatizando servicios sociales, utilizando como un instrumento de propaganda las televisiones públicas, sin la menor sensabilidad social. Los funcionarios públicos españoles ya están viendo que no es lo mismo tener un presidente del PP que del PSOE, sobre todo los murcianos y los manchegos, las dos caras de la misma moneda en las medidas que unos y otros adoptan para reducir el déficit publico.

    La única posibilidad de que el PSOE salve los muebles en 2012 pasa por la elección de un nuevo candidato. Un candidato capaz de movilizar a las bases, capaz de crear ilusión y consenso, convicción, en el electorado socialista. Todas las encuestas señalan a Alfredo Pérez Rubalcaba como el único capaz de revertir el desánimo en la familia socialista, como el catalizador del descontento de sus filas. En el PP le temen más que a nadie, sus asesores y sociólogos saben que el vicepresidente tiene mucho tirón entre los suyos, y el respeto de ese sector centrista de la población, el que decide las elecciones y que se está pensando avalar o no la candidatura de Mariano Rajoy con pinzas en las narices. Alfredo debería ser la apuesta, como he afirmado en reiteradas ocasiones, por el realismo que transmite, y la seguridad y fortaleza que representa frente a la frivolidad y el "buenismo" de Zapatero, no lo olvidemos, el presidente más progresista y valiente que ha conocido este país, pero desdibujado por su exceso de verborrea y por rodearse de malos y peores consejeros. Hasta los barones que repudian a Zapatero buscan la foto con el ministro, porque no resta, suma. Por eso la orden del PP es derribar a Rubalcaba, de la forma que sea y como sea, eso es muy significativo. Algo dirán sus encuestas internas que les preocupa tanto. Rubalcaba tiene pocos puntos débiles, por no decir ninguno, ni siquiera lo sería su edad. Tiene el respeto incluso de la parte más moderada del electorado del PP aunque ese respeto se transforme en odio visceral por el simple temor a que su capacidad mil veces demostrada deje en mal lugar a su propio candidato. Pero, ¿y las alternativas a Rubalcaba? Parece que no preocupan al PP.

    Carme Chacón parece querer dar batalla, como Bono, aunque ninguno de los dos daría la talla suficiente para incomodar a Rajoy, y no garantizan un resultado ni siquiera digno para los socialistas. No mejorarían significativamente a Zapatero como cartel. La ministra de Defesa carece de carisma y de liderazgo, y a pesar de sus años en la política arrastra una imagen de inexperta, seguramente injusta, pero muy resaltada por ser el fuerte de Rubalcaba, su potencial alternativa en caso de primarias. Bono quiere maniobrar en la sombra como hace años pero es considerado un infiltrado del PP para el sector más progresista , pujante y joven del PSOE, mientras que no termina de conectar con el electorado crítico de los populares, muy minoritario. Blanco no es una opción seria por su imagen frívola. Fernández Vara se descarta de la carrera, y Tomás Gómez tiene bastante con lidiar con el toro de Madrid, que tiene mala pinta, todo sea dicho. Solo Rubalcaba puede ofrecer ese subidón de adrenalina necesario para revetir las encuestas. Estamos hablando seguramente del mejor orador y parlamentario que ha conocido la política española. Un azote brillante del PP. El peor enemigo, como han reconocido fuentes del partido de Rajoy.

    El escenario podría ser el siguiente. En marzo de 2012, la economía española crea empleo neto, y empieza a conocer cifras macroeconómicas aceptables a pesar de que logicamente la tasa de paro sigue siendo alta; todas las reformas impopulares están hechas, y el peso de las mismas se ha diluído en las espaldas de Zapatero. Rubalcaba moviliza desde el primer momento al electorado, y la campaña electoral, y las metidas de pata de Rajoy y sus colaboradores ponen en guardia a los simpatizantes socialistas, quienes empiezan, de nuevo, a plantear la necesidad de un voto útil para evitar que el PP concentre demasiado poder en sus manos despues de su victoria en las elecciones autonómicas y municipales y con las primeras fotos de los escándalos de Gürtel aun en la retina. Hay debates electorales, donde la capacidad de Rubalcaba deja en evidencia la inacción y ruindaz de Rajoy, que carece de propuestas. Si alguien es capaz de desnudar las miserias del PP ese es Rubalcaba. Mucha gente puede empezar a apreciar que mejor es cambiar de plan que no tener plan y que el PP ha apostado por el hundimiento del país como caballo ganador, que vende humo. Rajoy no tiene con quien pactar en caso de ganar por minoría mientras que la relación personal de Rubalcaba con los líderes y portavoces de los partidos nacionalistas y de oposición es excelente. A ningún grupo le interesará dar su apoyo al PP, despues de la experiencia de 1996 pues temerán desgastes en sus feudos y electorados, especialmente CIU. Y mientras tanto, ETA "cerrando el chiringuito", desatando la verborrea de la extrema derecha, el "TDT PARTY".

    Conclusión: es probable un escenario similar al de 1996, o a los que se enfrentó el ex-canciller aléman Shroëder. Los socialistas con un nuevo candidato solo pueden crecer. Puede que no sea suficiente o sea demasiado tarde, pero al menos habrá partido. La batalla se jugará escaño a escaño, provincia a provincia, voto a voto. Rubalcaba debe rodearse de un equipo experto, preparado y ciertamente renovado aunque eso suponga recuperar a viejas glorias del socialismo como Solana, Boyer o Borrell. Chacón deberá ejercer como número 2 para movilizar las bases socialistas de Cataluña. Si Rubalcaba tiene éxito será una excelente vicepresidenta, portavoz y ministra de Interior para dar el salto después a la presidencia, y si no en cualquier caso, será una buena líder para la oposición, el relevo generacional natural. Por eso todavía no ha llegado la hora de Chacón, y se equivocaría dando un paso adelante en estos momentos. El gran partido es en marzo de 2012 y debe capitanearlo el mejor. Porque con Rubalcaba de candidato, habrá partido, seguro. Mientras tanto toca salvar los muebles en mayo, donde se juega otro titulo (o varios), menos valorado pero no menos importante. Los socialistas tienen que resistir. Dependerá de muchos factores pero principalmente de uno. Atentos a Zapatero.