lunes, 29 de marzo de 2010

Lo que podemos, muchas letras.

Esto de tener un blog va por épocas. Hay semanas en las que no tienes nada que decir y te conviertes en una tira cómica: en blanco y negro, sin bocadillos. Yo espero que en el goear alguien suba pronto ese ruido del silencio. Hay otras mañanas, por el contrario, en las que irías con una libretita de espiral por la calle, de aquellas de bolsillo. En cada esquina, en cada contenedor tendría que apoyarme para apuntar siete frases, dos palabras, el rótulo de alguna tienda que me hace gracia.

Hay temporadas en las que todas las noticias de los periódicos me parecen cuentos en la salita de espera: el otro día en un suplemento de salud hablaban de las células que regeneran los corazones rotos de los peces (un paso para que la comunidad científica nos vacune contra las rupturas y los desastres del amor), hoy se buscaba verdugo con plaza fija para la India. Requisitos imprescindibles ser hombre y medir más de metro sesenta. Muchos condenados esperando y un comentario más sádico que informativo, el anterior ocupante del puesto, ya fallecido, hacía un nudo especial para cada ocasión. Se puntuará eso sí la habilidad en los ahorcamientos.

Los semáforos y los pasos de cebra están llenos esta temporada de anécdotas que la memoria coloca encima de las luces como si fueran los mensajes de la Dirección General de Tráfico- no es por poner a caldo a nadie, pero el publicista que ha ideado la campaña colecciona sobres de azúcar, ¿no?- aparecen nombres y escenas del pasado: los profesores del colegio, las coletillas que alargábamos durante horas en conversaciones telefónicas (cuando el teléfono no era personal, sino familiar, de mesa camilla y cerrar la puerta para que no se escaparan los secretos), las vacaciones de semana santa en la universidad, la cata de boquerones en vinagre hace dos veranos, etc. (Re) cito mis notas de la última conferencia: "La imaginación no es más que la memoria fermentada, Lobo Antunes" y me echo a volar. ¿Somos más que recuerdos? Inclino mi cabeza nueve veces hacia delante: sí-sí-sí-sí-sí-sí-sí-sí-sí.

A veces me veo anclada.

A mis miedos, a mis contradicciones, a mi libreta, a mi ciudad.

Respiro y encuentro en un comentario de Fran (Nixon) en su propio blog una frase que me sabe a sidral: "Hacemos lo que podemos". Actúan en el próximo Cosmopoética.

Muchas letras.

martes, 23 de marzo de 2010

Me voy a marchar

Dublín, ocho de la mañana.
Nada, que no hay manera. Ni la primavera toma colacao ni tiene ganas de acercarse por estas tierras. Me despierto en fases- pongo el despertador a las seis de la mañana porque estoy convencida de que a esa hora me sacará de la cama el borrador de una novela fantástica- seis, siete y por fin las ocho, hecha una croqueta entre las sábanas y no se ve nada al otro lado del cristal.
El martes se ha vuelto yogur.
El mal tiempo se ha colado hasta en los minutos musicales, mirad si no el vídeo de ayer de Coque Malla. La Gran Via a punto de llover. Cómo me gustan esas azoteas, cómo las echo de menos.
El año que estuve yendo y viniendo de Madrid- creo que ya lo he contado alguna vez- apunte entre mi lista de objetivos ver la Gran Vía desde arriba. Así que un fin de semana de Mayo en el que tenía un poco más de liquidez me pillé una habitación en uno de los hoteles cercanos a Callao y pregunté si se podía subir a la azotea. El chico de recepción me miró con cara de "aquí cada cual tiene su filia, pero si no molesta..." y me indicó donde estaba la puerta mágica.
Subí al desván- como los dibujos de José Ramón Arévalo- y me encontré con una terraza enorme, como la de estos vídeos, debajo del reloj de telefónica (que es mi referente en Gotham city) desde la que se divisaba todo Madrid. Y cuando digo todo es que lo que desde allí no se veía o no existía o es que no era Madrid, de lo preciosa que era la vista.
La terraza estaba vacía. A todas horas. Lo digo con conocimiento de causa, porque como era Mayo y hacía un solazo estupendo- como en el vídeo de Tulsa- yo casi me pasé los dos días allí, con mi coca-cola en el suelo y la moleskine, escribiendo tonterías y sintiéndome la mujer más afortunada del mundo. Siempre se ha dicho que "De Madrid al cielo", ¿no? Pues yo acababa de entrar en la sección de perfumería y vistas del limbo.
Invité a mis amigos a que me visitaran en la torre. Solo Giorgio, que es viajero como Phileas Fogg se atrevió. Vimos anochecer desde allí y nos inventamos historias sobre nuestros vecinos de azoteas: " Aquellos del césped artificial son publicistas o tienen un gabinete de comunicación" "El piso de enfrente es de una señora que lo heredó de su madre y no ha cambiado los muebles" " Por esa ventana se asoma la mujer infiel de un banquero que acaba de ponerse botox y así no sufre cuando le sonríe con indiferencia"...El reloj de telefónica se puso rojo, de un rojo infierno y nos fuimos a la calle porque no estábamos de humor para soportar las rarezas de Batman.
A la mañana siguiente le propuse a Giorgio volver a la terraza, hacer un picnic en ella: "Si no hay nadie Giorgio, es toda nuestra. Te puedes traer el piano si quieres, no te van a molestar." Pero él con gran sensatez me dijo : "Evamaring, no. Hoy hay que volver a la tierra" Cuando Giorgio me llama evamaring suele tener razón y además de razón, aliña sus palabras con un tono hipnótico, así q yo le sigo como si fuera el flautista de Hamelín.
Aquella mañana también lo hice. Bajé a tierra y nos pasamos el día caminando por Madrid, como Forrest Gump pero en castizo. A la hora de cenar estábamos en Lavapiés y en el escaparate de una librería muy extraña vimos un cartel con la foto de una señora que decía que Dios le dictaba los libros.
-¿Ves Giorgio?, esta señora tiene línea directa sin necesidad de subirse a lo alto de un edificio.
- Si evamaring, ya lo veo. Pero a ella no quiero cogerla de los pies y tú, aunque has bebido demasiado bourbon con orquídeas, aún puedes vivir en la tierra.
Me convenció.
Giorgio me desarma con sus argumentos. Desde entonces cada vez que veo las azoteas de la Gran Vía pienso que estuve cerca de vivir allí. Si aquel fin de semana Giorgio me hubiera dejado, os escribiría desde lo alto del Meliá Gran Via.
Por eso cuando veo estos vídeos siento nostalgia.
Y ganas de irme volando.

domingo, 21 de marzo de 2010

Un baile

El pickup dentro de una maleta.

Dos vasos de Campari.

Césped artificial en la terraza.

La caja donde guardo los vinilos.

Sonrisa de Jane Birkin.

La voz de Gainsbourg.

Mucho sol.

Lo que hoy daría por salir a bailar.

martes, 16 de marzo de 2010

Balada de las piscinas invernales

A veces, se me estanca el blog. Las ideas se oxidan porque no sé si sacarlas para cenar, calentar el microondas, acompañarlas con cerveza, sake o vino y van cayendo una a una como mosquitos en el agua de las piscinas de invierno.
Tengo fascinación por las piscinas en invierno, siempre pienso que hay algún secreto escondido debajo de esa capa de hojas, escarabajos y papeles de propaganda.
El fin de semana ha sido muy tranquilo. Durante el viaje de ida no paré de escuchar los homenajes a Delibes en la radio. Casi todos los programas decían lo mismo, parecía que se hubieran documentado en la wikipedia a un tiempo y lo peor es que no resaltaban lo más brillante, sino anécodtas más bien sosas que no tenían mucho sentido. Menos mal que los suplementos de los periódicos del fin de semana corrigieron ese vacío, sobretodo los artículos de Tusquets, Martín Garzo y la nieta del escritor. El mejor homenaje, sin lugar a dudas, se lo dieron las señoras: colapsaban las centralitas de radio, confesaban que nunca se atrevieron a escribirle y sacaron los visones para aplaudir al féretro. Qué queréis que os diga,a mí que este señor sea, además del referente en los colegios e institutos de España, el escritor de las señoras me enternece. Vila-Matas es el autor de los escritores, preferentemente de los Bartlebys; Landero el de los profesores y de los exquisitos del lenguaje; Pérez-Reverte...mmm, tengo mis dudas con Pérez-Reverte...pero Delibes es el de las señoras. Mi lado más blando se revoluciona.
El viaje de vuelta sin embargo se tiñó de Radio tres. Primero escuché una canción country preciosí-si-sima sobre un hombre que no sabe cómo dejar su relación con una mujer y entonces decide subirse al coche y poner tierra por medio. "Cuando ella se despierte yo estaré en Detroit" - no recuerdo si es Detroit, dudo; de ahí q no haya conseguido encontrar la canción en google- "le he dejado una nota diciéndole que me marcho, pero como se lo he anunciado tantas veces ella no me creerá y se reirá." Yo que era la oyente ya sabía que ella estaba equivocada y empecé a sufrir mucho. "Cuando ella esté en el trabajo yo estaré en Oklahoma- diosss, qué lejos y yo sin recordar si estaba en Oklahoma o en Savanah- me llamará al teléfono y no responderé." Pego, Ondara y yo en vilo, sufriendo por esa mujer que empieza a descubrir. " Cuando llegue a casa esta noche yo habré alcanzado.....- noséqué estado ni ciudad pero lejísimos, más lejos que Cádiz de San Sebastián, según comentó el presentador mientras yo reducía la velocidad atrapada por las lágrimas- " y ella sabrá que esta vez se ha acabado y que esto es el final y llorará amargamente cuando yo esté en..." Mis hipidos no me dejaron escuchar el resto, de ahí que me quedara sin saber el nombre del cantante ni el título de la canción.
Luego me costó levantar cabeza. Ni Coque Malla con su deliciosa "Berlín" en la Radio Encendida, ni un Red Bull sugar free que me compré en el área de San Antonio (¿o era en la Marina?) pudieron arrancarme una sonrisa. Menos mal que al llegar a casa aún era de día y el cielo azul témpera me reconfortó. Imaginé que había vuelto de Nuevo México conduciendo un Buick descapotable de los cincuenta y me puse tanto en mi papel que después me costó dormirme, porque prefería volver a Alicante, recoger a mi mejor amiga- mi hucleberry friend- e irnos a ver mundo como Susan Sarandon y Geena Davis.
Anteayer quería cruzar Estados Unidos, tocar el Oukalele como Audrey Herpburn, cruzar el Missisipi, escribir seis cuentos: dos con las manos , uno con los pies, tres con la cabeza y otro con el corazón. Las historias eran cohetes: salían corriendo hacia arriba y de pronto estallaban en palmeras de color. No pude atrapar ninguna. Me dormí en el intento y cuando desperté estaba soñando que me llevaban a una cala rojiza en la que los boquerones de noche, encendían velas dentro de las ostras para leer cuentos.
Mis gatas están revisando mi medicación.

lunes, 15 de marzo de 2010

Entrenamiento

Temblad.
Más horas de sol
despiertan mi lado
más cursi.
Cuidado
al abrir
vuestras taquillas.
He metido una coreografía dentro.

viernes, 12 de marzo de 2010

Señoras de rojo

Días con la variedad de un collage: entre las fiestas, el trabajo, los descubrimientos y el flequillo ando dividida.
Hablar de fiestas parece que tenga una connotación rural, yo misma al leerlo así me imagino una verbena de pueblo a lo "Belle Epòque" y con plaza de toros portátil, como en "La Vaquilla". Nada más lejos de la realidad. Castellón es una ciudad pequeña y como tal, es difícil evitar el olor de la pólvora- tampoco lo intento, precisamente eso es una de las cosas que más me gustan- y el eco de la música de las orquestas. De ahí que le dedique tantas lineas: quiera o no quiera mi semana ha estado condicionada por el castellonerismo más folk y yo, en la medida que he podido, no lo he evitado. Es más, he seguido el consejo de Raúl y me he dejado llevar.
Hablando de Raúl...mi ciudad a veces te da sorpresas y durante el último mes , sin salir del Dowtown me he tropezado con dos: Raúl y Lidón. Sus blogs que quedan desde ahora mismo incorporados en mi lista de callejones.
Con Raúl- elalmadifusa- comparto juzgados, amiga rubia efervescente (Soon Yi) y debilidad por el Voramar. Con Lidón-quieroserescandinava- aunque ella no lo sepa, rincón del Four Seasons, trocito de soca (las dos tenemos fotos vestidas de castelloneras y casi con paquete) y movimiento de la pupila ante las casualidades (adicción por "Something changed" de Pulp). Entre otras cosas y sin contar lo que aún no conozco, que es la mayor parte. Incorporados quedan a mi lista de "Cosas por las que hacen que vivir en Castellón merezca la pena".
Sin embargo, aunque me guste mi aldea gala de vez en cuando es conveniente una fuga y a mí ya me tocaba. Esta tarde me escapo a otra de mis capitales de provincia favoritas, Alicante, para sobreexponerme y quemarme en la playa de San Juan. Como no llega la primavera y aunque nos encomendemos a Obi Wan el sol se está retrasando supongo que al final acabaré sustituyendo el infinito espectro de las tonalidades de arena por el suculento y siempre infravalorado universo del arroz. Me esperan copas de vino con mi mejor amiga, reencuentros y confidencias. Cariño en vena. El domingo, desde la casita del árbol, trataré de escribir un post. Solo falta que la casa del árbol- que es real y no de pega- tenga wifi para que sea mi sueño perfecto. Tengo pendiente uno sobre los piratas del mar Mediterráneo y la gestión cultural en l'Alquería Blanca, pero estoy intentando que se me alineen los chakras para que la rabia no tiña mi letra de amarillo.
Y aunque el día de hoy tenga un fondo gris donde se recorta el perfil de la señora de rojo, sonríamos. Por todo lo que Delibes ha escrito.

domingo, 7 de marzo de 2010

La electricidad de la flor del almendro



Desde el sábado estamos sitiados. Han empezado las fiestas locales- la Ma(g)dalena- y los tópicos caen como flechas sobre nuestras ventanas. Rasgan el aire a cualquier hora y aparecen disfrazados de comentarios, de bar que sube los precios de la carta, de multitud de gente con copas por inercia. Yo este año me he propuesto no ir en contra del viento, es decir mimetizarme con los demás y hacer lo que surja, lo que me dejen, rellenar espacios vacíos como un barbapapá. Así que tal vez mañana sonría como Bob Esponja, y camine por el techo de mi casa como un globo de helio (si hay algo que se multiplica por las calles estas fiestas son los globos de helio de Bob Esponja) buscando el calor de las esquinas. De todas las formas avistadas hasta el momento es la que me parece más sugerente.

Y es que estamos de fiesta, aunque algunos cuestionen a Hemingway y yo no consiga incluirme en esa primera persona del plural. Pero ese es mi problema: las celebraciones colectivas me suenan a extranjero, peor aún , las antípodas me resultan más cercanas. Cuando me autocompasiono mi madre aúlla y amenaza con tirarme la tierra de las macetas.

Si me preguntaran qué fiesta prefiero, en estos momentos elegiría una cena japonesa a velocidad infraluminal con el Dr.Spock. Me imagino después de un baño caliente en una dependencia de la Entreprise, con mi uniforme rojo y negro- no tan minifaldero como en los comienzos de la serie- acercándome a un pequeño departamento en el que Spock y yo cenamos sobre el suelo. De fondo, la vía láctea; sobre la mesa blanca el sushi, los cuencos de porcelana, el sake. Mis mejillas un poco encendidas, a lo Jane Austen y los gestos del científico muy pausados, como la conversación. La curiosidad que siento por su pasado vulcano. Sus cejas elevadas tras la sopa de miso...oh.

Creo que me está afectando la ingesta de cacahuetes. Acabaré entrevistada por Jesús Vázquez en un especial intergaláctico del "I love Escassi" en el año 2310. Que Uhura y Lara Dibildos me protejan.