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Mátrix (o la banca) siempre gana




Aunque nunca se había ido, vuelve El Zoquete. Como podéis comprobar en el historial, su descanso coincidió con el fenómeno del 15 M. Este movimiento me fascinaba: se presentaba como esa ráfaga fresca que venía a aventar la caspa del traje del abuelo. Y aún me sigue atrayendo, a pesar de notarlo cansado, apesadumbrado y casi vencido. Al observar que prácticamente en todos los medios de comunicación se le estaba dando una cobertura y una interpretación que no me cuadraban, fui buscando las fuentes de información más cercanas. Uno a uno, fui dando tumbos por diferentes blogs y foros donde informarme de lo que estaba pasando.

El caso es que me enganché a un foro cuyo nombre me vais a permitir que no mencione. Lo frecuentaba tanto que era la única página que tenía en cuenta al encender el ordenador ( más Facebook, lo reconozco). En él coincidieron opinantes de diversa procedencia, inclinación y argumento. Pero, en su gran mayoría, contaban con algo en común: una capacidad extraordinaria de análisis y una forma de relacionar los acontecimientos muy notable. También era un lugar donde imperaba la educación y el respeto por la opinión de todo el mundo. Un vergel, vamos.

Observé, aprendí y al final (era inevitable) participé un poco. Han pasado el verano y el otoño y este foro ya no está tan activo. Quizás la dura realidad global o el desencanto de sus participantes sean los culpables de su escasa vidilla. Puede que el inicio del curso escolar los haya devuelto a sus clases o cátedras. Quizás hayan vuelto a sus blogs o Zoquetes particulares. La cuestión es que noto que todo está más marchito en aquel jardín.

Nada se iba a solucionar en aquel foro. El rodillo de los insaciables mercados iba a pasar de igual manera por los parterres de flores de sus ideas. El martillo pilón de la realidad ya nos ha despertado de aquel sueño dialéctico. Pero bueno, lo hemos pasado bien. Se ha teorizado sobre otro mundo posible, que no sé si será mejor o peor, pero sí diferente. Quiero creer que aquél era uno más de los miles de foros que pudieron nacer alrededor de ese ansia de regeneración. Soy feliz con el autoengaño. Pero también sé que ahora toca otra cosa: enfrentarnos a las verdaderas reglas de juego; volvernos a sentar en ese puesto de la cadena del que no podemos escapar; volver a soñar con esa primavera de la que ya sólo nos queda el recuerdo; convencernos definitivamente que daba igual tomar la píldora roja o la azul. Porque Matrix siempre gana.

Vuelve El Zoquete, hola a todos.

Y muchas gracias a EL ROTO.

ANÁLISIS ELECTORAL (VERSIÓN FAST FOOD)



Conozco un pueblo en el que hay dos establecimientos de Fast-Food o comida rápida (hay quien la denomina “basura”). El primero ofrece hamburguesa con queso y a él acude una clientela fija que no se para a pensar si puede haber otro menú. Lo engullen mirando al vacío, rechupetean la pajita y absorben un líquido negruzco sin apenas gas ni sabor. Cuando terminan, jalean y hacen la ola al cocinero quien, cínico, piensa: “si vosotros supierais”. El cocinero les llama, para más sorna, “gente de bien”.

En el otro comedero, sus cocineros llevan años debatiendo como cocinar su hamburguesa para que sea la elegida no sólo por sus habituales, sino por los del otro establecimiento. Prueban fórmulas, combinaciones y fantasean con los ingredientes. Al final, ofrecen hamburguesa sin queso -para establecer una pequeña diferencia- pero con pepino. Sus clientes terminan de deglutir, mantean con alegría al cocinero quien, con choteo (mientras piensa “si vosotros supierais”) les denomina como “el pueblo sufrido y trabajador”.

En el primero, la fidelidad es absoluta, aunque la hamburguesa esté revenida y el pan, mohoso. Cada sábado, la “gente de bien” acude, traga, paga y vitorea. En el segundo, más de lo mismo, los “sufridos” piden más o menos pepino, pero tragan con la carne especiada para esconder su nula calidad.

Pero resulta que en el segundo están observando que pierden clientela. No han pasado a las filas de la “gente de bien”, sino que se quedan en la calle, junto a otros que nunca habían entrado en un restaurante. Y no quieren atravesar ninguna puerta. Se están planteando que hay otros mundos, otras elecciones a la carta. Perciben que su dieta es escasa y con muchas carencias e intuyen que hay algo más: un buen solomillo o una rica ensalada de frutas y marisco. Creen en esa intuición y van a perseguir el sueño de alcanzar una dieta mejor y más saludable. No saben si torcer hacia un lado o hacia otro, pero el camino se les mostrará -tarde o temprano- entre la maleza que creció por la desidia de quien no quiso segarla a tiempo.

Mientras tanto, los dueños de las dos hamburgueserías miran con temor a esos extraños seres que buscan una senda nueva. Y se observan, cada uno en su lado de la calle, pensando: “por favor, que no encuentren el solomillo que tenemos escondido en el arcón”.

Y aquí está el solomillo. Ten paciencia en la lectura, porque es una obra maestra:

http://elporquedeunamosca.blogspot.com/2011/05/por-que-no-hay-una-democracia-real-en.html