La última - y la primera- vez que estuve en Berlín escuchaba a Leonor Watling y pegaba mi nariz en los cristales.
Era diciembre y la ciudad se desparramaba a lo largo de las vías del tren. Partíamos del Zoologischer Garten con un café, bufandas y mitones hacia todos los lugares que recomendaban las guías turísticas, los ojos bien abiertos, la sonrisa llena de escarcha y algunas canciones de Marlango en el ipod.
Vivíamos en el prólogo de la Navidad.
Habían encendido bombillas, adornado las plazas, colocado mercadillos.
Las calles olían a salchichas y se sucedían con sorbos de vino caliente.
Berlín podría haber sido una fiesta, pero se nos escapaba de las manos, huidiza, como una liebre, se escurría por los callejones de Mitte o del barrio Judio. Apenas podíamos seguir su ritmo: era una okupa saltando de noche a una casa vacía de la parte Este.O una sombra entre las estelas del Monumento del Holocausto. O un famoso arquitecto observándonos desde las ventanas del hotel Adlon.
Cerrábamos los ojos y allí estaban los edificios de "Good bye Lenin", los ángeles y Colombo de la peli de Wenders y el famoso Günter Schabowski repitiendo "Ahora, inmediatamente".
Los besos encima del muro.
Al otro lado.
Una muchedumbre rodeando el Ángel de la victoria
Tiergarten.
Al cabo de cinco días buscando la esencia de la ciudad una sensación de "todo es posible aquí" se nos había enredado en los tobillos. Tuvimos que retrasar el viaje de vuelta.
Era emocionante creer que eras de allí.
"Ich bin ein Berliner", zasca al traductor, Mr. Kennedy.
Han pasado diez años una crisis y la Merkel.Amores, fotografías, dietas, jerseys, zapatillas, cervezas, bodas, saltos, mar, despedidas, trabajo y varios otoños.
Hoy- bueno, mañana- de madrugada volamos a Berlín.
Hemos llenado una maleta de patines y en el equipaje de mano apenas dos vaqueros, una cazadora y calcetines.
El viernes desayunaremos bajo el cielo de Wenders.
Nos esperan cuarenta y dos kilómetros. Ha sido necesario recorrer un maratón de vida para llegar hasta aquí. Por eso la puerta de Brademburgo tiene mucho de quimera.
No me imagino cómo me sentiré cuando patine Unter den Linden.
"Prometo ser ligera como la brisa y decirte al oído secretos que harán brotar tu risa."
(Mientras hago el equipaje sigue con sus berlín,versiones Leonor)
Me pierdo entre las listas de cosas por hacer, me aprietan los nervios.
Pero vamos allá, a lo Schabowski: "Ahora inmediatamente".
Como donuts cremosos, con errores en la traducción.