Pasear por Madrid tiene sus sorpresas, como la de encontrar viejas prohibiciones escritas con preciosas tipografías de otros tiempos.
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Gracias Miguel Ángel por la foto.
Durante unos días, la lluvia nos ha dado una tregua y, como este año el Sol casi ni lo hemos visto en todo el invierno, los madrileños aprovechamos esta tregua para estar al aire libre y tomar un poco el Sol en el campo, en los parques, los jardines o en las primeras terrazas de la temporada.
Esto de aprovechar los primeros rayos de Sol no es nada nuevo, como se puede ver en esta foto de 1906, algunos incluso aprovechaban para merendar al Sol junto a la diosa Cibeles.
Las bibliotecas del Retiro fueron inauguradas en octubre de 1919, estaban construidas con ladrillo y decoradas con bonitos azulejos. En alguna, había un pequeño mural de azulejo que rezaba así «Estos libros que son de todos, a la custodia de todos se confían».
En la foto también aparece otra imagen en color, ésta tomada hace unos meses, se trata de una biblioteca actual rehabilitada en mayo de 1994 gracias a la Feria del Libro.
La nueva biblioteca sustituye a otra que había en la misma zona, en las inmediaciones de la vieja Casa de Fieras. La primera que hubo allí era temática, en ella se podían encontrar libros de zoología y botánica que eran muy consultados por las personas, sobre todo niños, que visitaban la Casa de Fieras, un viejo zoológico, afortunadamente ya desaparecido.
No entiendo el motivo por el que esta biblioteca recuperada, no se le da un uso más digno, no sólo no tiene libros, además está empezando a ser objeto de actos vandálicos, ya hay varias pintadas.
¿Qué hace toda esta gente y dónde están?La solución aquí
Las palomas, un ave que antaño era considerada como símbolo de la paz, desde hace ya bastantes años han pasado a ser el símbolo de la suciedad y culpables de la transmisión de horribles enfermedades.
Sin ninguna duda ellas lo saben y han dejado de estar presentes en las plazas o sobre las cabezas de egregias estatuas para vivir en los lugares más insospechados, lejos de los molinillos, las estatuas eléctricas o los aparatos de ultrasonidos.
Todo un ejemplo de marginalidad.
La notamos en nuestro bolsillo, en nuestro ocio, en los terroríficos extractos bancarios que llegan a casa, en nuestras esperanzas… la crisis está afectando a todos incluso a los anuncios publicitarios.
Antiguamente, en la puerta de algunos bares, colocaban un cartel de un orondo cocinero a tamaño natural, que nos mostraba el menú del día con una amplia sonrisa, tan amplia como su cintura.
El otro día me encontré con una versión actualizada de aquellos viejos anuncios de orondos cocineros pero con grandes cambios. No sé si por cuestiones estéticas o bien por efecto de la crisis, hemos pasado de los gordos cocineros a esta nueva versión.En la foto se puede ver uno de ellos en un bar de la calle Goya, ¿dónde fueron las carnes? Casi dan ganas de dejar una buena propina para que le den un buen bocadillo de jamón al pobre cocinero de la entrada.