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sábado, 18 de septiembre de 2010

Khiva
























Nueve horas a través de la estepa nos llevaran de Bukhara a Khiva. Cuanto más al norte avanzamos, mas invade el paisaje el desierto provocado por la desecación del Mar de Aral. El calor aumenta en consecuencia. Muy de tarde en tarde aparecen algunas yurtas y escasos nómadas a quien el gobierno debe llevar el agua para su consumo.
Khiva se asienta en un oasis, única posibilidad de supervivencia. Khiva está situada en el Khorezm, antiguo reino persa seljucida, región de oasis. Cuando el Oxus cambió su curso en el s.XVII, la capital se desplazó unos 150 kilometros rio arriba, a Khiva. El Khorezm queda emparedado entre el Kizilkum, desierto rojo, y el Karakum, desierto negro.
Tomada por los árabes en el siglo VII, los mongoles en el XIII, por Tamerlan en el XIV y los Uzbekos en el XVI. Controlaba las rutas caravaneras entre el Volga y el Asia Central y era la última etapa antes del desierto iraní. "En el XVIII Khiva era mas compacta que sus rivales Bukhara y Kokand, pero mas pobre, mas remota y torturada por los raids turcomanos. Todo el oasis esta plagado de casas rurales fortificadas. Y aun así, en estas soledades, sus khanes llegaron a considerarse invencibles. Llenaron sus campos y hogares con esclavos Persas y Rusos. Tres expediciones de Cosacos sucumbieron ante ellos, y en 1717 una fuerza de 4000 rusos, comendada por el principe Bekovich fue engañada por una pretendida hospitalidad y masacrada prácticamente en su totalidad. En 1839 otra expedición, tras ser diezmada por tormentas de nieve, regresó sin un solo asalto, sembrando el desierto con los cuerpos congelados de mil hombres y nueve mil camellos. No fue hasta 1873 cuando un ejército Ruso bajo el general Kaufmann capturó Khiva sin apenas bajas rusas, y redujo el khanato a un estado títere, que expiró en 1920.” (Colin Thubron, El corazón perdido de Asia).
A principios de los años 30 Ella Maillart recorre el Khorasan y escribe sobre Khiva. Os recomiendo su relato en "De los Montes Celestes a las arenas rojas". Es un retrato en vivo de la vida cotidiana.
La antigua ciudad, Itchan Kala, está rodeada de un muro de barro crudo que conserva tres de sus puertas. Responde al modelo de ciudad fortificada de Asia Central, que alberga palacio, mezquitas, medresas, caravanserallos, baños e integran una arquitectura tradicional de adobe. En los patios reservados a las audiencias del khan, aun hay plataformas elevadas de forma circular, donde se plantaban las tiendas que los uzbekos conservaban incluso en las ciudades. Hoy la unidad arquitectónica se puede contemplar desde las terrazas superiores del palacio y permite hacerse una idea gráfica inmediata de su constitución. La cerámica vidriada aun recubre buena parte de los muros interiores y el gran minarete inacabado. Ella Maillart relata las palabras de René Grousset : “para el nomada Mongol todo el lujo consistia en la aplicación de bordados y tintes sobre las paredes de su tienda. Cuando se hizo sedentario, pidio a sus palacios y a sus mezquitas que le dieran una impresión análoga mediante aplicaciones de cerámica” La reconstrucción ha obrado milagros y hoy puedes maravillarte de la belleza y riqueza de los mosaicos, de las pinturas de los artesonados y pasear por sus calles es como hacerlo en un museo. No hay tráfico rodado, pocos son los habitantes distribuidos en las zonas mas próximas al interior de la muralla. Las viviendas son dignas. Una tubería de agua recorre la muralla por su parte exterior y a través de una red ramificada, va penetrando en el interior y desembocando en depósitos subterráneos, de donde los habitantes la extraen para su consumo. En su parte exterior, sobre los muros en pendiente, se asientan algunas tumbas.
En un espacio relativamente reducido como el Itchan Kala, la abundancia de monumentos es notable. En el exterior, junto a la puerta oeste, se halla la estatua de bronce de Al-khorezmi. Este dijo alla en el xiglo IX : "Cuando en una resta nada queda, escribe un pequeño circulo para que ese lugar no permanezca vacío" Así inventó el "cero". Tambien gracias a él, la matemática moderna usa el sistema numérico actual proveniente de la India.( Los términos "Guarismo" y "algoritmo"provienen de su nombre).

Cuando abandonas Khiva, no puedes evitar pensar en la difícil reconciliación de un pasado sangriento, de esclavismo, de múltiples luchas por el poder, de invasiones sin cuento, y la belleza deslumbrante de esta ciudad.

Bukhara




























Desde Samarkanda y de camino a Bukhara, tomamos un desvío para dirigirnos a Shakhrisabz, la "ciudad verde". Allí nació y creció Tamerlan. Hoy se conserva la ruina del Ak-Saray, el gran palacio de imponentes dimensiones. Sus azulejos no tenían parangon en su época, sus dimensiones no habían sido superadas. Ilustra el esplendor de la estirpe que produciría al gran guerrero cojo. En el palacio se conserva una gran inscripción que reza " Si desafiais nuestro poder, mirad nuestros edificios". En el mausoleo Jiahongir estan enterrados los hijos mayores de Timur. La gente que hoy lo habita cuida de su conservación. En torno al amplio patio plantado con plátanos se disponen los edificios. El recinto aun recibe la visita de peregrinos.
La ciudad tiene una gran antigüedad. Ya Alejandro Magno la usó como residencia de invierno. Ruy Gonzalez de Clavijo la visitó y admiró en su ruta de embajada a Tamerlan. Hoy día es una ciudad próspera, arbolada y recorrida con anchas avenidas y espaciosos parques. Por ellas transitan hoy innumerables parejas de recién casados, luciendo ellas níveos vestidos de cuento de hadas. Quiere la tradición que las novias muestren un semblante compunjido por la pena de abandonar a su familia. Uno de los novios que llevaba del brazo a su recién estrenada y triste esposa, no tenía ningún empacho en hablar mientras tanto por el móvil. Alrededor de las fuentes con surtidores, las parejas, familiares y amigos se agolpaban para las fotos de rigor. Al fondo, el Ak-Saray ofrecía su telón a la instantanea.

Un antigua y bella residencia del centro antiguo de Bukhara alberga nuestro hotel. Alrededor del patio se han construido dos plantas de habitaciones abiertas a una galería que lo rodean. El callejón al que da desemboca en el Lyab-i-Khauz, una cisterna abierta donde tradicionalmente los bukhariotas han hecho su vida. Desgraciadamente tambien les causó numerosas muertes, pues en esa fuente de preciada agua, los habitantes hacían de todo, convirtiendo el estanque en pozo de inmundicias. Los rusos sanearon el lugar y algunos otros y desecaron otros más. Hoy sigue habiendo un espacio para el disfrute gratuito del frescor que proporciona el agua y la sombra, pero la mayoria del espacio está ocupado por restaurantes. Estos disponen divanes donde, sentados cómodamente sobre cojines, pueden comerse deliciosas especialidades de shashlik (carne, pollo o pescado asado) , guisos de hortalizas o ensaladas. A un lado y otro del Lyab-i-Khauz, hay sendas madrasas. La de Nadir Diwan luce unas bellas aves en el tímpano. Frente a ella se alza una escultura en bronce de Nashruddin cabalgando su burro, el famoso personaje emblema del simple inteligente y protagonista de una larga tradición oral. Al otro extremo la de Kukaltash, la mas grande de Bukhara.
El barrio viejo conserva una unidad viva, no solo arquitectónica, que convierte la visita a Bukhara en algo bien distinto a la de Samarkanda. Aquí no hay solución de continuidad entre monumentos y barrios, entre turistas y habitantes locales. Cierto que la ciudad vive primordialmente del turismo y que sus taq estan orientados a él, pero sus artesanos del metal trabajan en la misma tienda, los ilustradores en mesas en la calle. Un alegre y ruidoso grupo de mujeres se aproximan cantando y tocando el tambor. Vienen de Tashkent, la capital. Rien, nos invitan a incorporarnos al baile y quieren posar con nosotros para la foto. Además tiene una dimensión que permite recorrerla o rehacer tus pasos sin agotarte, volver una y otra vez a observar algun detalle, detenerte y deleitarte sin mirar el reloj. Los taq son construcciones bajas con cúpulas semiesféricas, destinadas a mercado. El paso por ellos supone un respiro refrescante del calor exterior. Las paredes estan horadadas por comercios que utilizan el mas mínimo espacio. La calle penetra en uno y al salir por el otro extremo, la calle continua con tiendas tambien a ambos lados. Luego desembocas ante una mezquita o una madrasa, te desvias hasta las afueras y regresas para retomar el hilo. Tras el primero de ellos que atravesamos, el Taq-i-Sarrafan, o mercado de los cambistas, un canal recorre la calle y tras él aparece la mezquita mas antigua de Bukhara, Maqoki Attor. Hoy queda hundida unos dos metros bajo el firme actual. Ello mostraría el efecto de las arenas a lo largo de los siglos. No olvidemos que Bukhara tambien es un oasis. Mas adelante la madrasa de Ulugh Beg, aun sigue activa. Es posible asomarse al patio y quizá conversar con algunos de sus estudiantes, sentados en la escalera de la entrada. Enfrente de ésta se halla la de Abdul Aziz Khan. Tiene un hermoso y enorme patio, con iwanes bien conservados y fuente de abluciones en una de las esquinas. Se aprecia en la decoración el estilo persa, en colores y motivos. Mas allá cruzamos el Taki Zargaron para desembocar finalmente en el conjunto Kalan, madrasa-mezquita y minarete. Este especialmente se ha convertido en el símbolo y reclamo de la ciudad. Su mezquita es la mas importante, la de los viernes. No es posible subir al minarete, aunque la vista desde alli es prometedora. Si se vuelve a la calle que nos ha traído hasta aqui y continuamos por ella, pronto desembocamos en la esplanada del Ark, el palacio-ciudad-fortaleza. Excepto una parte del alto y ancho muro y su acceso poco queda de él. Parte del palacio se oferta como museo. Lo mas interesante es la vista que ofrece desde alguna de sus terrazas cubiertas sobre el conjunto de la ciudad. Los muros de adobe no resistieron el ataque de la artilleria rusa que la tomó en 1920, finalizando un largo reinado de los khanes de la región. No lejos del Ark se halla el manantial de Job, de ecos le leyenda donde los haya. Cuenta que llegando alli el santo con su familia, arrebatado por la sed, hundió el cayado y.... no es difícil adivinar lo que sigue. Hasta hoy muchos son los peregrinos que vinieron buscando el milagro curador de sus aguas aunque hoy dia, ante la pregunta "¿será saludable beber esa agua?" te responden: "lo sabrás tras un par de horas de beberla".
Solo un poco mas allá, se halla la preciosa tumba de los Samánidas, del siglo XII. Se trata de un bellísimo cubo totalmente construido en obra de ladrillo. Se ha explotado hasta tal punto el juego que ofrece cada pieza que mas parece obra de orfebrería. Es como un inmenso panal de multiples facetas. Se supone que para su diseño se inspiraron en los templos zoroastricos persas. Ello puede tambien apreciarse en los tímpanos, con los diseños del círculo, triángulo y cuadrado. En su parte superior alternan aberturas de distinta altura por el exterior, de modo que en el interior la luz penetra inclinada y rebota como en un prisma. Las puertas de celosía complementan un agradable ambiente.
Hay que salir de Bukhara y llegar a Kasri Orifon para visitar el Mausoleo de Bakhautdin Naqshband. Aquí la peregrinación se convierte en auténtica devoción silenciosa, relajada, receptiva al visitante. Familias enteras han acudido. Rezan brevemente colocando las manos juntas frente al rostro, cierran los ojos alrededor de un patio con estanque, mientras alguien dirige sucintamente la plegaria. Luego se mueven lentamente y charlan entre si. A ambos lados de la mezquita que ocupa un lado del patio, hay espacios privados separados para hombres y mujeres, como es tradición en el islam. En un patio contiguo con otro estanque, se halla lo que llaman el árbol petrificado, un grueso tronco tumbado que rodean tres veces y bajo el cual pasan tres veces debiendo rozarlo con la espalda. La carretera separa el recinto de unas construcciones donde la vida ha vuelto a lo prosaico. En un gran espacio cubierto, hombres mujeres y niños se afanan en preparar suculentos platos en unos fogones de leña colectivos. Inmediatamente nos ofrecen compartirla; quieren incluso que la probemos mientras la preparan. La peregrinación y el pic-nic van de la mano, el recogimiento, el encuentro familiar y el disfrute. Un anciano esta sentado en un divan esperando que acaben de disponer a sus pies los apetitosos platos. Su hijo se acerca, me cuenta que son 11 hermanos. Lo mira con cariño y orgullo. El viejo sonríe. Y es que este sufismo, no es el de los derviches danzantes, exhibicionistas, que fueron prohibidos y luego autorizados como espectáculo folkorico. El sufismo hunde sus raíces en la religiosidad mas personal, sin intermediarios. Sospechoso para unas y otras cúpulas religiosas, incluso la islámica. Pero ha sobrevivido, sigue manifestándose a la menor ocasión de forma pública. Uno de sus dichos es : “ Trabaja en algún oficio y mientras lo hagas, ten a Dios en el corazón”. La secta Naqshbandi es la mas numerosa, con casi un millón de miembros y se extiende por varios países, incluso en Arabia Saudita.
La tumba de Chor Bakr ofrece un ambiente bien distinto. Bastante bien conservada, con un gran y agradable patio sombreado y profusión de tumbas, éstas en un desigual estado de conservación, está vacía de visitantes. Solo nosotros. Solo los pájaros parecen hallar alli refugio. Un pavo real ha dejado una de sus bellas plumas entre dos lápidas.
De vuelta a Bukhara, un muchacho de trece años me aborda. Quiere practicar inglés me dice. Añade que es un alumno brillante y quiere acabar siendo guía turístico. El discurso me es familiar y para confirmarlo, saca un mazo de postales y me cuenta una anécdota: "¿Te has fijado en el orificio que hay en el minarete Kalan?". "No". "Pues resulta que el khan quería arrojar desde lo alto a un ladrón y éste le pidió una oportunidad. Le dijo que le diera un cuchillo y le permitiera demostrarle su valía. El khan accedió y el ladrón descendió por el exterior del minarete clavando el cuchillo en el ladrillo. El khan no pudo por menos que admirar su ingenio y le concedió el perdón". A continuación me pidió comprara sus postales. Las rechacé pero creí que su ingenio merecía algo: le regalé la pluma de pavo real.

jueves, 16 de septiembre de 2010

Samarkanda

















Salimos de Tajikistan por Penjikent. Tras esta localidad, el paisaje cambia radicalmente. Entramos en el territorio de Uzbekistan que se ha convertido en el cementerio de los rios que fluian exhuberantes desde Tajikistan. No alcanzaran su antiguo destino: el mar de Aral. Mueren en el desierto. Las arenas han cubierto su antiguo delta.
Samarkanda se encuentra a una hora de la frontera tajika. Samarkanda se presenta a mis ojos con el Mausoleo de Guri Amir. Pero no nos detenemos en él. Atravesamos el muro que las autoridades chinas han construido alrededor de la ciudad vieja y a través de ella desembocamos en la Plaza del Registan. Con los últimos rayos del sol de poniente, la madrasa y las cúpulas se visten de oro. A continuación, nos dirigimos al barrio zarista. Construido por los primeros rusos ocupantes de la ciudad, sus mansiones se disponen en amplias avenidas entre frondosos parques. Buscamos un lugar donde cenar y compensamos las penurias culinarias de Tajiskistan en un restaurante armenio: brochetas de ternera, ensalada, berenjenas y cerveza. Aqui la reconocen por el nombre ruso de "piba". Junto a la terraza donde cenamos, sobre la acera, un televisor emite un dvd de musica armenia. Una temperatura muy agradable nos devuelve al hotel. Saludamos a Tamerlan, que contempla pensativo la noche, desde una rotonda.
El Registan merece una visita a la salida del sol, asi que a las 6 de la mañana, enfilamos de nuevo el camino y encontramos a los guardianes de la plaza durmiendo. Uno se despereza y se aproxima. Pagando una módica suma, podemos subir al tejado de una de las madrasas. Negociamos y escalamos la ruinosa escalera del minarete. Los rayos del sol se proyectan ahora horizontalmente sobre los azulejos de fachadas y cúpulas. El silencio pervade la plaza. Contemplamos toda la extensión de la ciudad en la luz opalina.
Unas horas mas tarde, la plaza recibe numerosos visitantes. A pesar de la polémica en torno a la restauración de las tres madrasas, a juzgar por las fotos de los años 60 del pasado siglo, hoy no quedaría nada en pie. La restauración empezó a principios del 1900 y ciertamente en los 60 aun no se apreciaba nada de su presente, y muy posiblemente, antiguo esplendor. La mas antigua de las madrasas es la de Ulugh Beg, nieto de Timur Lang (Tamerlan) el conquistador y restaurador de Samarcanda, a la que convirtió en su fastuosa capital. En medio de sus razzias destructoras a lo largo y ancho de lo que se convertiría en su imperio, salvó y llevó con él, a cuantos artesanos y constructores juzgó capaces de cubrir de gloria su conquista. Y a fe que le sirvieron bien. Hoy la plaza del Registan ya no es la esplanada de arena donde se celebraban los mercados bajo puestos con toldos de lona hasta los años 60 por lo menos. Ha sido embaldosada y levemente ajardinada para mayor resalte de los azulejos de brillantes e intensos colores azules y verdes. La reconstrucción no ha conseguido enderezar por completo algunos muros y minaretes, pero el aspecto general es brillante. Pero hay que observar detenidamente cada una de las fachadas e iwanes (altos arcos cubiertos en las entradas), cada uno de los minaretes y cúpulas para ver los árboles dentro del hermoso bosque. La vista se regala, se adhiere a cada curva, a cada dibujo de los azulejos, se impregna de los hermosos colores. La madrasa opuesta a la de Ulugh Beg luce en el fronton de su arco dos tigres con un sol en su cuerpo y gacelas. La de Ulugh Beg, numerosos soles. Ulugh Beg fue un gran astrónomo, constructor de un curioso observatorio. Ninguna de las tres funciona todavía como escuela coránica pero sus patios interiores estan siendo reconstruidos y las pequeñas habitaciones de la planta estan ocupadas por tiendecitas de recuerdos: alfombras, tapices, bordados, instrumentos musicales. Una de ellas, la central, alberga un museo donde se aprecian elementos constructivos rescatados en la restauración y una interesante exposición fotográfica de la historia del Registan desde finales del s.XIX.
El fundador de la dinastía timúrida esta enterrado en el Mausoleo de Guri Amir. Su exterior es armónico, con minarete y cúpula de 64 caras, en forma de gajos. Su interior espléndido. Una sala rectangular recubierta totalmente de cerámica vidriada y decorada alberga la tumba de Tamerlan de piedra negra. Dos de sus hijos estan enterrados junto a él, asi como su maestro y algunos niños de su familia.
La mezquita de Bibi Khanoum se llama así por una de las esposas de Tamerlan, quien dirigió las obras mientras su marido estaba en campaña. Quedó tan impresionado por sus dotes que se la dedicó. Su mausoleo está enfrente de la entrada de la mezquita. Tamerlan se inspiró en las construcciones que admiró en sus incursiones militares en la India y nombró para su construcción al arquitecto más joven. Se construyó en el tiempo record de 5 años. Su superficie es de 10.000 m cuadrados. La construcción precipitada y el temerario alarde del arquitecto provocaron el hundimiento de la gran cúpula. La altura prevista inicial debía ser mayor, pero la estructura no lo permitía y hubo que rebajarla hasta los 70 metros. Aun así, impresiona por su grandiosidad. El recinto y su patio interior consiguen una armonía a pesar de tal altura de la mezquita. En el centro del patio hay un monumental facistol, donde dos veces al año se colocaba un inmenso Coran abierto. Los hombres lo circunvalaban y las mujeres pasaban por debajo para pedir un hijo.
No debe abandonarse Samarcanda sin visitar la necrópolis de Shahr-i-Zindah. Cuando penetras en ella descubres que la sensación de muerte está ausente, es tanta la luz, la brillantez de los colores y la belleza de los diseños del mosaico que recubre las tumbas por completo. Estas son mausoleos de miembros de la familia de Tamerlan. Cada uno es distinto y estan dispuestos a ambos lados de una avenida central que se cierra por uno de ellos al fondo. Los colores nos transportan al fondo de un mar tropical: azul ultramar, medio, claro, turquesa, amarillo, rojo, verde y negro. El amarillo y el rojo son de influencia persa. Los colores parecen bailar y mezclarse en el aire límpido. El calor los disuelve y los devuelve. Absorben la luz del sol y la descomponen. Por un estrecho paso de escalones al final del recinto se accede sin solución de continuidad al cementerio moderno. Las lápidas puestas en pie llaman inmediatamente la atención. Muchas de ellas son de mármol negro con retratos hiperrealistas grabados en ellos. Tuvimos ocasión de observar a un artesano realizando una de ellas, a partir de fotos.

Samarkanda está cambiando a gran velocidad en los últimos años. Como en las otras ciudades que visitaremos, Bukhara y Khiva, los monumentos se han rehabilitado como atracción turística pero se ha procurado aislarlos de otras manifestaciones de la vida de la ciudad de la época. En Samarkanda, el barrio antiguo, hoy rodeado por una pulcra valla de obra, está bajo el albur de sus actuales ocupantes. Las casas que se han reconstruido no siguen ningún plan arquitectónico ni estético, sino funcional. Las que aún no lo han sido, van deteriorándose rápidamente. La urbe moderna crece exponencialmente, no pudiendo distinguirse ninguna particularidad que la distinga de cualquier otra ciudad asiática o incluso europea. Samarkanda conservó su sabor "medieval" hasta la entrada de los rusos en el XIX. A partir de ese momento, el estilo propio de la ciudad desapareció. El "desarrollo", primero zarista y luego soviético, hicieron el resto, imponiendo un estilo basado en la funcionalidad del cemento y la ausencia de estética. Hoy la China actual impone su uniformidad por todo el territorio. Timur Lang, el brutal y contradictorio conquistador, le dió todo su esplendor. Tras la caída de su dinastía, nadie más se preocupó por devolvérselo.