Hechos 11:1-3
Oyeron los apóstoles y los hermanos que estaban en Judea, que
también los gentiles habían recibido la palabra de Dios. Y cuando Pedro subió a
Jerusalén, disputaban con él los que eran de la circuncisión diciendo: ¿Por qué
has entrado en casa de hombres incircuncisos, y has comido con ellos?
De todos lados esperamos reclamos, señalamientos y oposición,
pero pocas veces imaginamos que dentro de nuestra lucha espiritual nos
encontraremos con “fuego amigo”. Por esta razón me fascina leer la palabra de
Dios. Nos prepara perfectamente para lo que habremos de atravesar en nuestro
desarrollo espiritual. Venimos saliendo de un gran final en Cesarea donde la
gente había recibido a Cristo y se alababa a Dios. El ánimo de Pedro
seguramente estaba alto. Las noticias eran extraordinarias y llegan a
Jerusalén. Pero cuando Pedro se reúne con los apóstoles y hermanos llegando a
Jerusalén, en lugar de encontrar gente contenta y gozosa por lo que había
pasado, se encuentra con cuestionamientos y señalamientos. ¿Por qué comiste con
los gentiles? ¿Por qué estuviste en su casa?
Hay dos puntos de vista en estos versículos: el de los
apóstoles y el de Pedro. Los apóstoles no tuvieron la visión de Pedro ni
estuvieron en los hechos para presenciar el suceso. Ellos simplemente recordaron
sus costumbres y quisieron seguir viviendo a través de ellas. Por otro lado,
Pedro tuvo una transformación en su forma de pensar a partir de la revelación
en su visión. ¡Esto es lo que nosotros debemos buscar! Ser totalmente
transformados y renovados dejando atrás a nuestro viejo yo. Cuando tu mente no
está buscando las cosas de Dios, es muy fácil que te encuentres criticando y
señalando lo que no entiendes. Ten cuidado. Los apóstoles no tenían malas
intenciones. Ellos pensaban que estaban haciendo las cosas bien. Por esta
razón, debemos ser precavidos con lo que decimos y hacemos. Sin darse cuenta,
los apóstoles y hermanos estaban estorbando la obra de Dios. Piensa qué
diferente hubiera sido si en lugar de cuestionar y reclamar a Pedro hubieran
dado gloria a Dios por el resultado que se había dado. Acababan de presenciar
un milagro. Más personas recibieron a Cristo. ¿Qué podemos argumentar en contra
de Pedro? ¡Sería como cuando criticaron a Jesús por sanar en el día de reposo!
Lo que Jesús tanto criticó de los fariseos, se estaba repitiendo con los
apóstoles y se puede repetir en nuestras vidas si no estamos atentos en buscar
dar siempre la gloria a Dios. Seamos humildes y sencillos. Busquemos obedecer y
sobretodo dejemos que el Señor nos transforme. Si seguimos fielmente al Señor
tenemos menos probabilidad de equivocarnos. Si buscamos permanecer siempre en
obediencia, tenemos mayor probabilidad de estar presenciando Sus milagros como
Pedro y gozarnos en ellos en lugar de cuestionarlos. No te sorprendas si recibes
críticas o señalamientos de tus propios hermanos. Ten paciencia y explica con
amor lo que ha acontecido para que todos puedan entender lo que Dios ha
mostrado en tu vida…
Oración
Padre: En verdad no dejo de sorprenderme con la perfección de
tu palabra y el cuidado que tienes de cada detalle que pueda sucedernos. Te
pido que me renueves y transformes. Te pido que pueda vivir fiel a tu palabra y
que mi testimonio nunca estorbe tu obra sino pueda darte la gloria. Te pido
perdones mis pecados y me limpies en el nombre de Jesús. Amén 