Este mes de enero quería dedicarlo a terminar algunas de las labores que tenía pendientes y, para mi sorpresa, lo he conseguido. Para cerrar este primer mes del año dejé una labor que comencé con muchas ganas pero que ha resultado pesada y laboriosa. Mi manta de grannies.
En esta foto podéis ver el orden, en tiras oblicuas, de los cinco colores elegidos. Fácil, ¿verdad?. Pues tan solo deciros que de todos los errores que se pueden cometer a la hora de unir las grannies, yo debí cometerlos todos hasta el punto de que lo que iba a ser una colcha para el sofá se ha quedado en un cubrerespaldos, osea, una cuarta parte del tamaño original.
El colorido sigue gustándome muchísimo, pero otra de las cosas que me aburría era lo poco que cundía al tejer, lo tedioso de hacer una y otra vez el mismo diseño y el tener que unirlas para formar las tiras. Por cierto, este es el método que elegí para hacerlo.
Cuando llegó el momento de hacer el borde a la manta, suspiré aliviada porque tengo "el mejor libro de bordes para mantas del mercado" (eso dicen las críticas que leí en internet antes de comprarlo).
Y sí, el libro es buenísimo pero como mi manta es rectangular y no coincide el número de puntos (el lado largo es múltiplo de 5 y el corto de 2), pues tuve que escoger un borde que sirviera para cualquier múltiplo. Había varios, es verdad, pero todos muy tupidos para mi gusto. Total, que elegí este.
Que quedó así
No está tan rizado como en la muestra y supongo que es por el tipo de lana empleado, pero me gusta. Lo que me hace sentir bien porque ya estaba empezando a pensar que estaba siendo demasiado tikis mikis y maniática.
Así que, ya veis, para ser la última labor de enero ha dado toda la guerra posible. Dicho esto ¿volveré a tejer alguna vez otra manta con grannies? No durante una temporada larga, pero no me extrañaría que volviera a picar porque la verdad es que son muuuuy bonitas.