Primitivo andaba con una sonrisa, entre ido y estúpido, decididamente el tipo estaba enamorado...
-Renato, susurró Paco, Primitivo está...?
-muerto! hay una signorina, morocha, espléndida, muy..., o sea con unos...
-ojos, acotó Nigel, vieras Paco que par de maravillosos ojos.
-eso! y además tiene...
-y dónde la conoció?, interrumpió Paco
-aquí, en el parakultural, o por qué cree que cada dos por tres viene a...
-en el parakultural???!!
-ahá... en realidad, el tema es así, nunca se han hablado, él vino un día y disertó de no se que cosa y ella estaba sentada entre los primeros asientos, después hubo dos charlas más y ella firme..., al principio acompañada pero después...
-bueno, pero eso no significa nad...
-en la siguiente charla ella vino sola... y con un escoteee..., faaaa! qué cosa maravillosa, comentó Fermín, uno se podía perder allí dentro!
-y Primitivo me dice, oye Renato tu crees que esta dama...?, cuál?, le contesto, había un escote en la primer fila que me tapó a todo el resto...
-esa! esa!, me parece que me mira con cariño, me dice mientras se queda mirando la nada, y ahí nomás le digo, pues prepárate otra charla en el parakultural, algo bien culto así quedas bien, porque a ella se la vé muy capaz.
-capaz que agarra viaje, acotó Fermín,
Y esa noche, Primitivo apareció con su traje blanco, digno de una película de los años 40. Bien arregladito, y con los nervios de un chavál en su primer cita. A la hora prevista se corrieron las cortinas y el hombre se puso de pié, caminó hasta el atril y comenzó su charla. El tema a disertar "mi mejor amigo, un libro".
-ha puesto "un" libro, porque es todo lo que ha leído, acotó Renato.
Hablaba claro y fuerte, dirigiéndose hacia todos, y cada tanto lanzaba algunas miradas de soslayo a su admiradora de primera fila, pero sin ser muy evidente.
Ella sentadita muy quieta, un pequeño bolso sobre la falda y el escote esperado por Renato, además de los ojos admirados por Nigel..., que no perdían movimiento del disertante.
En un momento, Primitivo se detuvo para beber un vaso de agua, y claramente se escuchó un fuerte suspiro.
De a poco la atención del hombre se fue centrando en ella, y ella seguía mirándolo arrobada.
El resto eramos el público del romance, que sin diálogos, se estaba desarrollando frente a todos nosotros.
Y la noche se fue desarrollando hasta que la charla terminó. Hubo aplausos, que él agradeció y caravanas que realizó.
Luego, las mesas volvieron a su lugar y cada cual a su sitio.
En la terraza, sentados los dos, uno frente al otro, tomados de las manos seguían mirándose sin hablar...
Nosotros les mirábamos desde la barra con una sonrisa.
-que siga con la boca cerrada, porque en cuanto la abra..., Paco, por favor, me sirves un vermouth, acotó Renato