Mostrando entradas con la etiqueta Arroyaves. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Arroyaves. Mostrar todas las entradas

sábado, 11 de octubre de 2008

Al que anda entre la miel...


En mi casa, la de mi niñez y adolescencia, siempre hubo muchos animales. Todos se relacionaban entre sí y nosotras (las cinco hermanas) también con ellos (ahora pueden explicarse muchas cosas, jajajaja).
Cuenta mi mamá que yo comía helado y le daba a probar al perro. Así, ambos sentaditos en la banqueta, disfrutábamos del postre dando un chupón el chucho y otro yo. A veces incluíamos a mi hermana Vivi en la comunión.
Estas prácticas se mantuvieron en mi casa a lo largo de los años. Así, mis hermanas menores, Bele y Zully, también compartían la comida con perros o gatos. Y así, estas prácticas se transmitieron de generación a generación. De tal cuenta que, al menos mi sobrino mayor, también compartió los sagrados alimentos con los perros.
Un día estaba este sobrino (con unos tres años de edad) comiéndose una suculenta pierna de pollo, cuando llegó su primita, 23 días menor que él, y se le acercó para pedirle un poco de pollo. Inmediatamente mi sobrino reaccionó como lo hubiera hecho cualquier chucho sin ganas de compartir: se puso tenso, mostró los dientes y lanzó un gruñido que dejó quieta a la prima.
De aquellos hábitos (o extrañas costumbres) no sé si conservo algo. Quizá mi gusto por los amores perros…

lunes, 6 de octubre de 2008

Sorpresas de la web II


Como ya saben, o por si no, internet me ha dejado grandes experiencias. A través de la www he conocido muchísimas personas, quizá las más especiales a lo largo de mi vida.
Pues bien, esta historia se la prometí a Juan Carlos Lemus y es la que habla de cómo conocí a un familiar que llegó a convertirse casi en mi hermano.
Lucio y Ágata
Como soy de esta generación visagra de los grandes cambios tecnológicos, del paso de la máquina de escribir a la computadora, del disco de acetato al cd y de los carteros en bicicleta al correo electrónico, pues comprenderán que llevo mis añitos navegando por el ciberespacio.
Pues bien, hace muchos años participé en un foro en internet sobre el imperio romano.
Dos de los libros que me marcaron fueron Yo Claudio y Claudio el dios y su esposa Mesalina, de Robert Graves, los cuales devoré, junto con muchos otros, mientras pasé mi año sabático en el Hospital General, recibiendo quimioterapia.
Pues bien, al participar en ese foro, el nick de los participantes aparecía con un enlace al correo de cada quien. Así que mi nick Ágata estaba vinculado a un correo de hotmail.
El tiempo pasó y no volví a asomarme por el dichoso foro.
Una tarde, muchos meses después, me preparaba para ir a dar clases a la U. De pronto, como era viciosa de la web, sentí deseos de conectarme y ver quién estaba conectado en el messenger. No había ningún contacto en línea, pero tenía la solicitud desde hacía mucho tiempo de un tal Lucio que deseaba que lo agregara a mis contactos.
Como soy curiosa, acepté y Lucio, que estaba en línea, inmediatamente entabló conversación. Me dijo que había encotnrado mi comentario en el foro sobre Roma y que yo le parecía una mujer interesante.
Chateamos por espacio de media hora, quizá, y luego me pidió que nos conociéramos.
Ya saben que soy curiosa y "Matute" y no pude resistirme a conocer a quien tanto sabía de mis admirados romanos. Así que ¿que creen? Como también soy una gran confiadota en esta era en la que todo el mundo vive con paranoia y grandes desconfianzas, acepté. Y como el otro era más curioso que yo y un gran impaciente, la cita la fijamos para esa tarde en Los Alpes.
Nos dimos los números de celular, pero a ninguno se le ocurrió preguntar el nombre verdadero. Así las cosas, Lucio el impaciente me llamó a medio examen de la U para preguntarme a qué hora iba a llegar a Los Alpes.
Confirmé la hora pues antes debía cumplir con los alumnos.
- Para que me identifiques, mido 1.80, tengo cabello castaño ondulado, tez blanca, etc... Visto un traje gris
- Yo mido metro y medio, cabello castaño ondulado y tez morena clara, le dije. Y agregué que llevaba un vestido negro con una chaqueta beige.
Era una tarde lluviosa, por lo que mucha gente buscó refugio en la misma cafetería.
Cuando llegué, estaba lleno el lugar. Hablé con una señorita que atendía en el lugar, le di las señas del hombre que buscaba y me dijo
-"ya está aquí, en aquella mesa"
Era cierto: alto, castaño, traje gris...
Me acerqué sin saber cómo entablar la conversación. Pero su sonrisa confiada me hizo sentir bien y nos pusimos a charlar como dos viejos conocidos.
Él se me hacía tan familiar que en ningún momento me sentí incómoda o ansiosa. Era mucho más joven que yo y con un aire de intelectualidad muy especial.
Hablamos horas enteras. La charla fue muy amena. Pasamos de la Roma antigua y sus excesos a la Roma actual y sus escándalos, y de ahí a nuestra vidas personales. Pero en ningún momento nos dijimos nuestros verdaderos nombres.
El tiempo se nos hizo corto y no nos dimos cuenta de que éramos los únicos clientes del lugar. Ya todo estaba limpio y listo para que cerraran. Así que nos dimos cuenta de lo tarde que era cuando una señorita llegó a pedirnos que pagáramos.
Como buen caballero, él invitó. Sacó su tarjeta de crédito y escribió sus respectivos datos para la factura.
Como soy miope, no pude ver qué nombre escribió, así que seguía con la duda sobre la identidad de mi extraordinario interlocutor.
Empezamos a caminar hacia el parqueo y la charla seguía amena e interesante. Era como si realmente fuéramos dos grandes amigos.
En una de esas, me preguntó
-Por cierto, ¿cuál es tu verdadero nombre?
- Nancy Arroyave, respondí
- No es cierto, me estás tomando el pelo. Viste cuando coloqué mis datos para la factura... me dijo.
- No, en serio, así me llamo ¿por qué?
-Porque yo también soy Arroyave... Eduardo Arroyave
Era increíble, empezamos a pasar por todas las ramas del árbol genealógico y resulta que su papá es primo hermano de mi papá. Yo lo conocí cuando él era un bebé, pero nosotros siempre hemos vivido en Guate y ellos en Xela.
Ese fue el comienzo de una larga y hermosa amistad que nos unió muchísimo. Llegamos a convertirnos casi en hermanos. Éramos confidentes.
La naturaleza de nuestros trabajos no nos permitía vernos personalmente, pero internet, la gran ramera que a todos nos une (como dice Juan Carlos) nos mantuvo siempre al día, pendientes uno del otro.


_____________________________________________
Eduardo sufrió un terrible accidente hace como un año. Fue víctima de la delincuencia que impera en este país. Perdí todo contacto con él y solo tuve noticias suyas cuando en TrovaJazz hicieron un concierto a beneficio de él pues el incidente casi cobró su vida. No sé qué tanto sea cierto, pero unas personas dicen que una bala le atravesó el cuello lesionándolo serieamente. Alguien me habló de paraplejía, incluso de cuadriplejía .
Hablé con su papá y su hermana mientras estuvo hospitalizado, pero luego perdí todo contacto. Qué ingrata me siento, pero les comparto esta historia pues es hermosa y en ella conocí a uno de los seres más lindos que ha llegado a mi vida. Donde quiera que esté, le mando un beso. Ya se lo daré personalmente.

miércoles, 1 de octubre de 2008

Sorpresas de la web I

No sé ustedes pero yo tengo muchísimas historias curiosas en internet. He conocido por este medio a muchas personas y cultivo amistades desde hace más de una década. Algunos son gente a la que quizás nunca llegue a conocer personalmente. Un par de estas historias tienen que ver con la forma curiosa en que conocí a dos parientes. Bueno, en realidad sólo uno es mi pariente. El otro es como si lo fuera y es precisamente la historia que hoy les cuento:


N. Arroyave

Los que tuvimos la suerte de trabajar en la finada Revista Crónica en sus gloriosos tiempos tenemos la tradición de reunirnos (ahora cada vez menos) en la casa de Haroldo todos los 25 de diciembre. Esta fecha es siempre la oportunidad preciosa de robarnos al niño Jesús, o en su defecto, como sucede hace más de una década, a cualquier muñequito mal puesto en el nacimiento o en cualquier otro lugar de la casa. Una vez fue un mariachi, otra vez un ángel... hasta un Maximón se fue con Pancho, digo, con nosotros, con el pretexto de hacer en febrero, más o menos, la entrega, pretexto para el chupivio. Eso sí, después le robaron una vaca y hasta una ovejita negra, pero nunca se las devolvieron. Pero eso es harina de otro costal.
Pues bien, entre el día después del robo (26 de diciembre) y el día del chupivio, los involucrados generamos varios correos electrónicos a nombre de bandas delincuenciales poniendo condiciones para la devolución.
Son re chistosos esos correos en los que todo el mundo participa con cada ocurrencia...
Pues bien, en el ya lejano diciembre del 2001, año del atentado contra las torres gemelas, nos robamos a uno de los reyes magos. Resulta que la figurita de yeso venía con camello incluido el cual ya había perdido la cabeza, literalmente hablando.
Podrán imaginarse entonces aquel flujo de correos en los que los raptores señalábamos que teníamos en nuestro poder al pariente de Bin Laden. Todo con términos terroristas y con mucho sentido del humor y del sarcasmo (característicos del grupito).
Así las cosas, me daba cuenta de que no estaba recibiendo todos los mensajes. Reclamé y me dijeron que mi dirección aparecía en todos los correos que iban y venían.
Silvia me envió uno de los mensajes que yo alegaba no haber recibido y revisé todo el listado. Allí estaba la clave. Alguien se había inventado que mi correo no institucional era narroyave.
Como soy curiosa y no puedo quedarme con la duda, escribí a esa dirección disculpándome por el error ajeno y la avalancha de correos locos que seguramente había recibido.
El correo no rebotó. Al contrario, al poco tiempo tenía en mi bandeja de entrada la respuesta de Néstor Arroyave, un intelectual colombiano un año mayor que yo con quien teníamos en común mucho más que el apellido: ambos teníamos dos hijos (él dos varones, yo dos niñas); ambos tenemos ideales semejantes y un largo etcétera...
El intercambio ciberepistolar no se hizo esperar y poco a poco surgió una hermosa amistad. Hace algún tiempo dejamos de escribirnos, pero ya retomaremos la comunicación que no se interrumpió ni siquiera cuando dejó su natal Colombia para asentarse en una ciudad de Canadá.
La vida te da sorpresas y el internet te da muchas más. Esta ha sido una hermosa coincidencia, pero no es el único "pariente" que conocí por internet. Ya les contaré...