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viernes, 12 de agosto de 2011
Vampiro
Durante siglos, he procurado cambiar de manera permanente mi estrategia para sobrevivir. En 1603, sorprendí a una prostituta saliendo de un burdel londinense; en 1734 bebí la sangre de un pianista en plena composición; por los años de 1865 o 66, ya no recuerdo bien, atrapé a un chiquillo vendedor de diarios descansando sobre un andén en medio de la noche y fue en una celebración de año nuevo, durante la centuria de 1900, que encontré a esa bellísima modelo drogándose en un callejón de Nueva York. Con el tiempo, he entendido que la eternidad no puede derivar en otra cosa que el aburrimiento y tal vez por eso, cada siglo al menos, busco una forma nueva de hallar a mis víctimas. En este, sin duda, planeo encontrar a un desprevenido lector.
viernes, 3 de junio de 2011
Hada
Cada noche, mi abuela me duerme con un cuento. Desde que tengo uso de razón, me cuenta historias fantásticas donde aparecen nomos, duendes, elfos, gigantes y hadas. Lo curioso del tema es que no recurre a ningún libro para que concilie el sueño, sino que emplea cuidadosamente la tradición oral. Me parece increíble que después de tantos años aún no haya repetido ninguna historia y que su narración sea tan vívida.
Hace unos días, se encontraba muy enferma. Con la tos alborotada, jorobada y cansada, me pidió que entrara en su cuarto y que revisara su clóset. Cuando lo abrí, dos alas gigantes de mariposa colgaban del armario, como una prenda especial.
—Ahora son tuyas —dijo tosiendo—. Ten cuidado con las brujas y con los trolles.
Acostada sobre su cama, expiró. En ese momento, un grupo de hadillas entró por la ventana y empezó a danzar alrededor de ella. De su baile, que interpreté como un duelo de despedida, se desprendió un polvo mágico que se fundió con mi abuela y la desapareció. Una de las hadillas me miró, me sonrió y me tendió la mano.
Hace unos días, se encontraba muy enferma. Con la tos alborotada, jorobada y cansada, me pidió que entrara en su cuarto y que revisara su clóset. Cuando lo abrí, dos alas gigantes de mariposa colgaban del armario, como una prenda especial.
—Ahora son tuyas —dijo tosiendo—. Ten cuidado con las brujas y con los trolles.
Acostada sobre su cama, expiró. En ese momento, un grupo de hadillas entró por la ventana y empezó a danzar alrededor de ella. De su baile, que interpreté como un duelo de despedida, se desprendió un polvo mágico que se fundió con mi abuela y la desapareció. Una de las hadillas me miró, me sonrió y me tendió la mano.
viernes, 27 de mayo de 2011
Ninfa
Busco deidad femenina. Preferiblemente joven e inmortal. Hija de dioses. Mujer con rostro fino como lirio, ojos celestes y cabellos color mar. Que tenga pechos redondos y trasero firme como el hierro. Bailarinas del viento, coristas del océano o doncellas del Olimpo tendrán especial predilección. O bien, amantes incansables o dispuestas a sumergirse en lo desconocido, por más desconocido que parezca. Busco mujeres dispuestas a todo: lo tradicional y lo prohibido, lo humano y lo salvaje, lo terrenal y lo divino. Por mi parte, firmo sobre piedra mis malas intenciones de caricias perversas, furia sexual desbordada y largas horas de pasión incontenible. Interesadas, llamar al 810 23 45 o escribir a satiro@gmail.com.
viernes, 20 de mayo de 2011
Minotauro
Engendro de Pasífae, venganza de Minos. Mitad hombre, mitad toro. El terror de los atenienses. Cada nueve años, jóvenes vírgenes llegaban al laberinto y, al verse acorralados, caían rendidos ante él. Los encontraba y los devoraba, chupándoseles hasta el último gramo de sangre y tragándoseles hasta el tuétano. Aquí quedaron los gritos de dolor y las huellas del espanto. Después de tantos años, aún vemos sus fantasmas tratando de encontrar una salida, recorriendo los pasillos sin rumbo. Un día, un hombre lo cambió todo: Teseo. Llevaba su espada y una madeja de hilo. Encontró a la bestia durmiendo y aprovechó para clavarle su hierro. El hombre contra el animal, la espada contra el hacha. Fue una batalla feroz, pero fue el hombre quien dio el golpe de gracia. Desde ese día, Creta no es lo misma. Todo se vino abajo. La decadencia y el olvido. Se preguntarán cómo sabemos todo esto, pero aunque es un misterio que ni los guías pueden explicarle a los turistas, quizá les baste con saber que al construirlo, en el imposible del laberinto de Dédalo, también estaba contemplada la capacidad de habla de nosotras, las paredes.
viernes, 13 de mayo de 2011
Fauno
En la noche, cuando duermo, un fauno suele aparecer en mis sueños. Su cuerpo de cabra y torso de hombre me abruman. Lo considero un imposible, aun cuando hace parte del terreno de la fantasía. Es más: su figura me parece ridícula y no puedo entender cómo es viable la idea de un ser semejante. Hace un par de noches, el fauno se me apareció de nuevo. Esta vez, tenía un mensaje para mí: alternando el sonido de su flauta con el de su voz, me dijo que apenas despertara, podría verlo en carne propia. Que podría tocarlo y comprobar que no es producto de mi desvarío. En efecto, cuando abrí los ojos, detallé la deidad que solo había visto en libros de mitología. Esta vez de una forma tan real que desde ese momento no he podido evitar preguntarme una sola cosa: ¿no seré yo, el hombre de carne y hueso, el producto de su imaginación?
miércoles, 27 de abril de 2011
Unicornio
Desde hace varios días, mi hijo Martín me dice que ha visto un unicornio. Lo describe esencialmente como un caballo blanco muy hermoso, con un cuerno dorado en la frente que brilla como un cristal. “Poesía barata”, pienso. Aún así, esta mañana me ha insistido mucho para que lo acompañe hasta un bosque y compruebe por mí mismo que me está diciendo la verdad. Escéptico, por supuesto, lo sigo. Nos metemos entre unos matorrales y llegamos hasta un lago que se encuentra en medio de los arbustos. “Ahí está…”, asegura, “¿Lo ves...?”. Yo observo hacia todas partes, pero solo me encuentro con árboles y con una que otra ardilla escalando por los troncos. “¿Lo ves, papá? ¡Te lo dije…!”, grita con alegría. Sigo mirando, como siguiéndole la corriente, pero sin advertirlo y de repente, en silencio, me recuerdo en un momento similar. Soy yo a los siete años, al lado de mi padre, mostrándole entusiasmado a un precioso unicornio que galopa por el bosque. Mi padre me mira, me abofetea y me advierte que no lo haga perder tiempo. “Lo veo, hijo, lo veo”, le respondo a Martín, pero la verdad es que no veo nada.
viernes, 15 de abril de 2011
Grifo
Del amor del águila y el león nació el grifo. De las lúnunas que se desprenden en la renovación de sus garras, artesanos recogen sus residuos para forjar copas de vino y de las costillas que se les desprenden, como si fueran Evas, se formas ballestas que letales arqueros recogen en temporadas previas a las guerras para combatir pueblos enemigos. Con la combinación de su vista privilegiada y su espíritu de cazador, podría convertirse en el animal más poderoso de todos. Aun así, el intento sería vano: en el único lugar que reina el grifo es en su inconsciente, señor lector, que lo acaba de imaginar.
viernes, 8 de abril de 2011
Hombre Lobo
Desde hace unas semanas, un paciente me visita indefectiblemente cada viernes en la tarde. Según él, sufre de licantropía. Para los que desconocen el término, se refiere a un trastorno mental en el que una persona imita el comportamiento del lobo. En pacientes como este, sin embargo, la enfermedad se encuentra más avanzada. De acuerdo con su testimonio, está convencido de que, más que imitar un lobo, se convierte en uno. Después de intensas sesiones, he procurado hacerlo entender que su trastorno se debe a las largas jornadas que dedica a las lecturas de terror, donde personajes similares aparecen de manera permanente. No obstante, a pesar de los positivos avances que hemos logrado, me insiste en que lo ayude con el objetivo que mencionó desde la primera sesión: quiere que lo cure antes de que vuelva a cometer un crimen, como ha pasado —según me cuenta— desde que sufre la terrible transformación. Este viernes llegó muy tarde a consulta, pero me temo que cometí una fatal equivocación en mi diagnóstico inicial. No me lo dice la intuición, sino que esta es noche de luna llena.
viernes, 1 de abril de 2011
Pegaso
—Mariana, se acerca tu cumpleaños…
—Ya sé, papá….
—¿Qué te gustaría de regalo?
—Un pegaso…
—¿Un pegaso…?
—Sí, papá, un pegaso, ¿los conoces? Son caballos con alas…
—Claro... ¿dónde consigo uno?
—Papá, ¿cómo me preguntas eso? Cualquiera que quiera puede conseguir un pegaso.
—Me gustaría saber dónde lo viste para comprártelo…
—Papá…. Los pegasos no se compran…
—¿Cómo que no se compran…?
—Los pegasos se imaginan, papá...
—Claro, hija, claro… ¿No te gustaría otra cosa? Una muñeca… ¿Una bicicleta, tal vez?
—Papá, yo quiero un pegaso...
—Hija, no te puedo regalar eso. Los pegasos no existen…
—Eso mismo dicen ellos…
—Dicen quiénes…
—Los pegasos. Dicen que los papás no existen.
—Ya sé, papá….
—¿Qué te gustaría de regalo?
—Un pegaso…
—¿Un pegaso…?
—Sí, papá, un pegaso, ¿los conoces? Son caballos con alas…
—Claro... ¿dónde consigo uno?
—Papá, ¿cómo me preguntas eso? Cualquiera que quiera puede conseguir un pegaso.
—Me gustaría saber dónde lo viste para comprártelo…
—Papá…. Los pegasos no se compran…
—¿Cómo que no se compran…?
—Los pegasos se imaginan, papá...
—Claro, hija, claro… ¿No te gustaría otra cosa? Una muñeca… ¿Una bicicleta, tal vez?
—Papá, yo quiero un pegaso...
—Hija, no te puedo regalar eso. Los pegasos no existen…
—Eso mismo dicen ellos…
—Dicen quiénes…
—Los pegasos. Dicen que los papás no existen.
viernes, 25 de marzo de 2011
Cancerbero
Aún cuando saben que merecen el rigor de su castigo, almas en pena buscan escapar de los círculos del Hades. Con la firme intención de alcanzar la expiación definitiva, pecadores se mueven entre las llamas que los consumen y llegan hasta las puertas del infierno. Justo ahí, cuando creen que no hay lugar para mayor abominación, se topan con un can de tres cabezas que ruge furioso mostrando la extensión de unos colmillos babeantes de rabia, como advirtiéndoles que su destino está limitado a volver a los sufrimientos del averno o servirle de cena como mascota de Satanás. Lo que muchos dejaron de pensar es que, como todos los perros, él tan solo quería divertirse. Al menos yo, cuando escapé, le lancé una ramita para que me la trajera de vuelta.
viernes, 18 de marzo de 2011
Kraken
En la isla de Frägen, anualmente, las temperaturas de invierno alcanzan los veinte grados bajo cero, nada comparado con las heladas a las que nos vemos sometidos cada diez años, donde el frío ha llegado a menos cuarenta y tres. A pesar de las precauciones que tomamos durante una década entera, nuestros cultivos quedan prácticamente destruidos, algunas de las casas no soportan los fuertes vientos y el índice de mortalidad por congelamiento aumenta de manera escandalosa. Lo más grave es que nadie se atreve a abandonar la isla y de ninguna parte llegan embarcaciones al puerto que nos pueda brindar asistencia, porque a unos cuantos kilómetros de Frägen, un terrible monstruo marino descansa en las profundidades. El kraken, como lo llaman, es un enorme calamar con tentáculos que superan los cien metros de largo cada uno. Con sus temibles extremidades, ha sido capaz de hundir las flotas navales mejor armadas del continente. Durante diez años, un grupo de marinos se preparan para zarpar y pescar, única alternativa posible para alimentar a los habitantes de la isla y sobrevivir al peor invierno del mundo. Hace diez años partió la embarcación del capitán Henrik Vönger, el hombre más valiente que conocí en mi vida. Este año, verdaderos héroes se enlistaron de nuevo para salvar a sus familias en una misión kamikaze. Al mando se encuentra el único sobreviviente de los ciento cincuenta y nueve hombres que partieron diez años atrás con el capitán Vönger: yo.
viernes, 11 de marzo de 2011
Centauro
Mi historia es triste. Hace años, muchos años, caí perdida por el amor de un centauro. Su torso marcado como el del atleta y su cuerpo viril como el del equino. ¿Qué más puede pedir una mujer? Lo encontré en un bosque, imponente, vagando entre los pastizales al rayo del sol. Con solo vernos, ambos sabíamos qué buscábamos. Nos amamos sin medida entre los matorrales, entregados a la pasión desenfrenada que trae consigo la prohibición y la conciencia del pecado. No se fue hasta recorrer el último milímetro de mi piel, pero cuando partió, se llevó con su mito la mejor noche de mi vida. Pasaron muchos años y ya soy una anciana, decrépita, acabada y al borde de la muerte. Jamás lo volví a ver, pero movida por esa experiencia de leyenda y, claro, por el recuerdo de ese amor fugaz, decidí comprarle una caballada a un poderoso hacendado. Ya han pasado varios años desde que adquirí los caballos, pero todavía, cuando suelo acercarme a ellos —como si fuera una extraña— empiezan a temblar.
miércoles, 23 de febrero de 2011
Fénix
El niño consigue una pluma de águila y empapa la punta con esencia de gloria. Luego toma un rayo de sol, un pétalo de rosa y un lingote de oro puro. Los mezcla a los tres en un frasco. Enseguida, mientras derrama una gota de eternidad sobre la mezcla, prende una fogata con los huesos de un héroe. El niño enciende el fuego arrojando la pluma y vertiendo la mezcla del frasco. En ese momento, de la fogata, nace el Fénix. Quinientos años después, cuando la llama está por extinguirse, en un doloroso rito, el ave llega hasta la hoguera y se funde con el fuego. De las cenizas, nace el niño.
miércoles, 2 de febrero de 2011
Dragón
La historia la cuentan los que ganan. O los que sobreviven. Tal vez por eso la figura del dragón está tan devaluada. Son los nobles los que cuentan el mito a su antojo. Suelen decir que viajaron durante meses desde una tierra lejana, que enfrentaron solitarios a temibles dragones y que vencieron al animal después de una lucha épica. Algunos, incluso, cuentan que para celebrar el triunfo se paran sobre el dragón empuñando su espada al cielo en agradecimiento a los dioses. Acto seguido, aseguran que llegan hasta la última torre de palacio y rescatan a una doncella que los esperó durante años. Lo que obvian, quizás, son pequeñísimos detalles de la consecución de su éxito. Por ejemplo, que son los últimos cobardes en la fila de una horda de ejércitos de reinos aledaños que sacrifican a sus mejores soldados para preservar la sangre real o que las inversiones en material bélico para derrotar a un dragón superan por amplio margen al presupuesto anual de un reino. Entre otras cosas, omiten que el cruce de fuego con los dragones dura varios meses y que, en lugar de rescatar a la princesa, lo que hacen es secuestrarla para casarla en contra de su voluntad y poder concebir un heredero al trono. Jamás hablan de la nobleza o de la valentía del dragón en la batalla ni, mucho menos, del mar de lágrimas que derrama la princesa al ver desde su balcón cómo torturan al ser mítico que ama con locura. Lo digo yo, Infanta de Halfsburgo de la Provincia de Thyssen.
miércoles, 12 de enero de 2011
Sirena
Soy marino. Bueno, marino retirado para ser más exactos. La última vez que zarpé, naufragué. No digo que me hayan olvidado, porque más de una vez han llegado a rescatarme, pero yo mismo he preferido quedarme en esta isla. La razón no puede ser otra: me enamoré de una sirena. La primera vez que la vi, temí que me embrujara con su canto, pero al conocerla, comprendí que la advertencia de Circe no era más que un mito. Ambos renunciamos a nuestros mundos: yo, a la mujer que me esperaba en casa y ella, a los cientos de tritones que la pretendían. Cualquiera puede comprender que un mortal como yo se pierda por la belleza de una sirena, pero lo que nunca me cupo en la cabeza fue que ella me correspondiera. Un día, incrédulo ante el amor que me profesaba, le pregunté qué era lo que más le gustaba de mí. “Tus piernas, guapo”, respondió sin dudar.
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