Dijo ayer Alfonso Guerra que el socialismo es luchar para evitar que nadie tenga tanto como para poner de rodillas a otro y nadie tan poco como para verse obligado a ponerse. Es una manera sencilla de definir el socialismo pero muy certera. Algunos dicen que la izquierda en general y el socialismo en particular están anticuados, obsoletos. Algo que se cae por su propio peso. El socialismo surge primero para acabar con el sistema capitalista y posteriormente, tras abandonar el marxismo, para buscar la igualdad de derechos entre las clases y dirigir el mercado en beneficio de los que menos tienen. En definitiva: para velar porque el pez grande no se coma al chico.
Y no siempre se consigue. Es cierto. Decía Guerra que continuamente surgen problemas que nos plantean nuevos retos y nuevos intentos de tragarse a los desfavorecidos. Y es ahí donde el socialismo es imprescindible. Porque, con nuestros errores y aciertos, de lo que no me cabe la menor duda es de que el PSOE es el partido que mejor defiende los intereses de los "sufridores históricos". Ya sé que hay cuatro millones y pico de parados, ya sé que la crisis se está cebando con los más débiles, pero no albergo ni una sola duda de que con la derecha en el poder "la crujía" habría sido muchísimo más dura para los de abajo.
Cuando gobernaba el PP, en años de bonanza económica, que comenzaron con Felipe González, que no se le olvide a nadie, se recortaron becas, subsidios, se privatizaron servicios sin ninguna necesidad, se achicó como nunca el sector público... y las diferencias entre ricos y pobres aumentaron de manera muy considerable a pesar de que, repito, eran tiempos de vino y rosas.
Yo quiero aplicar a Huelva esta teoría. Nuestra ciudad merece el PSOE en el Ayuntamiento. Nadie como Petronila sabrá ponerla en su sitio. Hemos perdido dieciséis años de habas con choco y cohetes mientras el paro de la capital es muy superior al del resto de la provincia y, por tanto, las necesidades también. Ha llegado el momento de que el Ayuntamiento tire del carro y Huelva se suba al tren del progreso. Para ello, como dijo Alfonso Guerra, es necesario que todos los que tengan el corazón caliente y quieran una sociedad más igualitaria llenen las urnas de puños y rosas el proximo domingo.
Aullido
El hombre comparte con el lobo la necesidad de que lo escuchen
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miércoles, 18 de mayo de 2011
sábado, 7 de mayo de 2011
Campaña
Aquí parece que todo el monte es orégano. Yo deseo fervientemente que el 22 de mayo deje de serlo y, por el bien de la ciudad, Petronila pase a gobernarla. Con ello ganaríamos muchas cosas. Una de ellas es el respeto por la propia ciudad y por sus ciudadanos. Perico ha hecho creer que ama a Huelva cuando en realidad se vale de sus símbolos para seguir en el poder. Los usa y los tira constantemente. Esa es mi opinión. Espero que el 22 de mayo sea la de la mayoría de la gente de Huelva, una ciudad que merece un cambio ya.
lunes, 13 de diciembre de 2010
Me gusta Huelva
Dice no se qué estudio de un Instituto de Análisis e Investigación que Huelva está casi a la cola de las ciudades de España en cuanto a reputación. Vamos, la 75 de 81. Ante esto quiero decir dos cosas: La primera es que se demuestra que el gasto de dinero que el alcalde ha destinado todos estos años a financiar los paseos de muchos onubenses el día del Turismo por el legado inglés y otras cuestiones populistas no han servido para nada. Me pregunto qué fue de esos lemas de ciudad de primera, de crecer más en diez años que en cien, de Huelva motor de Andalucía, de terceras revoluciones industriales, de capital del Atlántico... Ni siquiera en los onubenses (el estudio éste resulta que se realiza valiéndose del análisis que los ciudadanos hacen de las propias ciudades en las que viven) ha surtido efecto tamaña sarta de frases vacías cuando no directamente falsas.
La segunda es que yo vivo en Huelva y, como diría el niño del chiste, a mí me gusta. Y me explico. Me gusta su esencia, su gente, su clima, su tamaño... Y como me gusta su esencia prefiero vivir aquí para intentar cambiar lo que tiene de malo, que tiene desde luego. Nos faltan muchas cosas, y otras tantas las hemos perdido en estos años oscuros de palmas huecas y farolillos de pega. Pero, insisto, me gusta su esencia y por eso pienso que vale la pena. No me quiero poner demasiado pesado con la política, pero no me resisto a decir que me gusta a pesar de Pedro Rodríguez y del nulo partido que ha sacado la ciudad a sus ya quince años de (des)gobierno.
No afirmo que todo sea culpa del PP, que seguramente no; pero sí considero que en mi opinión se han perdido quince años para hacer grandes cosas más allá de los necesarios jardines hoy abandonados que se construyeron en el primer mandato del PP con dinero proveniente de fuera a través del Plan Urban (siempre dinero de fuera, nunca de aquí, que el de aquí se dedica a financiar paseos por los sitios de siempre en una suerte de turismo endogámico ya vemos con qué efectos).
No obstante, sin nacionalismos ni fanatismos por el estilo, a mí Huelva me merece la pena y me gusta su alma; y eso no me lo va a quitar ni ése ni ningún instituto.
Por cierto, que a quienes no lo sepan debo decirles que no soy de los que no han pasado de Manzanilla: estudié cinco años en Madrid, viví en Londres dos años y me hago doscientos kilómetros diarios porque ni despacho está en Sevilla.
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