sábado, 16 de octubre de 2010

La Buena Nueva

La Buena Nueva 2008

Helena Taberna dirige la película ‘La Buena Nueva’ (estrenada el 14-11-2008).

Basada en el libro de memorias No me avergonzaré del evangelio (desde mi parroquia) que escribió su tío Marino Ayerra Redín sacerdote nacido en Lumbier en 1903 y que llegó a Alsasua (Navarra) el 17 de Julio de 1936.
Escribe las vivencias como párroco de Alsasua durante los años de la guerra. Mientras la jerarquía eclesiástica representada por el obispo Marcelino Olaechea apoya las atrocidades cometidas en el pueblo con fama de republicano, Marino representa a la iglesia que desde la fe apoya a los oprimidos. Se encuentra con cadáveres abandonados cerca del pueblo, otros desaparecido en simas. Sigue el vuelo de los buitres para localizarlos y rezar un réquiem por sus almas. Los propios asesinos se lo cuentan protegidos por el secreto de confesión. Y sobre todo escribe todo lo que ve, para que no se le olvide donde están porque Los muertos hablan, pero sólo Dios los oye. En 1939 Pío XII felicita a los vencedores de la guerra y Marino dice al obispo que se ahoga en este ambiente y marcha a América. Más tarde abandona el sacerdocio, se hizo traductor de latín y griego, y peluquero. Editó su libro de memorias en 1958, se casó, tuvo dos hijas y en 1988 murió en Buenos Aires.

Helena Taberna leyó el libro cuando era adolescente y ahora ha considerado que es la hora de dar voz, desde el testimonio de su tío, a todos aquellos que murieron en el olvido.

No es un documental, es un largometraje de ficción para contar lo que quiere denunciar.

Don Miguel (Unax Ugalde) es nombrado párroco de Alzania, pueblo con alcalde republicano para ser más de izquierdas que nadie por recomendación de su obispo y mentor y recuperar a los feligreses. Pero todo cambia cuando parte del ejército se subleva contra el gobierno republicano legítimamente constituido. En Alsasua no hay frente, conocen los horrores de la guerra como población civil. Un grupo armado de falangistas se apodera del pueblo, comienzan ejecutando a las personas que han sido delatadas por sus propios vecinos, rapan el pelo a las mujeres que tienen relación con los ejecutados y se les obliga a beber aceite de ricino para mostrarlas en la plaza, sucias y desarregladas.

A partir de ahí Don Miguel se enfrenta a las autoridades eclesiásticas y militares para defender a sus feligreses consecuente con el evangelio. La mayoría son mujeres (viudas) y niños. Organiza actividades cooperativas (confeccionan trajes militares) para sobrevivir en la situación de pobreza que se ven sumidas. Margari (Bárbara Goenaga) es una de ellas y se convierte en el apoyo emocional del sacerdote. Los actores dan vida a los personajes desde el punto de vista más humano. El propio obispo (Joseba Apaolaza) duda de lo que hace. Merece la pena porque expone una realidad cruda pero con sus matices en cada uno de los personajes, evitando el maniqueísmo. Algunas curiosidades como el cameo de Loquillo como falangista, sacerdotes armados entrenados por falangistas (con alguna foto en la Plaza del Toros de Iruña), el padre del delator Carlista cantando en euskera, y el propio sacerdote cantando en euskera. Te quedas con ganas de más cuando llega el final abierto y esperanzador.

El pacto de los partidos políticos en la transición no dejó sitio para contar las historias de sufrimiento y olvido. Es necesario escuchar los testimonios de las injusticias sufridas sin decir aquello de “Y tú más”. Hay que dar la palabra a quien no la tuvo. Cada persona cuenta su verdad tal como la recuerda. Pero cuando impera la ley del silencia no podemos oír las razones verdaderas. Necesitamos conocer y asimilar lo que ocurrió en la Guerra Civil. Siempre queremos que entiendan nuestro dolor pero somos más remisos a entender el dolor de los demás. Y así nos va.