He visto hoy en La vanguardia un artículo que hablaba de la cantidad de comida que tiramos a la basura y eso me ha hecho pensar en Marga.
Marga es una amiga que trabaja en la cocina de una residencia de estudiantes, hijos de padres que pueden permitirse pagar 1200 euros al mes para que los "niños" puedan estudiar en Barcelona.
Como es de suponer, por este precio, todo el material que se utiliza para realizar los diferentes platos de los menús diarios es de primerísima calidad.
Y también que se realizan más raciones de las precisas, pues siempre cabe la posibilidad de que a todos les de por tomar una misma cosa, con lo que el equipo de cocineros ha de preveer que de cada plato que compone el menú, haya suficiente para hacer frente a esta eventualidad.
Por supuesto, por este precio, los platos que no se consumen a lo largo del dia, no pueden figurar en el menú del día siguiente, con lo que al finalizar la jornada, el equipo de cocina tira literalmente a la basura todo aquello que no se haya consumido, excepto lo que ellos mismos aprovechan para sus hogares.
Pese a eso, sigue sobrando gran cantidad de comida en perfectas condiciones y de primerísima calidad.
Un día, Marga, apenada al ver que se desperdiciaba toda aquella comida, le preguntó a su jefe porqué no se ponian de acuerdo con alguna asociación caritativa, de esas que gestionan comedores sociales.
La respuesta de su jefe fue que si algún día alguna de esas asociaciones deja que la comida se eche a perder, pero la sirve y le sienta mal a quien la consuma, la responsabilidad es de quien ha entregado la comida, con los problemas que tal cosa le acarrearía. Y que ante esta posibilidad, prefería tirarla a la basura.