Henri Meschonnic
(París, Francia, 1932-Villejuif, id., 2009)
Resta solamente: es pintura o no lo es. Como ya dijo Baudelaire. Es un poema o no lo es. Así parece. Parecerse a la poesía. Puesto que hay un poema del pensamiento o entonces no hay más que símiles. Mantener el orden.
Sí, en un sentido nuevo, todo poema, si lo es, es una aventura de la voz, no una reproducción variable de la poesía del pasado, de la épica en él. Y deja en el museo de artes y tradiciones del lenguaje la noción lírica que algunos contemporáneos han intentado ubicar en el gusto del día, haciéndole decir un rosario de tradicionalismos: las confusiones entre el yo y el mí; entre la voz y el canto; entre el lenguaje y la música; en una común ignorancia del sujeto del poema.
Confusiones, es verdad, que el pasado mismo de la poesía ha contribuido a hacer nacer. Pero el poema da señales de vida. Eso es normal en él porque quiere tener la poesía, no tener el aire sino tener el ser, da señas de libro.
Consecuencia: esta oposición encuentra eso que hace de ordinario entre la vida y la literatura. Y un poema es eso que más se opone a la literatura. En el sentido del mercado del libro. Un poema se hace de la reversibilidad entre una vida devenida lenguaje y un lenguaje devenido de la vida.
Fuera del poema abundan no importa qué pretensiones, esos montajes que continúan repitiendo el contrasentido tan extendido sobre la frase de Rimbaud: “Es necesario ser absolutamente moderno”. Decididamente, nada más actual que el “yo replicaré ante la agresión que los contemporáneos no saben leer”, de Mallarmé. Aún el imbécil del presente que habla en este contrasentido. Lo mismo quien es imbécil del lenguaje.
Un poema se hace con ese verso al cual uno va, que no se conoce y del cual uno no se retira y que es vital reconocer.
Para un poema, es necesario aprender a rechazar, a trabajar en toda una lista de rechazos. La poesía cambia sólo cuando se la rechaza. Como el mundo, no cambia más que por aquello que lo rechaza. En este rechazo yo pongo: no al signo y a su sociedad. No a esta pobreza hinchada que confunde el lenguaje y la lengua, y no habla de la lengua sin saber lo que ella dice de una memoria de la lengua, como si la lengua fuera un sujeto y de una relación de la esencia del alejandrino en el genio de la lengua francesa. No se olviden de respirar las doce sílabas.
Accedan al corazón de la métrica. La mitología que sin duda no es extranjera a la vuelta jugada por lo lúdico a la moda de la versificación académica. Y si esto estaba para hacer reír, se perdió. Ya Aristóteles había reconocido a aquellos que escriben en verso para esconder que no tienen nada que decir.
No al signo-consenso, en la semiotización generalizada de la comunicación-mundo. No se va a las cosas puesto que no cesa de transformarlas o de ser transformado por ellas a través del lenguaje. No a la fraseología poetizante que habla de un contacto con lo real. A la oposición entre la poesía y el mundo exterior. Que no lleva más que a hablar de. Enumerar. Describir. Nombrar otra vez. No es el mundo que está allá, es la relación con el mundo. Y esta relación es transformada por un poema. Y la invención de un pensamiento es este poema del pensamiento.
No a la poesía en el mundo, en las cosas. Contrariamente a eso que los poetas han dicho. Imprudencia del lenguaje. No puede ser que en el sujeto que es sujeto en el mundo y sujeto en el lenguaje como sentido de la vida. Se ha confundido el sentimiento de las cosas y las cosas mismas.
Esta confusión entraña nombrar, describir. Ingenuidad rápidamente castigada. La prueba, si faltaba, de que la poesía no está en el mundo es que quienes no son poetas son como los poetas, y no pueden hacer un poema. Un caballo da la vuelta al mundo y permanece caballo.
Vivir no es suficiente. Todo el mundo vive. Sentir no es suficiente. Todo el mundo es sensible. La experiencia no basta. El discurso sobre la experiencia, tampoco. Para que haya un poema. No a la ilusión de que vivir precede a escribir. Que ver el mundo modifica la mirada. Cuando es al contrario: la exigencia de un sentido que no es, y la transformación del sentido por todos los sentidos que cambian nuestra relación con el mundo.
Si vivir precede a escribir, la vida no es más que la vida, la escritura no es más que literatura. Eso se ve. De modo que es necesario aprender a reconocerlo. La enseñanza debería servir a eso.
No al ver tomado como escuchar. Los poetas han creído que hablaban de la poesía poniendo todo sobre la mirada, el ver. Falta del sentido de lenguaje. Las revoluciones de la mirada son efectos, no causas. Una manera de hablar que enmascara su propio impensado. La oposición fuerte pasa entre el pensamiento por ideas recibidas y pensar su voz, tener la voz en el pensamiento.
No al rimbaudismo que ve a Rimbaud-la poesía en su partida fuera del poema. No cuando se opone en el interior y en el exterior, lo imaginario y lo real, esta evidencia aparentemente indiscutible. Esto impide pensar que no somos más que su relación.
No a la metáfora tomada por el pensamiento de las cosas, cuando no es más que una forma de girar alrededor, lo bueno en lugar de ser la sola manera de decir.
No a la separación entre afecto y concepto, ese cliché del signo que no hace sólo el símil poema sino también el símil-pensamiento.
No a la oposición entre individualismo y colectivismo, este efecto social del signo, esto impensado del sujeto; así el poema, que vuelve a la literatura, a la poesía un juego de la sociedad, esa cancioncilla que canta cancioncitas, esos pretendidos poemas que se hacen por cantidad.
No a la confusión entre subjetividad, esta psicología, donde el lirismo permanece ocupado, esos metros que se hacen cantar, y la subjetivación de la forma-sujeto que es el poema.
No, no cuando uno opone, tan cómodamente, la transgresión a la convención, la invención a la tradición. Porque desde hace tiempo, hay un academicismo de la transgresión como hay un academicismo de la tradición. Y en los dos casos, lo moderno se opone a lo clásico, mezclando lo clásico con lo “neo-retro”. En los dos casos se ha desconocido el sujeto del poema, su invención radical que de todo tiempo ha hecho el poema, que reenvía estas oposiciones a su confusión, a su no-pensamiento, que enmascara lo perentorio del mercado.
**
Un poema es un acto del lenguaje que no tiene lugar más que una vez y que recomienza sin cesar. Porque hace al sujeto. No cesa de hacer sujeto. De ustedes. Porque el poema es una actividad, no un producto.
**
"Toda alma es un nudo rítmico."
Selección y traducción de Gerardo Burton
Tomado de confinesdigital.com
Mostrando entradas con la etiqueta HENRI MESCHONNIC. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta HENRI MESCHONNIC. Mostrar todas las entradas
domingo, 9 de octubre de 2016
sábado, 24 de septiembre de 2011
Uno no piensa para complacer
HENRI MESCHONNIC
(París, Francia, 1932-2009)
hoy
las hojas muertas
iban más rápido que yo
Versión de Hugo Savino
***
no veo rostros
tu rostro
veo felicidad que no tiene
necesidad de palabras o yo
veo dolores que no tienen
tampoco palabras no veo
más que silencios
y de ellos
vienen mis palabras sobre tu boca
para oír
para oír mejor
Traducción de Hugo Savino
***
Te copio lo que sé que cada vez no es sino un fragmento
de lo que conozco de nosotros es siempre otro fragmento
no hay sino nosotros yendo conjuntamente inacabados.
Tú no has llamado yo excavo los pedazos que no son nosotros
donde estamos mezclados todavía pongo aparte cada poco de ti.
Trabajando en reunirnos como se puede aislar un cuerpo puro
descubro agrego no he terminado de transformarnos
nos parecemos cada vez más.
Traducción de Alfredo Chacón
***
los hombres se parecen a sus cuentos
portan el uniforme de las víctimas
la luz es cómplice del hambre
cuando deciden recibir al sol
Traducción de Samuel Espinosa Mómox
***
Entre un poema y la poesía
De Célébration de la poésie, Verdier, 2001
Una reflexión sobre lo que es un problema poético se va a encontrar aquí, una reflexión sobre lo que es un poema, sobre lo que hace un poema, y sobre la necesidad vieja como el mundo y siempre nueva de reconocer la diferencia entre un poema y aquello que hace todo lo posible por parecérsele. Las relaciones difíciles entre un poema y la poesía. Sí, curiosamente. Entre un poema y las cosas del sentido, entre la poesía y la filosofía. Esta misma, no es otra cosa. Una reflexión situada. Como toda reflexión.
Las cosas de la poesía le interesan a poca gente. Al menos eso es lo que se ha convenido en decir. Con la mayor frecuencia para quejarse. Es el lado un poco llorón de los poetas. Pero ante todo, siempre ha sido así. Luego voy a mostrar que no hay nada de eso. La poesía es leída por poca gente. Salvo en los períodos de confusión, cuando en apariencia la poesía les hablaba a todos porque las circunstancias, generalmente trágicas, favorecían una confusión entre el tema y el poema. Como, ante una pintura, se puede confundir la belleza de un modelo y la pintura como pintura.
La poesía no soporta ni las complacencias ni las concesiones. Si no, el poema se vuela. No hay que engañarse. Una reflexión sobre la poesía no tiene que rendirle cuenta sino al sentido que se puede tener de la poesía, al sentido del lenguaje. Este sentido es inseparable de una situación. Y esta situación es siempre precaria, siempre crítica.
En todo pensamiento hay quizás algo de panfleto, es decir de rebelión, de rechazo. Si no, es el mantenimiento del orden.
Una reflexión sobre la poesía contemporánea, sobre lo contemporáneo, no tiene que rendirle cuenta sino a la búsqueda de lo que hace el conflicto y las confusiones entre la modernidad y lo contemporáneo. La búsqueda de su propio rigor. Por eso esta reflexión es crítica.
La poesía es un puesto de observación privilegiado para todo el lenguaje, por su fragilidad, que no es solamente social sino también y ante todo ético. Incluso es esta fragilidad ética la que hace paradójicamente a su poética. La poética.
Sería una confusión grosera e interesada, ver polémica en la crítica, como se hace comúnmente al confundirlas. Ver en la crítica ajustes de cuentas. Pues la polémica no apunta sino a poner al adversario en silencio. A hacer silencio ante él. Para conservar poderes. La polémica tiene un deber de desinformación. Lo cumple muy bien. La crítica, al contrario, hace hablar al adversario. Argumenta, discute. Porque la crítica es la búsqueda misma del pensamiento y de la libertad, pero también del sentido del tiempo a través del sentido del lenguaje.
Se piensa –se trata de pensar– no para gustar ni para disgustar, sino solamente para inventarse en el pensamiento, transformar el pensamiento, intervenir en el pensamiento.
**
La poesía celebra al mundo. Uno celebra a la poesía. La poesía se celebra. A sí misma. Es suficiente, para verlo, con leer lo que se hace y lo que se dice de la poesía. Y el problema poético es que este amor por la poesía es la muerte de la poesía. Es preciso denunciar este pacto mundano que se hace pasar por una de las bellas artes.
Se dice que la poesía es siempre de circunstancia. El pensamiento también. Es su riesgo, su deber, y su placer. Aquí se trata de una reflexión sobre la poesía contemporánea, situada, como toda reflexión. Uno no escoge lo que vive ni lo que se piensa, ni el espectáculo de lo contemporáneo.
Ésta es una reflexión sobre el lenguaje a través de las preguntas de la poesía, tanto como una reflexión sobre lo que se hace y lo que se dice de la poesía a través de una representación del lenguaje. La de las relaciones entre el ritmo y el sujeto.
**
Lo que los poetas dicen del lenguaje, de la lengua, muestra todo lo que saben de la poesía. Y lo que dicen de la poesía es consustancial con lo que hacen. El todo es el retrato de una sociedad, de una ética, de una política, de una relación con el mundo, en poesía.
**
La poesía es uno de los lugares, y de los más reveladores, por lo que en ella está en juego, de la inteligibilidad del presente. Y no solamente del presente de la poesía, sino del presente ético y político. Esto lo han comprendido todos los que han pensado la poesía.
Lo que yo he aprendido, antes de saber como sé ahora, es que un poema que es un poema no corre tras de la poesía como los contemporáneos corren tras de lo contemporáneo. Y me bato, incluso antes de saber por qué, desde hace más de treinta años contra lo contemporáneo. Es que uno no piensa para complacer. No más que para desagradar. A menos que se confunda pensar e instalarse. Pensar, y comodidad. Lo que puede ser un autoerotismo. Si pensar es inventarse, y no el mantenimiento del orden, con lo cual frecuentemente se lo confunde, pensar debe hacer mal, pensar hace mal. Y ante todo a quien intenta pensar.
Porque pensar, sea poéticamente o filosóficamente, o en cualquier orden de pensamiento, es inventar su pensamiento, e inventar su vida, su propia historicidad. Esto no puede hacerse sino contra las ideas adquiridas. Contra lo contemporáneo. Porque lo contemporáneo es siempre y por doquier la adición y la ganancia de las ideas adquiridas. Amalgama. Eclecticismo. Los academicismos de lo retro-como-de-lo-neo. Los dulcitos.
Traducción de Alfredo Chacón
(París, Francia, 1932-2009)
hoy
las hojas muertas
iban más rápido que yo
Versión de Hugo Savino
***
no veo rostros
tu rostro
veo felicidad que no tiene
necesidad de palabras o yo
veo dolores que no tienen
tampoco palabras no veo
más que silencios
y de ellos
vienen mis palabras sobre tu boca
para oír
para oír mejor
Traducción de Hugo Savino
***
Te copio lo que sé que cada vez no es sino un fragmento
de lo que conozco de nosotros es siempre otro fragmento
no hay sino nosotros yendo conjuntamente inacabados.
Tú no has llamado yo excavo los pedazos que no son nosotros
donde estamos mezclados todavía pongo aparte cada poco de ti.
Trabajando en reunirnos como se puede aislar un cuerpo puro
descubro agrego no he terminado de transformarnos
nos parecemos cada vez más.
Traducción de Alfredo Chacón
***
los hombres se parecen a sus cuentos
portan el uniforme de las víctimas
la luz es cómplice del hambre
cuando deciden recibir al sol
Traducción de Samuel Espinosa Mómox
***
Entre un poema y la poesía
De Célébration de la poésie, Verdier, 2001
Una reflexión sobre lo que es un problema poético se va a encontrar aquí, una reflexión sobre lo que es un poema, sobre lo que hace un poema, y sobre la necesidad vieja como el mundo y siempre nueva de reconocer la diferencia entre un poema y aquello que hace todo lo posible por parecérsele. Las relaciones difíciles entre un poema y la poesía. Sí, curiosamente. Entre un poema y las cosas del sentido, entre la poesía y la filosofía. Esta misma, no es otra cosa. Una reflexión situada. Como toda reflexión.
Las cosas de la poesía le interesan a poca gente. Al menos eso es lo que se ha convenido en decir. Con la mayor frecuencia para quejarse. Es el lado un poco llorón de los poetas. Pero ante todo, siempre ha sido así. Luego voy a mostrar que no hay nada de eso. La poesía es leída por poca gente. Salvo en los períodos de confusión, cuando en apariencia la poesía les hablaba a todos porque las circunstancias, generalmente trágicas, favorecían una confusión entre el tema y el poema. Como, ante una pintura, se puede confundir la belleza de un modelo y la pintura como pintura.
La poesía no soporta ni las complacencias ni las concesiones. Si no, el poema se vuela. No hay que engañarse. Una reflexión sobre la poesía no tiene que rendirle cuenta sino al sentido que se puede tener de la poesía, al sentido del lenguaje. Este sentido es inseparable de una situación. Y esta situación es siempre precaria, siempre crítica.
En todo pensamiento hay quizás algo de panfleto, es decir de rebelión, de rechazo. Si no, es el mantenimiento del orden.
Una reflexión sobre la poesía contemporánea, sobre lo contemporáneo, no tiene que rendirle cuenta sino a la búsqueda de lo que hace el conflicto y las confusiones entre la modernidad y lo contemporáneo. La búsqueda de su propio rigor. Por eso esta reflexión es crítica.
La poesía es un puesto de observación privilegiado para todo el lenguaje, por su fragilidad, que no es solamente social sino también y ante todo ético. Incluso es esta fragilidad ética la que hace paradójicamente a su poética. La poética.
Sería una confusión grosera e interesada, ver polémica en la crítica, como se hace comúnmente al confundirlas. Ver en la crítica ajustes de cuentas. Pues la polémica no apunta sino a poner al adversario en silencio. A hacer silencio ante él. Para conservar poderes. La polémica tiene un deber de desinformación. Lo cumple muy bien. La crítica, al contrario, hace hablar al adversario. Argumenta, discute. Porque la crítica es la búsqueda misma del pensamiento y de la libertad, pero también del sentido del tiempo a través del sentido del lenguaje.
Se piensa –se trata de pensar– no para gustar ni para disgustar, sino solamente para inventarse en el pensamiento, transformar el pensamiento, intervenir en el pensamiento.
**
La poesía celebra al mundo. Uno celebra a la poesía. La poesía se celebra. A sí misma. Es suficiente, para verlo, con leer lo que se hace y lo que se dice de la poesía. Y el problema poético es que este amor por la poesía es la muerte de la poesía. Es preciso denunciar este pacto mundano que se hace pasar por una de las bellas artes.
Se dice que la poesía es siempre de circunstancia. El pensamiento también. Es su riesgo, su deber, y su placer. Aquí se trata de una reflexión sobre la poesía contemporánea, situada, como toda reflexión. Uno no escoge lo que vive ni lo que se piensa, ni el espectáculo de lo contemporáneo.
Ésta es una reflexión sobre el lenguaje a través de las preguntas de la poesía, tanto como una reflexión sobre lo que se hace y lo que se dice de la poesía a través de una representación del lenguaje. La de las relaciones entre el ritmo y el sujeto.
**
Lo que los poetas dicen del lenguaje, de la lengua, muestra todo lo que saben de la poesía. Y lo que dicen de la poesía es consustancial con lo que hacen. El todo es el retrato de una sociedad, de una ética, de una política, de una relación con el mundo, en poesía.
**
La poesía es uno de los lugares, y de los más reveladores, por lo que en ella está en juego, de la inteligibilidad del presente. Y no solamente del presente de la poesía, sino del presente ético y político. Esto lo han comprendido todos los que han pensado la poesía.
Lo que yo he aprendido, antes de saber como sé ahora, es que un poema que es un poema no corre tras de la poesía como los contemporáneos corren tras de lo contemporáneo. Y me bato, incluso antes de saber por qué, desde hace más de treinta años contra lo contemporáneo. Es que uno no piensa para complacer. No más que para desagradar. A menos que se confunda pensar e instalarse. Pensar, y comodidad. Lo que puede ser un autoerotismo. Si pensar es inventarse, y no el mantenimiento del orden, con lo cual frecuentemente se lo confunde, pensar debe hacer mal, pensar hace mal. Y ante todo a quien intenta pensar.
Porque pensar, sea poéticamente o filosóficamente, o en cualquier orden de pensamiento, es inventar su pensamiento, e inventar su vida, su propia historicidad. Esto no puede hacerse sino contra las ideas adquiridas. Contra lo contemporáneo. Porque lo contemporáneo es siempre y por doquier la adición y la ganancia de las ideas adquiridas. Amalgama. Eclecticismo. Los academicismos de lo retro-como-de-lo-neo. Los dulcitos.
Traducción de Alfredo Chacón
Suscribirse a:
Entradas (Atom)
Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char