martes, 29 de abril de 2008


The sun'll come out tomorrow
bet your bottom dollar
that tomorrow there'll be sun!
just thinkin' about tomorrow
clears away the cobwebs,
and the sorrow '
til there's none!
When I'm stuck a day
that's gray, and lonely,
I just stick out my chin
and Grin, and Say,
Oh! The sun'll come out
tomorrow
so ya gotta hang on 'til tomorrow
come what may
Tomorrow!
Tomorrow!
I love ya Tomorrow!
You're always
a day away!

Tomorrow, de la película "Annie"
Para Belén, que hoy cumple cinco años y se ha ido al colegio con su montoncito de invitaciones para su fiesta en el bolsillo, porque además de ser una de las niñas que más quiero (y sin duda el bebé más bonito que yo he visto en un hospital) cuando era más pequeña y se despertaba a medianoche siempre me pedía que cantáramos esta canción. Y eso que no sabía que desde que nació, para nosotros, "Mañana" era ella.
Feliz cumpleaños, Belenchi.

De las libretas en general, y las moleskine en particular



Soy adicta al papel.Desde muy pequeña.Para mí no ha habido mejor parque de atracciones que las estanterías llenas de libretas y blocks en los que me gastaba la paga semanal.Hay gente que tiene debilidad por los zapatos, por los bolsos de Prada, por los soldaditos de plomo, por las bombillas de los teatros, por los búhos, por los elefantes con la trompa levantada, por los cromos de la liga, por los cuadros de Tàpies, por los sombreros...a mí, en cambio, me pones delante un par de hojas unidas por una espiral de alambre o un par de grapas y me vuelvo loca. He de confesarlo: además acumulo libretas. "No puedo evitarlo, mi querido Valmont" -que diría la Marquesa de Merteil- "no puedo evitarlo".No hay viaje del que no vuelva con un cuaderno en el bolso, ya sea el del hotel o el de la tienda del museo o el del chino de debajo de la casa en que me he colado. No sé de dónde surge mi adicción, pero yo, como de tantas otras cosas, les echo la culpa a las monjas del colegio que nos hacían cuidar de nuestras libretas como si fueran mascotas.Tal vez el orígen esta ahí.
Con todos estos antecedentes era inevitable que yo cayera en el mundo moleskine.La primera vez que leí la palabra fue a Carmen Rigalt, en una de sus crónicas veraniegas de la contraportada de El Mundo:la Rigalt se iba a Palma de Mallorca o a Marbella y toooodo lo apuntaba en su moleskine. Yo, que no sabía nada de informática, pensaba que la palabrita en cuestión era la marca de su pecé y me moría de la envidia. Claro, como es periodista, la Rigalt, aunque maruja, escribe en su portátil moleskine en cualquier rincón.Qué lista la tía.Está en todo, oye.
Hasta que un día mi amiga Belu - que sabe muchísimo y más que no cuenta- me abrió las puertas de ese fascinante universo de las tapas de piel de topo (de ahí las moleskine, de skin) y caí en un pozo sin fondo.La primera me la compré en Valencia, en una tienda muy cool que había detrás de la Lonja, de objetos de diseño.Entonces no era como ahora y costaba encontrarlas. Elegí la de las rayas francesas y banda naranja: yo, como mujer me tuerzo, así que no me iba a arriesgar al mundo sin falsilla. Desde entonces ese tipo concreto de libreta me acompaña. Siempre la llevo en el bolso- así tengo esta desviación de columna que ni el pilates soluciona- y en ella cabe todo.Mi moleskine, y quienes me conocen lo saben porque es fácil haber visto alguna, es una especie de collage (me encantan los collages, también soy adicta al supergén y a las tijeras de punta redonda) donde pego desde artículos,fotografías hasta sobrecitos de azúcar; también dibujo en ellas y anoto las canciones que se me pegan en la nuca. Alguna hasta tiene la tinta corrida de haber llorado escribiendo (es que si no dejaba el detalle Madame Butterfly me moríaaa...) y normalmente suelen comenzar con una cita.Eso las naranjas porque son las más parecidas a un diario.
Después he ido organizando mi vida en torno a ellas y ahora clasifico mi caos interno según sus colores:
- las amarillas, con el interior de cuadros, como son las que menos me gustan son las jurídicas, para los casos gordos, gordísimos, de esos que solo llevas una vez cada diez años.
- las verdes, blancas y radiantes como una novia, son para la trastienda de mi proyecto cultural. Dentro escondo mis tres ideas, los nombres, los dos contactos, las notas que hago sobre los borradores que me manda algún amigo escritor...
- las rosas, con hojas más duras, son para los esquemas de los cuentos y esas están medio vacias porque por mucho que lo intentó Espido, yo no sé escribir racionalizándolo todo tanto y aplicando a las palabras siempre un esquema.
Así que echando un cálculo por encima las moleskine son como una pequeña hipoteca que yo he contraído con un listillo italiano (la empresa que ahora las comercializa) por culpa de Van Gogh,Hemingway y la maldita orilla del Sena donde se las compraba de diez en diez Chatwin, creo (que no sé quién es, pero que de fetichista tenía tanto como yo el hombre) antes de hacer un viaje. Se han colado en mi casa y mi rutina como si fueran cucarachas y dentro de cincuenta años serán mi única herencia. Pobre de la que tenga que quemarlas. Conmigo, y a este ritmo, esto será peor que las fallas.

lunes, 28 de abril de 2008

Y ademas es imposible

De vez en cuando vuelvo a Los Planetas y me columpio en sus canciones.Me trago las verdades con vinagre y si aún duelen las pongo a secar entre las páginas de los libros que me regalaste.

domingo, 27 de abril de 2008

Échame un kiki, amor




A la salida de la exposición de Modigliani encontré este cómic que me ha acompañado entre siesta y siesta este fin de semana.Ambientado en los años veinte y en el París de entreguerras narra la historia de la que fue la musa de la bohemia:Alice Prin o Kiki de Montparnasse. Ahora ya le he puesto nombre y apellidos a la modelo de Man Ray (entre otros, también posó para Modigliani, Fujita...) y me parece que la vida de esta mujer fue toda una obra de arte, tan bella y llena de fuerza como las fotografías del americano. El cómic es una delicia, pero tengo una duda de léxico :¿echar un kiki es una expresión surgida en base a su nombre?

Encuentro en Notre Dame



Os he traído algo para el desayuno del domingo.La calidad de la grabación es pésima -culpa de mi móvil q está pegado con celo- pero pensé que os hubiera gustado estar allí y os eché de menos, con nombre y apellidos. Yo fuí sola.Mis amigos desconfiaban un poco de mis ganas de ver a Nixon y no me acompañaron.Ellos se lo perdieron porque fue fantástico. Después no supe contárselo, pero hoy quería mandaros a los que no estuvisteis y sí que hubiérais querido estar, mi crónica torcida de lo que fue la noche. Ahí va:

Primera fase : la travesía.Como buena turista accidental cojo mi planito y a las nueve me doy un paseo hasta la calle San Vicente Ferrer. Me bailan las horas del concierto en la cabeza pero da lo mismo, con el telediario en la pantalla al Nasti no le han cambiado ni el nombre.Recorro la acera de los impares con la lentitud de una homiga pero tanto graffiti en la puerta metálica del local me hace imaginar lo peor: que se lo haya tragado la modernidad.Con la determinación repartida entre mis zapatitos de plataforma y mi vestido del Triángulo de la Ballesta, cojo mi mejor sonrisa de la mano y me lanzo a preguntar a cualquier ser semoviente. Nada, que no saben nada. Dudo sobre si debo entrar en la tienda de chinos más próxima para sobornar al dependiente y que me pase a la trastienda; allí seguro que se esconde un viejo filósofo oriental, que entre pelícanos, puede darme alguna pista de Richi o de la sombra de luces de bohemia que guarda Fran. Afortunadamente, unos pasos antes de esa decisión veo a un chico con bolso cruzado esperando en una esquina frente a la puerta de lo que debiera ser el Barbarella (ayer Nasti, mañana no lo sé) y me lanzo a preguntarle. El chico puede tener una cita literaria- está detenido en la puerta de una librería de relatos llamada "Tres rosas amarillas"- o romántica, o las dos cosas y por eso me indica que mis pesquisas han terminado: el Barbarella es el garito de puerta escondida. El concierto,sonrie muy laaargo como si me dijera pardillaaaa, "bueno, el concierto ya se sabe... sí tenía que empezar a las diez, pero aquí los conciertos..."y mira el reloj.Son las nueve y media.

Segunda fase: Si son las nueve y media y va con retraso, antes de que mi timidez se convierta en vértigo y mis nervios me hagan morderme las uñas de los pies- cosa muy poco elegante en una mujer como yo- toca la transformación en neoyorquina del Village, muy segura, muy resuelta, de esas que sienten la soledad como el agua de perfume, so casual...y beberme un par de cañitas a solas para seguir manteniendo la compostura.Antes de eso, y como creo que en el Village también lo hacen- bueno yo también lo haría-me compro un libro de cuentos de Galdós en la librería de las rosas amarillas. Si hubiera estado en el Village me lo hubiera comprado de Scott Fitzgerald o de Capote, pero como estoy en la villa toca Galdós. El librito, de ediciones Artemisa, está encuadernado en un verde pistacho luminoso y arranca hablando del talento de los músicos: lo interpreto como una señal y me lo meto en el bolso.Mientras cene algo le echaré un vistazo.Qué ingenua.

Tercera fase: Cómo beber sin parecer borracha.Ultimamente todo lo que lleve alcohol me afecta el doble, así que tomarme una caña, como voy a hacer ahora (como hice) me convierte en una funambulista sin pértiga. Pero quiero celebrar mi recién estrenada independencia neoyorquina y el concierto, así que asumo el riesgo de pasear por el cable sin red. Chaquetita de punto en mano me acuerdo de Michelle Pfeiffer en "Frankie and Johny" y el claro de luna. Yo no tengo nada que ver fisicamente con ella ( me doblo de la carcajada) pero me viene a la memoria cómo sus rodillas eran las que le llevaban a todas partes, cómo su forma de andar por Nueva York durante toda la película era resultado de la decisión de sus rodillas, porque el resto de su cuerpo se dejaba llevar.Así que le copio el método y le digo a las mías- fustes de columna dórica- que asuman el mando. Ellas encantadas, huelen a arena y playa y de repente me encuentro sentada (con las piernas cruzadas) en la barra del Ojalá. Sabia elección. Caña y crep de nombre indescifrable con setas y foie, por recomendación del camarero, un chico encantador que me comenta lo delgadísima que está Christina Ricci en la película que proyectan sobre la pared. Cierto: delgadísima y borrachísima en el concierto de ¿? Morgan Freeman.Yo que, ya he pedido la segunda caña, miro a mis rodillas ¿serán capaces de no dar la nota? Christina Ricci suda, se restriega contra una mujer negra bellisima, hace el amor mientras baila y cae extenuada en el suelo...¡Dios! ¿Será una señal? No me veo haciendo lo mismo mientras cantan "Banderas rojas" por si acaso pago, me dejo la caña a medias y voy al baño.Son las diez menos algo-un par de minutos- las paredes son de pizarra, así que no me puedo resistir cojo tiza pinto una ola de mar, un barco con una vela roja (la coloreo y todo) y debajo, con mi caligrafía de colegio de monjas, anoto "Banderas ..." me falta el forever detrás, pero no quiero ser excesiva esta noche. Con las manos manchadas de blanco me marcho.El camarero de la barra me sonríe, qué simpáticos son los camareros del Village.Así cualquiera vive en NY.



Cuarta fase : De la lista a la puerta. Ya está, ya se han alineado los astros: la calle, la hora y la puerta que aparece entre los graffitis, como la de Ali Babá y los cuarenta ladrones. No hay nadie en los alrededores. Llega el momento de amordazar mi timidez, así que me lanzo.Tras una breve conversación con el chico de la puerta entro en el local con el ticket en la mano que luego desaparecerá por arte de magia, y cruzo la cortinilla que separa la sala de una zona pequeña, entre recibidor con guardarropa para dejar los abrigos y una pequeña barra. Pero abro la cortina y doy tres pasos: apenas hay gente.Veinte personas a lo sumo y la mayoría tíos. Están sentados en una gradita que hay frente al escenario, sobre este los dos micros. Me pongo nerviosa por las ganas de escuchar los temas nuevos, pero soy incapaz de entrar. Aguardo en ese limbo anterior un ratillo y mientras espero llamo a Toni por teléfono y le voy contando mis pasos. Se rie. Su risa me da tranquilidad. Cuelgo y - voilá! desapareció mi entrada- atravieso la cortina.Ahora reconozco el sitio.¡Si yo ya estuve aquí! Busco en mi memoria el archivo, noviembre de 2007, no llegué al concierto, pero me llevé el cedé de Franscisconixon y les dí la brasa a los dos, a Fran y a Richi.Mierda de recuerdo, me he vuelto pequeñita. Me voy a la barra, con la costumbre de Ava Gardner pido una cerveza, y regreso al otro extremo de la sala donde ya he encontrado un rincón.Me siento junto a un chico que también está solo y parece tímido. Doy sorbos pequeños al tercio para hacerlo durar.Quiero sacar mi moleskine para anotar las cosas q tengo q contarle a Nínive. Desde que he llegado solo he pensado en ella, deberíamos haber venido juntas al concierto.Hubiera sido genial. La moleskine me pesa en el bolso, la saco un momento y anoto una frase para el blog que ahora soy incapaz de descifrar.Luego me veo desde fuera y mi evita grillo me dá una colleja: "si mujer, sí...así si que pareces la típica fan freaky.¡Guarda eso!!"Estoy dócil y le hago caso.Pero para no parecer tan rara y demostrar que tengo amigos, o un móvil con tres mil juegos, empiezo a ordenar mis mensajes enviados y recibidos, la luz del Nokia me alumbra.El tímido de al lado hace lo mismo: él también tiene amigos. Es normal, como yo.



Quinta fase: Dos pelícanos. Ya han empezado a llegar las hordas de fans.No en autobuses, ni con las mochilas a cuestas como en el Fib, sino en pequeños grupos que parecen salidos de EP3, muy de tendencias. Se ríen, se ajustan las gafas de pasta, se van a la barra. Ellas son pelín más pijas, pelo largo y converse, botín ochentero y minivestido...se van dispersando por el local. No entiendo porqué los de esta sala han iluminado el escenario con dos esvásticas: me parece horrible.Mientras me peleo con la estética y las bombillas, dos figuras pasan por delante de mí. Dos pelícanos: Fran delante, con pasos de jugador de baloncesto y detrás, con su maleta llena de postales y gominolas a cuestas, Richi. Se me ponen los ojillos brillantes como en los manga. Mi tímido compañero también sonrie. Él es otro de los nuestros, otro fan.Le pregunto algo y hablamos.Llegó a la Costa Brava por el blog del Fran y se enganchó.Los ha visto cuatro veces y le encantan. Le pregunto si escribe alguna vez en los blogs- no vaya a ser q esté sentada al lado de Guaje y no le reconozca,me muero...- y me dice que poco.Me pregunta mi nick, como ya estoy tan resuelta, se lo digo.Ni sonríe ni le cambia el gesto.Perfecto: he dado muestras de ser segura y encima tengo las ventajas del anonimato, este chico no me relaciona con ningún comment. Alivio.Por curiosidad, y por cortesía también, le pregunto su nick.Se niega a dármelo y enrojece.En fin...comentamos la gran productividad de Fran en su blog y él se va a tomar algo.Yo le guardo el sitio en la grada. No sirve de mucho, pues en cuanto Fran y Richi salen al escenario todos nos ponemos en pie, de golpe.



Sexta fase: el concierto.

"Me gustaaaaabas muuucho más, queee Brigitte Baardot..." La carne de gallina, el vellito de punta, la risa que se me escapa como tragos de agua, la cadera que se me descoloca...Fran mira alrededor y Richi mira a Fran.Los ojos de Fran son enormes y están llenos de saludos pequeñitos, parece que nos esté diciendo "hola" a cada uno.Richi me recuerda a un personaje de novela rusa, le imagino en "El maestro y margarita". No sé porqué. Se ríe, hace las voces, mira a Fran y sus gestos a veces son de dibujo animado .Bulgakov.Me imagino la cara que debió poner el en Contempopránea cuando sacaron la pancarta en "Amor bajo cero" y me dan ganas de hacerme camisetas para todos sus conciertos que solo pongan una palabra: "Temazos". Las canciones del disco anterior son coreadas por todos, y las nuevas saben tanto a estreno que la emoción se dispara."Reactor número cuatro" suena fantástica, potente, llena de energia, cuando llega a lo de "sal los jueves, baila con los chicos..." me escondo en la cuarta fila para que no se me note que me brillan las pestañas. Pero "Nadia" me devuelve a la agitación del borde del escenario y me trae recuerdos del primer concierto que ví de Francisconixon en casa de André, para celebrar el aniversario de la Fonográfica.Esa noche, con su guitarra, Fran disparó un castillo de fuegos artificiales por la ventana del patio de luces. "Alumno o profesor" me entristece, hay algunos desencuentros que son agridulces, pero no dejan de ser bellos, igual que la canción así que la coreo- no sé porqué- con los ojos cerrados y la duda del título en la memoria. "Banderas rojas" me obliga a cambiarme de sitio y me coloco en la esquina del escenario, junto a lo q parece un bafle. Allí me siento escondida y con una esquina propia. Me emociono con lo de "es para tí, que sabes amar a los que no miran de frente" esa frase es una nota atada a mi pie, un comentario para mis márgenes. A partir de ahí ya no recuerdo el orden de lo que he escuchado antes ni de lo que escucharé después, mi lado racional se ha evaporado como una nube y debe andar camino del despacho, en estos momentos soy carne de secta, pura víscera, cien por cien emocional.Así que disculpad los olvidos, las canciones que sonaron y que no cito- "Me casaré cuando me enamore" Fran solo en el escenario y Richi apostado en una esquina observándole, sin disimular cómo se le escapa el cariño; "Nadie es de nadie", "Señor" de la que me quedo con lo del "entierro vikingo", a veces hay referencias, imágenes que Fran utiliza como la de "...zíngaros bailan en la habitación" en "Hospital" que me embelesan-, las que siempre están, las nuevas...me cuesta separar las sensaciones.Un grupo de chicas piden "Treinta y tres" a coro- yo creo que por nostalgia, porque tienen pinta, como yo, de haber superado ya esa edad- y les hacen caso ; como también tienen buen gusto,aciertan con la petición la canción porque suena a bálsamo, a despedida sin rencor ni heridas. Antes llega "Casado con otra" que me enloquece- la cadera cubana ya se me ha descontrolado- y después "Amor bajo cero" con la que mando al carajo este miriñaque que yo solita me he impuesto, de mujer serena, tan audrey, tan grace kelly...Amago de final de Fran, risas de Richi y nadie se mueve, seguimos bailando y esperando.Regresan convertidos en Redford y Newman en "Dos hombres y un destino" : a Richi se le enreda el cable de la guitarra por no se dónde y le sale una performance."Tú no dejes de tocar" le dice a Fran mientras él se ríe de sí mismo.El fantasma de Bacharach les silba " Vagamos por las calles" y cuando se encuentran, ya los dos con las guitarras en sus cables y la noche convertida en una pradera del oeste, es un lujo verlos darse la réplica, complementarse, decírselo todo solo con un movimiento de ceja...el cariño que se tienen se contagia. Unos minutos antes "Notre Dame "se ha despertado con pasos de temazo y a "Erasmus borrachas" le sucede lo mismo, el "we're having so much fun" amenaza con pegarse casi tanto como el "chup, chup..." . La verdad es que somos un público muy entregado, hemos venido a escucharles con la lección aprendida de casa.Bendito sea el myspace, aunque no nos deje descargar las canciones de Richi. En la primera fila a una niña con ojos de gato se le derrite la sonrisa cuando Fran canta "Trabajas en Inditex" y yo me imagino que ella es la chica del supermercado y ella también se lo imagina, así que todos estamos dentro de la misma película, aunque a mí me pierda la ficción, la vena del tomate que todos llevamos dentro de vez en cuando y le busque la coincidencia con la realidad a lo que es una historia . La culpa la tienen las películas de la sobremesa de Antena tres. No sé cuánto tiempo ha pasado pero ya se despiden con "El cumpleaños de Ronaldo" y la vida está tan bien si no te rindes, tan bien...que cuando Fran dice "Sois muy hermosos" y se cierra el micro dan ganas de abrazarlos a los dos. De llevárselos a casa e invitarles a vino, a paella, a trozos de mar...Mi amigo el tímido sonríe y yo le digo que me voy a la barra a celebrar tanta alegría con un auténtico gintonic.

Séptima fase: los amigos imaginarios.

Ha habido un momento durante el concierto en el que la gente pedía canciones. A mí se me ha escapado un grito y me he escuchado diciendo "Museo Británico". Me ha parecido que Richi, con sus superoderes, levantaba la oreja, miraba hacia mi esquina y me reconocía porque ha sonreido. Mientras me acerco a la barra, al borde del primer sorbo de gintonic echo de menos a Nínive, a Guaje, a Isaac, a Groucho...a mis amigos imaginarios. Me sorprendo hablando con ellos, comentando que hoy "Notre Dame" ha sonado espectacular, que yo pintaría en la portada del cedé a dos pelícanos paseando por las calles de San Petersburgo que es donde viven Fran y Richi cuando están juntos, en las páginas de una novela rusa, dos pelícanos van de la mano de la autoridad a confesar...Nínive se rie y a Isaac le parece fantástico, porque siempre ha defendido esa canción. Fran y Richi recogen los cables mientras yo hablo a solas. La gente se acerca a saludarles. Yo me agarro a mi gin tonic, como en una canción vieja de la Mode. Richi entra y sale.Fran se acerca a la barra. Se escucha un eco generalizado de risas.Mi amigo el tímido, que es un sol aunque él no lo sabe, se acerca a despedirse. Nos vemos en otro concierto. Vale, sonrisa llena de olas. Yo doy dos sorbos más al gin-tonic, me acuerdo de los cuentos de Algora, de los paseos por Huertas escuchando "Vagamos por las calles" en el emepetres, de pintar por las paredes "Banderas rojas" como quien anuncia una revolución...Paso un rato en esa nube pop y me decido a darles las gracias y a saludar a los dos magos. Richi saca vuestros nombres de la chistera y sigo flotando.Fran sigue sonriendo con los ojos. No quiero darles la brasa y me escapo antes de que me convierta en Kathy Bates. Eso sí, una vez fuera mando a la mierda la compostura y me voy bailando por la calle San Bernardo hasta el hotel.Durante todo el camino no dejo de cantar Notre Dame.

Octava Fase: agradecimientos y disculpas.

A Fran y a Richi por el concierto y por poner música de novela a la vida.

A Fran y a Richi. mil perdones, por el abuso de sus nombres y la mala calidad de las imágenes en mi móvil.

miércoles, 23 de abril de 2008

Por Sant Jordi,un pedazo de historia




Para terminar la crónica de la escapada a Barcelona, debo contar que después de tantas risas y de cincuenta horas de adolescencia ilimitada, la anfitriona - una de mis amigas q es arquitecto y vive allí- como trabaja en la Sagrada Familia- The Holy Family, habéis leído bien- nos regaló una insólita visita guiada la mañana del domingo por...¡¡¡los andamios del templo!!! Ni backstage, ni zona vip, el privilegio fue indescriptible y nosotras, de la emoción, nos lo tomamos como si fuéramos las protagonistas de "Regreso al futuro" y teníamos la sensación de estar viviendo una aventura épica. Imaginaos a ocho tipas casi clónicas- no sé porqué coincidimos todas en el color al vestirnos- que parecíamos uniformadas, con los cascos de los arquitectos y la cara de flipe de los turistas japoneses bajando y subiendo por el andamio, pidiendo permiso para llevarnos una tuerca como souvenir y con la mandíbula descolgada ante la espectacular sensación de habernos colado por la puerta de atrás en una novela del tipo "Los Pilares de la Tierra" o "La catedral del mar". Durante cuatro horas saltamos por escalones, andamios, sujeciones...nos faltó colgarnos de las grúas pluma y al final, con el espíritu de la trapecista china de "El circo del sol", la carne de gallina y el vellito de punta descubrimos que Gaudí tendría la sangre de absenta, pero q los obreros que ahora siguen su obra escuchan a Los Rodríguez y a Led Zeppelin.Un lujo y con pruebas gráficas incluídas.
Ninguna novela histórica de esas que hoy llenan los puestecillos de Las Ramblas hubiera sido tan emocionante.

martes, 22 de abril de 2008

Gimnasia sueca


" Las ideas de Nachtegal influyeron en su discípulo sueco Pedro Enrique Ling, quien después de formarse en el Instituto Civil de Gimnasia y de regreso a su país de origen elaboraría un método propio, basado en las posibilidades correctoras que sobre las actitudes viciosas del cuerpo ejercen los ejercicios gimnásticos, método que a la postre sería conocido como “gimnasia sueca”.

He pasado el fin de semana en Barcelona, con mis amigas de la infancia y la adolescencia. Nos separamos hace diez años- más o menos- y cada una tejió su vida como bien pudo.Durante esta década nos cruzábamos por la calle, nos invitábamos a las bodas, nos citábamos en conversaciones...pero parecía que se había roto el vínculo y yo, particularmente, a menudo me sentía una extraña entre ellas. En diciembre murió José, amigo y marido de una de las mejores y de repente todas, sin mediar teléfono siquiera, dejamos lo que estábamos haciendo y volvimos a apiñarnos como grupo. No hubo un concierto previo, una frase trascendental, una obligación...nada. Yo solo sé que su muerte- la muerte de mi amigo- me escoció tanto que pensé que no quería volver a constatar que había perdido la oportunidad de compartir la vida con la gente a la que verdaderamente apreciaba. Y que cuando las ví allí, cuando volvimos a encontrarnos, supe que aquella sensación alienígena había desaparecido y que solo era un reflejo de mi propio cambio, de un momento concreto de mi vida, que seguía existiendo ese lazo de cariño que nos llevó desde la primera comunión hasta la facultad casi de la mano. En aquellos momentos no sé lo que pensaron ellas en aquel encuentro: yo solo me reproché haberme dado cuenta tan tarde, y por un hecho tan doloroso como fue la muerte de nuestro amigo, de la fugacidad del tiempo que tenemos.

Este fin de semana Barcelona nos ha regalado un viaje de fin de curso, el que no hicimos en tercero de BUP o en COU.Desde que nos subimos al tren no dejamos de reirnos, de hablar, beber cervezas...nos hemos dejado caer por una escalera de caracol y la experiencia ha sido intensa, emocionante y muy divertida.

No pido mucho más.Solo necesito tiempo con la gente que forma parte de mis afectos: quiero compartir con ellos las malas épocas, los domingos por la mañana,los ascensos, los despidos, las rupturas amorosas, los libros, las canciones, el aburrimiento, la mala leche, los desencuentros...me asusta convertir ese presente tan contínuo en recuerdos.

Por eso he empezado a hacer gimnasia sueca: intento corregir las malas posturas, los vicios que hasta hoy he tenido en mi forma de entender la amistad, para llenarme de todo de lo que tiene.De todo lo que nos espera.Quiero sentarme en el "Aún" y ponerme a soñar: "...aún nos queda alquilar una furgoneta para ir a Ikea", "aún no has cocinado la fideuá que me prometiste", "aún no he podido colgar las fotos del viaje", aún, aún, aún...qué bien.Qué alegría.Qué derroche de posibilidades, cuántos momentos brillantes en la cola del autobús.

Nos queda Barcelona, nos queda Madrid, nos queda Valencia, Berlín, Menorca, Zaragoza, Tokio- al que pienso ir a verte, no lo dudes-Castellón, la música, tantos versos, que te enfades, que me guarde una botella de vino para celebrar tus éxitos...

Y para eso sirve la gimnasia sueca.Para que vuelvas.

viernes, 18 de abril de 2008

Derby

Un fin de semana en Barcelona y el siguiente en Madrid. ¿Sobreviviré a las comparaciones?¿ Olvidaré los tópicos? ¿Llegaré a controlar mi lado emocional, el que se permite sentenciar estupideces cuando se le bloquea la neurona? No lo sé...es un partido difícil. Mi sangre que era blaugrana ahora se derrite hasta convertirse en Ribera del Duero cada vez que suena el chotis de "Madrid, Madrid". Cambio cromo de diseño catalán por movida madrileña. Los hemisferios de mi cerebro andan cruzados.¿Emperatriz de Lavapiés o florista de las ramblas?¿Dónde está mi skyline?

miércoles, 16 de abril de 2008

'Sweetie'

Para despertarse lentamente, estirar la columna como un gato, dejar que el sol te seque las pestañas y luego buscar unos zapatos rojos con los que viajar hasta el País de Oz.
Las canciones de Josh Rouse son pequeñas joyas.

martes, 15 de abril de 2008

Awake?


Muchos de mis amigos han trabajado o trabajan en el sector del azulejo, q es lo q más producimos en esta zona. Historias aparte de ese submundo, al que algunos de ellos bautizaron como el Valle de Tuscanny- triángulo, cuyos vértices serían Alcora, Onda y Vila-Real (Porcelanosa's place para situarnos mejor)- a mí se me abren mucho los ojos cuando me cuentan su experiencia los que viajan- fundamentalmente técnicos- y descubro cómo es su vida laboral. Y es que al escucharlos, algo tan placentero y lúdico como es viajar- sueño Nescafé para los restos- se convierte en un suplicio, que deja tras años en este sector, secuelas incurables (síndrome dóndesestámejorquencasa) entre las que destaca un inmovilismo difícil de medicar, un "nosinmisofá" que para mí resulta inconcebible.
La explicación es sencilla: "viajar" en los términos en los que yo lo imagino- los del turista básico, turista lack- no tiene nada que ver con el trabajo viajando de mis amigos. Normalmente pasan un setenta y cinco por ciento del año fuera, lo que significa que por aplicación directa del la ley de murphy siempre se pierden los acontecimientos más apetecibles, léase festivales, conciertos, cenas...; sus destinos son lugares tan remotos como China, El Cairo, India o Moscú, en los que el hecho de hablar inglés es un como tener un paraguas plegable, si llueve y lo llevas en la mochila va bien, pero no te sirve de mucho en el día a día;mantienen sus jornadas de ocho horas, es más, lo normal es incrementarlas hasta diez y casi siempre lo hacen sin posibilidades ni expectativas de descanso dominical: después de un viernes con azulejos y obreros extranjeros en la fábrica, viene la cena en el hotel y el sábado travestido en lunes que vuelve a recibir tu madrugón en el laboratorio con los mismos rostros fugaces, de serie.
Algunas empresas antes, cuando no había tanta crisis, mandaban a sus trabajadores a hoteles de lujo con tarjeta para gastos, como incentivo, qué digo, como consuelo. En aquellos tiempos la soledad se traducía en cenas pantagruélicas para calmar la ansiedad del que no habla con nadie conocido durante semanas. O en karaokees con azafatas de cóctel que sonreían a golpe de visamastercard y que luego, digo yo, habría q disimular al justificar las cuentas. Uno llegaba al hotel sin ganas de nada, salvo de dormir y soñar con una cama que quedaba lejos, y lo más que podía soportar era la visión de los días tachados en el calendario y la fugaz llamada del "¿cómo estás?todo bieen..." Ahora incluso se regatea con las estrellas y claro, siempre hay que tener en cuenta que en el lugar de destino no siempre existe un hotel de calidad global: no es fácil encontrar un Marriot en una región impensable de China, donde ni siquiera llegan las autopistas. Así q dependiendo de dónde tengan que implantar el esmalte, o trasladar su fórmula secreta del bizcocho sus viajes se convierten en una aventura o en una misión digna de agente secreto. Aún así ellos aguantan, se les queda un aire callado en ocasiones, ese punto nostálgico de los héroes del cómic, no cuentan demasiado sobre su rutina y se hacen los valientes, porque solo ellos saben lo que han tenido que lidiar para regresar a la pequeña aldea gala.
Para mayor complicación, lo del teléfono y el amor: yo no sé cómo se han podido forjar tantas relaciones de pareja en la distancia, si ya el bolero dice que es el olvido y con la de complicaciones y malentendidos que surgen a medida que se acumulan los kilómetros. El móvil desde el más allá apenas tiene cobertura y el cansancio al terminar el día te deja mudo.Qué haces cuando alguien espera esa llamada como algo especial.Qué te inventas. Ahora, al menos, está internet y siempre cabe la posibilidad de mandar un mensaje como en "Lost in translation": Awake? Y a partir de ahí que las dotes imaginativas o la creatividad de cada cual intervenga. Pero es que sucede, que aunque lo envíes y te mueras de ganas por guiñarle el emoticono a tu pareja, por culpa de la diferencia horaria lo normal es que Scarlett Johansson se haya dormido al otro lado de la puerta y adiós romanticismo.Adiós a la literatura epistolar.
Azulejos y hotel. Películas que hacen cola en el disco duro. Fábricas llenas de nombres que parecen series numéricas. Billetes de avión a última hora que no se quejan del síndrome de turista. Tortilla de patata y jamón serrano que te abrace en casa.Vértigo al hacer la maleta. Y al final, una nómina tan parecida a la de los que nos quedamos en nuestra ciudad y nos quejamos de la serie de televisión. Ni cervecita al salir del curro, ni cine el día del rata, ni quedamos que hace tanto que no nos vemos, ni me voy a casa de mi madre, ni sábados tirados entre el Babelia y el Yodona...nada.
Para mí es un trabajo de héroes, lo digo absolutamente en serio. Un trabajo que requiere grandes dosis de seguridad y estabilidad mental.Yo no podría soportarlo, a los dos días me volvería loca: cenaría en recepción, hablaría con los aparcacoches y me pondría a llorar cada mañana frente al esmalte, en la fábrica. O me llevaría todos los clicks de mi infancia en la maleta y cada noche llenaría la bañera del hotel hasta arriba y jugaría con ellos, bautizándolos con el nombre de mis amigos. Al cabo de seís meses estaría calva, o con el pulgar anclado en internet o en lugar de tripa tendría banda ancha y por supuesto, probablemente al final contaría con una legión de amigos imaginarios vestidos de pirata o de indios apache.
Por eso cuando vuelvan voy a hacerles firmar en los azulejos del baño de mi casa nueva, como si las paredes de mi comodidad fueran el Paseo de las Estrellas y ellos, Steve Mc Queen o Clint Estwood.

Dátis de la japonesa (That is the question)

(Nota: continuará probable o improbable del cuento recogido en "El principio")
Silenciosamente la japonesa regresó a su jaula. El chico había salido corriendo sin reparar en ella. Había dejado tras sí un reguero de sangre y lágrimas. Ella asomó su diminuta cabeza entre los barrotes. Aunque la puerta de la jaula estaba abierta no se atrevía a salir. Miró sus zapatos: habían caído al suelo desde las manos de su dueño, aquel viejo que se debatía entre estertores. La mujer miró alrededor: todo estaba oscuro, salvo la pantalla de la televisión. Las imágenes de tan grandes le comenzaron a parecer borrosas, como cuando le deslumbraban las luces de Tokio. Descalza avanzó hacia el exterior.Temblaba. Dió varios pasos y escuchó cómo llovía fuera. Sintió vértigo. No sabía qué hacer. Ahora ya había conseguido lo que quería: su libertad. Eso era precisamente lo que le asustaba: desde ese momento su vida dependía de ella. No sabía cómo respirar con esa sensación que la embriagaba y la bloqueaba a un tiempo. Desde que aquel viejo la apresó había condenado su existencia a lamentarse como un pájaro, a recrear sus campos de cerezo en la oscuridad de aquella estancia y ahora tenía frente a sus pies la posibilidad de volver.Pero era ella quien debía tomar esa responsabilidad, saltar de la mesa, recoger sus zapatos, ir hasta la puerta y descender uno a uno los escalones...¡Si el chico se hubiera quedado!¡Si la hubiera cogido entre sus manos! Ella hubiera viajado en su bolsillo, le hubiera acompañado en la huída, le hubiera cantado para celebrar que ambos estaban vivos...Pero no, nada de eso había sucedido. El chico asustado por lo que acababa de hacer salió corriendo y en su miedo había olvidado que ella le necesitaba. "Era un egoísta- concluyó- jamás me amó, pese a aquella forma tan cálida que tenía de mirarme." La rabía le dió un impulso para agarrar sus zapatos. Entre lágrimas se amortajó los pies. Vaciló.Ya era dueña de su destino: una japonesa diminuta que volaba. Miró hacia atrás: la jaula seguía desprendiendo el olor a cerezo en flor. Suspiró. El hombre ya había muerto. Y al tomar aquel camino sintió que ella también moría un poco.

domingo, 13 de abril de 2008

Duende

Descubrí esta película en Oxford, hace once años. Simon, un profesor de música hijo de emigrantes polacos y que trabajaba en una tienda de licores, tocaba flamenco todos los jueves en Freud's, una antigua iglesia convertida en pub y que cerraba pasada la medianoche. Hacían en aquel sitio los mejores gin-tonics del mundo y era el local donde, decían, terminaba la gente más extraña de Jericho, lo que se supoonía el barrio más variopinto, bohemio y vivo de la ciudad.Yo había acabado la carrera y no sabía qué hacer después: lo único que quería era no volver a casa, así que en verano me marché a Inglaterra y pasé un mes recordando los phrasal verbs.Nos hicimos amigos gracias a Bladerunner, Gustav Klimt y el flamenco. Él me descubrió a Camaron, Sabicas, Paco de Lucía...Yo a cambio le descubrí el Muga.
Aunque era un buen rioja salí ganando.Una de sus películas favoritas era "Carmen". Por momentos como el de esta farruca- quiero ser tacón del zapato de Antonio Gades, pestaña de Laura del Sol- es una de las mías también. Los gitanos dicen que nunca se sabe cuándo puede aparecer el duende. Ni en qué lugar puedes encontrarlo.

viernes, 11 de abril de 2008

Bocata de mortadela

Yo creía que Castellón era la única ciudad de España en la que sobrevivía este tipo de programación teatral, después de haberme colado hace un mes entre bambalinas y ver lo decrépitas que estaban "Las leandras", zarzuela pop donde las haya. Pero no, a cincuenta y cuatro kilómetros de aquí en la capital de esta nuestra comunitat, también sufren.No es " Madame Butterfly" todo lo que se programa en Valencia. Reproduzco íntegramente el artículo de hoy del Sr.Arazo porque no tiene desperdicio. Ante este cartel yo prefiero que nos den pan y circo. O un bocadillo de mortadela, como hacían los de la Cubana.




¿Risas, lujo y mujeres guapas?
La revista y las 'vedettes' vuelven a Valencia de la mano de Juanito Navarro
GUILLERMO ARAZO - Valencia - 11/04/2008
Pensaba que era yo, que no me había fijado bien. Pero no. Se han confirmado mis sospechas. He vuelto a ver el cartel. En serio. Vuelve La Revista, así en mayúsculas. El Cirilo y Doña Paca, ¡Vaya traca!, con Juanito Navarro y Miguel Caiceo, el fabuloso ballet internacional Alta Sociedad y la súper vedette argentina Liana Maurich. Y todo enfrascado y alcanforado en el Teatro del Ateneo Mercantil de Valencia, esa entidad concreta en la que en ocasiones tienes la percepción de vivir en otro tiempo, hasta el 27 de abril. Pues eso. Un montaje imprescindible, king-size, capaz de hacer disfrutar al espectador asiduo y de amargar la vida al espectador neófito. ¿Anacrónico? Paso la pregunta al capitán del equipo. Juanito Navarro se pone reivindicativo. "La revista teatral es el humor prototipo español. No es la risa por la risa, sino el humor con mensaje". Glups. Visto lo visto ¡Vaya traca! supone, en buena medida, una exasperación, una hipérbole de lo que, en definitiva, y en grados más o menos sutiles, ha supuesto el humor boina. La boina es la magdalena proustiana de un país que vivía su retraso con orgullo quijotesco. "El público demanda la revista pero las autoridades no la programan en los teatros públicos y en cambio sí que reponen Hamlet sin que acuda la gente". Algo huele a podrido en el estado escénico. ¿Revista y variedades frivolidades castizas? "Las varietés son el fast-food y la revista es un bistec". Receta el fogonero Juanito Navarro. Es el sustituto pop del humor de WC. El humor español de revista por naturaleza no es el stand-up comedy anglosajón sino más bien el sit-down en la taza del inodoro. Una perla de Juanito Navarro: "A ti el peneuve no se te levanta ni con el estado de las autonomías". Si se fijan un poco podrán observar que nuestros programas televisivos de humor, y salvo aisladas excepciones, se acercan o se alejan más o menos de ese tipo de humor: Escenas de Matrimonio, Aida, La familia Mata, incluso nuestros autóctonos Autoindefinits. Eso sí, para fabricar humor hace falta un referente común. Sin referentes comunes no hay espectadores con carcajada incorporada. Ja-ja. Y estando, donde estamos, por supuesto, el enemigo común, los socorridos catalanes: "Una cosa es que sean catalanes y otra gilipollas, que... bastante tienen con ser catalanes". Aplausos y risotadas. Uno descubre una verdad horripilante. Lo que más impresiona es otro espectáculo: el público. El público de revista: ambiente de fiesta mayor, bravura a fuerza de echarse Varón Dandy, fetichistas de teletienda y de los productos Lo Mónaco, mutaciones víricas de Amparigües, y nuevas generaciones haciendo uso (y abuso) de complementos (fake) Tous. Y seguro que ahí afuera hay muchas almas gemelas. La pájara versus los pajarracos. No hay revista teatral sin señoritas ligeras-de-ropa. Es obligatorio, como es obligatorio el monólogo en el late show. O como un freak en Eurovisión. Perreo, perreo. La modernidad es así de inconsecuente.

"La Revista son mujeres bonitas, espléndidas, con sus curvas y sus sonrisas", apunta un Juanito Navarro post revolución sexual. ¡Vaya traca! cuenta con el cuerpo y los play-back de la vedette argentina Liana Maurich. "Nos hemos tenido que ir a Argentina en busca de vedette pues aquí ya no hay escuela". El efecto llamada se encuentra con el efecto Corporación Dermoestética. Liana está encantada y emocionada de estar (¿de nuevo?) en Valencia. Le acompaña el cuerpo de baile Alta Sociedad. Ellas enseñan dientes, perfectos eso sí, más que carnes. Esas las insinúan entre plumas y lentejuelas. "La Revista es ilusión", sentencia el humorista. ¿Ilusión o pesadilla carpetovetónica?"

jueves, 10 de abril de 2008

Like a wave


" ...como una ola,
de fuerza desmedida.."

Manuel Alejandro

N.dice que la fragilidad de mi estado de ánimo- inestable y con tendencia a las precipitaciones- durante los últimos días tiene su orígen en el tiempo atmosférico.N. no es cualquiera, sino uno de los hombres más sabios que he conocido (tal vez el más, incluso con ventaja frente a mi padre) y yo confío en él plenamente, así que con su respuesta cierro mi autodefinido particular. Nos despedimos. Al llegar a casa sigo dándole vueltas a sus palabras y noto un pinchazo de rabia o frustración: yo no quiero ser una persona meteorológica, como aquellas figuritas que teníamos de pequeños que cambiaban de color (del rosa al azul o al verde) cuando llovía y que solían ser gallos, tortugas o cualquier otro animal.Yo quiero creer en la raconalidad y en el control de las emociones. En la física y la química, sobretodo en la química.Bueno y en los deseos de la física. Sin embargo, echo un vistazo a mi alrededor y compruebo no solo que N. tiene razón, sino q además esto es una pandemia: ¡¡¡hay montones de afectados!!! ¿Cómo deben estar las salas de los hospitales psiquiátricos? Me entristece imaginarlo.
Lo comento con R. y me confiesa que ella también sufre esta astenia primaveral, aunque a ráfagas."Debe ser por el cambio climático"- añade. Y entonces caigo en la cuenta de que he olvidado esa variante: la circunstancia Al Gore, el calentamiento global...Si es cierto todo lo q nos cuentan del cambio climático y de la desaparición de las estaciones- y mi armario da fé de ello, que hay tirantes entre abrigos de paño y gasas debajo de chaquetones belénesteban- mi problema es mayor, porque lo que me sucede es que estoy viviendo en una eterna primavera. Y tampoco, porque el calor, el buen tiempo no termina de romper y de llegar con toda la fuerza que siempre ha tenido esta época.
Atardece y me subo una cerveza a la terraza; sopla el viento.Frida se purga con un jazmín que compré en los chinos y Justine me muerde las rodillas, para que le de galletas. Estoy sola.El cielo no puede tener unos colores más bellos- inevitablemente me he puesto cursi, será por culpa de una nube baja- y lo comparo con el de Madrid. Se me llenan los ojos de nostalgia- eso es porque han caído unas gotas- y tengo mono de la Gran Vía. Ruedan por el suelo algunas hojas secas y las gatas las persiguen. Echo de menos todo lo que no vivimos. Todo lo que se me ha quedado por sentir. Como en el poema de N.Meseguer, me persiguen las vidas que no he vivido.Parece que va a haber tormenta.
Entre los tejados, azoteas y ropa tendida veo un trocito de mar.Y entonces asumo que en el fondo lo de la primavera me importa menos. Yo lo que quiero es un diluvio y que me lleguen las ilusiones así de golpe, como cantaba Rocío Jurado, a lo bestia, como una ola. Después, para celebrarlo, haremos una fiesta en el balcón.Convertiremos mi casa en el arca de Noé, así que traed a quien queráis.

martes, 8 de abril de 2008

Poesía de barrio



No hay más que decir: necesito un carro. Un carro de la compra, se supone. Ahora además vuelven a estar de moda y los hay pops, de colores fluorescentes, con sillita, caña y tapa de bravas incluídas. Pues uno de esos, que cada vez que voy al Mercadona me convierto en el cotilleo del barrio. Hoy había que verme llegar a casa con las bolsas de plástico colgadas hasta del flequillo - que además, es muy poco ecológico lo del plástico y a mí se me hacen bolas por la casa, como las de pelusa pero multiplicadas por seis- la columna vertebral con el mismo trazado que el rallie de Montecarlo y los dedos convertidos en bocaditos de salchicha. Con esta pinta no voy a conseguir que el barrio me acepte y eso a mí me importa, me importa mucho. Hace veinte años- bueno, quién dice veinte dice veinticinco, qué más dá- yo jugaba en la misma acera donde hoy me ha abandonado el método Pilates a saltar a la comba, al escondite o a pillar, que a cualquier cosa me apuntaba.Mi madre me envíaba a comprar a la carnicería y yo le mangaba- sisar, se decía sisar- las sobras. Almorzaba panquemado (un suizo más tostado) y lingotín que mi padre antes de irse al despacho me metía en la cartera, y que acababan de sacar del horno en la panadería (Milieta...lagrimones me saltan con su coca de tomate...) y si saltaba la valla del colegio, que solo recuerdo haberlo hecho una vez en los tiempos de las monjas, nos íbamos por las calles más cercanas a los naranjos y comprábamos chucherías.Pero nostalgias y madalenas aparte, yo me cambié de casa, entre otras razones, para poder darle juego al chándal, que donde vivía estaba abandonado por mal visto. Los domingos, en lugar de disfrutar de esos maravillosos desayunos con los periódicos, el cruasán, el zumito de naranja y la indolencia enredada en el nórdico yo planeaba misiones secretas y rutas por las alcantarillas para poder llegar hasta el quiosco y pasar por la pastelería (que en aquella zona no existían los hornos) sin encontrarme a doce señoras conservadas en Elnett y que solían mirarme- juzgarme y condenarme- como si fuera una maleante (mangante, manganta) cualquiera. Que lo soy, pero cuando a mí me dá la gana y sin reproches de nadie.Y de tanto pensar estrategias se me quitaron las ganas de bollería, suplementos dominicales y hasta de la música y las naranjas.Mi vida se estaba volviendo gris y solitaria.Apenas salía. Si me quedaba sin perejil lo pedía via mail (mentira, lo pedía a las vecinas, que eso sí, barrio no tenía pero mi vecindario- y esto sí que lo digo en serio- era un primor) porque me daba miedo salir a la calle sin la máscara de pestañas. Se me angostaban los sábados, las cervecitas improvisadas en el bar que no había debajo. Yo solo podía invitar a mis amigos a rondas de anestesia dental o de enjuague, porque en lugar del típico bar de esquina junto a mi portal brillaba una clínica de empastes de esas que ahora son franquicia.
Así que ahora he vuelto a mis orígenes y me siento poseída por el espíritu de Barrio Sésamo: me despierto, me pongo el chándal y me lanzo a la calle a saludar a mis vecinos. Ni Mar con un libro de Teo disfruta tanto.

Los ángulos de mi ombligo (tarjeta)


Aunque a veces hable de mi vida como quien cuenta filas de soldados, o con la lentitud de una caravana de hormigas rojas que transportan una barra de pan hasta la cumbre del Kilimanjaro-fridasenamoradelaburbuja;leolaodiseamientrasviajo;mereconciliaconel
mundolasopademiso;hoymehandictadounasentenciacondenatoria;miesca
leratienecuarentaescalonesenlosquereinajustine-en el fondo, casi siempre me guardo la mayoría de las cosas q suceden en mi cabeza: unas por parecerme demasiado íntimas, casi tan cercanas como el dormir acompañado; otras por absurdas, percepciones infantiles de una niña que se asoma por el balcón y a la que no se le permite decir tonterías en la mesa. Y así, aunque a primera vista suelo parecer lo contrario, soy una falsa extrovertida que rellena los silencios con bloques de hormigón pesado y q descarga sus miedos sacándolos de la chistera convertidos en farragosos monólogos- que temo pesados como las malas digestiones- para disparar frases sin sentido que construyan muros de metacrilato que me protejan de los demás.
Al otro lado de esa trinchera de comas, exclamaciones y puntos seguidos, se esconde una ciudad: el hueco en el que me refugio cuando siento que el mundo se derrumba a mi paso, una isla de recuerdos y algas en la que se abandonan mis gestos más tímidos. Ese lugar que no aparece en mapas ni en tarjetas, que carece de coordenadas fiscales y de límites precisos, podría parecerse a Berlín por lo desordenado y confuso, y en él existen zonas que han vivido treinta años ocultas, aisladas; barrios formados por el roce-que hace el cariño- de callejones sin farolas, en los que ni siquiera se han colado los gatos; puentes levadizos que levanté durante el sueño del que aún no he despertado y ríos, ríos con olas que trae el mar- mediterráneo, claro, por la niñez que dibujó Serrat -de recuerdos y pinos en sus orillas. Esa extraña selva de objetos solapados sin orden o armonía, esa playa de años que ruedan y ese castillo que no se ha podido terminar como algunas iglesias por las que aún vagan los espíritus, es el rincón en el que a menudo se ocultan muchas de las evas que aún no has conocido o que quizás, alguna vez pudiste sorprender asomadas en el rabillo de mis ojos confundidas con un insecto que descansa en una celda de ámbar.
Reconocerás entre esas sombras de las que te hablo a la evapequeña, que se desmorona cuando se le rompe un perchero o se encoge ante las voces que saltan entre las cuerdas de un patio de vecinas; la evasegura, que con la impasibilidad de John Wayne juega al mus con los ladrones de justicia, que tantas veces llevan toga, y encima se atreve a ir de farol; la evarobinhood que pasa minutas altas como la luna a los que les gusta presentarse como ricos para pasarles el brazo por encima del hombro, de los que, como ella, son pobres y creen que las monedas nunca van a caer de su lado; la evalechera que mientras va a trabajar fantasea y cree que es la directora de una editorial independiente pero que arrasa en el Babelia y te dedica un suplemento entero un sábado sí otro también; la evaceliamadrecita que se pone firme y dirige la tropa cuando alguien ataca a su familia (y digo familia en el sentido real del término, refiriéndome a aquellos que se comportan como si estuvieran unidos por la misma sangre y apellido, los tengan o no); la evatitiritera que se iría con cualquiera de bolos, a comer bocadillos en los bares de la plaza y después desmontaría el escenario, se haría un hueco en la parte de atrás de la furgoneta y vería cómo cae la noche en esta comarcal, mientras vuelve a casa; la evajuanadearco que va camino de morir quemada en la hoguera defendiendo a un mudo que ni sabe ni cuenta de lo que le acusan; la evavulgarcita que anda pegada a las paredes de los callejones, que teme no encontrar las migas de historias que dejaste para regresar a tu abrazo; la evafelina, suspicaz y susceptible si la arrinconan, capaz de sacar las uñas sin pensar en el arañazo;la evarbapapá que empatiza con todo lo que le cuentas, porque como decía Moravia al final de la Romana, "cualquier mujer puede ser una puta y cualquier hombre un asesino" y es tan fácil saltar la delgada línea...
No busques, sin embargo, a la Eva al desnudo aunque me guste Bette Davis y me columpie en su mirada: no espero nada de tí. No quiero utilizarte.No me trates, tampoco, como a la primera mujer- a la que no entiendo- porque soñé con ser Lilith y he olvidado, Adán, qué nos une, porqué vivimos aquí, en un adosado, con más niños de los que preveíamos y sin domicilio fijo.
Esta eva que conoces, con minúsculas, contradictoria y caótica, es poco más de lo que he dicho.No tiene aristas, ni cantos para que te golpees la tibia. Pero tal vez ha pasado demasiado tiempo encerrada en una etiqueta- nombre y apellido- y ahora ha terminado por descubrir que se le ha llenado de ángulos el ombligo.

lunes, 7 de abril de 2008

Lullaby

Lo siento...hoy estoy blandita.Así que me apetecía escucharles antes de dormir.

Incógnita del calzado



No sé qué llevo hoy dentro de los zapatos que todo lo que hago me pesa demasiado. No lo sé. En días así ni los tacones consiguen subirme el ánimo. Un amigo me manda poemas con jirafas y flores, me dice que necesita mi opinión para no desfallecer, pero en realidad se equivoca con él y conmigo porque lo que escribe anda por sí solo y le sobran pies. A mí hoy me faltan al menos un par, los justos para ir descalza.

sábado, 5 de abril de 2008

Sombras chinas

"...el temps no conta ni l'espai,
qualsevol nit...pot sortir el sol"
Jaume Sisa

El síndrome de la primera dama

"Tiene el pelo raro y una extraña forma de andar.Habla varios idiomas, el francés es opcional.
Es mi primera dama, she's my first lady,es mi primera dama, she's my first lady.
No he estudiado mucho tiempo para llegar hasta aquí.Sabía que a su lado siempre sacaría un diez.
Es mi primera dama, she's my first lady,es mi primera dama, she's my first lady.
Está todo ya inventado y no tengo nada que hacer.
Me siento bajo un árbol y venga, venga verla crecer.
Es mi primera dama, she's my first lady,es mi primera dama, she's my first lady..."
La Costa Brava, "Mi primera dama"

"No es pose:
ODIO LOS TACONES.
Los tacones
y doblar el abrigo del revés en general
todo lo que me aleja de la naturaleza
el olor interno de los bolsos la laca
la ceremonia de las medias cosas de esas para
acompañarte siempre acompañarte
implica ser sublime elocuente interesante
a esas horas en las que si no
sueño despierta me duermo de pie..."

Carmen Camacho, "Hoy no es hoy"



"Par délicatesse J'ai perdu ma vie"
Arthur Rimbaud
No.Yo no soy esa.No me busques si lo que esperas es una mujer completa, de las que saben estar. Yo soy, no aprendo. Me cuesta callarme la cara, no quiero que se me hiele la sonrisa o se me congelará el corazón. No me encontrarás ni siquiera en el desiderativo "Ojalá"- la mirada constante, la palabra precisa, la sonrisa perfecta...-nunca manejo las dosis justas, me confundo en los límites. Doy en exceso, espero demasiado, aguanto más...Soy muy inquieta para un segundo plano, me interesa saber lo que sucede, me da alergia criar afectos entre algodón. A ratos me incomodo hasta a mí misma, tanto que no quepo en la culpa. Me cuesto muy cara, lo sé. No ando en horizontal como las Meninas, ni con pasos de colibrí como una geisha. Me cuesta decir que "no", pero lo hago; trato de maquillar los estados de ánimo, pero me canso y ya he pasado mucha vida siendo una replicante, sin dilatar la pupila cuando algo me hace daño.
No sirvo para primera dama.Ni para segunda, tercera, ni cuarta.No soy una mujer objeto.Ni tengo el cuerpo, la edad de una muñeca de plástico. Soy una mujer que a menudo no sabe dónde ponerse, que no está nunca en su sitio, porque sigue buscando su hueco.Esa manivela, como Sergio Prim en "La escala de los mapas" cerca de una ventana donde corra el aire y dé el sol.
Y si alguien quiere acompañarme que se siente a verme crecer o mejor aún, que crezca conmigo.

jueves, 3 de abril de 2008

El efecto arrojada

Recibo un correo de Carmen, mi poeta sevillana, y se me saltan dos lagrimones que ni la Macarena. Con permiso de la presidencia, Miss Carmen:
"Concentro mis energías y las aplico con afanes de potenta a lo que me importa: pongamos, por caso, que me importa eva marín y su sociedad infinita, que me importa cómo le va a tu gata y a tu gana. Pongamos que me importa la gente de verdad, pongamos que quiero decirte que estoy ahí así esté aquí. Que la casa en armas pasa, que pronto tendrás (ya verás) las uñitas de los pies pintás de rosa, que te veo por el buen camino, que es el tuyo, así duela a veces."

Carmen es una joya, una muñeca pelirroja más viva que la cola de lagartija.Un mujerón encerrado y desbordado en un cuerpecito de alambre y porcelana blanca.Una mente lúcida, juguetona, brillante y honesta hasta sacar las uñas por lo que quiere, por lo que cree. A quien no haya leído su libro, "Arrojada" le recomiendo encarecidamente que comience su búsqueda: a mí me cambió la vida la poesía de Carmen.Y eso que desconfiaba, de ella, de los poetas que recitaban en los bares, del rollito bohemio...Me planté en su recital con cara de Tendido Siete o de juez de línea dispuesta a pitarle en mi moleskine todas las faltas y mirándola con cara de "tú vas a ser de las de fuera de juego" y de repente, aquella cría pelirroja, sacó una fuerza increíble de sus historias y me arrastró de la mano hasta su "casa en armas" y lloré con ella cuando se le iba la luz y el desamor la pillaba en la ducha, tan desconsoladamente acompañada, y resucité con ella al tercer día con la música de "Nouvelle vague" -In a manner of speaking- serenamente, como si me hubiera dormido en el rompeolas, y cuando se acabó el hechizo de los focos y la poeta, ella, Carmencita de Triana, pelirroja y escueta, Carmencita Lamstrumg se puso a saludar y a repartir besos como claveles, yo me fuí le compré un libro y le dí un empujón de las prisas por tenerlo y de lo mal que me sentía por haberla prejuzgado. Me pasé todo el fin de semana en una buhardilla en Fuencarral "arrojada" en el universo de Carmen, descubriendo su prosa pródiga y su país de las maravillas. Y entonces ya pude hablarle con justicia y comenzamos a escribirnos unos mails preciosos y atolondradísimos en los que se superponen ideas, canciones, palabras, quejíos y se encabalgan las ganas de vernos, de contarnos y de compartir penas al lado de un plato de caracoles.

A estas horas Carmencita debe cruzar el puente de Triana en su bicicleta, así se perfuma, con el aire de la calle, que en Sevilla y en feria no puede oler más bonito. Desde mi balcón la veo cruzar con la sonrisa puesta y el éxito en la mochila, que a veces le pesa tanto que se lo deja en cualquier sitio. Le mando abrazos de comadre desde la terraza y los recibe. Con ellos atrapa a los cangrejos del río, que le quieren atar las piernas. Y dentro de un ratillo encontraré su ojo verde de copla haciéndome un guiño en el correo.

El efecto arrojada a mí me tiene entregada de amistad y agradecimiento.

ps: mañana pongo fotos de Justine, que anda un poco celosa, y con razón.

De lo que no fue Nóctula

Elegí este lugar por su situación: siempre me han gustado los cruces. Tenía un jardín pequeño con palmeras y las habitaciones eran todas exteriores. Eso fue lo que me decidió, la proximidad del tráfico, de las farolas. La calle. Imaginaba que ésta sería la única forma de mantenerme despierta, sin el frío de las lápidas agarrado a mis tobillos. Aún me responden, es cierto, pero cada vez me traicionan más a menudo y por eso las distancias que me separan de los otros- las personas, los objetos- marcan las coordenadas actuales de mi rutina. Mientras los demás sólo añoran el tiempo- las horas perdidas, los días que no llegaron- yo sueño con el eje del espacio. Cambiaría seis meses de vida por poder recorrer novecientos kilómetros, menos, diez, tan sólo diez .Con llegar a la playa me daría por satisfecha.
Quisiera ver el mar. Pero no verlo como en una postal, de pasada, ni visitarlo en una excursión, sufriendo por cómo bajo del autobús y sin poderme desasir de alguien que respira en mi hombro. No. Necesito contemplarlo con gula, llenándome de su olor y de sus gritos. Necesito oír el mar, pasear sus orillas, arañarme los pies escuchándolo de nuevo. Tal vez entonces podría dormir.
Aunque ya no fuera verano, ni hiciera el mismo calor.
Las tardes ahora se van acortando y la merienda nos la dan casi a oscuras. La mayoría se ponen nerviosos; comen cualquier cosa que se les ofrezca- a veces con una hambruna injustificada- pero en el fondo les asusta abrir la boca. Nunca se sabe por dónde va a llegar el veneno. Después juegan a las cartas o se quedan pendientes de lo que sucede en la televisión. Parece q estuvieran suspendidos de un cable, si le dieran la vuelta a la pantalla ellos continuarían inmóviles. Después los recogen, como si se hubieran convertido en sillones, cojines. Cambian su lugar y ellos siguen sin oponer resistencia.
Yo, sin embargo no me muevo de este rincón, sobretodo cuando los demás duermen y me escondo en la negrura del edificio de noche. Poco a poco se van apagando los ruidos: primero, un barullo de voces; más tarde una sinfonía de puertas; luego, algún suspiro y así, descendiendo por esta colina, llega el silencio. La farola ilumina mi espectro y es en ese instante, cuando por primera vez en todo el día me siento viva.
Pasan coches y arrastran melodías que no consigo descifrar. Trepan canciones por la pared y las palabras como destellos de estrellas fugaces anuncian sombras blancas, fosforescentes; pintores insomnes, mujeres sin techo q sueñan con una esquina, borrachos q añoran el frío, reflejos de amantes que se despiden. O que se encuentran.
Nunca sé desde dónde partió su camino. Yo siempre les imagino alcanzando este cruce: quién sabe si por obstinación o por si quiero, en un último juego, guiñarle el ojo al destino.

miércoles, 2 de abril de 2008

Densa

Cuando me despierto así se me acentúa la dislexia y termino mis mails repartiendo, en lugar de abrazos, barazos, brazos y otras partes insustituibles de mi cuerpo. Cuando me despierto densa los miércoles se convierten en el punto más bajo entre dos montañas enormes: la que acabas de descender del principio de la semana y de la que llegas cansada y la que aún te queda por escalar para llegar al viernes, llena de plazos, citas aplazadas y cabras (que es como llamamos Rosa y yo a esos asuntos que no sabes porqué se te cruzan, enquistan, los apartas y acaban por saltarte y plantarte cara y cuernos en el momento más inoportuno) y llamadas de teléfono. Cuando me despierto con la sangre de aceite me consuelan los gestos imperceptibles, sobretodo los de las personas que me hacen la vida fácil sin estar obligados a nada (nadie lo está, ni los amigos más íntimos, pero¡ es tan difícil no esperar de ellos cuando te tienen durante años malacostumbrada!) sin esperar nada a cambio. Cuando estoy con el ánimo de Madàme Bovàry tras una ruptura con su amante no me consuela ni lo que le servía a la pobre Emma, el consumismo compulsivo, así que algo por lo menos funciona bien en el planeta y la ley universal no me permite seguir rodando hasta caer en mi ombligo.
Y todo eso por la densidad de mi cuerpo.Hay que ver.

Frida



Yo nunca había tenido un animal.Me asustaban los perros, los gatos me daban cierto yuyu y el resto de las mascotas o animales de compañía me parecían objetos sin sentido. Me aburrían las conversaciones de la gente que tenía alguno, las encontraba ridículas, no soportaba que contaran anécdotas de su perrito o su gatito como si se tratara de un niño.Lo veía desproporcionado y fuera de lugar. De repente una amiga me habló de Frida- que entonces se llamaba Ronron, porque no sabía maullar- y casi sin que yo me lo pensara me la envió a casa por mensajeros. Ella, mi amiga, no podía quedársela porque ya tenía más gatas en acogida y esta era un caso especial, no se relacionaba bien con el resto porque la habían maltratado tanto que había estado a punto de morir y era un animal tímido y muy asustadizo.La foto se la hicieron en Ceuta, donde la encontraron los de una sociedad protectora y donde Eva, una veterinaria dulcísima, recompuso con mimo y delicadeza el cuerpecito de mi gata.La operaron de la cadera- de ahí los andares cubanos que ahora luce- la alimentaron, le curaron las heridas (tenía una parte del cuerpo desollado) y después le buscaron una casa de acogida y alguien que quisiera quedársela un tiempo.Esa, aunque entonces no lo imaginara, fuí yo. Frida llegó a castellón en octubre y nos pasamos una semana midiéndonos el terreno. No sé cuál de las dos estaba más asustada.Una noche quise darle todos los mimos del manual y la acorralé en una esquina.Cuando fuí a cogerla la gata me bufó- ha sido la única vez que lo ha hecho en su vida- y me hizo un pequeño arañazo.Yo me aterroricé y a punto estuve de declararme incapaz de vivir con ella. Menos mal que no lo hice. Al día siguiente me quedé dormida a la hora de la siesta y cuando desperté me la encontré acurrucada junto a mi pecho, ronroneando. Me miró y desde entonces le he jurado amor eterno. No existe un mamífero en el planeta que me quiera igual. Frida es leal, dulce, sensible, tímida...todos los días agradece mil veces el estar viva: juega a fútbol, se come el jazmín de la terraza, deja que Justine le quite las galletas...y sin embargo cuando alguien extraño llega a casa se esconde, desconfía. No he podido quitarle esa sensación. Quizás sea la única secuela- el caderón cubano ya es una característica de su anatomía- que le queda de su pasado, o tal vez no quiera olvidar nunca que hay que protegerse un poco de quien no conoces. A veces creo que debería aprender de ella y no abrirme tan de golpe, así a la primera. Porque hay ocasiones en las que la decepción duele como la herida más pequeña de la Frida de la foto, que sigue ahí mirando asustada. Y hasta yo, que ahora la quiero con delirio, no supe entenderla al principio. Tal vez sea eso.
La llamé Frida obviamente por Frida Kahlo y también como una especie de compromiso, porque le prometí que cuidaría de ella para que nunca volviera a sufrir como lo hizo. Ahora, mientras escribo el post ella anda por la terraza con los ojos muy abiertos, pendiente de abejas, pájaros...etc, corre de un lado a otro y cuando me acerco se enreda entre las piernas y yo, que siempre me reía de la gente que hablaba de sus animales, llevo más de media hora recortando su historia.

martes, 1 de abril de 2008

Under the Banyan Tree

Mientras yo me caís del guindo y aterrizaba sobre una adolescencia tardía Rictuss, mi mejor amigo a los doce años, se curraba este corto de animación. Esta tarde cuando me lo ha enseñado no me ha sorprendido- los veranos con él fueron los mejores, aunque se metiera conmigo por ser una cursi (cuánta razón)un poco pava tres años mayor-porque aún conservo sus dibujos, las caricaturas, los cómics que hacía sobre los personajes de los apartamentos y me siguen pareciendo geniales.Pero me ha impresionado que su fantasía y su creatividad no se hubieran dormido con los años, como nos sucede a la mayoría, y eso va más allá de una declaración de intenciones, a eso yo le llamo talento.

La lettre

De buena mañana un descubrimiento: Renan Luce. Hay que dormir con la ventana abierta, nadie sabe qué puede colarse durante el sueño...Solo dos objeciones al vídeo: los momentos en que Renan mira a la cámara y bailotea (no...no...Renan...no) y la chica, tan rubia, aunque eso sí muy provenzal. Pero la Campanilla francesa lo compensa todo. Que tengáis un buen día.