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miércoles, 1 de noviembre de 2017

Mañana pura y barco naufragado

John Keats 

(Londres, Inglaterra, 1795–Roma, Italia, 1821)

Bien venida alegría, bienvenido pesar

Bien venida alegría, bien venido pesar,
la hierba del Leteo y de Hermes la pluma:
vengan hoy y mañana,
que los quiero lo mismo.
Me gusta ver semblantes tristes en tiempo claro
y alguna alegre risa oír entre los truenos;
bello y feo me gustan:
dulces prados, con llamas ocultas en su verde,
y un reírse zumbón ante una maravilla;
ante una pantomima, un rostro grave;
doblar a muerto y alegre repique;
el juego de algún niño con una calavera;
mañana pura y barco naufragado;
las sombras de la noche besando a madreselvas;
sierpes silbando entre encarnadas rosas;
Cleopatra con regios atavíos
y el áspid en el seno;
la música de danza y la música triste,
juntas las dos, prudente y loca;
musas resplandecientes, musas pálidas;
el sombrío Saturno y el saludable Momo:
risa y suspiro y nueva risa...
¡Oh, qué dulzura, el sufrimiento!
Musas resplandecientes, musas pálidas,
de vuestro rostro alzad el velo,
que pueda veros y que escriba
sobre el día y la noche
a un tiempo; que se apague
mi sed de dulces penas;
ramas de tejo sean mi refugio,
entrelazadas con el mirto nuevo,
y pinos y limeros florecidos,
y mi lecho la hierba de una fosa.

Traducción de Màrie Montand
*****
Historia en versos

Lo hermoso es alegría para siempre:
su encanto se acrecienta y nunca vuelve
a la nada, nos guarda un silencioso
refugio inexpugnable y un reposo
lleno de alientos, sueños, apetitos.               
Por eso cada día nos ceñimos
guirnaldas que nos unan a la tierra,
pese a nuestro desánimo y la ausencia
de almas nobles, al día oscurecido,
a todos los impávidos caminos               
que recorremos; cierto, pese a esto,
alguna forma hermosa quita el velo
de nuestro temple oscuro: talla luna,
el sol, los árboles que dan penumbra
al ganado, o tales los narcisos               
con su universo húmedo o los ríos
que construyen su fresco entablamento
contra el ardiente estío; o el helecho
rociado con aroma de las rosas.
Y tales son también las pavorosas
formas que atribuimos a los muertos,
historias que escuchamos o leemos
como una fuente eterna cuyas aguas
del borde de los cielos nos llegaran.
              
Y no sentimos a estos seres sólo 
por breve lapso; no, sino que como
los árboles de un templo pronto aúnan
su ser al templo mismo, así la luna,
la poesía y sus glorias infinitas
cual una luz alegre nos hechizan
el alma y nos seducen con tal fuerza
que, haya sombra o luz sobre la tierra,
si no nos acompañan somos muertos.
Así, con alegría, yo refiero
la historia de Endimión (...)
              
Versión de Gabriel Insuasti

jueves, 13 de octubre de 2016

Reclinado sobre el pecho maduro de mi amada

 JOHN KEATS

(Londres, 1795 - Roma, 1821)

Tres versiones de "Estrella brillante" 

Estrella brillante, si fuera constante como tú,
no en solitario esplendor colgada de lo alto de la noche
y mirando, con eternos párpados abiertos,
como de naturaleza paciente, un insomne Eremita,
las móviles aguas en su religiosa tarea
de pura ablución alrededor de tierra de humanas riberas,
o de contemplación de la recién suavemente caída máscara
de nieve de las montañas y páramos.
No, aún todavía constante, todavía inamovible,
recostada sobre el maduro corazón de mi bello amor,
para sentir para siempre su suave henchirse y caer,
despierto por siempre en una dulce inquietud
silencioso, silencioso para escuchar su tierno respirar,
y así vivir por siempre o si no, desvanecerme en la muerte.
***

Si firme y constante fuera yo, brillante estrella, como tú

«Si firme y constante fuera yo, brillante estrella, como tú,
no viviría en brillo solitario suspendido en la noche
y observando, con párpados eternamente abiertos,
como paciente e insomne ermitaño de la Naturaleza,
las agitadas aguas en su sagrado empeño
purifican las humanas costas de la tierra,
ni miraría la suave máscara de la nieve
recién caída sobre los montes y los páramos;
no, aunque constante e inmutable,
reclinado sobre el pecho maduro de mi amada,
sintiendo por siempre su dulce vaivén,
despierto para siempre en dulce inquietud,
callado, para escuchar en silencio su dulce respirar...
**
SI FIRME Y CONSTANTE FUERA YO, BRILLANTE ESTRELLA, COMO TÚ

Si firme y constante fuera yo, brillante estrella, como tú,
no viviría en brillo solitario suspendido en la noche
y observando, con párpados eternamente abiertos,
como paciente e insomne ermitaño de la Naturaleza,
las agitadas aguas que en su sagrado empeño
purifican las humanas costas de la tierra,
ni miraría la suave máscara de la nieve
recién caída sobre los montes y los páramos;
no, aunque constante e inmutable.
reclinado sobre el pecho maduro de mi amada,
sintiendo por siempre su dulce vaivén,
despierto para siempre en dulce inquietud,
callado, para escuchar en silencio su dulce respirar
y así vivir siempre –o morir en el desmayo.

Versiones sin datos
**
“Bright star, would I were stedfast as thou art” 

Bright star, would I were stedfast as thou art— 
         Not in lone splendour hung aloft the night 
And watching, with eternal lids apart, 
         Like nature's patient, sleepless Eremite, 
The moving waters at their priestlike task 
         Of pure ablution round earth's human shores, 
Or gazing on the new soft-fallen mask 
         Of snow upon the mountains and the moors— 
No—yet still stedfast, still unchangeable, 
         Pillow'd upon my fair love's ripening breast, 
To feel for ever its soft fall and swell, 
         Awake for ever in a sweet unrest, 
Still, still to hear her tender-taken breath, 
And so live ever—or else swoon to death.

viernes, 16 de noviembre de 2012

A oscuras escucho

Tomada del blog El establo de Pegaso

John Keats
(Londres, Inglaterra, 1795-Roma, Italia, 1821)

De sus cartas
(Fragmentos)

“… de golpe advertí cuál era la cualidad que hace a un hombre plenamente realizado, sobre todo en literatura, y que Shakespeare poseía tan enormemente: quiero decir la capacidad negativa, o sea, la del hombre capaz de existir entre incertidumbres, misterios, dudas, sin encarnizarse en alcanzar el hecho y la razón… (…) Esto, estudiado en muchos volúmenes, tal vez no nos llevaría más allá de lo siguiente: que en un gran poeta, el sentido de la Belleza supera toda otra consideración, o más bien anula toda consideración.” (Carta de Keats a sus hermanos George y Tom Keats)
***

"Día a día, a medida que mi imaginación se fortalece, siento que no sólo vivo en este mundo sino en otros mil... De acuerdo con mi estado de ánimo estoy con Aquiles gritando en el combate, o con Teócrito en los valles de Sicilia. Me diluyo en el aire con una voluptuosidad tan delicada que me alegra estar solo..." (John Keats. Carta a Fanny Brawne)
***

Mi querido Brown:

Escribir una carta es para mí la cosa más difícil del mundo. Mi estómago sigue tan mal que me basta abrir un libro para que empeore... Sin embargo estoy mucho mejor que durante la cuarentena. Tengo constantemente la impresión de que mi vida real ha transcurrido ya, y que estoy llevando una existencia póstuma. sabe Dios cómo hubiera sido... pero me parece que... De todos modos no hablaré de esto. No puedo contestar a nada de tu carta, que me siguió de Nápoles a Roma, porque me da miedo mirarla de nuevo. Estoy tan débil (mentalmente) que no puedo apartar la visión de la letra de un amigo a quien quiero tanto como a ti. Sin embargo, sigo en la brecha, y en lo peor, aún en la cuarentena, por pura desesperación amontoné en una semana más juegos de palabras que en cualquier año de mi vida. Un solo pensamiento basta para matarme: estuve bien, sano, alerta, paseando con ella, y ahora... La conciencia del contraste, la sensibilidad a la luz y a la sombra, toda esa información (en el sentido primero de la palabra) necesaria para un poema, son grandes enemigos de la curación de mi estómago. Ahí tienes, bribón: te someto a la tortura. Pero pon a prueba tu filosofía, como lo hago yo con la mía, de lo contrario, cómo podría vivir? El doctor Clark me atiende muy bien; dice que no hay gran cosa en los pulmones, pero asegura que el estómago está muy mal. Estoy gratamente decepcionado con las buenas noticias de George, porque se me ha metido en la cabeza que todos moriremos jóvenes... Servern está muy bien, aunque lleva una vida tan siniestra a mi lado. Escríbele a George tan pronto recibas ésta, y dile cómo estoy, hasta donde puedas adivinarlo; y envía también un billete a mi hermana... Anda por mi imaginación como un fantasma... se parece tanto a Tom. Apenas me es posible decirte adiós, incluso por carta. Te hago la torpe reverencia de siempre.

Dios te bendiga!, John Keats (30-10-1820)
***
Oda a un ruiseñor

Me duele el corazón y un pesado letargo
Aflige a mis sentidos, como si hubiera bebido
Cicuta o apurado un opiato hace sólo
Un instante y me hubiera sumido en el Leteo:
Y esto no es porque tenga envidia de tu suerte,
Sino porque feliz me siento con tu dicha
Cuando, ligera dríade alada de los árboles,
En algún melodioso lugar de verdes hayas
E innumerables sombras
Brota en el estío tu canto enajenado.

¡Oh, si un trago de vino largo tiempo enfriado
En las profundas cuevas de la tierra
Que supiera a Flora y a la verde campiña,
Canciones provenzales, sol, danza y regocijo;
Oh, si una copa de caliente sur,
Llena de la mismísima, ruborosa Hipocrene,
Ensartadas burbujas titilando en los bordes,
Purpúrea la boca: si pudiera beber
Y abandonar el mundo inadvertido
Y junto a ti perderme por el oscuro bosque!

Perderme a lo lejos, deshacerme, olvidar
Que entre las hojas tú nunca has conocido
La inquietud, el cansancio y la fiebre
Aquí, donde los hombres tan sólo se lamentan
Y tiemblan de parálisis postreras, tristes canas,
Donde crecen los jóvenes como espectros y mueren,
Donde aún el pensamiento se llena de tristeza
Y de desesperanzas, donde ni la Belleza
Puede salvaguardar sus luminosos ojos
Por los que el nuevo amor perece sin mañana.

¡Lejos! ¡Muy lejos! He de volar hacia ti.
No me conducirán leopardos de Baco
Sino unas invisibles y poéticas alas;
Aunque torpe y confusa se retrase mi mente:
¡Ya estoy contigo! Suave es la noche
Y tal vez en su trono aparezca la luna
Circundada de mágicas estrellas.
Pero aquí no hay luz, salvo la que acompaña
Desde el cielo el soplo de la brisa cruzando
El oscuro verdor y veredas de musgo.

No puedo ver qué flores hay a mis pies
Ni el blando incienso suspendido en las ramas,
Pero en la embalsamada oscuridad presiento
Cada uno de los dones con los que la estación
Dota a la hierba, los árboles silvestres, la espesura:
Pastoril gelantina y blanco espino,
Violetas marcesibles recubiertas de hojas
Y el primer nuevo brote de mediados de mayo,
La rosa del almizcle rociada de vino,
Morada rumorosa de moscas en verano.

A oscuras escucho. Y en más de una ocasión
He amado el alivio que depara la muerte
Invocándola con ternura en versos meditados
Para que disipara en el aire mi aliento.
Ahora más que nunca morir parece dulce,
Dejar de existir sin pena a medianoche
¡Mientras se te derrama afuera el alma
En semejante éxtasis! Seguiría tu canto
Y te habría escuchado yo en vano:
A tu réquiem conviene un pedazo de tierra.

¡No conoces la muerte, Pájaro inmortal!
No te hollará caído generación hambrienta.
La voz que ahora escucho mientras pasa la noche
Fue oída en otros tiempos por reyes y bufones;
Tal vez fuera este mismo canto el que una senda
Encontró en el triste corazón de Ruth, cuando
Enferma de añoranza, se sumía en el llanto
Rodeada de trigos extranjeros,
La misma que otras veces ha encantado mágicas
Ventanas que se abren a peligrosos mares
En prodigiosas tierras ya olvidadas.

¡Olvidadas! El mismo tañer de esta palabra
Me devuelve, ya lejos de ti, a mi soledad.
¡Adiós! La Fantasía no consigue engañarnos
Tanto, duende falaz, como dice la fama.
¡Adiós! Tu lastimero himno se desvanece
Al pasar por los prados vecinos, el tranquilo
Arroyo y la colina; ahora es enterrado
En los calveros del cercano valle.
¿He soñado despierto o ha sido una visión?
Ha volado la música. ¿Estoy despierto o duermo?

Trad.: Rafael Lobarte
**
My heart aches, and a drowsy numbness pains 
    My sense, as though of hemlock I had drunk, 
Or emptied some dull opiate to the drains 
    One minute past, and Lethe-wards had sunk: 
'Tis not through envy of thy happy lot, 
    But being too happy in thine happiness, - 
        That thou, light-winged Dryad of the trees, 
                In some melodious plot 
    Of beechen green and shadows numberless, 
        Singest of summer in full-throated ease.
O, for a draught of vintage! that hath been 
    Cool'd a long age in the deep-delved earth, 
Tasting of Flora and the country green, 
    Dance, and Provençal song, and sunburnt mirth! 
O for a beaker full of the warm South, 
    Full of the true, the blushful Hippocrene, 
        With beaded bubbles winking at the brim, 
                And purple-stained mouth; 
    That I might drink, and leave the world unseen, 
        And with thee fade away into the forest dim:

Fade far away, dissolve, and quite forget 
    What thou among the leaves hast never known, 
The weariness, the fever, and the fret 
    Here, where men sit and hear each other groan; 
Where palsy shakes a few, sad, last gray hairs, 
    Where youth grows pale, and spectre-thin, and dies; 
        Where but to think is to be full of sorrow 
                And leaden-eyed despairs, 
    Where Beauty cannot keep her lustrous eyes, 
        Or new Love pine at them beyond to-morrow.

Away! away! for I will fly to thee, 
    Not charioted by Bacchus and his pards, 
But on the viewless wings of Poesy, 
    Though the dull brain perplexes and retards: 
Already with thee! tender is the night, 
    And haply the Queen-Moon is on her throne, 
        Cluster'd around by all her starry Fays; 
                But here there is no light, 
    Save what from heaven is with the breezes blown 
        Through verdurous glooms and winding mossy ways.

I cannot see what flowers are at my feet, 
    Nor what soft incense hangs upon the boughs, 
But, in embalmed darkness, guess each sweet 
    Wherewith the seasonable month endows 
The grass, the thicket, and the fruit-tree wild; 
    White hawthorn, and the pastoral eglantine; 
        Fast fading violets cover'd up in leaves; 
                And mid-May's eldest child, 
    The coming musk-rose, full of dewy wine, 
        The murmurous haunt of flies on summer eves.

Darkling I listen; and, for many a time 
    I have been half in love with easeful Death, 
Call'd him soft names in many a mused rhyme, 
    To take into the air my quiet breath; 
Now more than ever seems it rich to die, 
    To cease upon the midnight with no pain, 
        While thou art pouring forth thy soul abroad 
                In such an ecstasy! 
    Still wouldst thou sing, and I have ears in vain - 
        To thy high requiem become a sod.

Thou wast not born for death, immortal Bird! 
    No hungry generations tread thee down; 
The voice I hear this passing night was heard 
    In ancient days by emperor and clown: 
Perhaps the self-same song that found a path 
    Through the sad heart of Ruth, when, sick for home, 
        She stood in tears amid the alien corn; 
                The same that oft-times hath 
    Charm'd magic casements, opening on the foam 
        Of perilous seas, in faery lands forlorn.

Forlorn! the very word is like a bell 
    To toll me back from thee to my sole self! 
Adieu! the fancy cannot cheat so well 
    As she is fam'd to do, deceiving elf. 
Adieu! adieu! thy plaintive anthem fades 
    Past the near meadows, over the still stream, 
        Up the hill-side; and now 'tis buried deep 
                In the next valley-glades: 
    Was it a vision, or a waking dream? 
        Fled is that music: -Do I wake or sleep?

viernes, 17 de septiembre de 2010

El poeta no tiene carácter

Poeta "consciente de ser poeta", John Keats es autor de ideas decisivas sobre la poesía misma, nunca expuestas en prólogos o en libros de teoría si no en cartas a los amigos, destacando muy especialmente la enviada a Richard Woodhouse un 27 de octubre de 1818. En esta carta habla sobre la capacidad negativa del buen poeta, que es el que sabe distanciarse y permanecer neutral ante lo que dice, igual que hacen los personajes de Shakespeare, entrando en comunión directa con las situaciones y las cosas para convertirlas en poemas.

En esta carta niega que el poeta tenga sustancia propia, identidad, un yo desde el que hablar con sinceridad. Para Keats, el buen poeta es más bien un camaleón, que encuentra placer tanto creando un personaje perverso (como el Yago de Otelo) como uno angelical (como también la shakesperiana Imogen).

Para Keats, el poeta "lo es todo y no es nada: no tiene carácter; disfruta de la luz y de la sombra (...) Lo que choca al virtuoso filósofo, deleita al camaleónico poeta". Y por eso precisamente "un poeta es el ser menos poético que haya, porque no tiene una identidad: está continuamente sustituyendo y rellenando algún cuerpo".
"El sol -continúa diciéndole a su amigo-, la luna, el mar, los hombres y las mujeres, que son criaturas impulsivas, son poéticos y tienen en sí algún atributo inmutable. El poeta carece de todos, es imposible identificarlo, y es, sin duda, el menos poético de todos los seres creados por Dios."

Da la impresión Keats de estar anunciando, con muchos años de adelanto, la tan traída actualmente "disolución del yo". Se adelantó, guiado por su inteligencia genial y por sus grandes intuiciones, a muchas cosas. Es algo que, sin ir más lejos, puede verse cuando, tras su discurso sobre la faceta camaleónica del poeta, termina la carta a su amigo Woodhouse con una frase sorprendente para la época: "Si, por lo tanto, el poeta no tiene ser en sí y yo soy poeta, ¿qué hay de asombroso en que diga que voy a dejar de escribir para siempre?"

De Bartleby y Compañía, de Enrique Vila-Matas.

Tomado de http://principearroyoluche.blogspot.com/2010/07/el-poeta-segun-keats.html
***
A Reynolds

¿Dónde hallar al poeta? Nueve Musas,
mostrádmelo, que pueda conocerlo.
Es aquel hombre que ante cualquier hombre
como un igual se siente, aunque fuere el monarca
o el más pobre de toda la tropa de mendigos;
o es tal vez una cosa de maravilla: un hombre
entre el simio y Platón;
es quien, a una con el pájaro,
reyezuelo o bien águila, el camino descubre
que a todos sus instintos conduce; el que ha escuchado
el rugir del león, y nos diría
lo que expresa aquella áspera garganta;
y el bramido del tigre
le llega articulado y se le adentra,
como lengua materna, en el oído.

Versión de Màrie Montand
***
ON A GRECIAN URN

Thou still unravish'd bride of quietness,
Thou foster-child of silence and slow time,
Sylvan historian, who canst thus express
A flowery tale more sweetly than our rhyme:
What leaf-fring'd legend haunts about thy shape
Of deities or mortals, or of both,
In Tempe, or the dales of Arcady?
What men or gods are these? What maidens loth?
What mad pursuit? What struggle to escape?
What pipes or timbrels? What wild ecstasy?

Heard melodies are sweet, but those unheard
Are sweeter; therefore ye soft pipes, play on;
Not to the sensual ear, but more endear'd,
Pipe to the spirit ditties of no tone:
Fair youth, beneath the trees, thou canst not leave
Thy song, nor ever can those trees be bare;
Bold lover, never, never canst thou kiss,
Though winning near the goal —yet, do not grieve;
She cannot fade, though thou has not thy bliss,
For ever will thou love, and she be fair.

Ah, happy, happy boughs! that cannot shed
Your leaves, not ever bid the spring adieu;
And, happy melodist, unwearied,
For ever piping songs for ever new;
More happy love, more happy, happy love!
For ever warm and still to be enjoy'd,
For ever panting, and for ever young;
All breathing human passion far above,
That leaves a heart high-sorrowful and cloy'd,
A burning forehead, and a parching tongue.

Who are there coming to the sacrifice?
To what green altar, O mysterious priest,
Lead'st thou that heifer lowing at the skies,
And all her silken flanks with garlands drest?
What little town by river or sea shore,
Or mountain-built with peaceful citadel,
Is emptied of this folk, this pious morn?
And, little town, thy streets forever more
Will silent be; and not a soul to tell
Why thou art desolate, can e'er return.

O Attic shape! Fair attitude with brede
Of marble men and maidens overwrought,
With forest branches and the trodden weed;
Thou, silent form, dost tease us out of thought
As doth eternity: Cold Pastoral!
When old age shall this generation waste,
Thou shalt remain, in midst of other woe
Than ours, a friend to man, to whom thou say'st,
Beauty is truth, truth beauty, —that is all
Ye know on earth, and all ye need to know.
***
A una urna griega

Tú, todavía virgen esposa de la calma,
criatura nutrida de silencio y de tiempo,
narradora del bosque que nos cuentas
una florida historia más suave que estos versos.
En el foliado friso ¿qué leyenda te ronda
de dioses o mortales, o de ambos quizá,
que en el Tempe se ven o en los valles de Arcadia?
¿Qué deidades son ésas, o qué hombres? ¿Qué doncellas rebeldes?
¿Qué rapto delirante? ¿Y esa loca carrera? ¿Quién lucha por huir?
¿Qué son esas zampoñas, qué esos tamboriles, ese salvaje frenesí?

Si oídas melodías son dulces, más lo son las no oídas;
sonad por eso, tiernas zampoñas,
no para los sentidos, sino más exquisitas,
tocad para el espíritu canciones silenciosas.
Bello doncel, debajo de los árboles tu canto
ya no puedes cesar, como no pueden ellos deshojarse.
Osado amante, nunca, nunca podrás besarla
aunque casi la alcances, mas no te desesperes:
marchitarse no puede aunque no calmes tu ansia,
¡serás su amante siempre, y ella por siempre bella!

¡Dichosas, ah, dichosas ramas de hojas perennes
que no despedirán jamás la primavera!
Y tú, dichoso músico, que infatigable
modulas incesantes tus cantos siempre nuevos.
¡Dichoso amor! ¡Dichoso amor, aun más dichoso!
Por siempre ardiente y jamás saciado,
anhelante por siempre y para siempre joven;
cuán superior a la pasión del hombre
que en pena deja el corazón hastiado,
la garganta y la frente abrasadas de ardores.

¿Éstos, quiénes serán que al sacrificio acuden?
¿Hasta qué verde altar, misterioso oficiante,
llevas esa ternera que hacia los cielos muge,
los suaves flancos cubiertos de guirnaldas?
¿Qué pequeña ciudad a la vera del río o de la mar,
alzada en la montaña su clama ciudadela
vacía está de gentes esta sacra mañana?
Oh diminuto pueblo, por siempre silenciosas
tus calles quedarán, y ni un alma que sepa
por qué estás desolado podrá nunca volver.

¡Ática imagen! ¡Bella actitud, marmórea estirpe
de hombres y de doncellas cincelada,
con ramas de floresta y pisoteadas hierbas!
¡Tú, silenciosa forma, tu enigma nuestro pensar excede
como la Eternidad! ¡Oh fría Pastoral!
Cuando a nuestra generación destruya el tiempo
tú permanecerás, entre penas distintas
de las nuestras, amiga de los hombres, diciendo:
«La belleza es verdad y la verdad belleza»... Nada más
se sabe en esta tierra y no más hace falta.

Versión de Julio Cortázar
**
Nota
La oda de Keats se presenta en el formato que figura en el ensayo de Julio Cortázar Imagen de John Keats, habiéndose corregido diversos errores tipográficos. Cortázar utilizó la más tardía de las tres variantes conocidas del poema, publicada en julio de 1820, probablemente tomándola de la edición Garrod. La traducción, que en el ensayo se presenta de manera continua, se ha dispuesto aquí de manera simétrica al original inglés.
Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char